Filia
A pesar de la diferencia de edad y de que para ambos era la primera vez, fue un encuentro feliz. La niña sonrió al verle y aceptó sus caricias de padre inexperto. Dentro de quince días, en la próxima visita, habrá cumplido tres meses. Él, su primer año de condena.
Manuel, hasta que no ha aparecido la palabra condena, el relato navegaba entre algodones de felicidad. Pero ese giro final nos plasma una cruda realidad, que junto con el juego del paso del tiempo redondea un relato extraordinario.
ResponderEliminarLa experiencia de estar en prisión y ser padre, y solo ver cada cierto tiempo a tus hijos debe ser muy dura, esa separación...
Muy buen relato, me ha gustado mucho, felicidades.
Un abrazo enorme, Manuel.
Gracias, Javier, como dices no debe ser fácil una situación de este cariz. Vivir por un lado la felicidad de conocer a tu hija, despedirte de ella hasta la próxima visita y contar el paso de los días en función del tiempo de condena.
ResponderEliminarTe mando un fuerte abrazo, tus palabras, ya sabes, me aportan estímulo y nuevas perspectivas sobre el texto.
No conocemos los hechos que han motivado la condena de este hombre, pero sean cuáles fueren, hay posibilidad de regeneración en él. El sincero amor de padre, la sintonía con su hija y su propia actitud demuestran que queda humanidad y esperanza en su interior. La sangre tira y mucho. Un hijo/a es capaz de cambiarlo todo.
ResponderEliminarSi una vida es una película, con todo tipo de escenas, luces y sombras, errores y aciertos, tú has descrito unos cuantos fotogramas escogidos, llenos de humanidad, que le dan sentido.
Un abrazo, Manuel
Debe ser como lo describes, Ángel. Privado de la posibilidad de vivir cada día los días de su hija (cada día en la vida de un niño es una eternidad) dar amor desde los barrotes de una celda impone un contrasentido doloroso a una relación tan especial y emotiva como es la del amor paterno filial.
EliminarTe agradezco el tono positivo de tus palabras, pues también soy de los que creen que el amor es una fuente de cambio, una fuerza de primer orden que puede hacer cambiar a las personas para bien.
Un abrazo, Ángel. Gracias.
No cabe duda que el amor paterno filial es un sentimiento común, antiguo, humano y animal, capaz de traspasar las rejas y muros de cualquier cárcel. Ese sentimiento, casualmente, hace más "humanos" y vulnerables incluso a los que, justa o injustamente, son apartados de la sociedad.
ResponderEliminarBuen relato, Manuel.
Un abrazo.
Creo que destacas uno de los aspectos primordiales del micro, Isidro, pues ese amor hacia su hija nos hace concebir que el interior de esa persona, esté por los motivos que esté preso, atesora los valores humanos necesarios para seguir caminando por la vida y tener nuevas oportunidades en ella.
EliminarGracias por tus palabras. Un abrazo.
No sabemos los motivos que a este recién estrenado papá le llevaron a la cárcel. La situación es de todos modos tristísima. Creo que en este caso es un doble castigo el que sufre este hombre: verse privado de libertad y al mismo tiempo privado de ver crecer, día a día, a su hija. Esperemos que, partiendo de que esté cumpliendo una condena justa, el dolor le sirva de aprendizaje. Nos has acercado con gran acierto hasta la celda y sufrimiento de este prisionero. Un abrazo, Manuel.
ResponderEliminarHola, Juana. Es triste, como apostillas, y dolorosa también la situación, pues la relación de amor entre sus protagonistas se ve, si no cercenada, al menos condicionada por las circunstancias del contexto en que se produce.La privación de libertad debe ser tanto más dolorosa, cuanto más grande es el deseo y más motivos existen por querer disfrutar y vivir lo que queda fuera del alcance del preso por fuerza mayor.
EliminarGracias por tu acertado y sensible comentario. Un abrazo, Juana.
¡Qué bien lo has contado!
ResponderEliminarSe entiende perfectamente ese amor filial y esa primera vez. No importan las circunstancia. Importa la relación
Mucha suerte, Manuel
Besicos
El amor prevalece por encima de la situación y de las circunstancias, probablemente los genes transporten un código instintivo que subraya los lazos de amor entre ellos, que hará de puente para que el futuro pueda ser mucho mejor.
EliminarGracias, Carmen, un abrazo.
Manuel, me ha gustado tu micro.
ResponderEliminarQué bien dibujas la relatividad del tiempo subjetivo, en este caso sujeto al desesperante goteo, lentísimo, lentísimo, de los minutos entre visita y visita de la hija por la separación forzosa.
Dolor de padre e hija, pero sobre todo del primero, creo, qué larga se le va a hacer la condena, suma de férreos intervalos entre visita y visita de su hija...
Enhorabuena y saludos!
El aspecto del tiempo juega en el contexto de este relato una carta necesaria, a la cual me alegro que hagas referencia, pues no sabía si había logrado plasmarla suficientemente. Tú lo describes perfectamente con esa lentitud que debe tener ese tiempo, pesado como plomo, detrás de las rejas, Carmelo. Como lector eres un regalo para mis relato, me ofreces puntos de vista y apreciaciones que valoro mucho a la hora de releer y reconsiderar lo escrito.
EliminarTe mando un fuerte abrazo. Gracias.
La falta de libertad del preso se agrava cuando, al conocer a su hija, ha de contar los días en que le estará permitido disfrutar de su reciente paternidad. Sean cuales fueren las causas por las que fue encarcelado, su condena es mucho más penosa lejos de la niña y su humanidad ha aflorado con ella
ResponderEliminarMuy bien contado el relato, Manuel. Nos haces partícipes del dolor del preso. Mi felicitación y un fuerte abrazo.
He pretendido establecer una relación entre los días que la niña va cumpliendo, pues los bebés cumplen de día en día cuando solo tienen meses, y los largos días que también cuenta su padre para pagar la condena. Por un lado saber que no verá a su hija todos los días será duro pero, a la vez, ilusionante, pues cuenta con un motivo mayor para que le de fuerza para seguir adelante.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Carmen. Un fuerte abrazo.
Me encanta tu relato porque es de esos en que el autor juega un poco con el lector. Nos llevas en una dirección y luego la cambias y la vuelves a cambiar. La primera frase hace pensar en una relación amorosa. En la segunda descubres que se trata de una relación padre-hija. Y recién con la última palabra del micro nos enteramos de la originalidad de la historia. Y allí podemos comprobar, una vez más la sensibilidad y maestría de quien escribe.
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel.
Un abrazo.
Nos seguimos leyendo.
Has visto todos y cada uno de los resortes claramente, Georges, necesitaba ese contraste de sensaciones para intentar hacer sentir el pesar del preso. Si he conseguido transmitírtelo me doy por satisfecho.
EliminarTus palabras me acercan estímulo para seguir puliendo el próximo relato, ese que casi ya tengo, pero que aún necesita un no sé qué que le de esa vibración, ese temblor interno que necesitan las cincuentas palabras para dejar huella.
Gracias, un abrazo. Ya estoy esperando Una historia.
Ahora su condena es doble. La libertad forma parte del manojo de pequeñas cosas habitualmente inapreciables, pero que son el reducto de la felicidad. La ternura a través de los barrotes imprime un contraste desolador, un delicado calvario estupendamente subrayado en los tiempos que describes cuando se produzca la próxima visita.
ResponderEliminarEnvejecer fuera del mundo ya es duro, pero verlo crecer desde el encierro es aplastante.
Muy buen relato, Manuel, con un poderoso contraste final. Enhorabuena.
Un abrazo.
Antonio, no sé si pedirle a Álex que redirija a todos los comentarios de mi relato a tu comentario, porque ni se puede expresar mejor ni más bellamente la intención y el contenido del mismo.
EliminarMi suerte de aprendiz de micronarrador es contar con tus palabras cada mes. No solo me estimulan a seguir, sino que me estremecen su generosidad y su grandeza.
Gracias. Un abrazo grande y apretao.
De las cárceles ya sabemos eso de que no están todos los que son ni son todos los que están. En unas sociedades tan imperfectas como las nuestras, incluso las más avanzadas, no suele ser excepcional que alguien vaya a la cárcel por un delito menor, o hasta por un error judicial, estos han costado incluso la vida a algunas personas, de ahí que la pena de muerte sea una aberración.
ResponderEliminarAsí que el personaje de tu microcuento esté en la cárcel no dice mucho sobre él, podría ser un sicario peligroso, un delincuente común, o hasta un inocente, lo que sí dice bastante de él es cómo reacciona ante su paternidad, ante esa primera vez que tiene entre sus brazos a ese ser indefenso que es un niño de muy corta edad.
Sin duda, ese paternidad y ese primer contacto con su hijo le van a dar fuerzas para encarar con mejor ánimo su condena, sea esta la que sea, pues tendrá la esperanza de las próximas visitas y la esperanza de convertirse en un padre de verdad cuando salga de la cárcel.
Y si la justicia fuese justa, todas esas circunstancias debería tenerlas en cuenta, es decir, si el comportamiento de ese padre en la cárcel es correcto, si muestra deseos de cambiar en el caso de que haya cometido un delito grave, debería tener más ocasiones para ver a su hija y, se supone, a la madre de la niña que, en el caso de existir, sería un doble motivo para poner todo de su parte y convertirse en un hombre nuevo, y también permisos de fin de semana y hasta reducción de la pena.
Un gran microcuento, Manuel que, dada esta restricción de las cincuenta palabras, deja siempre margen para multitud de especulaciones.
Un abrazo.
Hola, Enrique, espero que tú y el resto de amigos y amigas de cincuenta disculpéis mi tardanza en contestar esta vez. Estoy más liado que de costumbre, aunque sean líos en los que gusta enredarse.
EliminarAmar es en sí una bula que disfrutamos los humanos para reducir penas en vida y disfrutarla en toda su intensidad, así que también, en este caso, debería conmutar condena, pues como dices, en este preso aflora el sentimiento de amor paternal en su torpe proceder ante tan tierna criatura, que contemplada en ese lugar tan de férreos muro e hierros, debe parecer a la vista como esas pequeñas florecillas que aferradas a los muros nos presentan la sonrisa de sus pétalos.
Dado el caso, la imaginación y la especulación, sobre todo en mentes y espíritus abiertos y creativos como el tuyo, aportan nuevos matices posibles a la historia que, indudablemente, la en-riquecen.
Una y otra vez lo comentamos, y es totalmente cierto. Constituye un refinado placer esto de intercambiar a cambio de cincuenta palabras cada mes, opiniones, pareceres, felicitaciones... pequeñas alegrías, ricos comentarios que nos da nuestra pasión por la palabra. ¡Ay, si no fuera por ellas! Cincuenta palabras es casi otra de respirar que he aprendido, un modo nuevo que tengo la suerte de vivir. A ti te debo muchas de las pequeñas-grandes alegrías que me da esta página. Así que te mando un abrazo de esos que se dan cuando uno se siente feliz.
Es un relato magnífico, lleno de ternura, que humaniza, lleno de agujeros que el lector tiene que llenar. Felicidades
ResponderEliminarAsí es, Luisa, cada cual, si quiere, puede poner un poquito de sí a esta historia y llevarla por nuevos derroteros. Pero, por favor, que nadie se olvide de seguir manteniendo viva la ternura.
EliminarGracias, por tus palabras. Un beso.
Manuel, me ha gustado mucho, mucho tu relato. Relatas algo muy tremendo haciendo un cóctel perfecto entre la dureza del argumento y la sensibilidad del autor.
ResponderEliminarFelicidades y un saludo muy cordial.
Un beso para ti, Mª Jesús, ese cóctel al límite de las circunstancias es una propuesta de amor, que sabe hacer aflorar sus mil caras hasta en las situaciones más difíciles.
EliminarGracias por tan bellas palabras.
Aunque narra una historia triste, el relato encierra una pizca de ternura, por lo menos en en la introducción; eso, creo, lo ha hecho intencionalmente. Me gusta, sé que casos como este se dan en la realidad.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Beto, muchas gracias por tu comentario. Pienso que la ternura nos hace partícipe de los otros, es una manifestación del amor y de la empatía, y quien a pesar de las circunstancias la conserva, ha sabido preservar su esencia. No todo está perdido. Saludos.
EliminarManuel, emocionante relato en el que la mayor condena para ese padre encarcelado en la pena de no poder estar con su hija. Su tiempo de condena lo mide por la edad de su hija.
ResponderEliminarExcelente micro.
Besos muy apretados, amigo.
Penoso para quien tenga que lidiar los días contando su condena en la edad de su hija, sí. Detrás de unos barrotes cada despedida debe ser más amarga que la hiel. Dura redención.
EliminarGracias por tu precioso comentario. Un beso apretao, amiga.
La verdad es que el tema del micro resulta un tanto escabroso. ¿La niña es fruto de una violación?
ResponderEliminarSaludos, Manuel
No que yo sepa, Plácido; pero bueno, que cada lector teja con mimbres de su cosecha las partes del relato abiertas a la interpretación. Saludos.
EliminarA pesar de que el intelecto parece alejar cada vez más al hombre del comportamiento natural, aún hay muchas situaciones en las que puede dejar a sus instintos hablar por sí solos. Claro está que en este caso la respuesta del bebé aún está libre de esa desnaturalización y facilita mucho la reacción paternal del adulto.
ResponderEliminarTodo indica que esta persona tiene motivos de sobra para intentar salir de donde está lo antes posible, independientemente de que se encuentre allí merecidamente o no. Ojalá llegue un día en que se hallen soluciones mejores para corregir o castigar la mala conducta.
Gran relato, Manuel, en el que laten con fuerza un buen número de sentimientos vitales, primarios, haciendo que el lector se implique profundamente con los personajes.
Enhorabuena y un abrazo.
Creo que sí, Enrique, en este relato la bebé ha actuado siguiendo el patrón filial del instinto y ha reconocido a su padre, aún sin conocerlo, a las primeras de cambio. Puede ser tranquilizador saber que no siempre hemos de controlar todos nuestros actos y acciones, que hay una parte de nosotros que actúa sin conocimiento de causa en función, simplemente, de la sabia intuición que nos presta nuestra naturaleza, mucho más amplia y diversa que la constreñida versión que el sistema económico pretende hacer de la persona. Poco más o menos que alguien con cabeza (no pensante) y pies que consume para existir: "consumo ergo sum".
EliminarTe agradezco tus consideradas palabras hacia el relato, que hacen de tu comentario un estímulo positivo para seguir escribiendo. Gracias y un fuerte abrazo.
Si el padre estaba derrotado, sin esperanza, esa niña le ha inflamado el alma de ganas de luchar para seguir adelante, y esperar el día en que se abra la reja y pueda respirar la libertad y el amor de esa hija. El instinto de esa niña ha aflorado en el momento oportuno.
ResponderEliminarY qué grato es el instante en el que tropecé con tu relato, Manuel. Un relato que llega muy adentro, hace olvidar el motivo que llevó a ese padre a prisión y desea que esas manos inexpertas se conviertan en caricias diarias.
Una belleza en cincuenta palabras. Enhorabuena por escribirlas.
Un fuerte abrazo.
Pablo
De qué forma más bella lo expresas, Pablo. Ese sería el colofón ideal para una historia como esta. Que ese padre encuentre, en el amor a su hija, el aliciente para insuflar a la suya nuevas ilusiones que le ayuden a superar errores pasados. Nunca es tarde para la dicha.
EliminarGracias por tus palabras. Son estimulantes y delicadas. Un lujo contar con ellas. Un abrazo grande.
Buen micro Manuel, donde los sentimientos afloran a flor de piel. Me ha encantado ese tono que le has dado, tan tierno y bello a la vez. Me ha encantado, sencillamente, me quito el sombrero. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Carmen por tus bellas palabras. Lo bello y lo tierno, provienen del corazón, y el tuyo debe ser verdaderamente delicado. Un beso.
EliminarAunque desconozcamos la causa por la que el padre está en prisión, no dejamos de conmovernos por la historia tan tierna y emotiva que nos cuentas, Manuel.
ResponderEliminarLos lazos tan fuertes como los que hay entre un padre y una hija no los rompe ninguna condena y ninguna cárcel.
Muy emotivo y reflexivo.
Un beso grande, enhorabuena.
Malu.
Ando muy liado estos días, pero me he llegado a la página para echar un vistazo y ver si habías llegado tú a mi relato, y es que tu comentario me pone las pilas. Lo miras de forma que lo que tú ves, me llega. Y siempre me llega algo positivo que me alegra y me digo que así da gusto escribir.
ResponderEliminarmuchas gracias, Malu. Emotivas, tus palabras y el cariño que reparten a lo largo de esta página. Un beso enorme. Y un abrazo.