Gorrión
El discurso más convincente: una mirada suplicante. La suya me eleva con su miedo en una mano y su destino en mi voluntad. Mi suspiro le alienta y, con toda la fuerza de mi brazo, lo empujo. Mis dudas estiran los segundos en siglos. Hasta que despliega sus alas. Volando.
Precioso relato, Macarena. Delicado y sutil... Sorpresivo final. E horabuena y besos!
ResponderEliminarGracias Salva, un abrazo!
EliminarBien hecho. Que vuele muy alto, libre. Cómo cuesta dejar de proteger a quienes creemos débiles.
ResponderEliminarPrecioso relato, Macarena. Un beso.
Así es Carmen... como a los propios hijos. Un abrazo!
EliminarMenos mal que ha tenido un final feliz. Muchas veces he lanzado a un gorrión al cielo y se ha estrellado contra el suelo.
ResponderEliminarHermoso micro. Saludos, Macarena
Ay, pobre... en este caso sale volando, gracias al empujón.
EliminarUn abrazo, Plácido.
Por desgracia, los pajarillos que caen del nido antes de tiempo suelen tener un mal final, pero es hermoso pensar que pueden salir adelante, y más aún interpretarlo como una metáfora para esos hijos cuando les llega la hora de irse y volar solos, aunque nos duela.
ResponderEliminarUn micro sencillo y lleno de belleza.
Un saludo, Marcarena
Gracias por tu comentario, Ángel, un abrazo.
EliminarAl próximo pajarillo, lo salvará Súper-Fido, seguro.
ResponderEliminarBesito virtual.
Jajaja! Con su capa azul al rescate de pajaritos desvalidos. Un abrazo, María Jesús.
EliminarAl leer tu microcuento me ha venido a la cabeza la canción de Serrat Como un gorrión. El gorrión es uno de los pájaros que más ternura nos inspira, un pájaro cotidiano que vemos en nuestras ciudades; uno de esos animales que ha formado y forma parte de nuestras vidas, y que, como las moscas a las que dedicó un poema Antonio Machado, nos son familiares.
ResponderEliminarLa primera vez que fui a París, y vi, en Las Tullerías, cómo los gorriones se posaban en las manos de personas que les daban pan para comer, me dije: esto es la civilización, pues en España nunca había visto a nadie hacer eso, y a ningún gorrión que no se echase a volar cuando se le acercaba una persona. Y lo más curioso es que hasta venían a comer de mi mano, yo que era un recién llegado a aquellos magníficos jardines.
Por eso, creo que cuanto más grande es una persona menos abusa de los débiles, más cariño y protección les brinda, y entre los débiles hay que incluir a los animales, y lo que algunos les hacen es como para correrlos a gorrazos, o para meterlos en la cárcel, como ya está ocurriendo en los casos más sangrantes, esos que denotan una inhumanidad que aterra.
Así que te doy la enhorabuena por haber hecho protagonista de tu historia a un gorrión que, al final, vuela hacia la libertad.
Bécquer, en un principio, tituló sus Rimas como Libro de los gorriones, y es que los poetas son los que tienen sensibilidad para valorar esas bellezas que pasan inadvertidas para la mayoría.
Un abrazo, Macarena.
Tus comentarios son regalos para los sentidos. Muchas gracias por dedicarle al mío tus palabras. Encantada de leerte, Enrique, un abrazo.
Eliminar¡Qué bonito, Macarena!
ResponderEliminarPreciosa metáfora donde el gorrión es un hijo que tiene que aprender a volar para ser independiente. Ojo, sin ser una metáfora también es precioso.
Enhorabuena, me ha enternecido.
Un beso.
Malu.