Inocencia
¿Sabes?, desde que nos intercambiamos de cama para dormir, estoy muy contenta. Ahora papá siempre viene a darme las buenas noches. Me llama princesa. Dice que lo que hacemos es un secreto entre los dos y que no le cuente nada a mamá.
Todo me ocurre como antes a ti.
Todo me ocurre como antes a ti.
Javier, un relato brutal. Con palabras llenas de inocencia nos relatas un caso de abusos sexuales. Te rompe el corazón.
ResponderEliminarEscrito con mucha dulzura.
Excelente relato. Enhorabuena.
Besos muy apretados.
Pilar, muchas gracias por tu comentario. Tienes razón juego con la inocencia de la protagonista para contar una historia terrible. Ella cree que todo es un juego, y que así tal vez por celos, logra que su padre la trate como a su hermana.
EliminarBesos y muchos.
La sabia combinación de ternura e inocencia, con la acción más despiadada posible, dan como resultado un relato que llama a la indignación con ese tipo de individuos (no me atrevo a llamarles personas), cuya supuesta enfermedad o lo que sea no justifica ni atenúa el daño que pueden llegar a hacer.
ResponderEliminarUn texto que golpea a pesar de su ternura, o precisamente por ella, con un título perfecto.
Un abrazo grande, Javier
Ángel, muchas gracias por tu comentario. Tienes toda la razón, estos individuos no merecen ser llamados personas, son bestias. Como padre cada vez que escucho una noticia de esta clase no puedo entender como se puede llegar a eso.
EliminarGracias por lo del título, el relato está cubierto por esa inocencia.
Un abrazo enorme.
Terrible situación la que nos presentas, Javier y desgraciadamente, nada rara. Lo que más me ha impactado es el hecho de que, por lo menos al inicio del abuso, las niñas, en su inocencia, no lo perciban como tal.
ResponderEliminarMicro magistralmente escrito y difícil de olvidar.
Enhorabuena y un abrazo, Javier.
Georges, muchas gracias por tu comentario. Es verdad, por desgracia noticias de este tipo se encuentran muchas veces con demasiada frecuencia. Como he dicho nunca entenderé a estos individuos.
EliminarUn abrazo, Georges.
De verdad que este relato pone los pelos de punta!!! Qué bien escrita esta situación que, desgraciadamente, es MUY REAL, y bastante COMÚN!!!
ResponderEliminarSaludos.
Omar, gracias por tu comentario. Tienes razón es muy real y común.
EliminarUn abrazo, Omar.
Al narrar el micro desde el punto de vista de la mirada limpia de la inocencia (la niña cree estar jugando a los secretos con su papá), la situación resulta impactante, como contemplar una cría de gacela entre las garras de un león que juega con ella antes de devorarla. La perversión de los instintos ha dado para más de un tratado y no ceja en su empeño de perpetuarse y perturbarnos. Esa distorsión, mezcla de cinismo y el egotismo más desdeñable, pone el acento en el lado oscuro del ser humano, en esa cara de la moneda que nos hace capaces de lo peor.
ResponderEliminarUn excelente micro, Javier, que pulsa la alarma sobre el inacabable tema de los abusos. Un fuerte abrazo.
Manuel, muchas gracias por tu comentario. Sí, he utilizado la narración de la niña, que lo ve como un juego, como un secreto, como un igualarse a su hermana. Así con esa inocencia y dulzura cuento esta terrible historia.
EliminarComo dices estos individuos muestran la parte más oscura del ser humano.
Un abrazo enorme, Manuel.
Le has dado un toque muy especial y sutil , a un terrible problema, que por desgracia abunda más de lo que nos imaginamos , precisamente por ese maldito secreto, que se hace guardar y da poder sobre el inocente.
ResponderEliminarSuerte y un saludo afectuoso, Javier.
MªJesús, gracias por tu comentario. El abusador siempre juega con la inocencia y el poder de superioridad sobre la víctima.
EliminarUn abrazo, MªJesús.
Bien contado amigo, Javier
ResponderEliminarEste tema me horroriza me pone los pelos de punta. Esos secretos jamás deberían existir como tal. Me producen rechazo total.
Mucha suerte
Besicos, amigo
Carmen, muchas gracias por tu comentario. A mí también me produce un rechazo total y como ya he comentado nunca, nunca entenderé como un padre puede llegar a eso.
EliminarBesicos, Carmen.
Que relato más terrorífico, entre la inocencia de la narradora y lo escabroso de lo que insinúa... es increíblemente inquietante.
ResponderEliminarQuiero decir, que me gusta por supuesto, aunque el tema de los abusos es algo to repugnante. Y las secuelas en los niños son a penas invisibles, pero inmensas.
Un abrazo Javier.
Raquel, muchas gracias por tu comentario. Entiendo claramente cuando lo calificas de terrorífico, yo haría lo mismo. Y también pienso como tú, es repugnante el tema de los abusos, pero es tan habitual en nuestra sociedad que no hay que dejar de incidir en él para denunciarlo y erradicarlo.
EliminarUn abrazo, Raquel.
Con qué ingenuidad le cuenta la hermana menor a la mayor el secreto del abuso paterno. En su inocencia -acertado título- está orgullosa de sustituirla en las preferencias paternas. Es un relato de hechos muy crudos y demasiado frecuentes contado con gran delicadeza. Te felicito por ello, Javier, y por la denuncia de la pederastia, que nunca será suficiente.
ResponderEliminarEnhorabuena y besos.
Carmen, muchas gracias por tu comentario. El título es la esencia del relato, juego con esa inocencia de la pequeña que le cuenta a su hermana que ella ya recibe el mismo trato por parte de su padre que ella. Y ante ese monstruo todo lo ve como normal....
EliminarUn beso, Carmen.
Decía Karl Kraus que el diablo es optimista si cree que puede hacer peores a los hombres. Y son hechos como el que cuentas el que le hace a uno sentir náuseas ante individuos de la catadura moral de esa padre que abusa sexualmente de sus hijas.
ResponderEliminarY lo malo es que las historias que pueda imaginar uno, o que saque de las noticias que aparecen en los medios de comunicación, se quedan cortas, sólo muestran una pequeña parte de las barbaridades que podemos llegar a cometer, del monstruo que puede nacer dentro de nosotros, el cual no se detiene a la hora de satisfacer sus más bajos instintos ni siquiera con su propia descendencia.
Enfocar la historia desde la inocencia de una niña aumenta más la monstruosidad de lo que cuentas, pues uno se imagina lo que irá sucediendo, cómo esa persona quedará marcada para toda su vida cuando llegue a comprender los abusos de los que ha sido objeto por parte de ese padre al que adora, y al que después odiará más que a nadie en el mundo; pues el daño que le habrá hecho será un estigma en la psique que la acompañará mientras viva.
Tremenda la historia que, por desgracia, sabemos que es real, y que, a veces, tiene aún ramificaciones más perversas y criminales, como en los casos en los que la madre también es cómplice, en estos, mayormente, cuando el abusador es el padrastro.
Pero, aunque sea muy duro, hay que contarlo, y tú lo has hecho de forma extraordinaria, Javier. Enhorabuena, un abrazo.
Enrique, muchísimas gracias por tu comentario, como siempre completo y acertado. Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Solo recalcar tu último párrafo, pese a que sea muy duro hay que hablar de todos los asuntos y temas, no por ello hay que tener miedo.
EliminarUn abrazo enorme, Enrique.
Un relato estremecedor amigo Javier, me has puesto la piel de gallina. Has llevado el relato con toda la delicadeza posible, pero, aún así, me has revuelto las tripas. Como siempre, amigo Javier, todo un puntazo en lo alto de la actualidad. La realidad, aunque a veces se esconda, siempre saldrá a la luz. Abrazos.
ResponderEliminarCarmen, muchas gracias por tu comentario. Tienes razón, el tema revuelve las tripas, pero no por ello hay que ocultarlo. Lo he intentado escribir con la mayor delicadeza posible.
EliminarUn abrazo, Carmen.
Con maestría nos relatas un suceso por desgracia demasiado habitual. Una visión delicada de algo terrible. Saludos.
ResponderEliminarPepe, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJavier, enhorabuena!
EliminarComo bien dice en su comentario Carmen Hinojal, tu relato revuelve las tripas.
En mi opinión, ese creo que es su mayor mérito. No tanto informar, no tanto denunciar, que tb., sino hacerlo tan artísticamente que impacte y conmueva al lector. Éste ya hallará la manera y el momento de denunciar, acaso combatir, la barbaridad. La mostruosidad de romper la inocencia y la propia entera vida de dichas víctimas sexuales infantiles.
Saludos!
Carmelo, muchas gracias por tu comentario. No sabes lo que te lo agradezco en este momento.
EliminarUn abrazo enorme, Carmelo.
EliminarHola, María Jesús, buenas tardes. Gracias por tu comentario.
Por respeto a Álex, a la página, a las compañeras y los compañeros de 50palabras y por respeto a ti, no voy a entrar a debatir contigo, no creo que este sea el lugar. Estoy convencido de que tus conocimientos como psicóloga y escritora son superiores a los míos, pero como conocimiento real del asunto, uno también sabe algo.
Sólo dos cosas:
Acepto todas las críticas sobre mi relato, pero nunca que se diga que he tratado el tema con frivolidad.
Y segundo, para acabar, por educación y respeto a las letras de un compañero, nunca le diría si su escrito es necesario o no. Pienso que nadie tiene autoridad para ello.
Un saludo y solo deseo que esto termine aquí.
Aunque narrado con la voz inocente de la niña nos suena menos dramático, son cincuenta palabras extremadamente dolorosas e indigestas. Sobre todo pensando en que reflejan una cruel realidad. Terriblemente bien contado, Javier. Un abrazo.
ResponderEliminarJuana, muchas gracias por tu comentario. Siento mucho haberte hecho sentir todo eso con mis 50 palabras. Sé que el tema es desagradable, pero he intentado tratarlo respetuosamente. Y como tú has dicho por desgracia es algo real.
EliminarUn abrazo, Juana.
Un texto tan genial como duro. Sale con toda la dulzura para arrasarnos de la manera más dura. Enhorabuena, me ha parecido magnífico.
ResponderEliminarJosé, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo, José.
Con una suavidad estremecedora, contienes el desarrollo de la historia con gran fuerza narrativa hasta que la sueltas de golpe en las últimas frases. Reflejas muy bien la brutalidad a través de la inocencia y dejas muy evidente que el infierno se puede encontrar entre unas sábanas infantiles,
ResponderEliminarSobrecogedor, amargo, brutal.
Un abrazo, Javier.
Antonio, muchísimas gracias por tu comentario. Me gusta eso que has dicho de "suavidad estremecedora", creo que es un gran calificativo de mi relato. Como dices la historia es brutal y amarga, pero por desgracia muy real, de ahí mi denuncia y lucha contra esos monstruos que se creen dueños de todo, y sobre todo de los más inocentes.
EliminarUn abrazo enorme., Antonio.
Tremendo ese abuso de la inocencia... tremendo. Inocencia que morirá de dolor, porque despierta a un horror irreparable.
ResponderEliminarGalilea, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
¡Vaya padre! Y lo terrible es que estas cosas ocurren.
ResponderEliminarSaludos, Javier
Plácido, muchas gracias por tu comentario. Tienes toda la razón.
EliminarUn abrazo.
¡Qué fuerte, Javi!. Me has dejado sin palabras. Sólo me ha salido un ¡Qué fuerte, Javi! ¡Qué bueno, Javi!
ResponderEliminarUn abrzaco, amigo.
Isidro, muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Un abrazo enorme.
Un relato muy duro. Retrata lo oscura y asquerosa que puede ser la conducta de algunos seres humanos. Lo cuentas muy bien.
ResponderEliminarSaludos.
Beto, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Muy duro y muy triste, porque es real para algunas niñas. ¿Qué le pasará por la mente a esas personas, por qué lo harán? Un relato que deja una reflexión profunda y ganas de cambiar muchas cosas.
ResponderEliminarUn beso, Javier.
Malu.
Malu, muchas gracias por tu comentario. Yo también me pregunto lo mismo que tú, que pasará por la mente de esos monstruos.
EliminarUn beso enorme.