Las hojas nunca lloran
Era tarde de ventanas claras, aunque el sol dejaba un pequeño calor, empezaba el frío a correr sobre los silencios. La soledad venía acuchillando todo para quedarse dueña de las almas. El pensamiento lloraba en algunos pechos dejando nervios de domingo.
Aun así, con noche, las hojas seguían de fiesta.
Aun así, con noche, las hojas seguían de fiesta.
Has compuesto una bella estampa de la soledad, con ese frío de los silencios y el llanto adueñándose de las almas. Solo la naturaleza sigue invariable, celebrando la fiesta de la existencia.
ResponderEliminarEspero haber sabido interpretar tu texto, escrito en clave poética, Edwin.
Hermoso micro. Un fuerte abrazo.
Las hojas nunca están solas y, apenas empieza a correr una ligera brisa, hablan entre ellas.
ResponderEliminarUn curioso micro. Saludos, Edwin