Llorar
Llorar fue siempre su mejor recurso. Sirvió para ser el favorito del abuelo, recibir los mejores regalos en Navidad, conseguir el corazón de las chicas, el punto que faltaba en las oposiciones. Pero aquel día, frente al amor de su vida, no sirvieron para nada... ¡y esa vez eran ciertas!
cuántos no utilizamos este recurso de niños!!!! Solo que siempre debe comprenderse o determinarse el momento exacto para dejar de usarlo. Este detalle es muy complicado y pasa mucho eso que dices: que esta vez eran ciertas!!! Bueno el micro, saludos.
ResponderEliminarEn la Biblia se dice que Dios guarda nuestras lágrimas. Sin embargo, me parece que hay lágrimas estériles. Las del protagonista de tu micro, Pau, parece que forman parte de esta categoría.
ResponderEliminarUna buena historia. Saludos
Las lágrimas utilizadas como herramienta para ablandar ánimos, provocar empatías y arrimar ascuas a la propia sardina. Por poderoso que sea el recurso, no tiene nada que hacer frente a un rechazo sin paliativos.
ResponderEliminarHas descrito bien una curiosa paradoja: el paso de un lloro teatral, hecho de falsas lágrimas de cocodrilo, hacia uno que, a pesar de ser auténtico, no tiene efecto.
Un saludo
Bueno es como la historia de que viene el lobo... ¿Pero quién dice que no le sirvieron de nada? Quizás no resultasen para ser amado, o manipular esta vez al otro. Pero llorar siempre es muy sano, sobre todo cuando es de verdad.
ResponderEliminarUn saludo Pau
Aprendió pronto a utilizar el llanto como chantaje emocional. Lástima que sus verdaderas lágrimas fueran estériles. Casi parece un acto de justicia poética.
ResponderEliminarUn abrazo, Pau.
Como en el cuento del pastor y el lobo. Como han mencionado otros antes que yo.
ResponderEliminarComo han recordado otros compañeros, la historia de este personaje llorón recuerda un poco aquella del pastor que anunciaba una y otra vez que venía el lobo y era mentira, hasta que el lobo acabó llegando y no le creyó nadie.
ResponderEliminarA mí también me ha recordado un par de canciones –y seguro que si se pone uno a pensar y a investigar hay muchas más-, una de ellas en la Zarzamora, unos de cuyos versos dicen: “¿Qué tiene la zarzamora / que a todas horas / llora que llora por los rincones, / ella que siempre reía / y presumía de que partía los corazones?”
La otra es Fallaste corazón, en la que se dice: La vida es la ruleta / en que apostamos todos / y a ti te había tocado / nomás la de ganar. / Pero hoy tu buena suerte / la espalda te ha volteado / fallaste corazón / no vuelvas a apostar.
En ambas canciones, como en tu historia, hay dos situaciones, una primera en la que el personaje consigue lo que quiere, y otra en la que su hado cambia y conoce el lado amargo del destino. Así, ese ser dado al llanto un tanto tramposo, enfrentado a la situación más importante de su vida, no consigue nada con esas lágrimas que, hasta entonces, le han permitido conseguir cuanto deseaba. C’est la vie, que dicen los franceses.
Un abrazo, Pau.
Las últimas lagrimas le sirvieron para darse cuenta de los sentimientos verdaderos que tenía en su interior.
ResponderEliminarBuen micro, Pau.
Malu.