Los tiernos fantasmas del pasado
Una vez conocí una niña. Creo que tendríamos unos diez años. Sentí algo que supuse amor, pues pensaba unas veinte veces cada minuto en ella. Aquella necesidad permaneció unos treinta años más. Ayer creí verla caminando por la calle Cuarenta y supe que nunca la olvidaría. El martes cumpliría cincuenta.
Bienvenido a tu casa, Salvador.
ResponderEliminarComo no podía ser de otra forma, llegas con un espectacular microrrelato en el que tu ingenio ha conseguido crear una historia de ese amor platónico que nos dura toda la vida, con un guiño a esta comunidad, en la que espero que te quedes a vivir para siempre.
Un fuerte abrazo, amigo, paisano, genio.
Pablo
Gracias de nuevo, querido Pablo! En buena parte (¿un 50%?) eres culpable de que hoy ande por aquí...
EliminarMe alegra que hayas captado la filosofía del micro, en el que primaba el guiño al cincuentismo y la numerología sobre la historia en sí. No te creas, que no ha sido fácil encajarlo en tan pocas palabras...
Abrazo fuerte... Bueno, ¿Qué demonios? ¡Cincuenta abrazos fuertes con palmadas de las que damos los tíos!😉😉😉
Hay personas que causan un gran impresión, tanta, que una sola mirada puede ser rememorada de forma continua, sin que ese sentir tan especial y único se vea mermado con el paso de los años, por mucho que se diga que el tiempo todo lo cura. En tu relato las décadas se van sumando, desde la veintena hasta llegar a cincuenta (un número mágico por aquí). La atracción especial que siente el protagonista se mantiene en el tiempo. Lo que nunca sabremos, ni él, eso queda a la imaginación del lector, es si sería correspondido o si su atracción resistiría a la convivencia y el roce.
ResponderEliminarUn relato interesante sobre los sentimientos puros.
Encantado de leerte por aquí, Salvador.
Un abrazo
Muchisimas gracias, Ángel! Con tus palabras has enriquecido mi relato...
EliminarPor abrir aún más el abanico de posibilidades, puedo decir que ese "ayer hubiera cumplido cincuenta" deja abierta la puerta incluso a que no esté viva y lo que vio por la calle cuarenta fuera una ilusión o un...espíritu
¡Gracias, compañero!!
El que esa necesidad estuviese limitada en el tiempo (30 años), unido a ese “cumpliría” de la última frase, así como esos “fantasmas” del título, me lleva a pensar más en la posibilidad de que ella ya no esté viva, independientemente de que él la siga recordando por siempre.
ResponderEliminarRelato de gran calidad, en todos los aspectos, con el que además has tenido el buen detalle de hacer un regalo a la página.
Enhorabuena, Salvador, y bienvenido. Será un verdadero placer leerte por aquí también.
Un abrazo.
Admirado Enrique, no solo eres un gean escritor, sino que también eres un magnífico lector. A pesar de que he querido dejarlo abierto, la idea original del relato es esa: aunque el amor siempre permanece y él la ve (o cre verla), la chica ya no vive. De ahí el título que bien has relacionado.
ResponderEliminarValdrías incluso como detective atador de cabos...
Gracias por la cariñosa bienvenida! Un fuerte abrazo también aquí.
Me parece éste un relato que roza la excelencia, tanto por su forma (como sospechaba, cada decena que aparece en el texto coincide con el número de palabras que llevas escritas), como por su contenido (un amor por encima del tiempo, en cualquier espacio y a pesar de la muerte).
ResponderEliminarSi ésta es una muestra de lo que nos reservas, cincuenta veces bienvenido, Salvador.
Un saludo.
Gracias, gracias, gracias, amigo Antonio!!! Gracias por el cariño con el que lees y comprendes lo que escribo... Me llega tanto cariño de tantos amigos escritores que me encuentro feliz y sobrepasado. Gracias de nuevo y cincuenta veces bienhallado. Abrazos!
EliminarA los sesenta os casaréis en el juzgado de la calle Setenta y tendréis ochenta gatos...
ResponderEliminarUn buen micro. Ingenioso. Saludos, Salvador
Jajaja... buen "spin off", Placido. Escucharemos música de los noventa y nos pobdremos a cien... jajaja. ¡Gracias! Abrazo fuerte
EliminarPedazo de estreno, Salva, la verdad es que no esperaba menos viniendo de ti. Encantada de haber contribuido a que entres en esta casa de microrrelatistas a much@s de l@s cuales ya consideró casi familia (con algunos incluso sobra el casi). Brillante, ahijado.
ResponderEliminarAyyyy mi madrina!!! Gracias!! Celebro haber hecho que te sientas orgullosa de mí... trataré de que siga siendo así... ¡Dibiti babiti bu! (O como sea)
EliminarEs genial... Esa secuencia con las décadas, que te va guiando a lo largo del micro y a lo largo de la vida y del amor por ella. Hasta llegar a creer verla, sólo creerlo, porque el smor y la necesidad, siguen presentes. Pero ella ya no está. El martes "cumpliría" cincuenta... pero no será, porque ella ya se fué. Murió... pero nunca su recuerdo.
ResponderEliminarMagistral!
*amor
EliminarGalilea, eres la primera persona que dice clara y expresamente la profunda verdad de este micro... Que, aunque uno vaya saltando ufano de cifra en cifra, al final, ella ya no está... Como bien dices, "cumpliría".
EliminarGracias mil (cien lotes de cincuenta)!!!
Esa niña a la que amó el protagonista desde su infancia se ha convertido en un fantasma del pasado al que no puede olvidar. Y van pasando las décadas y vas contando el micro en decenas hasta culminar en ese cincuenta que ella cumpliría y que da nombre a esta página.
ResponderEliminarBienvenido, Salvador. Te estrenas en la familia cincuentista con un bello micro. Un abrazo.
Muchísimas gracias, Carmen! De verdad que esta familia camarotera es acogedora al máximo y te hacen sentir como en casa. Celebro que te guste el micro! Lo proyecté y escribí con todo el cariño que merecéis. Un beso fuerte
EliminarLa vida es un libro que vamos escribiendo a dos manos nosotros y el destino, y ahí van quedando esas páginas, muchas de ellas se olvidan para siempre, otras aparecen con más o menos frecuencia cuando recordamos, bien debido a un hecho fortuito, o bien porque forzamos nuestra voluntad para volver a un pasado que nos resulta grato evocar.
ResponderEliminarPara el protagonista de tu historia, ese, supongo, primer amor, dejó una profunda huella, y tal es así -y esa es una facultad realmente sorprendente de los seres humanos-, que a pesar de haber desaparecido de este mundo, sigue viva en su memoria, y hasta cree verla, bien en otra personas que se la recuerden, o bien en representaciones de su imaginación.
Nada más nuestro que eso que llamamos nuestros fantasmas, pues son la parte más misteriosa y más íntima del ser, tal es así que, por lo general, no solemos dar noticia de ellos a nadie o a casi nadie.
Entrañable historia con la que debutas, Salvador, con ese guiño final a las cincuenta palabras de rigor. Bienvenido y un abrazo.
Qué maravilloso análisis, Enrique! Profundo y certero. Muchísimas gracias por él y por la calurosa bienvenida. Un fuerte abrazo
ResponderEliminar¡Qué gran estreno, Salva! Bienvenido seas a Cincuenta Palabras.
ResponderEliminarUna historia tierna, con fantasmas de los que uno no quiere desprenderse nunca.
Un engranaje perfecto, enhorabuena.
Malu.
Muchísimas gracias, Malu!! Hay fantasmas de los que no queremos o nonpodemos desprendernos... incluso, a veces, los fantasma somos nosotros... Que se lo digan a Bruce Willis... ;-)))
EliminarUn beso y gracias de nuevo!!!
Salvador, nos has contado esta historia de amor de década en década hasta llegar a 50, como guiño a esta página.
ResponderEliminarBienvenido. Buen micro.
Besos.
Muchas gracias, Pilar!! Yo más que décadas (que a veces sí) les llamaría decenas... Se me ocurrió como pequeño homenaje y me alegro porque la bienvenida/recibimiento/acogida ha sido maravillosa.
EliminarMillones de gracias! Besos!