Resistencia a la realidad
Amanda estaba absorta mirando los peces del acuario. Intenté llamar su atención.
—Papá y mamá se han ido al cielo. Yo cuidaré de ti, no tienes que preocuparte.
Se volvió a mirarme, entristecida, y fue entonces cuando me temí lo peor.
—Abuela...
—Dime, cariño.
—¿Dónde tienen los peces las orejas?
—Papá y mamá se han ido al cielo. Yo cuidaré de ti, no tienes que preocuparte.
Se volvió a mirarme, entristecida, y fue entonces cuando me temí lo peor.
—Abuela...
—Dime, cariño.
—¿Dónde tienen los peces las orejas?
La actitud de esta niña puede parecer indiferencia, cuando es todo lo contrario. Dar de comer a los peces, hacer como que no se ha oído la peor de las noticias, son mecanismos que la pequeña utiliza ante una realidad que la supera. Antes o después tendrá que asumirla, pero de momento no puede, es demasiado para ella. Quisiera ser como esos peces a los que alimenta, sin oídos para escuchar.
ResponderEliminarTan triste como bien contado, Olga.
Un abrazo
Los mecanismos del cerebro son así. A mi me ha parecido un relato muy tierno Olga. Cada uno se enfrenta a la pérdida como puede. Tampoco creo que ese sea el momento en el que le dan por primera vez la noticia a la niña. Es, tal y como lo veo yo, su abuela diciéndole que ella la cuidará,que se quedará con ella, y que sus padres están en un sitio bueno. Ese matiz, cambia mucho la reacción de la pequeña, que ya sabía que sus padres han muerto y está en casa de la abuela, o próxima a mudarse...
ResponderEliminarA mi me ha gustado mucho, tiene alma.
Un saludo.
Tu micro nos trae una historia muy triste contada con mucha ternura. El drama que vive la niña es muy difícil de aceptar y siempre que pueda, ella se aferrará a fantasías o a otras realidades menos dolorosas. La abuela, sin quererlo, sólo logró traerla de regreso a la tragedia de la que por un momento había escapado. Suele suceder que, con nuestra mejor voluntad, hagamos recordar algo a alguien que solo quiere olvidar.
ResponderEliminarGran relato, Olga. Enhorabuena.
Muchos besos.
Has descrito muy bien cómo reaccionamos a las noticias terribles: no queremos aceptarlas.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Olga
Curiosos los mecanismos que nos permiten sobrevivir a situaciones difíciles de aceptar. La niña se refugia en los peces, que no tienen orejas y, como le gustaría que le ocurriese a ella misma, no pueden oír ni conocer, por tanto, la dolorosa pérdida.
ResponderEliminarMuy bien contado, Olga. Un beso.
La resistencia a la realidad no deja de ser una estrategia de supervivencia, la vida no nos da, a todos y para todas las situaciones, armas para afrontar las peores tragedias que pueden acaecernos, por eso, no es nada extraño que ante una desgracia que nos deja conmocionados reaccionemos con una desconexión parcial o total de esa realidad que ha sido tan cruel e impiadosa.
ResponderEliminarEn la historia que cuentas, es una niña la protagonista, y se supone que ha esa edad se tienen menos defensas psíquicas para enfrentarse a la pérdida de sus padres, nada menos, por eso, simula no entender, estar en otra realidad, aunque también puede ser eso de que la procesión va por dentro, y lo que está haciendo es representar una enajenación que no es tan grande como desearía.
Lo cierto es que, como dice Miguel Hernández en su Elegía a Ramón Sijé, temprano madrugó la madrugada, es decir, demasiado pronto la vida le ha herido de forma terrible y le ha mostrado la peor de sus caras.
Duro y estremecedor microcuento, Olga, un abrazo.
Me encantó leerlo!!! En 50 palabras has logrado agrupar tantos sentimientos(de la niña y de la abuela)!!! Sentimientos que todos llevamos dentro y que en ocasiones nos duele dejarlos salir,esa niña (o mejor dicho Olga), lo ha hecho muy bien.
ResponderEliminarEstá muy bien plasmada la estampa de desolación interior de la niña y de la abuela, cada una con las posibilidades para enfrentarse a ella que da la correspondiente edad.
ResponderEliminarHas conseguido un relato muy emotivo, Olga. Felicidades.
Un abrazo.
Situación difícil para la niña pero no menos difícil para la abuela. A veces es tan dura la realidad que no se sabe muy bien cómo afrontarla.
ResponderEliminarLo has contado de una forma muy bonita, aunque la historia es triste.
Un beso, Olga.
Malu.
Muchas gracias!!
ResponderEliminarOs agradezco el tiempo que os tomáis en leer y comentar. Siento mucho no poder estar a la altura. Estos días no tengo mucho tiempo.
Besos para todos.