Abandonado
Lo habían dejado amarrado a la silla al lado del contenedor, junto a un armario desvencijado y un viejo colchón. Su mirada de cachorro abandonado me conmovió tanto que decidí traerlo con nosotros. A ver cómo le digo a mi mujer que, desde hoy, tendremos otro abuelo más en casa.
Escrito por Manuel Bocanegra
Que tristeza Manuel. Llegar a estos extremos no creo que se llegue, aunque hay otras formas, tambien terribles, de abandono. Un abrazo, amigo Manuel, que bien sabes llegar al alma del lector.
ResponderEliminarLa vida nos da sorpresas...espero como tú que esto solo sea una hiperbólica recreación mía, Carmen, pero la realidad parece obstinada en desbancar hasta las más alarmistas propuestas de la imaginación. Gracias, por tus palabras llenas de tacto y delicadeza. Besos.
EliminarManuel, muy sutil, sorprendente y sorpresivo el relato que te ha nacido. Llega. Espero que ni siquiera defraude a esos animalistas, sensibles criaturas que aman más - ¿pasa algo? - a un perro que a uno de esos destartalados vejetes.
ResponderEliminarUn saludo cordial!
Carmelo, así, sorpresiva fue la irrupción de este micro. De pronto, vi al abuelo entre mis líneas y no pude menos que rescatarlo. También lo hubiera hecho si se hubiese tratado de un animal. La vida es vida y merece un lugar al arrimo del afecto. Gracias por tus consideradas palabras. Un abrazo.
EliminarManuel, muchas felicidades por el premio.
EliminarRealmente es bueno tu micro, aunque en mi opinión, no menos buenos sean algunos de los tuyos no premiados hasta ahora (Además de los que nos regalas cada mes jugando con los títulos de los mejores).
Te contesto en este rincón apartado para que, si localizas mis palabras de felicitación te sorprendan. Es tan bonito acertar a sorprender... Acaso más que sorprenderse, que ya es divino.
Feliz 2018!
Qué regalo Carmelo, gracias; como dices, tan importante es mantener la capacidad de sorprenderse (con la sorpresa recuperamos el alma pura del niño que fuimos) y como la de sorprender, donde somos de nuevo niño, esencia que disfruta del presente de la vida y la ofrece para que otros la disfruten también. Cómo me alegra tu felicitación y tu disposición a la felicidad. Lo leí en algún libro: "Si quieres ser feliz, haz feliz a alguien". Te digo que conmigo, en este momento, lo has conseguido.
EliminarUn fuerte abrazo y un 2018 venturoso y felizmente, sorprendente.
¡Lo has cazado! Me refiero a mi "escondida" respuesta. Me alegrompor ello, y sobre todo por el encanto, literario y humano, de tus palabras. De modo que ahora el sorpendido soy yo (je, je).
EliminarMe ha gustado lo que comentas sobre la sorpresa, que en general conduce naturalmente al asombro. Y esto sí que considero esencial y conectado con la felicidad. Nada menos.
Yo tb. deseo, de corazón, un 2018 esplémdido para ti en todos los sentidos.
Un abrazo admirativo.
Otra de tus genialidades, Manuel. Me encanta ese personaje que has creado tan tierno, que llena de abuelos su casa. Y además tiene otra lectura, y es el abandono de las personas mayores por algunas familias. El otro día vi una película de animación en el programa de la 2, “Versión española” llamada arrugas que me encantó y me dio mucho que pensar. Tu protagonista hubiera acogido muchos de sus personajes.
ResponderEliminarEn resumen, Manuel, deseo que en tu próximo micro de fin de mes esté este título, porque mereces sobradamente estar en la final, aunque creo que tú eres de esas personas que son más de dar que de querer recibir. Se te ve en tus comentarios. Eres un crack en todos los sentidos. Alguien a quien tengo muchísimas ganas de conocer en persona.
Ojalá sea pronto.
Un abrazo.
La película a la que me refiero, que ha quedado ahí difuminada sin ponerla entre comillas, se llama, como te puse antes, “Arrugas”.
EliminarOtro abrazo, genio.
Conozco la película. Ha cosechado gran éxito entre público y crítica.Ganadora de un Oscar. Afronta de una manera bastante realista y digna un tema muy complejo.Es de animación.
EliminarYa me he puesto a la tarea y, desde luego, "Arrugas" no deja indiferente. En cuanto a tu buen deseo para mi relato, hecho está cuanto puedo hacer y ojalá se cumpliera este mes (para quedar bien diré que más por ti que por mí), aunque, aparte de bromas y como decía tu paisano, el gran D Antonio Machado, "En cuestiones de cultura y saber, solo se pierde lo que se guarda, solo se tiene lo que se da", así que como casi todos en esta página, creo, siento que cada mes vuelvo a ganar mucho más de lo que di.
EliminarAprovecho, Inocente imperfecto, para trasladarte mi enhorabuena, más pronto que tarde, espero verte a ti también como ganador en ese preciado palmarés. Un fuerte abrazo.
Pues yo pienso que sí se puede llegar a esos extremos. Muy bueno el micro, por la denuncia y por la manera de girar su final!!!! Saludos Manuel.
ResponderEliminarSi no hemos llegado ya, Omar. A veces, lee uno noticias espeluznantes sobre el trato inhumano de unas personas sobre otras y se hiela la sangre. Mejor no pensarlo y ojalá todo quede en simple imaginación. Gracias, Omar, un abrazo.
EliminarManuel, un excelente relato lleno de ternura y sentimiento. Estoy seguro que aunque pueda ser exagerado, tu personaje de ficción existe en la realidad, ya que la realidad siempre nos supera y sorprende.
ResponderEliminarUn relato que con la genialidad de tus letras nos haces creer que hablas del abandono de animales y con tu última frase nos das un giro que nos encoge todavía más el corazón. El titulo genial.
Un relato muy bueno, me ha encantado, felicidades, Manuel.
Un abrazo enorme.
Ojalá que ese personaje, que se dedica a recoger abuelos abandonados, tenga que cambiar sus inclinaciones filantrópicas por falta de necesidades reales y encuentre otra dedicación menos penosa, aunque me temo que tal como dices, la realidad, cualquier día, nos sorprenda con alguna situación mucho estrepitosa que la que relato.
EliminarGracias por tus generosas palabras, Javier, que no solo son un estimulo importante para mí, sino también una referencia de donde aprender y tomar nota. Un fuerte abrazo.
Manuel, nos traes un relato lleno de ternura, pero a la vez amargo. Si ya es terrible el abandono de un animal, mucho más inhumano es el abandono que sufren muchos ancianos cuando dejan de ser útiles y pasan a ser una carga o un estorbo para sus familias egoistas.
ResponderEliminarEl relato es excelente, así como el comportamiento tan generoso y humano del protagonista.
Tus relatos siempre me llegan a lo más hondo del alma, por tu sensibilidad y por cómo nos lo cuentas. ¡Enhorabuena!
Besos muy apretados, amigo.
Creo, Pilar, que tantos ejemplos podríamos hallar de un personaje y de otro. Seres abandonados, humanos y no, los hay a millares. El concepto de utilitarismo ha llegado a extremos intolerables aplicado sobre las personas y otros seres vivos. Todo es posible de ser catalogado como producto o no de interés.
EliminarTe agradezco la lectura tan delicada y atinada que haces de mi relato. Y las palabras tan emotivas que me dedicas. Es una suerte contarte entre los comentarios a mi relato. Se siente tu abrazo. Besos apretaos, amiga.
Inesperado final, broche brillante pata un hermoso relato. Bravo, Manuel!
ResponderEliminarGracias, Salva, encantado con tu apreciación. Aprovecho para felicitarte por tu estreno del mes pasado, que aunque andaba con poco tiempo para comentar, lo leí y me gustó muchísimo. Saludos.
EliminarEstoy con todo lo bueno que te han dicho los compañeros con anterioridad. A mayores tu relato me hace reflexionar sobre esos que tratan infinatemante mejor a sus mascotas que a algunos familiares (no quiero pecar de "demagogo" y no me meto en los posibles motivos), pero, claro, un perrito suele ser simpático, no habla, te mira arrobado, hace lo que le mandas... y un señor mayor es un pesado, suele estar enfermo, es una rémora a la hora de hacer cosas... Pues eso, que me ha parececido un buen y sensible relato, y con mucho trasfondo. Suerte, manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarNuestros valores están cambiando a ritmo de mercado; es cierto que un abuelo, mirado con criterio de producto, está pasado de fecha, ofrece pocas perspectivas de ganancia comercial y roba un tiempo que se traduce en oro. Estorban los abuelos y las mascotas también, cuando dejan de ser el juguete de los primeros meses. Cuestiones que nos trae de la mano el utilitarismo, que tan de prisa nos lleva y con tan torcido rumbo.
EliminarGracias por tu considerado comentario, Jesús. Un abrazo.
Sencillo y no por ello menos profundo. Una realidad tierna, a la par que terrible. Ese abuelo aparcado en la calle como un mueble viejo es el personaje central, aunque muy bien oculto hasta el desenlace, de una ficción que puede parecer exagerada, pero que no se encuentra tan lejos de la realidad en muchos casos. El problema es que pensamos que somos eternos, sin darnos cuenta de que todo cambia y el cuerpo avanza inexorable hacia el deterioro. Algún día, si llegamos, también tendremos una edad avanzada, solo es cuestión de tiempo. Nos volveremos vulnerables, poco operativos, dependientes.
ResponderEliminarUn relato de esos que pienso que hubiera querido escribir cuando lo leo. Dices mucho y bien, con pocas palabras y de una forma muy clara. Si eso no es digno de mérito ya no sé qué puede serlo.
Un abrazo grande, Manuel
Muchas gracias, Ángel, porque el relato gana con tu lectura y tu acertada manera de entenderlo. Luego, también por lo bueno que dices sobre cómo está escrito, porque uno en su corazoncito de aprendiz, espera emocionar y transmitir con sus palabras a aquellos que nos leen. Así que me doy por satisfecho. Este micro fue de estos que surgen del chispazo. Ves la imagen del abuelo junto al contenedor y te lanzas a construir el contexto. Después, gracias a los comentarios, se me ha hecho más presente el personaje que lo recoge, que con su bonhomía, le confiere ternura al texto o lo desdramatiza un tanto. Es lo que, por mucho que lo repetimos, no deja de ser cierto, que leernos y comentarnos, nos enriquece mutuamente. En este caso, mucho más a mí que a ti, porque tus comentarios no tienen precio. Suerte que tengo. Un fuerte abrazo, Ángel.
EliminarUn relato punzante directo a nuestros corazones. Una realidad que hastía nuestras conciencias y refleja nuestra bajeza humana, pero que a la vez nos lanza un halo de esperanza, haciéndonos ver que la bondad también esta presente en nuestras vidas; no todo está perdido. Genial, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarNo todo está perdido, no. En algún lugar una raíz llamada Amor sigue creciendo entre las grietas del muro y donde den arena, él dará cal, una pincelada de luz sobre las sombras. Gracias, Salvador, por tus palabras llenas de energía positiva. Un abrazo.
EliminarLos viejos repudiados, abandonados como trastos inútiles, como pesada carga familiar... Qué bien nos lo has contado ocultando aquello que recupera tu protagonista, Manuel. Nos conmovemos, naturalmente, por el abandono de mascotas y olvidamos a tantos ancianos que acaban su vida en una injusta soledad. Tu denuncia desvela la deshumanización de nuestra sociedad, aunque queda un rayo de esperanza en estos seres siempre dispuestos a tender su mano.
ResponderEliminarUn micro brillante, tierno y necesario. Un fuerte abrazo.
Es tiempo propicio para los buenos actos. Después de enviar el relato, pensé cambiar "desde hoy" por "esta Navidad", y darle un toque de presente, pero me pilló de viaje y no pudo ser. Tal vez hubiera reflejado mejor ese amor puntual que deshace los entuertos que el mundo se empeña en hacer padecer a los más débiles.
EliminarSiempre tu comentario tiene para mí una lectura amable y delicada que agradezco. Sabes valorar cuánto valen las palabras. Gracias, Carmen, Un fuerte abrazo.
Es la hora de partir, oh abandonado, decía Pablo Neruda en la canción desesperada de su famoso libro de poemas. Pero ese abandono que cantaba Neruda que es el del enamorado, nada tiene que ver con el abandono en el que se deja a nuestros mayores, pues el enamorado, probablemente, tendrá más oportunidades de amar, pero el anciano ya está en el último viaje, que decía Antonio Machado.
ResponderEliminarLa historia que narras, con mucha ternura y su pizca de ironía, se ajusta como el zapato de Cenicienta a su dueña a estos tiempos que vivimos, pues nuestro progreso económico no nos ha hecho más solidarios y generosos, por el contrario, somos más individualistas y mezquinos.
No hace mucho tiempo, los ancianos estaban con sus familias, y no sólo ellos, a veces, había también una tía soltera, un tío viudo, algún primo, y todos compartían casa, mesa, tertulias, favores; con lo que esa unión era absolutamente beneficiosa para los más débiles, los cuales, generalmente, eran los más ancianos.
Me gusta mucho esa pincelada de tu microcuento en la emparientas al anciano abandonado con los perros abandonados, otra canallada bastante usual también en estos tiempos de ruido y furia, aunque el dejar a un anciano abandonado al lado de un contenedor sea menos usual y tenga algo de hipérbole, pero supongo que ha ocurrido, y cosas peores, me temo, ya se sabe que poner la lupa en algo es la manera de llamar la atención sobre una injusticia sangrante.
Y luego ese personaje todo bondad que recoge anciano y se lo lleva a su casa donde hará compañía a otros ancianos anteriormente recogidos, le devuelve a uno la fe en la humanidad, y le hace recordar esos versos de Bertolt Brecht que dicen: “A la buena gente se la conoce en que resulta mejor cuando se la conoce”. Y, sin duda, eso puede aplicársele a tu personaje como a ti mismo.
Magnífico el microcuento que has escrito. Un abrazo fuerte, amigo.
Tu bien traída referencia a los poetas me hace pensar que también ellos son población sensible al abandono, según están los tiempos que corren. Si no eres joven y jovial en tu escritura, padeces el mal del contenedor cercano. Cualquier día tú - por mí y tus versos, estaréis deseando que algún reciclador de muebles usados se apiade un tanto y recoja algunos de tus títulos bajo techo.
EliminarPero bueno, aquí lo que nos trae es el abandono que el utilitarismo/neoliberalismo de mercado está imponiendo sobre todo aquello que no es ni útil ni productivo. Lo son poco los artistas o durante poco tiempo, y no son nada rentables los abuelos pasados de rosca en los que la edad, como en los viejos árboles, ha dejado esa huella imborrable que los hace únicos y sabios, detentadores de secretos, historias, chascarrillos y frases sueltas que el respetable obvia, más interesado en los nuevos avances tecnológicos y en emprender inversiones para cuando se llegue a viejo se pueda disimular que uno lo es, sustituyendo edad por dinero y sabiduría por poder.
Le he dado un cariz hiperbólico al asunto, pero no creas que le durará mucho. Mañana mismo un titular hará que mi fantasía quede ramplona. Tal vez, no solo abandonado, sino esclavizado, amarrado a la cama y mantenido con vida para seguir cobrando su pensión. Este mundo canalla lleva su pícara estrategia hasta sus últimas consecuencias.
Esos tres poetas que me has traído a colación me los voy a tomar como ejercicio de Navidad y voy a volver a ellos, para detentar y degustar frases tan maravillosas como las de Brecht. Me da un no sé qué de que podría estar hecha como un guante para ti. A ver si nos conocemos en la quedada y puedo salir de dudas.
Gracias, Enrique, disfruto leyendo tus relatos, tus comentarios y respondiendo, en la medida de mis posibilidades, a los tuyos. Un fuerte abrazo, amigo. Felices Fiestas.
Cualquier día tú -por mí - y tus versos...
EliminarSimplemente genial. Muy bien. Esa es la forma en que algunos se deshacen de sus mayores.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro. Saludos, Manuel
Gracias, Plácido, por tus apreciaciones y por pasarte a comentar. Los mayores son cada vez más y, paradójicamente, peor tratados. Un abrazo.
EliminarUn micro-denuncia excelente. Ese abuelo abandonado que nos sorprende en la última frase, refleja a una sociedad muy avanzada en tecnología, pero cada vez más pobre en humanidad. Como decía aquella frase "A medida que lás máquinas se van pareciendo a los hombres, los hombres se van pareciendo a las máquinas". Enhorabuena, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarEs posible que la mayor globalización a la que estamos asistiendo sea a la pérdida de los valores humanos. No digamos ya los Derechos, que son pisoteados por gobiernos y poderes de facto día sí y día no. A los abuelos les ha caído una buena con los tiempos que corren. O son los recaderos de sus hijos para criar a los nietos. O se les aparca, ahí no más, que diría aquel, junto al contenedor. Esperemos que no lleguemos a ver tanto.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Bajo esa mente enlentecida o enferma y ese cuerpo gastado, está la persona que nos trajo hasta aquí. Somos sus preocupaciones y sacrificios, también sus desvelos, sus frustraciones, su orgullo. Somos lo que ellos han hecho de nosotros y nosotros les debemos, ni más ni menos, lo que somos.
ResponderEliminarMerecen un final en compañía o al menos, sin sencación de abandono o soledad.
Gran reflexión y mordaz crítica de cómo tratamos a nuestros mayores frente a nuestras mascotas.
Lúcido y hermoso, manuel. Felicidades.
Un fuerte abrazo.
Unas conocidas trabajan en una asociación de atención a mayores y alguna vez que he echado una mano me ha sorprendido ver cuánta vida guardan esos cuerpos que ya dan poco de sí, pero que siguen atesorando ganas de vivir y de compartir vida y experiencia. Como dices, merecen cuando menos, el afecto y la compañía que podamos brindarles.
EliminarGracias por tus palabras y por el tono tan delicado con que siempre las tratas. Un fuerte abrazo, Antonio.
Manuel: que hermoso cuento. Impactante, conmovedor. Te felicito!
ResponderEliminarSaludos, Sylvia
Muchas gracias, Sylvia, reacciones como la tuya hacen que el relato cobre toda su dimensión. Saludos.
EliminarMaravillosamente narrada y de forma genial expuesta la idea.
ResponderEliminarSombrerazo, Mr. Bocanegra. Y un me gusta.
... y dos abrazacos.
Los tomo encantado y van dos también para ti de vuelta. Gracias, Isidro. Va por usted.
EliminarVaya!! Hemos pasado del hospital a la gasolinera, y ahora al contenedor. Definitivamente, cada vez somos peores. Menos mal, que hay gente como tu protagonistas que parece que colecciona abuelos.
ResponderEliminarMuy bien. Besos.
Menos mal, Olga, que en el coche escoba viaje este personaje tierno y empático, que recoge a los abuelos abandonados y les da un hogar. ¿Será un Rey Mago que va de paso para Navidad?
EliminarGracias, besos.
Me has partido el alma, menos mal que el final es maravilloso. Un beso.
ResponderEliminarCierto que si lo mirase uno fríamente, como si estuviera leyendo un titular de prensa, sería para quedarse pasmados. Me alegra que tu corazón partío se haya repuesto. Gracias por comentar, Maite.
EliminarImpactante!!!!
ResponderEliminar¡¡¡Gracias, Luisa!!!
EliminarUn texto perfecto. Nos va introduciendo en la historia sin desvelar la consecuencia, la esencia hasta el final. Y ese cierre conecta de fábula con el título. La realidad bifronte del ser humano: por un lado la impiedad y por otro su faz caritativa. Tu protagonista debió pensar al contemplar al anciano: ponga un abuelete en su casa, en su vida. Y lo hizo. Quién se resiste a esa mirada ingenua, casi infantil, como desvalida que se nos va poniendo a todos los que vamos atesorando años contra nuestras espaldas. Mi muy gran enhorabuena y un abrazo muy muy fuerte.
ResponderEliminarGracias por tu jugoso comentario, Eduardo. Qué bueno leerte en Cincuenta. Esta página gana enteros contigo.El lema que apuntas no estaría nada mal para una campaña navideña en que los abuelos fueran los reyes de la fiesta. Se merecen lo mejor, y lo mejor es siempre el amor de los que amamos, el amor de los nuestros, de nuestra familia y de nuestros amigos. Deshojar con amor el último pétalo de la flor de la vida.
EliminarEs una grata sorpresa contarte entre los cincuentistas. Un fuerte abrazo, Eduardo.
Aparentemente inocente y terriblemente cruel.
ResponderEliminarUn relato de los que dejan huella, Manuel.
Felicidades y un abrazo virtual
Mi estimado Manuel, tu micro es una exhibición de maestría: una impecable descripción de la escena, seguida de esa “mirada de cachorro abandonado” para que anticipemos lo que viene y nos equivoquemos y luego toda la ternura y la preocupación por lo que va a decir su mujer por el exceso, que no es el que esperábamos.
EliminarEstupendo micro que pinta con sensibilidad el drama de los ancianos, en una época en la que, en general, la familia tradicional se ha desintegrado y lo que tenga que decir el que solía ser el trasmisor de la historia y las tradiciones locales y familiares ya no interesa a nadie, que para eso están internet y las páginas de donde extraer un árbol genealógico que luce mucho más que el legado de generaciones de humildes campesinos.
Actualmente, el anciano es sólo un estorbo y su lugar es una “residencia de ancianos” que para eso están, su nombre lo dice, o es que no te enteras. Y si algún día visitas una, puedes llegar a ver el espectáculo descorazonador de gentes que ya no tienen intereses, ni razones para vivir y que ni siquiera se comunican entre sí.
Enhorabuena, Manuel, por este relato. La sensibilidad y el cariño con que está escrito no pueden tapar la dolorosa realidad que nos recuerdas.
Un fuerte abrazo.
Como Georges se ha colado en el comentario de Mª Jesús, le contesto primero a ella. Qué bonito suena lo de dejar huella. Quizá sea eso lo que intentamos hacer con tanto afán con las palabras: ahormar la huella que nos gustaría dejar en las personas sensibles como María Jesús Briones Arreba cuando lean mi relato. Muchas gracias. Besos.
EliminarY ahora, respondo a Georges. Amigo, Georges, tus palabras suenan tan bien como suenan las campanas de la alegría. Da gusto recibir estos comentarios, porque nos hacen saber que los amigos de letras nos cuidamos y nos damos aliento con las palabras. ¿Cómo, si no, escribiría yo mañana de nuevo con ilusión si no hubiese quien me dijera que espera leer mis relatos? Me alegra tanto que te guste, como me entristece esa realidad que describes y que está en el trasfondo del micro. Alguna vez he entrado en una residencia de ancianos y se te cae el alma a los pies, precisamente porque esa esa es la impresión que nos dan las personas mayores que están allí. Personas desgajadas de su vida y de su tiempo, incapaces unos ya para la vida común, apartados otros por lo que es tan común: el desafecto. Es un tema harto difícil y de grandes dimensiones, más ahora que la pirámide de población en nuestro país se ha invertido y somos más, muchos más por arriba que por abajo.
EliminarPero mientras hay vida, hay esperanza y si no... Cincuenta palabras. Aquí vamos a seguir dando cuenta de lo que sean capaz de dar cuenta cincuenta palabras y... sus comentarios. Gracias por el tuyo, Georges, hace lucir mucho mejor a mi relato. Un fuerte abrazo.
Redonda y triste historia, con sorpresa final incluida, que yo me he permitido interpretar mirando su indiscutible vertiente surrealista, en la que podríamos apreciar cierto humor negro, sobre todo en la última frase (cuántos abuelos habrá recogido ya este hombre). Por lo demás, pienso que está escrito impecablemente, con un vocabulario minuciosamente escogido, y que en todas sus frases brillan la sensibilidad y la humanidad de su autor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel, y un abrazo.
La tristeza es un saco sin fondo que alimenta historias por donde quiera que va. He querido mirar el asunto dándole un cierto desenfoque, para no caer por la vertiente sentimental, que nada tiene de malo, sino que que grava lo que de por si ya es pesaroso.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Enrique, siempre elegantes y generosas.Mis relatos y yo te deseamos Felices Fiestas. Un fuerte abrazo.
Me ha encantado Manuel. Cuanta razón tienes. Es maravilloso el giro final que haces, te deja una sensación muy agria. Una critica mordaz a como abandonamos a los nuestros, a los que han sacrificado su vida por los suyos, y luego sus hijos, familiarias y la sociedad, cuando más lo necesitan, los abandonan como a un perro.
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias, Raquel. He pretendido quitarle hierro al asunto, como se suele decir, pero es cierto que el tema tiene un trasfondo doloroso por las razones que expresas. Confiemos en que los personas de buena voluntad seguirán deshaciendo los entuertos que los faltos de sensibilidad cometen. Siempre hubo y habrá quijotes.
EliminarUn fuerte abrazo y Feliz Año de letras.
Lo que tiene de profundamente triste tu relato, Manuel, lo tiene de grande y extraordinario. Me ha encantado. Utilizas las palabras justas para crear el ambiente y, al final, la sorpresa emotiva que da sentido a todo. Enhorabuena. Feliz año 2018. Abrazos.
ResponderEliminarCómo me alegra lo que dices, Mª José. La dimensión que generosamente le concedes al relato me hace pensar que te ha llegado con la emoción que he pretendido poner en sus cincuenta palabras.
EliminarUn abrazo grande y mis mejores deseos para que 2018 sea generoso contigo, fructífero y feliz.