Asesinato al anochecer
Con la piel amarillo lodoso; media mirada por vacío del ojo izquierdo, y arrinconado por sus extremidades sin articular, olvidé las noches de caricias y abrazos.
Fijándome en los soldados muertos, de un plástico hice su féretro depositándolo en el furgón de basuras, con una etiqueta:
Muerte digna, Teddy Bear.
Fijándome en los soldados muertos, de un plástico hice su féretro depositándolo en el furgón de basuras, con una etiqueta:
Muerte digna, Teddy Bear.
Este truculento asesinato del osito Teddy me ha hecho sonreír al final. Está claro que el dueño de este osito se ha cansado de él, además que lo ha destrozado de tanto jugar.
ResponderEliminarMe gusta esa frase que pone "olvidé las noches de caricias y abrazos".
Has jugado muy bien con el lenguaje haciéndonos creer algo más grave.
Me ha gustado, Mª Jesús.
Un abrazo.
Al pobre Teddy, se lo han cepillado y no precisamente con un cepillo, sin poner remedio a sus males. Podrían haberlo lavado, reconstruir el ojo y si las exremidades no le funcionan, tenerlo sentadito en un lugar preferente del dormitorio.
EliminarPero es más fácil poner fin a sus días, que tomarse el trabajo de mantenerlo. Mejor una buena" muerte digna" para él.
Gracias por tus palabras, y un afectuoso abrazo, Javier
Que bueno, Maria Jesús, introduces al lector en tu atmósfera de tragedia, y lo llevas de acá para allá, imaginando algo truculento. Y resulta que se cansó del osito, peluche demasiado desgastado para seguirle gustando. ¿Dónde estarán nuestros viejos juguetes? Me ha recordado a la película Dentro del Laberinto, al osito de peluche, tan vital para la niña en otro tiempo, y que la espera, en medio de un mundo de fantasía. Un abrazo, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Carmen.
EliminarBesito virtual
Precioso relato, María Jesús, muy bien escrito y con sorpresa final.
ResponderEliminar¡Bravo!
Un beso.
Pablo
Pablo, siempre tan halagador. Muchas gracias por pasarte a comentar, con lo atareado que debes estar.
EliminarUn abrazo
Si no hay implicadas personas, ni siquiera seres vivos, la acción de este niño o niña ningún tribunal la calificaría de asesinato. Sin embargo, la actitud si puede serlo. Tu protagonista apunta maneras, pues reconoce el cansancio en la relación, utiliza la nocturnidad y planea un final metódico.
ResponderEliminarUn relato sobre una niña o un niño de temer, aunque respiremos de alivio al comprobar que la víctima solo es un peluche viejo.
Un abrazo, María Jesús
Creo que el osito, es un espejo de lo que desgraciadamente sucede.
EliminarTus comentarios me hacen reflexionar y ver horizontes más allá del relato.
Saludos cordiales.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarCon mi retorcida mente, yo leo otro relato. El de un niño que pierde a su amigo al ser alcanzado por la barbarie de la guerra. Y le da el homenaje final que merece, como un soldado.
ResponderEliminarSer o no ser osito, a saber...
Un abrazote, MJ.
Muy "guay" tu comentario, Patri.
EliminarEso de ser un peluche de oso, debe ser doloroso o mejor dicho dolor de oso. Aguantar todos los achuchones, besuqueos y caídas nocturnas ¡Un horror!, y luego para que te depositen en el furgón de la basura.!
Vivir para ver, más bien para morir.
¡Mentes asesinas!
Parece que se ha deteriorado y debe ser depositado, el fin llegó. Aunque no me parece asesinato, quizá la mente infantil así lo creyó.
ResponderEliminarMuy cierto, Xavier.
EliminarGracias por emplear tu tiempo en mi lectura.
Un saludo
Cuando un niño crece, necesita desprenderse de su niñez y de los que lo acompañaron. Olvida las noches de caricias y abrazos, preciosa frase, y lo hace desaparecer, sintiéndose mal por ello, de ahí que lo vive como si fuera un asesinato. Lo despide como a un soldado caído en la batalla.
ResponderEliminarUn micro hermoso. Me ha parecido una metáfora del dejar atrás la niñez dejando paso a la adolescencia. Enhorabuena.
Besos apretados.
Un punto de vista que yo no había visto.
EliminarGracias por comentario, Pilar.
Un besito virtual
Yo no veo asesinato, sino deterioro del juguete que le acompañó en las noches de la infancia. Ahora ya no le sirve, ha crecido y lo despide con todos los honores, como a un soldado muerto en combate.
ResponderEliminarPrecioso micro, María Jesús. Un beso.
Pues yo creo que sí. Si se entiende el relato como metáfora, aunque como a Pilar, te digo que me has dado otra visión interesante, que se me ha escapado.
EliminarMuchas gracias, Carmen.
Besito virtual
En la niñez te protegen, te arropan emocionalmente, sobreviven al tiempo, y tal vez se merecen un rincón donde reposar en nuestro desván, en nuestro recuerdo. Me ha encantado, María Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarMe alegra que te haya encantado, Salvador, y que hayas reaparecido en esta página para seguir leyendo tus estupendos micros.
EliminarSaludos virtuales.
Pobre osito, aunque, me temo, ha sufrido el destino de todos los ositos rellenos de paño.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, María Jesús
El destino de todos los ositos rellenos de paño, y humanitos de sangre.
Eliminar¡Me voy a callar porque me estoy poniendo "truculenta", y eso no es agradable!
Miles de gracias, Plácido
Crecer nos aboca al desapego de aquellos seres que animamos con nuestra fantasía interminable de niños, mientras éramos niños. Después, conscientes ya de que nada será nunca igual, hay que despedirlos con todos los honores. Una salva al aire por tan espectacular relato, Mª Jesús.
ResponderEliminarManuel, pero qué rebuenos son tus comentarios!. Me has hecho volver a la niñez, y eso tiene su encanto.
EliminarMuchas gracias por haberla resucitado.
Saludos de afecto.
Pobre Teddy!! Parece que a todos los peluches les llega su final. A mi personalmente, me da mucha pena despegarme de los míos. Llevan tanto tiempo con nosotros, aunque no les hagamos mucho caso, que ya forman parte de nosotros mismos.
ResponderEliminarMuy bonito ese final. Besotes
Olga, me alegra saber de tienes buen corazón, y qué tú, no harías eso con peluches ni con nadie.
EliminarAgradezco tu opinión
Besito virtual.
Como me pasó por ahí arriba con Ranpunzel, tampoco sabía quien era ese pobre Teddy Bear. Ahora sí. También sé que te ha salido un relato guay y muy bien escrito. Me ha gustado. Suerte, María Jesús. saludos.
ResponderEliminarTeddy, agradece tus cariñosas palabras.
EliminarSaludos
Precioso relato, María Jesús. Una buena historia muy bien contada y con la que me imagino te has divertido despistándonos con el inicio truculento.
ResponderEliminarLa muerte de Teddy Bear ha sido una muerte por exceso de cariño, uno de esos amores que matan. Como hay tantos.
Pobre osito, pienso que él hubiese preferido una relación con menos efusiones y más cuidados.
Enhorabuena y Saludos.
Gracias por tu apreciación, y tiempo empleado en su lectura.
EliminarSaludos virtuales.
El tiempo nos separa de los sentimientos, también de los juguetes que compartieron el transcurso de nuestros años. Tienes razón; hasta los juguetes deberían acabar sus días con dignidad.
ResponderEliminarOriginal e interesante historia, María Jesús.
Un abrazo.
Celebro que te haya parecido original. Eres muy piadoso con mis historias, Antonio.
EliminarSaludos cordiales.
El comienzo del relato me has puesto el corazón en un puño, y de repente la risa. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite
EliminarUn beso
Has conseguido llevarnos por un camino aparentemente tétrico hasta toparnos con el osito, cuyo abandono en la basura inspira pena y ternura. Muy imaginativo y bien lograda la sorpresa final. Un beso, María Jesús.
ResponderEliminar¡Qué amable eres, Juana!.
EliminarMil gracias y un besito virtual.
Hay mucho de intento de acallar la propia conciencia en el texto de esa etiqueta. Relato de más interpretaciones que la que ofrece la primera lectura y que, en mi opinión, plasma la lucha entre los escrúpulos y el sentido práctico, con victoria clara en este caso del segundo.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, María Jesús.
Enrique tu dardo ha dado de pleno en la conciencia. Hay que acallarla. El osito puede ser la careta de un ser humano vivo.
EliminarMe alegra que hayas visto esta realidad metafórica.
Un saludo cordial
Es un buen relato porque tiene sorpresa al final y eso hace que al lector le quede un regusto agradable. Además, al tratarse de un osito de peluche, pierde el dramatismo implícito al principio. ¡Me gusta!
ResponderEliminarAgradezco tus letras, Iñaki
ResponderEliminarHola, María Jesús.
EliminarLa muerte del osito de peluche deteriorado antes que tomarse la molestia de recomponerlo. La metáfora es ampliable, entiendo, a los humanos. A los viejos, a los discapacitados que, si bien no se les elimina directamente, llevan una vida sin calidad peor que la muerte digna. Y parece que a nadie les importa lo que deberían importarles. A veces ni a los familiares.
Felices Fiestas. Y un beso.
Muy buena tu observación, Eduardo, y mil gracias para el 2018
EliminarSaludos afectuosos
María Jesús, tu relato no me ha hecho sonreír. Cuando un juguete (un osito, en este caso) se destroza, parece como si la infancia también estuviese desmembrada o, simplemente, fuese arrinconada. Nos cuesta a todos madurar, aunque es necesario. ¡Enhorabuena! ¡Y feliz 2018! Abrazos.
ResponderEliminarMaría José. Siento no haberte hecho sonreir. Prometo ser más ligera en el próximo 50.
EliminarToda la suerte para ti y Jesús, en el nuevo año que va a comenzar.
Besito virtual