Cara y cruz
Trabajador ejemplar, de los que ya quedan pocos. Cada día recibe elogios por la tarea bien cumplida. Amigo de sus amigos, solidario en todas las causas. Una conducta intachable. Siempre sonriente en las fotos, el primero en proponer un brindis.
En casa tiemblan cuando la llave rasca en la cerradura.
En casa tiemblan cuando la llave rasca en la cerradura.
Por desgracia me temo que en demasiadas ocasiones ocurre así. Cuántas veces escuchamos a los vecinos o compañeros de asesinos o maltratadores que estos son unos santos y no se pueden creer lo que hayan podido hacer (presuntamente, por supuesto, aunque lleven el arma en la mano). Metes el dedo en la llaga, Maest. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarEl comentarista aficionado adopta voces de hombre o de mujer según la caprichosa forma de la luna y cuando deletrea este relato dice que buen relato para expresar que de nada sirve las apariencias si no se ven reforzadas por el fondo. desde a cara del hombre eso puede resultar incomprensible, desde la cruz de una mujer es una verdad como un templo, Aunque el templo esté va
ResponderEliminarHay individuos así, con dos caras. Son los peores, los que más sorprenden a quienes en realidad no les conocen ni les sufren.
ResponderEliminarLas cuarenta palabras del primer párrafo nos dejan clara una conducta intachable, las diez últimas del segundo echan por tierra todo los que dábamos por hecho. Buen golpe final, Maest.
Un abrazo
Por desgracia esa doble imagen fuera y dentro de casa la tienen muchos hombres. Son ejemplares fuera y unos monstruos en el hogar.
ResponderEliminarUn relato que es realidad, noticia diaria.
Buen relato, Maest.
Un abrazo.
Que gran verdad Maest, este perfil de individuos, son lobos con piel de cordero. Con un gran carisma fuera de casa, encantadores de serpientes hasta que tienen a su víctima en la palma de la mano, y entonces cierran el puño, pero bien cerrado además. La cara y la cruz de una misma moneda.
ResponderEliminarUn abrazo.
La cara, la hermosa cara pública de este hombre, se convierte en una cruz de sufrimiento para su familia en la intimidad del hogar. Demasiados monstruos son respetados y apreciados porque nada sabemos de su oscuridad.
ResponderEliminarMuy buen micro, Maest. Un beso.
He conocido a gente así. Abunda.
ResponderEliminarUn buen micro.
Saludos, Maest
Maest, desde que empecé a leerte me hice fan de tus letras y lo sigo siendo. Me encanta como montas la historia (yo diría que muy real) del hombre de las dos caras.
ResponderEliminarMe encantó.
Un beso.
Me ha recordado tu estupendo relato el poema de Leonard Cohen Todo lo que hay que saber sobre Adolf Eichmann:
ResponderEliminarOjos: normales
Pelo: normal
Peso: medio
Estatura: media
Características especiales: ninguna
Número de dedos de las manos: diez
Número de dedos de los pies: diez.
Inteligencia: media
¿Qué esperabas?
¿Garras?
¿Incisivos enormes?
¿Saliva verde?
¿Locura?
Saludos, Maest.
!Hay tanta gente así! Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarParece que el protagonista tiene dos registros bien diferentes. Una identidad oculta; los que ven sus amaneceres no sospechan nada de sus anocheceres.
ResponderEliminarUn micro estupendo, Maest.
Un abrazo.
Me ha encantado, Maest. Desgraciadamente, hay muchas personas que adoptan un comportamiento ante la sociedad muy distinto del que tienen con sus allegados. Esa falsedad que oculta graves situaciones en la "trastienda" siempre me han asombrado y provocado rechazo. Felicidades, Maest. Feliz año 2018. Un abrazo.
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