Compañía
Ella ya no aguarda despierta cuando llego por la noche. Convertía cada encuentro en una sorpresa. Simulaba huir, yo fingía perseguirla.
Mi descuido propició su tragedia. Cuando la descubrí todavía se movía, solo pude acompañarla en sus últimos instantes.
Debo adoptar otra cucaracha cuanto antes. Esta vez no la pisaré.
Mi descuido propició su tragedia. Cuando la descubrí todavía se movía, solo pude acompañarla en sus últimos instantes.
Debo adoptar otra cucaracha cuanto antes. Esta vez no la pisaré.
Mi querido Ángel, esto es un dos por uno. Si leo el micro sim incluir el último párrafo, veo una historia de un amor desgarrado por la tragedia. Sí añado el último, la vida cambia, consigues dar una pirueta, y deja en la mente del lector una aire fresco de sorpresa.
ResponderEliminarSin duda todos tus relatos llevan tu sello de gran maestro.
Enhorabuena.
Este hombre se encuentra tan solo que un insecto es su mejor y quizá única compañía. Por suerte, su trágico final no tiene consecuencias finales y es reemplazable.
EliminarPablo, tú sí que eres muchas personas en una: sensible, atento, amante de las letras, escritor destacado... y no sigo, que me extendería en exceso.
Un abrazo grande y muchas gracias
Ángel, una historia de soledad contada de una forma excelente. Que tristeza que la única compañía de alguien sea una "cucaracha". Pero dentro de la repugnancia que nos pueda dar ese insecto, has contado una bella historia de amor. Si en lugar de la palabra cucaracha, hubieras utilizado un nombre o cualquier otro ser vivo o incluso un objeto, el relato mantendría todo su sentido, a lo mejor sería lo esperado, pero la originalidad y genialidad está en eso, en utilizar una cucaracha, y pese a ello para mí el relato sigue teniendo la misma belleza.
ResponderEliminarLa frase que muestra ese cariño par mí es esta: "solo pude acompañarla en sus últimos instantes". Es una muestra de amor.
No pienso que con la siguiente cucaracha logre tanto cariño.
Ángel, un relato muy bueno, me ha encantado, una genialidad.
Un abrazo enorme.
Este hombre ha puesto todo su cariño y entrega en un ser vivo, que a la mayoría les puede parecer repulsivo, no a él. Tal vez prefiera este tipo de compañía a la de los de su especie. Al menos, a falta de nadie mejor a quien entregárselos, tiene sentimientos y eso ya dice algo bueno de él. Quien pierde a un ser querido piensa que ya no encontrará a nadie igual; ni siquiera una cucaracha es idéntica a otra, por mucho que se parezcan, pero quién sabe, es posible que se produzca otra vez esa complicidad, o no. El corazón es ingobernable, impredecible y caprichoso.
EliminarMuchas gracias, Javier. Otro abrazo grande para ti
Mucha soledad desquiciada entreleo, Ángel, detrás de esa puerta. Dice mucho sin decir tu micro. Cuando nuestra mejor compañía es un juego inventado cada noche al regresar al hogar con un insecto común, se han dejado atrás muchos pasillos de luz y la vida se ha convertido en un tapón que ciega las ventanas de los afectos y el apego social.
ResponderEliminarTiene un mucho de quimera tu relato, lo recreo como la punta de un hilo del que tirando con tiento me llevará a descubrir un panorama desolador, un ovillo - peor - una maraña, donde el insecto es metáfora oscura de una soledad desarraigada, que crece como esas plantas aéreas que viven del aire, distintas y hermosas, pero sin lazos ni lugar en la tierra.
Una metáfora de altos vuelos nos dejas, una isla de soledad en un mundo permanentemente conectado y un gran personaje, compuesto en base a su propia ingenuidad, ajeno, indiferente a su diferencia.
Un fuerte abrazo, Ángel.
Aquello de "cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro" se queda corto en el caso de este personaje. Este hombre, por sus circunstancias, apariencia o carácter, se encuentra terriblemente solo, sin descartar que tenga algún problema de sociabilidad importante, un "quiero y no puedo", además de poco dinero para tener y mantener una mascota más evolucionada, agradecida y agradable que un insecto huidizo.
EliminarCada vez somos más. Todo está interrelacionado. Hay formas de comunicarse diferentes al cara a cara, que puede que no sea la fuerte del protagonista. Aun así, algo falla en una sociedad cuando lo que priman son las relaciones rápidas y superficiales, lo pasajero, frente a lo permanente y auténtico, cuando se echa en falta el deseo de querer conocer con cierta profundidad a otro, de no plantearse lo que nos puede aportar, de comprobar que no somos tan distintos.
Tengo que darte las gracias de nuevo por el regalo que suponen tus comentarios.
Muchas gracias y un abrazo, Manuel
Plas, plas, plas (aplausos). No te digo más.
ResponderEliminarY un abrazote inmenso como tú relato.
Qué más puedo pedir que ese trío de onomatopeyas y ese abrazo tan grande. Que menos puedo hacer que enviarte mi admiración, junto con recuerdos a la gallina y otro abrazo enorme (para ti, para la gallina no, que igual me acusan de maltrato)
EliminarMuchas gracias
Genial la forma presentar la soledad, la complicidad fingida, la inocencia conservada a sabiendas...
ResponderEliminarLo mejor es que has escrito algo tierno con (para mí) el bicho más desagradable de la creación. (Ya sé que no lo puedes sustituir por un elefante, por ejemplo).
Ángel, siempre me sorprendes con tus relatos. Hoy también.
Dos abrazacos, amigo.
A las pobres cucarachas, una de las criaturas que más repulsión producen, les deberíamos dar una oportunidad, como seres vivos que son. Quién puede negar que no tengan también su corazoncito y sean capaces de transmitir algo que no sean deseos de que crujan entre nuestra suela y el suelo. Este hombre puede ser el más loco del mundo, o el más clarividente, pues ha sabido ver algo en ellas, al menos en una.
EliminarMuchas gracias, Isidro, campeón y amigo. Otros dos abrazacos para ti.
Genial tu micro, Ángel. Una metáfora en la que analizas la soledad, el amor incondicional y la sensación de vacío cuando se acaba. Para rizar el rizo, un giro inesperado en el relato. Muy bueno, como siempre.
ResponderEliminarHas expuesto muy bien los tres ejes sobre los que se fundamenta esta historia de hombre y bicho. Yo me atrevería a incluir otra pata más a este taburete, la del amor, que dicen que es ciego, aunque puede que nunca lo haya sido tanto.
EliminarMuchas gracias y un abrazo grande, Asun
Un relato con un sutil sentido del humor que no mengua ni un ápice la gran tragedia que transpira, la cruda soledad y la necesidad de compartir emociones. Grandísimo relato, Ángel, enhorabuena. Un abrazo.
ResponderEliminarAnte la tragedia, y la soledad no deseada lo es, como ante otros problemas de difícil o nula solución, el humor siempre es una salida. Aun siendo de especies distintas, las emociones son innatas a todas las criaturas, o eso dicen algunos.
EliminarMuchas gracias, Salvador. Un abrazo
Me ha encantado tu relato Angel, con un humoristico sentido de la realidad de este personaje, que adopt, a su manera, un bicho. Hasta que punto es tan dificil vivir la soledad. Pero le das al relato un toque de esperanza, nunca le faltara algun otro insecto que adoptar. Me gusta el tono, y la forma de ver el micro. Abrazos.
ResponderEliminarTodos los comentarios son valiosos y tú haces una aportación oportuna, pues por un lado nombras la soledad como azote implacable, pero por otro la posibilidad de que siempre exista algún tipo de compañía para paliar tanta desazón. Hasta donde no lo parece, puede haber salidas.
EliminarMuchas gracias, Carmen. Abrazos
jajajajajajajajaja mori de la risa, gracias por compartirlo
ResponderEliminarMe alegro de que te haya divertido, solo ya por eso ha merecido la pena compartirlo.
EliminarGracias, Paty. Saludos
¡Madre mía! ¿Y no podías adoptar otro bicho más mono? Me has sorprendido con el final. Un beso
ResponderEliminarHay quien tiene en su casa iguanas, boas y hasta tarántulas. Las cucarachas son feas, pero también inofensivas y discretas, además de autosuficientes, no es necesario darlas de comer ni sacarlas de paseo. Ya sabes, Olga, hay gente para todo.
EliminarGracias y un beso
Ángel, muy bueno!
ResponderEliminarUn canto al amor incondicional, libre de prejuicios.
Asun P. alude a la inocencia, Isidro M. a la inocencia... Son capaces de romper uno de los más arraigados prejucios sobre la repugnancia, el asco, tramados en torno al bichito que cantas. Ese insecto para el vulgo (casi) innombrable, al que se convierte - nada menos - en gratísima compañía.
Un micro que se refiere, a mi modo de ver, al poder del entrañable afecto para derribar las más altas barreras: los prejuicios, sin duda, entre ellas.
Saludos, Ángel!
Disculpas, Asun P. al amor incondicional (idea suya que desarrollo un poco)
EliminarLa repulsa y la aversión son sin duda reacciones muy fuertes, a veces un tanto irracionales, sin una explicación clara, pero la soledad puede ser tan dolorosa que es capaz, como bien dices, de superar cualquier barrera, de aferrarse a cualquier cosa que pueda suavizarla.
EliminarGracias por tu comentario y saludos, Carmelo
La soledad puede llevar a un individuo hasta el extremo de convertir en mascota a una cucaracha, por cierto, hoy mismo he visto en un documental cómo experimentan con ellas en los laboratorios; pues, sin duda, a pesar de lo repugnantes que puedan ser, tenemos muchas cosas que aprender de ellas, como, en definitiva, de todos los seres vivos y de la materia inerte; de todo eso que no sabemos apreciar –sobre todo quienes están cegados por el poder y la codicia- y destruimos con total inconsecuencia sin saber que nos puede ir la vida en ello, porque ya no es que tropecemos siempre en la misma piedra, es que acabamos adorándola. ¡Pero si es que compartimos entre un 40 y un 50% de ADN con un repollo! Así que menos endiosamiento.
ResponderEliminarA lo que iba, esa cucaracha-mascota bien podría ser un pariente de Gregor Samsa, si así fuese, ya estaría más que justificada la relación entre el individuo solitario y el asqueroso insecto -esto siempre desde nuestro punto de vista antropocéntrico-, y no sería nada de extrañar el cariño que el protagonista humano de tu historia le ha cogido a la cucaracha –pues somos muchos los que desearíamos tener una relación y conversar con ese personaje de Kafka-, tal es así, que no puede concebir la vida sin una de ellas.
Hubo una época, no sé si la vivirías, en la que se puso de moda tener grillos en las casas, y hasta vendían pequeñas jaulas para meterlos. Yo cacé muchos y algunos tuve, a pegar de las regañinas que me echaban mis padres, no sólo en esas jaulas, también en cajas de cartón y les dedicaba bastante tiempo, y les tenía cariño.
Así que, aunque el grillo da menos repelús que la cucaracha, no es tan disparatado lo que cuentas, aparte del simbolismo que pueda verse en tu historia sobre la soledad que padecen muchas personas en las sociedades actuales.
Sea como fuere, un genial microcuento que lleva tu sello personal. Enhorabuena, Ángel y un fuerte abrazo.
Todos los seres vivos merecen una consideración por el mero hecho de serlo. Si están ahí, será por algo. Por norma, nos consideramos superiores respecto a todas las especies que conocemos, creemos que eso nos da derecho a hacer con ellas lo que más nos apetezca o convenga, pero como bien dices, tampoco estamos tan alejados para que los despreciemos. Quién sabe si una humilde cucaracha no llevará dentro algún tipo de química a partir de la cual sea posible el desarrollo de medicinas para enfermedades incurables.
EliminarSi que he vivido esa época que mencionas, Enrique, que hoy parece tan lejana. Aunque ahora estoy la mayor parte del tiempo en una gran capital, igual que tú, me crié en sus afueras, en un microcosmos rodeado de naturaleza, se puede decir que crecí a la antigua usanza. Las lagartijas, los lagartos, las ranas y los insectos en general formaban parte de nuestro mundo infantil. Por supuesto, incluyo a los grillos. Yo también tuve alguno en una caja, a cambio de unas hojitas de lechuga obsequiaba con su sonido, monótono pero hermoso. No solo tuve grillos, también gusanos de seda y hasta una mantis religiosa a la que suministraba saltamontes.
Una conversación con Gregor Samsa, una vez consumada su metamorfosis, quizá no fuese posible a nivel verbal, pero seguro que sí por otros cauces y sería de lo más interesante.
Por repelente que pueda ser un insecto, más terrible es la soledad no deseada. Siempre hay algo peor. Es posible encontrar algo positivo hasta donde no lo parece.
Consigues, de un simple relato, sacar los más interesantes temas y variantes. No sé cómo lo haces, bueno sí, porque tienes mucho y bueno qué decir.
Mil gracias otra vez por tus comentarios y por tu tiempo.
Un abrazo fuerte, Enrique
La soledad hecha metáfora
ResponderEliminarMuy bueno tu micro. Felicidades!
La soledad, antónimo del titulo, no se nombra de modo evidente, pero su realidad y espíritu laten desde la primera a la última de estas cincuenta palabras.
EliminarMuchas gracias, Galilea. Saludos
Precisamente titulas "Compañía" a una gran metáfora de la soledad contemporánea. Tu personaje ama a su inusual mascota, juega con ella al llegar a casa y la acompaña en su muerte como lo hacemos con nuestros seres queridos. Es desolador llegar al final del micro y descubrir su verdadera naturaleza y el vacío que deja en la vida del protagonista. La elección del insecto es una muestra más de
ResponderEliminartu buen hacer literario. Nos sorprende, es uno de los bichitos por los que sentimos más aprensión y tiene un gran antecesor literario. Yo les tengo fobia, así empecé en esta casa...
Es un micro genial, Ángel. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Hay personas cuya naturaleza les inclina a un cierto recogimiento, pero aunque así sea, necesitan también algún tipo de contacto. Este individuo ha volcado lo mejor de sí en un bichito que produce más repulsión que otra cosa. No hay más que ir a una droguería para comprobar la cantidad de recursos que venden para terminar con ellas, en forma de espráis, trampas y venenos varios. La soledad extrema, no sabemos si merecida o no, ha llevado a este personaje a actuar de una forma chocante. En su proceder apreciamos, como bien dices, una punzante soledad.
EliminarMuchas gracias, Carmen. Un abrazo fuerte
Ángel, nos traes un relato que desborda soledad, sobre todo cuando nos descubres al final que la única compañía del protagonista es una cucaracha. Terrible.
ResponderEliminarUn nuevo micro escrito con gran maestría que esconde muy bien hasta el final de quién hablas. ¡Enhorabuena!
Besos apretados, amigo.
La pérdida es algo inevitable. Somos seres vivos, pero también mortales, sujetos a accidentes o enfermedades. El vacío que deja un ser querido abre el espectro de la soledad. Si ese ser es un insecto al que nadie tiene demasiado aprecio, la soledad es casi completa y hasta preocupante.
EliminarGracias por tu lectura y por tus palabras, Pilar
Besos
!Genial, qué sorpresa! Bravo, le has dado la vuelta de una manera magistral. Un beso.
ResponderEliminarPara el lector (y habría que decir también que para este pequeño autor) se produce al final una vuelta de tuerca. No es así para el protagonista y ahí radica su problema, para él, la muerte del bichito es un auténtico drama que revela su soledad.
EliminarGracias, Maite. Un beso
Ternura desgarradora. Desoladora compañía. Con los pilares de la soledad, sustentas una historia de amistad en un ambiente de vacío terrorífico. Me haces imaginar el aislamiento del protagonista, como náufrago en un océano de cuatro paredes, hablando consigo mismo a través de un insecto repulsivo. Todo ello contado con tu toque distinguible y con la personalidad que imprimes a tus relatos.
ResponderEliminarTus historias siempre se disfrutan, maestro.
Un abrazo.
Este personaje vive un auténtico drama, no precisamente por la pérdida de su curiosa mascota, sino por la soledad que, imaginamos, aprisiona todas sus horas. Al mismo tiempo, nos produce una cierta compasión, de ahí que "ternura desgarradora" sea la expresión más apropiada. No es de extrañar, ya nos tienes acostumbrados. Soy yo quien te llama a ti maestro.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Antonio
Hermana cucaracha...que diría un tal Francisco...
ResponderEliminarRezuma soledad por todos lados.. Esperemos que encuentre"título" pronto, por el bien suyo y de la colonia...��
Magnífico micro, Ángel...Un abrazo
San Francisco supo ver a todos los seres iguales, bajo la batuta del mismo Creador. Hay que tener una sensibilidad especial para ello, que no debe de faltarle a este personaje, otra cosa es que sepa dirigirla en la dirección oportuna y correcta.
EliminarMuchas gracias, Rafael. Otro abrazo para ti
Aunque pertenezo a esa estirpe, numerosa y antigua a la que las cucarachas (sobre todo) y algún que otro tipo de bichejo dan un repelús que pa qué, reconozo que cuando la necesidad obliga nos agarramos a un clavo ardiendo (soy de frases hechas, a pesar de su mala fama). En el ámbito personal, en las pocas ocasiones he tenido contacto con cucarachas, aunque suene cruel para algunos, no me quedó más remedio que aplastarlas, aunque lo hacía con una revista o con una fregona. Lamentablemente, agunas trataban de darse el piro antes de que me diese tiempo de pillar esas armas. Prefiero ni recordar el crujido de las pobres cuando no me quedó más remedio que hacerlo con el pie. Ya sin bromas, al trabajar en un edificio viejo y bastante abandonado por la propiedad, en los sótanos (digno de una peli de terror) había ratas (yo realmente prefiero pensar que solo las escuché pero que no las vi, sino me daría algo) y en alguna ocasión cucarachas. Para no querer recordarlo, parece que me regodeo en ello... Bueno, Ángel, que me ha gustado. Un abrazo y suerte,
ResponderEliminarLas cucarachas son animales que no dejan a nadie indiferente, las ratas merecen un capítulo aparte. Raro sería no haber tenido algún encuentro con unas y otras. Su manera de defenderse es producir repulsión, además de huir. Sin embargo, siempre han estado muy unidas al hombre, colándose en sus viviendas e instalaciones sin haber sido invitadas. El personaje del relato ha superado esos resquemores hasta el punto de hacer de uno de esos insectos su mejor compañía, cosas de la soledad.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Jesús
¡Pobre cucaracha! Tan pequeña y la soledad tan grande que ha dejado detrás de ella.
ResponderEliminarUn micro sorprendente, como todos los tuyos, Ángel. Enhorabuena.
Saludos
Pequeña y no muy atractiva, pero como bien dices ha dejado un gran vacío, quizá el mismo que ya estaba antes de su llegada y que a su amigo humano tanto le cuesta llenar.
EliminarAgradezco mucho tus palabras, Plácido.
Saludos
La esencia del buen micro. Lo lees, te impacta y te hace releerlo y luego de atrás hacia adelante hasta enlazar todo el cuerpo con el título. El ser humano no tiene remedio: mata y añora después aquello con lo que ha terminado. La excelencia pura. Eso eres tú. Mi más muy enhorabuena. Y un fortísimo abrazo.
ResponderEliminarAgradezco mucho tu siempre atenta lectura, tu tiempo y tus amables palabras, que son una gran satisfacción para mí, aunque seguro que no las merezco.
EliminarTe mando otro bien fuerte
El micro excelente. Te impacta y consigue que lo releas, incluso de atrás hacia adelante hasta enlazar el cuerpo con el título. El ser humano, tu protagonista, en estado puro: mata y luego añora aquello con lo que ha terminado. La excelencia eres tú. Un abrazo fortísimo.
ResponderEliminarÁngel, genial cierre de relato para una historia cotidiana, contada sabiamente.
ResponderEliminarMis mejores deseos para el micro.
No es necesario marcharse muy lejos para encontrar historias. Me alegro de que te hayan gustado estas cincuenta palabras.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Genial micro, Ángel. Nos haces creer que se trata de una relación normal y recién al final nos enteramos de la triste realidad de una soledad patológica. Tu personaje llegó a un punto en que ya es poco probable que aspire a una relación normal. Lo mejor que podemos desearle es que encuentre una nueva cucaracha, de preferencia, amigable. No estaría mal que hasta tuviese nombre. Te iba a decir cuál sería fantástico pero veo que Enrique Angulo se me adelantó.
ResponderEliminarEnhorabuena, Ángel, por otro micro antológico.
Saludos.
Detrás del disgusto por la pérdida y de la necesidad de buscar recambio en otro ser vivo semejante se oculta, como bien dices, un problema psicológico, quizá podemos imaginar a un personaje incapaz de mantener relaciones sociales placenteras o hasta normales con los de su especie. Estoy de acuerdo contigo y con Enrique, puestos a tratar con un insecto, que sea con el que resulta de la metamorfosis de Gregor Samsa.
EliminarMil gracias por tus palabras y saludos
Angel, me ha encantado tu micro. Como siempre, escrito con la inteligencia, sensibilidad y buen humor que te caracteriza. Mucha suerte.
ResponderEliminarEscribimos porque nos gusta hacerlo y con la nunca oculta pretensión de que les guste a otros, así que solo puedo alegrarme de que te haya agradado a ti.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Has logrado conducir nuestra imaginación por otro lado hasta toparnos con la cucaracha. Momento en que notamos alivio al ver que no se trata de una persona, pero tristeza por otro lado, al ver la inmensidad de soledad en la que vive esta persona. Un buen micro para la reflexión, Ángel. Un abrazo.
ResponderEliminarTodos los seres merecen vivir por definición, pero en lo que se refiere a los afectos todos tenemos nuestras afinidades, preferencias y cercanías, dentro de la misma especie y fuera de ella. Tal vez el protagonista no sea del todo consciente de lo que le sucede, pero nosotros, que lo vemos desde fuera, sí. Su problema no es un bicho más o menos, sino su falta de compañía.
EliminarMuchas gracias, Juana. Un abrazo
Que chulada de relato Angel. Hablas de la soledad, y usas una cucaracha... y a mí me ha resultado tan tierno. Estoy fascinada. Además es original, y nada presuntuoso. Vamos, una chulada Jajaja
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Hubiera sido más sencillo y lógico utilizar otro personaje, por supuesto una persona, al igual que cualquier otro tipo de mascota. Pero las cucarachas, siempre tan despreciadas por todos, también pueden aparecer en un relato con un papel distinto. Su presencia remarca aún más el problema de soledad del protagonista.
EliminarMuchas gracias, Raquel. Otro abrazo fuerte para ti
La segunda lectura de tu relato está llena de tristeza y de dolor (con esa soledad del personaje que acentúa la dureza de la tragedia), algo que en principio podría parecer fuera de lugar en tan singular relación y que tú has hecho, con tu inmejorable hacer, que resulte de lo más natural. Asombrado quedo de nuevo con tu inagotable repertorio de historias, Ángel, todas ellas completas en su trama, sea cual sea su extensión, y dotadas indefectiblemente de humanidad (no sé por qué será, ;-)).
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo, y un abrazo.
La soledad no deseada es un mal terrible, hay personas capaces de cualquier cosa para paliar sus efectos, hasta buscar compañía, de igual a igual, con un insecto que no tiene demasiada buena prensa. A partir de un planteamiento que parte del dolor y una cierta desesperación, cualquier situación, por chocante que sea, podría ser posible.
EliminarNo sabes cuánto agradezco tus amables palabras, Enrique. No sé los demás, pero puedo asegurarte que cuando escribo nunca estoy seguro de si tendrá alguna aceptación. Somos inquietos y necesitamos crear historias, pero también leer las de otros, ya sabes que yo no me pierdo las tuyas por nada del mundo.
Muchas gracias, amigo. Otro abrazo para ti
Ángel, muestras una escena de lo más triste y lo haces, como es tu costumbre, con maestría y precisión. Para una persona muy pobre, una cucaracha es una amiga. Somos todos capaces de entenderlo, pero a quien se le ha ocurrido es a ti. Te felicito, amigo. ¡Feliz 2018! Abrazos fuertes.
ResponderEliminarEl protagonista es una persona pobre, como bien dices, no solo en lo económico, también y eso es lo peor, en afectos.
EliminarSi a alguien se le ocurren buenas ideas y sabe plasmarlas en letras es a ti.
Muchas gracias, feliz año y un abrazo fuerte