Hora de las brujas en el parque
Pronto irán apareciendo el coco y los fantasmas, vagando entre vampiros, licántropos, ratas, búhos y demás especies nocturnas. Pálidos como muertos, Nono y Clara aguardan sentados en un banco. Ella, temblando y con la moquita en la nariz. Él, apretando un mugriento billete, para cuando llegue el hombre del saco.
Un parque nocturno lleno de engendros temibles, en esa hora mágica en la que todo puede suceder. En medio de esa fauna terrorífica, el peor monstruo de todos: un individuo despreciable dispuesto a pagar por deshacerse de una niña inocente, entregándosela a alguien con las peores intenciones.
ResponderEliminarHas creado un universo inquietante que, lejos de aminorar el efecto a medida que leemos, lo incrementa al introducir dos personajes reales: uno es una víctima, otro es un verdadero demonio.
Un relato para no dormir, una muestra más de tu capacidad inagotable para hacer con las letras cualquier cosa que te propongas.
Un abrazo fuerte, Enrique
¿Y...? Ay, qué repelús, criaturas. ¿Están allí voluntariamente? Cuanto más pienso, peores conclusiones se me ocurren y más moquita se me cae.
ResponderEliminarPero nos has hecho ver que los héroes no surgen de la nada, pues, casi desde que nacen, saben afrontar las adversidades con determinación.
Un aplauso para Nono y Clara, y que salga a saludar el autor.
En ese parque nocturno habita toda suerte de criaturas terroríficas. Allí esperan nuestros dos héroes al temible hombre del saco. ¿Qué va a ser de ellos? Nono y Clara son dos niños desamparados. ¿Con qué clase de depravado se van a enfrentar? La atmósfera de terror aumenta a lo largo de la historia y nos deja con un final abierto al horror.
ResponderEliminarExcelente micro, Enrique. Un fuerte abrazo.
En un entorno fantasmagórico, en el que los miedos metidos en la cabeza de Nono y Clara se hacen visibles ante sus ojos, nos golpeas con la realidad de un ser real y despreciable que viene a hacer de las suyas. Esa imagen de Clara con la moquita y Nono con el mugriento billete no hace más que acrecentar un secreto a voces: no hay nada como un buen Micromochón para saber lo que es bueno.
ResponderEliminarUn abrazo, genio.
Pablo
Enrique, no me atrevo a decir, lo que me sugieren los símbolos de tu estupenda metáfora actual y real cómo el momento donde estamos instalados.
ResponderEliminarSuerte y un saludo cordial.
Los monstruos de nuestra imaginación acechan a nuestra mente, siempre a salvo al amparo de la realidad, pero esta vez este nos asalta con toda su crudeza. Turbador y genial relato, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarMe intriga. Buscan el encuentro, se han escapado, qué hacen allí? solos? jo
ResponderEliminarsigue, sigue
Angustioso el entorno, a punto de suceder algo horrible. Una gran historia, dentro de un micro diminuto. Los terrores estan a punto de suceder. Muy bien llevado, Enrique. Alta sensibilidad. Un abrazo.
ResponderEliminarMe recuerda tu relato la primera vez que mi hermano y yo fuimos a ver nuestra primera película en el cine del pueblo (aún no teníamos televisión, "Tarzán de los monos". Expectantes ante la pantalla en negro, él, más pequeño, no pudo aguantar el terror que le suscitaron las primeras imágenes de las fieras que desfilaban en la pantalla y rompió a llorar, yo apretaba las entradas en la mano, por si aparecía el acomodador.
ResponderEliminarGuarda tu relato un sinfín de lecturas en el palpitante corazón de Nono y Clara, que se postulan ya como pareja de un cuento de terror apasionante. Sin embargo, no me decanto por una interpretación literal, el suspense de la atmósfera es, por si mismo, un regalo abierto a la fantasía.
Un magnífico y vibrante micro, Enrique. Enhorabuena. Un fuerte abrazo.
Muy buena la imagen de la espera para que pase algo terrible. Nos tienes a todos en ascuas con el suspense que creas.
ResponderEliminarMe gusta. Un besazo.
¿Y si fuera verdad? Desde luego, el miedo crea monstruos.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Enrique
Soy de los que no se atreven ni a pensar en las diversas posibilidades que se ocultan tras tu texto. Realmente, ¿quienes seran esos Nono y Clara? ¿Qué hacen en ese parque, si es que es real? ¿No será un sueño?... Estoy de acuerdo en que sus lectura da un repelús que pa qué. Me ha gustado. Un abrazo, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminar¿En qué parque se han metido Nono y Clara? ¿Por qué no salen pitando? Trato de explicarlo con unos chicos con una gran fantasía, pero ese billete mugriento lo hace todo demasiado real y terrible y termino por reconocer que la gran fantasía es la tuya, Enrique y que, los chicos no tienen salvación.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Es tu relato de esos que son como un escenario al que no puedes dejar de mirar, que te colocan en medio de una situación que acapara toda la atención y te deja fascinado con la imaginación a toda máquina, recorriendo los recovecos de la escena para descubrir las historias que brotan de ella.
ResponderEliminarEste relato es puro teatro, Enrique. Extraordinario.
Un abrazo.
Me ha recordado a un cuento de Dickens, ha volado mi imaginación, mil preguntas, y con la curiosidad sin saciar. Un beso.
ResponderEliminarLa infancia es la época de los miedos, pues la fantasía aún está virgen y ella sola se inventa los mundos más extravagantes y terroríficos.
ResponderEliminarAsí que habría que preguntarse qué hacen en el parque esos dos personajes que parecen ser unos niños, aunque no se dice expresamente, como tampoco se dice si es de día o de noche; pero para que el cuento sea realmente de terror, hay que imaginarse a un par de niños, de noche, y solos en un parque, que esperan a un siniestro personaje, el cual, por otra parte, puede que sólo sea un ser inventado por los niños, como el resto de fantasmas, vampiros, búhos, licántropos que pululan por la historia, ante los cuales, ese hombre del saco parece uno de los menos temibles, a no ser que los primeros sean seres imaginarios y este último sea un ser real, y con unas intenciones que pueden antojarse de los más siniestras y espeluznantes.
Por tanto, quedan abiertas muchas interpretaciones, desde las más terroríficas hasta las más normales que cualquier niño ha podido vivir en su infancia, con esas fantasías y esos miedos que creaban mundos en nuestra cabeza, y que se alimentaban de los cuentos que podíamos leer, o las películas que podíamos ver.
Hoy en día, con todos esos nuevos inventos de los que disponen, no sé qué seres poblarán su imaginación y sus sueños, aunque supongo que no serán tan diferentes de los que se paseaban por nuestras circunvoluciones cerebrales en esos años que se queremos recordar como maravillosos, pero que también tenían su parte oscura.
Excelente historia que tiene un poco de todo, desde el cuento infantil hasta la historia de terror, con su parte de intriga y misterio.
Enhorabuena, tocayo, un abrazo.
Ángel, Patricia, Carmen Cano, Pablo, María Jesús, Salvador, Luisa, Carmen Hinojal, Manuel, Olga, Plácido, Jesús, Georges, Antonio, Maite y Enrique, muchas gracias a todos por vuestra lectura y generosos comentarios. A estas alturas de mes y con lo que se avecina me temo que no voy a poder responderos como me gustaría, así que he optado (otra vez) por hacerlo de este modo.
ResponderEliminarEn este relato he hecho cosas poco habituales en mí, como son el uso de simbolismos y el dejar la situación muy abierta a la interpretación de cada uno, pero cuando lo escribí pensaba en dos jóvenes (tanto que para ellos fuera muy reciente el miedo hacia el coco y el hombre del saco) obligados a frecuentar un ambiente hostil (a vérselas con todo un desfile de “razas de noche”) para mitigar otro tipo de terror, peor este que todos los anteriores, que corre por sus venas.
No era mi intención hacer que pensaseis demasiado, por lo que me parece aún más entrañable vuestro interés en dar sentido a la historia.
Aprovecho para desearos una Felices Fiestas. Un fuerte abrazo.
Enrique.
Creo que juego con ventaja, jajaja, pues has aportado tu visión del relato, Enrique. Yo quiero añadir que es un gran micro, con tensión de principio a fin, y que da miedito... Enhorabuena y que tengas un gran año 2018. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita, María José. Me alegra mucho tu opinión. Mis mejores deseos también para Jesús y para ti en el nuevo año.
EliminarAbrazos.
Yo he imaginado a dos niños que están contemplando un espectáculo de miedo (podrían ser marionetas), sentados en un banco en un parque público. El hombre del saco sería el que al final del número pasa la bolsa para recoger dinero. Muy sugerente tu micro, Enrique. Y muy conseguida esa atmósfera tan inquietante que respiran los niños. Un abrazo y te deseo lo mejor para el 2018.
ResponderEliminarOtra interpretación (muy interesante) que encaja perfectamente con el texto, Juana. Muchas gracias por tu amabilidad.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti y mis mejores deseos también para el 2018.
¡Nos vemos pronto!
Excelente relato, Enrique.
ResponderEliminarAprovecho para leerlos y desearles a todos los cincuentistas un hermoso y provechoso 2018.
Muchas gracias, Lu. Mis mejores deseos también para ti en este flamante 2018.
EliminarUn abrazo.
Magnífico ambiente has creado, Enrique. Y lo mejor es que, como dices, está abierto a varias interpretaciones. Yo veo dos jóvenes que esperan a alguien al que van a pagar por algo, de lo que ella está muy necesitada (por los temblores y la moquita). Ahí lo dejo, pero creo que esos monstruos que ven quizá estén en su interior y busquen un alivio pasajero y engañoso en lo que el "hombre del saco" viene a ofrecerles.
ResponderEliminarUn beso, muy prontito uno de verdad. Y enhorabuena por ser finalista, desde luego que tu micro lo merece.
Muchas gracias por tu sensible y acertado análisis, Asun. Seguro que, por tu profesión, estás mucho más que yo al tanto de los pormenores de esta dolorosa realidad.
EliminarTe mando otro beso virtual en espera (no muy larga) de ese de verdad. Hasta entonces.