Jamás le robes a un librero
Cuando sorprendió al ladrón agazapado en la caja no lo dudó un instante; la lectura jamás lo había abandonado. El Quijote voló primero, Luces de Bohemia le siguió y Cien años de soledad, sin duda, fue el más certero. El ladrón, inconsciente, se rindió sin remedio a tan ilustres obras.
Ese tipo de hurto tiene un carácter especial. Hasta yo diría, que tiene una categoría superior. ¡Dónde va a parar!
ResponderEliminarSeguro que me das la razón tú que también eres librero.
Un abrazo fuerte, Rubén y feliz año.
Tienes mucha razón tío. Un abrazo fuerte y que tengas una feliz entrada de año.
ResponderEliminarLos clásicos que aparecen en tu relato, editados en tapa dura, pueden ser un arma bien certera capaz de dejar inconsciente si se lanzan con fuerza. Si de forma indirecta sirven para que alguien los conozca y le enriquezcan bienvenido sea.
ResponderEliminarUn saludo, Rubén. Feliz año.
Este librero tiene un tino certero. Eligió bien sus armas de defensa literaria. Este ladrón ha encontrado sin pretenderlo, creo, una nueva vocación: la de lector, que supone otro tipo de relación más enriquecedora con los libros.
ResponderEliminarSaludos Rubén y Feliz Año.
Lo malo es que pueda que se le hayan estropeado los libros al "pobre" librero y ya no pueda venderlos.Y también pobre ladrón, que se pensaba que se iba a hacer de oro atracando una librería. No quiero ni pensar el daño que puede hacer un tomo del Quijote con las tapas duras. Esperemos que algo de las enseñanzas de esas obras haya entrado en la cabeza del mangante. Y que no se pieradn al despertarse. Sin bromas, me ha gustado. Suerte, Rubén. Saludos.
ResponderEliminarMe ha dolido, adoro esos libros, pero también reconozco que se eran los qué estaban a mano...
ResponderEliminarUn beso y feliz 2018.
Las obras que mencionas son contundentes. El ladrón solo puede rendirse ante ellas. Quizá el librero consiga promocionar la lectura, aunque sea de este modo tan poco convencional.
ResponderEliminarFeliz 2018, Rubén. Un abrazo.