Notas rotas
Adoraban oírle cantar y él les complacía feliz, incapaz de revelarles que cada nota que emitía le robaba un trocito de voz. Vivió compartiendo su música hasta el día en que sus cuerdas vocales se rasgaron, enmudeciéndole para siempre. Indignados, le echaron del pueblo: ¿para qué sirve un cantante mudo?
Qué hermoso relato, Manuel. Mientras lo leía, me he sentido transportada a otra dimensión, esa en la que no existe nada más importante que sentarse, cerrar los ojos y escuchar historias. Y tú las cuentas muy bien.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo tu forma de narrar, y la historia tan amarga que cuentas. ¡Qué público tan cruel! Y qué idea tan romántica la del cantautor que regala sus melodías y un trocito de voz. Y ese título, magistral.
ResponderEliminarDe 10.
¡Qué grande eres, hermano!
Un abrazo.
Pablo
Manuel, da qué pensar tu micro.
EliminarSe supone que como él era un cantante total (vocacional), le complacía cantar y que los otros le escucharan hacerlo, Normal. Ahora bien, si él cantaba - pese a todo - porque necesitaba el aplauso del público, entonces la cosa cambia, su sentido, ya no lo veo tan claro.
Quiero con esto decir que está en la condición humana, que suele encharcarse en los comportamientos de las masas especialmente, utilizar al otro, usarlo mientras sirve y luego... Cosificarlo.
Me refiero a esas reacciones, demasiado frecuentes, crueles, insensibles, brutales incluso, y de ingratitud. De todo eso se ve que a tu personaje canoro le llegó inmediatamente, en cuanto ya no pudo seguir alegrándoles el oído. Hay que joderse.
Ya digo, da para reflexionar un pelín.
Un cordial saludo!
A esto se le llama generosidad absoluta. En lugar de dosificarse, tu protagonista da a los demás lo mejor que tiene, aún a sabiendas de que terminará perdiéndolo todo. En lugar de recibir agradecimiento, qué menos, no obtiene más que desprecio cuando ya no puede hacer lo que les gusta. Dicen que quien siembra recibe, pero todos sabemos que hay excepciones.
ResponderEliminarUn relato sensible, con forma de cuento clásico, aunque con un final nada feliz. La vida es así a veces, lo de comer perdices no siempre sucede.
Un abrazo, Manuel
Es triste que solo te quieran por lo que puedas aportar y cuando la fatalidad te impide hacer algo, te excluyan y arrinconen. Lo has expresado con realismo feroz.
ResponderEliminarAbrazo virtual, Manuel
Qué tristeza ese injusto final para quien entregó su bien más preciado, su vos, de un modo tan generoso.
ResponderEliminarHermoso micro, Manuel. Un fuerte abrazo.
su voz*
EliminarHay muchas injusticias en las despedidas y carpetazos a los artistas, la suerte de tu desafortunado trovador habla mucho del egoísmo humano.
ResponderEliminarTú público incondicional (entre quienes me encuentro), es mucho más leal con tu arte.
Besazo amigo.
Una crueldad que no está lejos de la realidad.Cuando alguien ya no se considera útil termina ignorado o aislado.
ResponderEliminarEl antídoto a la actitud desprendida del protagonista de tu relato, esté, tal vez, en aquel tan conocido proverbio árabe que dice: No digas todo lo que sabes, no hagas todo lo que puedas... al final, el pago a tanta generosidad puede ser la indiferencia más absoluta. Pero también puede darse la situación contraria. Todo depende del auditorio. Y de la naturaleza del que da, porque a esa reflexión entiendo que nos lleva también tu hermoso relato.
ResponderEliminarSaludos, Manuel.
Fuerte contraste entre la generosidad del artista y el interés egoísta del pueblo que solo lo valora mientras le sirve para algo.
ResponderEliminarBuen micro. Un beso, Manuel.
Te exprimen como a un limón y, cuando ya no pueden exprimirte más, te tiran. Triste.
ResponderEliminarMuy buen micro. Enhorabuena, Manuel. Saludos
¡Que injusto que le echen!. No le dejan ni jubilarse dignamente.
ResponderEliminarTodo esto se puede aplicar a todos los campos, me temo. Cuando vives de la fama y la gloria, no puedes permitirte ni el más mínimo tropiezo, porque caes de lo mas alto.
Muy bueno. Besazos.
Así pagamos a los que tanto nos han dado. Reflejas la vida misma en tu relato. En cuanto a lo de que para que sirve. En el mundo de la música creo que ha habido cantantes "mudos", de los que solo interesaba su imagen. Aunuqe suene raro, a mi no me parece mal del todo, por la felicidad (aun con engaños, debo reconocer) que han llevado a muchos. ¿No somos todos los días engañados por políticos, fabricantes de cualquier cosa, guías espirituales...? Y por aquí andamos, tan felices. Bueno, a ver si consigo salir indemne: Me ha gustado. Suerte, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarUn lacerante canto a la ingratitud en un conseguido tono de fábula.
ResponderEliminarBuen relato, Manuel.
Un saludo.
Me has llevado a los cuentos de mi niñez. Es hermoso y contiene todo lo necesario para aprender. Un beso.
ResponderEliminarLa historia de ese cantante puede aplicarse a muchas otras personas que destacan por alguna capacidad especial, desde las que tienen un éxito relativo hasta quienes tienen un gran éxito y se convierten en ídolos de las multitudes, relación esta que suele tener más de oscuridad que de luz.
ResponderEliminarLo cierto es que, como bien relatas en tu microcuento, se cumple en tales circunstancias el dicho ese de por el interés te quiero, Andrés, y mientras los fans, los seguidores, los admiradores, obtienen de esa persona lo que desean, lo ponen en los altares y le siguen con una fe ciega, pero esa misma pasión tan visceral, cuando se ve frustrada, provoca una reacción totalmente opuesta, y la personas o personas hasta ayer admiradas e idealizadas son olvidadas y hasta vilipendiadas por no poder seguir dando lo que hasta ese momento –sobre todo en quienes ese arte es vocacional y han sacrificado a él su vida, como tu protagonista- han dado.
Por eso acaba de forma tan fea tu historia, pues esa gente, en vez de reconocer todo lo bueno que han obtenido del artista durante tanto tiempo y agradecérselo en sus peores momentos, lo desprecian y lo expulsan de su sociedad.
Doloroso microcuento, pero real como la vida misma. Un abrazo, Manuel.
Triste alegoría sobre una de las facetas de la condición humana. Me encanta el modo en que la has plasmado. La última frase en especial me parece para enmarcar.
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel, y un abrazo.
Muy buen relato, Manuel. Está magistralmente escrito y la historia cruel que nos cuentas provoca no pocas reflexiones. Enhorabuena. ¡Feliz 2018! Abrazos.
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