¡Que alguien rescate a Rapunzel!
Sintió un aliento cálido sobre sus párpados cerrados mientras unos dedos fantasmales recorrían juguetones su piel desnuda. Como cada amanecer, la inundaba de placer.
De repente, oyó el traqueteo de una armadura en la distancia y corrió a cortarse el pelo. No estaba preparada para despedirse de su amante translúcido.
De repente, oyó el traqueteo de una armadura en la distancia y corrió a cortarse el pelo. No estaba preparada para despedirse de su amante translúcido.
Se da por hecho que toda princesa que se precie desea ser rescatada por un apuesto y valiente príncipe azul, pero primero habría que preguntarle si es así. Tu protagonista parece satisfecha con su situación y no necesita la intromisión de un segundo pretendiente.
ResponderEliminarUn relato que cambia el cuento, narrado con elegante sensualidad.
Un saludo
Exacto, las princesas ya no necesitan que las rescaten. Muchas gracias, Ángel. Un saludo.
Eliminar¡Qué bien le has dado la vuelta al cuento! ¿Cómo resistir Rapunzel esos dedos fantasmales que la llenan de placer? Genial el final, con esa búsqueda desesperada de las tijeras.
ResponderEliminarSaludos, R. Clift.
Pablo
Muchas gracias, Pablo, me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarEste cambio de la princesa la hace mucho más interesante. Guarda sus secretos amorosos en la intimidad de la torre, donde es feliz sin necesidad de ser rescatada. Y el corte de pelo seguro que le resulta más práctico. Me gusta esa nota final de humor.
ResponderEliminarMuy buena la actualización, R. Clift. Un abrazo.
Gracias Carmen! Ya era hora de modernizar a las princesas, darles una personalidad acorde con los tiempos que corren. Un saludo!
ResponderEliminarMe ha divertido mucho el nuevo modelo que has creado para las princesas. Enredada en sus ensueños, y no en los cabellos.
ResponderEliminarSuerte y un besito virtual.
Muchas gracias por el comentario, un beso!
EliminarMe gusta esta Rapunzel, que se siente sexy y liberada y capaz de decidir con quién y por qué. Esta pizca de sal y pimienta que has puesto sobre el clásico me ha hecho saborearlo con una nueva visión. saludos R. Clift
ResponderEliminarGracias Manuel! Un saludo
EliminarHe de confensar que no sabía nada de esa Ranpunzel , pero lo que sí sé ahora es que tu relato me gusta y creo que está muy bien escrito. Suerte, R. Clift. Saludos.
ResponderEliminarGracias por el comentario! Un saludo
EliminarSi atendemos al título, parece que el único que puede liberar a Rapunzel es un psiquiatra: la pobre tiene visiones.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, R. Clift
Muchas gracias! Un saludo
EliminarGenial, cuando leo estos cambios en los cuentos me gusta mucho. Muy bueno. Un beso
ResponderEliminarMil gracias, Maite! Un saludo
EliminarMagnífico. Felicitaciones
ResponderEliminarSaludos,
Me gusta tu reivindicación de una princesa moderna, R. Clift. Supongo que el hecho de ser mujer me lleva a ponderar tu micro. Es muy original. Te felicito. Aprovecho para desearte un gran año 2018. Abrazos.
ResponderEliminarJajaja Pues si Rapunzel se ha soltado la melenaza, y si hace falta se la corta. Me gusta mucho que las princesas de los cuentos empiecen a empoderarse , en todos los entidos.
ResponderEliminarUn abrazo,
p.d. Me gusta tu alias.
Muchas gracias por vuestros comentarios!
ResponderEliminarFelices fiestas, un saludo.