Suceso paranormal
Anochecía. Regresaba a casa, abrumada por mis problemas laborales. De pronto, adiviné un objeto, entre las sombras de la incipiente noche. Agudizando la vista, comprobé que era un cochecito de bebé, vacío. ¿Qué habría ocurrido? Algo terrible, seguro. Pero un bebé apareció gateando y, detrás, una mujer. ¡Adiós al misterio!
Parece que ese suceso paranormal se convirtió, a la luz, en algo de lo más normal. Y cansado, por lo que tengo entendido. A algunos padres, mientras son pequeños sus retoñoa, no parece hacerles falta gimnasio, aunque me temo que un masajista y descanso puede que sí. Simpático relato, María José. Me ha gustado. Suerte y besos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. A mí me divierte mucho ver correr a los padres y madres tras los niños que acaban de aprender a andar. Es increíble la velocidad que alcanzan con sus pequeñas piernas, jajaja.
EliminarBesos.
La imaginación exalta nuestra mente. Un germen para mil historias que la realidad, por suerte, ha congelado. Muy original, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador. Lo que provoca el nacimiento de una historia puede ser cualquier mínima circunstancia, desde luego.
EliminarOtro abrazo para ti.
Adiós al misterio u... Hola Misterio. Eso depende de la imagen de la mujer y del bebé... Yo prefiero imaginármelos muertos y con sed de maldad Jajaja. Como si hubieran sido atropellados, medio desfigurados... O mucho mejor que sea ella la madre, y su bebé. Eso sería una pasada. En fin... Entre creer y no creer... Yo prefiero esta mítica expresión : I want to believe. Siempre es mejor creer que cualquier cosa es posible.
ResponderEliminarEn la parte estética del relato, me gusta esa mezcla de realidad (preocupaciones laborales y mundanas) y el amago de misterio.
Un abrazo Maria José Viz.
Muchas gracias, Raquel. Tú ya te montas toda una película gore, jajaja. Desde luego, la fantasía es tan libre y enrevesada, al mismo tiempo, que es prácticamente imposible que dos personas piensen lo mismo, en idénticas circunstancias. Ahí radica su riqueza.
EliminarOtro abrazo grande para ti.
Hay ocasiones en que las señales que encontramos nos despistan. Todo lo relacionado con los niños, inocentes e indefensos, nos llega muy adentro, o al menos así sucede entre la gente de bien, que es la mayoria. Es lógico que a tu protagonista el cochecito de bebé vacío le diera qué pensar, que su imaginación se bifurcase por mil posibilidades y todas preocupantes. Por suerte, todo terminó bien.
ResponderEliminarUn relato que, a partir de una pequeña anécdota, ahonda en la psicología humana.
Un abrazo, María José
Muchas gracias, Ángel. El pensar negativamente al ver un cochecito vacío, por desgracia, es algo casi habitual. Tantas noticias en periódicos, televisión o radio, en las que se ahonda en todo lo negro de nuestra sociedad, nos hacen derivar a esos pensamientos. Es triste, pero cierto.
EliminarAbrazos.
Una pequeña anécdota y la imaginación se dispara por mil cauces, casi siempre teniendo lo peor si está relacionado con un niño. Pero en este caso todo tenía una explicación lógica y tranquilizadora.
ResponderEliminarBuen micro, María José. Un beso.
temiendo*
EliminarMuchas gracias, Carmen. Como le decía a Ángel, la sociedad en la que vivimos y en la que sufren tantos abusos los niños, es casi una consecuencia natural llegar a esa desconfianza al ver un cochecito vacío.
EliminarBesitos para ti.
Debe ser agotador ser padres de un bebé tan intrépido. Seguro que ya han sufrido más de un dolor de cabeza. Bonita imagen, esa madre detrás, siempre vigilante. Buen relato, Maria José, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Smokey, desde luego que los niños pequeños son inocentes y, por eso, una madre o un padre, tienen que estar tras ellos, protegiéndolos y guiándolos en esta maraña de vida que respiramos.
EliminarAbrazos.
¡Qué bien nos vas preparando para la sorpresa y nos terminas sorprendiendo con que no hay sorpresa!
ResponderEliminarMuy bueno, María Jesús.
Gracias, Rafa, me alegra saber que te ha gustado. Para mí es un gran placer haber acertado.
EliminarSoy María José pero estoy pensando seriamente cambiarme el nombre por María Jesús, jajaja.
Un abrazo.
Para normal, el suceso que narras, María José. Gran maestría la que has empleado para envolver un suceso de lo más cotidiano dentro de una historia de suspense y misterio. Como un buen deportivo de la narración, de tensión a sonrisa en cincuenta palabras.
ResponderEliminarBuen relato, compañera.
Una abrazo.
Muchas gracias, Antonio. Me alegro de que te guste. Realmente la historia surgió de ver un cochecito vacío, en la tarde noche, al volver de mi trabajo. Esa situación despertó mi imaginación.
EliminarUn abrazo fuerte.
Está tan bien contado y es tan bonico que a mi no me resulta paranormal.
ResponderEliminarBesicos
Jajaja, el título está cargado de ironía, pero bien podría ser paranormal de verdad, jajaja.
EliminarMuchas gracias, Cabopá.
Bicos.
Tendemos, algunos más que otros, a hacernos toda una película a partir de un pequeño detalle que nos parece sospechoso. Tu relato, muy bien narrado, es un gran ejemplo de ello.
ResponderEliminarMe gustó mucho, María José.
Besos.
Muchas gracias, Georges. Es cierto, los detalles más nimios pueden producir grandes relatos, novelas... A mí me sigue pareciendo extraordinario que eso ocurra, pero es una realidad.
EliminarBesos también para ti.
Como leí en algún sitio, el misterio se resolvió de manera sorprendentemente banal.
ResponderEliminarEn cualquier caso, intrigante.
Saludos, María José
Gracias, Plácido. He tenido que poner la solución al misterio porque no os podía dejar sin conocerla, jajaja.
EliminarUn abrazo.
Lo paranormal suele inscribirse muchas veces en lo normal, para ello basta con que a uno se le distorsione el mundo debido a la oscuridad de la noche y a los agobios que a veces el trabajo arroja sobre nuestra mente, los cuales, en muchas ocasiones, no son cuestiones banales, por el contrario, pueden dar con los huesos del afectado en la consulta del médico y en consecuencias aún peores, he tenido la desgracia de vivir algunos casos.
ResponderEliminarAsí que la protagonista de tu microcuento ya va predispuesta a que se le dispare la imaginación, a que empiece a elaborar historias, y no precisamente halagüeñas.
Y ese hecho cotidiano que narras suele ser bastante normal, pues –aunque eso depende del carácter de cada cual, ya que hay individuos que no se inmutarían ni ante el Apocalipsis-, a veces, al ver algo imaginamos un suceso detrás, en ocasiones inquietante, hasta que, como en tu microcuento, la realidad se nos desvela y respiramos tranquilos.
Y cuando más tranquilos respiramos es cuando tenemos una pesadilla y nos despertamos, eso sí que suele ser un gran alivio, pues puede estar uno ya con la soga al cuello o en situaciones de verdadera angustia, cuando abres los ojos y recuperas tu bendita cotidianeidad.
Así que tu historia discurre por esa delgada línea de la fantasía y la realidad, de la vigilia y el sueño. Enhorabuena, María José, un abrazo.
Muchas gracias, Enrique. Estoy contigo que el agotamiento laboral no invita a ver las situaciones de manera muy positiva. Has acertado al analizar ese aspecto de mi historia porque tiene importancia para su comprensión. Sabes analizar muy bien los micros y estamos todos de enhorabuena cuando recibimos tus generosos comentarios. Quería que lo supieses.
EliminarUn abrazo fuerte.
La realidad multiforme que nos rodea cobra un significado concreto acorde con las circunstancias que la envuelven. Tu protagonista, influenciada probablemente por el estrés y otras angustias afines al día a día, expresa su alarma interior a través de las dramáticas suposiciones que anticipa cuando la visión imprevista del carrito de bebé entra en su campo de visión (puede que esté proyectando en esta situación el miedo que siente por lo que pudiera sucederle a sus propios hijos, a los que no puede dedicar todo el tiempo que quisiera).
ResponderEliminarUn relato muy interesante, Mª José, que nos lleva a imaginar las realidades de este personaje a través de esa reacción tan singular ante un suceso casual. Un abrazo.
Muchas gracias por tu análisis de mi texto, Manuel. Realmente, son las vivencias o miedos propios los que nos llevan a interpretar la vida de un modo concreto, sin duda. No pensaría lo mismo, seguramente, otra persona que se encontrase con la escena que represento.
EliminarUn fuerte abrazo.
A veces creamos en nuestra mente situaciones dramáticas al anteponer las conclusiones que sacamos de la imaginación a los hechos más normales. Tú has sabido contarlo con tu habitual maestría, dejándonos un misterio sin misterio y con un buen golpe de realidad.
ResponderEliminarSeñores cincuentistas, aquí nuestra querida María José (que no María Jesús 😉) ha publicado su segundo libro llamado “Instantes hallados”. Avisados quedáis de que tenéis un libro de una escritora excelente. Yo no me lo perdería.
A Jesús le he dicho lo importante que fue para mí que me acompañase uno de los días más duros de mi vida. Por supuesto lo hago extensible a ti, mi querida amiga. Es algo que jamás olvidaré.
Besote fuerte.
Pablo
Querido Pablo, me has dejado sin palabras. Eres una persona cariñosa y de gran generosidad, no solo conmigo, muchos nos sentimos privilegiados de ser tus amigos.
EliminarDices que no olvidarás un gesto que tuvimos contigo, pero sabemos que si nos hubiese ocurrido a nosotros, tú estarías, sin dudarlo un momento, apoyándonos. Porque en eso consiste la amistad.
Estoy muy agradecida por mencionar a mi nueva criatura. Ha sido una sorpresa muy bonita y que se quedará en mi memoria.
Besos y abrazos.
María José
Dejas a nuestra imaginación la imagen del bebé gateando y detrás la madre... Mi imaginación se ha planteado la escena como dos muertos vivientes que te persiguen. Lo siento. Debo haber mezclado la última temporada de "The walking dead", jajaja.
ResponderEliminarBesos, M. José.
Jajaja, está muy bien tu imaginación, Olga. En personas creativas como tú, que sean muertos vivientes es lo primero que te puede venir a la mente. Gracias por tu comentario.
EliminarBesos para ti, Olga.
No me esperaba el final, la imaginación nos hace vivir estas aventuras. Besos
ResponderEliminarMe alegra haberte sorprendido, Maite, y te agradezco que me hayas dejado tu amable comentario.
EliminarBesos para ti.
Mi primera reacción ha sido sentir alivio al entender que simplemente el bebé se había bajado del cochecito. Con una segunda lectura -y después de releer el título-, creo que has querido dejar una interpretación algo más tétrica y fantasmal.
ResponderEliminarFelicidades, María José, por lo abierto que has dejado el micro.
Besos.
Sí, Enrique, me encanta dejar abiertas varias posibles interpretaciones a mis textos. Siempre he opinado que el hecho de que un micro no tenga una única lectura lo hace más rico, más atractivo. Me alegra saber que compartes mi idea.
EliminarBesos para ti.
Mi queridísima María José. Gran texto el tuyo. Dónde parece que no pasa nada es donde puede ocurrir de todo. Un texto grande y de interpretación amplia, extensiva. De los que me gustan a rabiar. Una interpretación que se atisba palpable. Alguien sobredimensiona la realidad. O la deforma con su imaginación. Pero el título da mucho juego y se me antoja que quiere seguir dando guerra tras la lectura. ¿y si el bebé huía dela madre? ¿Por qué huía? Un beso así de grande. Y suerte con tu nueva preciosidad, con esos "Instantes hallados".
ResponderEliminarMuchas gracias, querido Eduardo. Estoy luchando con una pesada gripe, pero no quiero dejar pasar más tiempo sin enviarte mi cariño. Ni te imaginas lo mucho que me alegra saber que te ha gustado mi micro, sabiendo que eres un lector muy exigente. Y te agradezco, también, tus buenos deseos respecto a "Instantes hallados", siempre es necesario el apoyo de los amigos cuando se embarca una en este tipo de empresas. Besazos.
EliminarMaría José, nos haces pensar un montón de cosas terribles que pudieran haber pasado a ese bebé, para luego tranquilizarnos de la manera mas normal y natural del mundo. Eso tiene su misterio para hacer que el relato funcione, y nos sorprenda.
ResponderEliminarUn besito virtual muy virtual.
Muchas gracias, María Jesús, por tu amable comentario. La línea entre lo considerado "normal" y lo "paranormal" es muy fina, prácticamente imperceptible, en muchas ocasiones.
EliminarBesos.
Un bucle en el que el misterio empieza en el punto final. Creía no haberlo entendido y los he tenido que leer tres veces, pero igual sigo sin entenderlo y me estoy montando una película que no era la que llevabas en mente. Un abrazo.
ResponderEliminarJajaja, Cristina, lo mejor es que he logrado hacerte "montar una película". Me parece genial que te haya provocado curiosidad y cierta confusión. Con todo, espero que te haya gustado, finalmente. Otro abrazo fuerte para ti.
Eliminar¡Querida Mª José, qué susto, pero queda resuelto el misterio!
ResponderEliminarLa verdad es que el mundo de los bebés es todo un misterio y no digamos el de carritos de bebés, hace falta mucha maestría para manejarlos hoy en día... quizá el niño se cansó de ir en ese intento de nave espacial y por eso se bajó.
Muy misterioso y simpático a la vez, enhorabuena.
Un beso.
Malu.
Muchas gracias, querida Malu. Estoy contigo en lo de que hay cochecitos de bebé tan sofisticados que más bien parecen aeronaves espaciales, jajaja.
ResponderEliminarBesos.
La historia puede surgir del sitio más insospechado, como este carrito, este niño y esa madre, que con su tierna y sorpresiva presencia sacan al personaje de sus brumas hacia una refrescante realidad.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, María José.
Muchas gracias, Enrique, por pasarte. Me alegra saber que te ha gustado. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMª José, en ocasiones las circunstancias nos hacen imaginar cosas que la realidad luego nos desmonta. Tal vez sea nuestra mente de microrrelatistas que nos lleva a crear historias de cualquier cosa que ocurre a nuestro alrededor.
ResponderEliminarBueno y original relato.
Un beso y feliz 2018, Mª José.
Muchas gracias, Javier por tu amable comentario. Feliz año, amigo. Besos.
EliminarM. José, a veces la imaginación nos juega malas pasadas, pero la vida nos sorprende rápidamente con una explicación muy alejada del misterio.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Muchas gracias, Pilar, por comentar. Un abrazo muy apretado.
EliminarMe ha dado un vuelco el corazón al ver el cochecito vacío (además, ahora que soy abuela estoy todavía más sensible a estas cosas), más vale que todo ha quedado en un susto. Has conseguido que en un momento contengamos la respiración temiendo lo peor, y después respiremos aliviados al ver al bebé gateando y a su madre tras él. Felicidades, María José, y lo mejor para el 2018. Besos.
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