Vendedor de espejismos
Compré la lámpara convencido por la palabrería del comerciante de antigüedades cuya apariencia me alcanzó a hacer pensar que lo habían sacado de la lámpara antes de ser su vendedor. Y era cierto. Apenas le acabé de entregar el dinero se desvaneció frente a mí. La lámpara también parecía real.
Menudo lío de lámparas. Está claro que no hay que fiarse del primero que nos quiera encasquetar a cambio de dinero algo que no queremos. Suerte, Luis Ignacio. Saludos.
ResponderEliminarTodo el arte del mundo tiene ese genio timador, vendedor de espejismos. Y me temo que hay muchos, muchos más. ¿quién puede decir a ciencia cierta que lo que vemos cada día por televisión es real? El mundo, me temo, nos está sobrepasando.
ResponderEliminarUn relato que contiene un interesante juego de espejos. Saludos, Luis Ignacio.
Sin magia alguna, el mundo en el que vivimos está lleno de vendedores que nos embaucan con palabras e imágenes. Y entregamos nuestro dinero a cambio de humo.
ResponderEliminarBien utilizados la lámpara y el genio de los cuentos orientales para criticar nuestra sociedad de consumo.
Un abrazo, José Ignacio.
interesantes observaciones, veo que no solo en mi país abundan este tipo de personajes y también los incautos que creen en ellos. Y que bueno que el lector encuentre cosas que al escribirlo no se hace sino con la pretensión de escribir una historia. Un abrazo cordial
EliminarPuede ser que la lámpara exista de verdad, yo lo quiero creer. Un beso.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, un abrazo.
EliminarYo que tú no frotaba la lámpara: a saber lo que puede ocurrir.
ResponderEliminarDivertido. Saludos, Luis Ignacio
¡Cuántas veces nos engañan sin ni siquiera darnos cuenta! Muy buena propuesta la tuya y bien resuelta, Luis. Te felicito. ¡Buen año 2018! Abrazos.
ResponderEliminarGracias por tan generoso comentario, abrazo y un feliz 2018.
Eliminar