Al límite

La niña entra en la habitación y quita las zapatillas rosas al cuerpo que pende como un jamón delgaducho, las muerde y traga el pedazo que arranca. Da una patada a las facturas apiladas en el suelo. Y a su padre le da empujoncitos, le hace dar vueltas y vueltas.
Escrito por Eduardo Martín Zurita

52 comentarios :

  1. Carmen Hinojal16/1/18, 17:16

    Eduardo sabes crear una historia marcando lentamente la tension. Me pregunto, que sera de esa pobre chiquilla ahora que su padre ha llegado al limite. Buen relato. Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Hola, Carmen.
    ¿Qué será, qué será, que será, chi sará de la mia vita chi lo sa? Pues vaya usted a saber. le deseo lo mejor, pero en este mundo nuestro maravilloso... El de 50 palabras sí lo es. La tensión da lugar al desahogo. Gracias por tu comentario y un beso.

    ResponderEliminar
  3. Eduardo Martín Zurita16/1/18, 17:37

    Soy Eduardo Martín Zurita, Ana es mi mujer. He debido manejar mal el sistema.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carmen Hinojal16/1/18, 19:04

      Me ha resultado gracioso. Un abrazo a los dos.

      Eliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo, narras una historia de desesperación y de hambre. Hambre por el aspecto de los cuerpos, hambre por ese bocado a las zapatillas. Y desesperación por ese cuerpo colgado y ese padre muerto también. Yo es que voy más allá y veo dos cadáveres, el de la madre colgando y el del padre en el suelo. Y me pregunto ¿cuánto tiempo lleva esa niña conviviendo con esos cadáveres y sin comer?
      Un relato excelente, muy bueno, enhorabuena, Eduardo.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Eduardo martín Zurita16/1/18, 18:19

    Gracias por el comentario, Javier. Parece mentira lo del hambre a estas alturas, pero... Haces muy bien en ir más allá, eso es siempre muestra de inteligencia y de interés por un texto. Lo de los dos cadáveres es más que evidente. Y está claro que la niña, tras todos esos instantes tensos, de pura necesidad, de pura animalidad, se libera, pasa de esa situación a la del juego, juega con su padre muerto, es una niña ¿no? Lo del cuánto tiempo lleva... es un formidable interrogante. Lo de las vueltas y vueltas, con tu permiso, me lo reservo para más comentar. Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  6. Yoya Muiños Alonso16/1/18, 19:02

    Un relato que no puede dejar indiferente a nadie. Nos sabes transmitir a la perfección la sensación de caos, de hambre y de dolor. Enhorabuena Eduardo, un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 9:37

      Gracias, Yoya.
      Es un retrato vía impacto de situaciones que todavía se están dando en este mundo. Iba a decir perro mundo, pues lo ddigo. Gracias por tu comentario. Feliz todo para ti siempre y un beso.

      Eliminar
  7. Qué escena tan dura nos has dejado, Eduardo. La pareja, desnutrida y endeudada, ha decidido quitarse la vida. La niña queda huérfana y no encuentra más que la zapatilla de la madre para comer. ¿Cuánto tiempo lleva así? Javier se lo pregunta más arriba. Mucho, imagino yo, para que el hambre no le haga ascos a un trozo de tela. El juego con el cadáver del padre es tétrico, pero en su inocencia no entiende lo que ocurre.
    Un micro de denuncia social, intenso y doloroso. Te envío un gran abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 9:42

      Carmen, amiga. Gracias por tu comentario. Un texto de denuncia social que no tendría razón de ser en otro mundo más justo y solidario. Es tremendo cómo pasa la niña de esa su ferocidad casi animal al juego. Un beso grande para ti y, como me gusta despedirme: feliz todo para ti siempre.

      Eliminar
  8. Maria Galerna16/1/18, 21:06

    Intenso relato. Nos dejas la imagen de esa niña que sigue pegada a sus padres, supongo que sin ser del todo consciente de lo sucedido.
    Y de esos padres, que abocados al desastre, no encuentran otra manera de eludirlo, que el suicidio.
    Supongo que en la creencia de que su hija tendrá al menos la oportunidad de tener otra vida mejor.
    Un micro genial. De esos que te tocan la fibra.
    Un placer haberte conocido Eduardo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 9:52

      Hola, María.
      Aún recuerdo tu gesto bonancible, muy muy singular. Gracias por tu comentario. Ojalá lo de la vida mejor. Todos traemos en el corazón un mundo nuevo, dijo Durrutti, pero luego se nos va torciendo el guión. Y lo de la infancia, lo que suceda con ella, es doblemente doloroso. Gracias, amiga, el placer fue mio. Un beso y feliz todo para ti siempre.

      Eliminar
  9. Eduardo, has escrito un magnífico relato, cargado de violencia consumada en el suicidio, de denuncia de una realidad cruel y demasiadas veces presente, aunque algunos quieran ocultarla... Es un gran relato escrito por un gran escritor que acaba de aterrizar en 50 Palabras y que nos va a maravillar a todos con su buen hacer literario..
    Un fuerte abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 10:04

      Queridísima María José: el aterrizaje ha sido formidable, creo que el fuselaje lo tengo más reluciente y noto que me están creciendo las alas. Espero no defraudaros nunca, aunque no es fácil la tarea, el vuelo. Una realidad cruel sí, que nos duele a la vista a todas las personas con cierto grado de sensibilidad. Como algunos la ocultan nos toca a otros sacarla a relucir. Muchas gracias por tu comentario. Feliz todo para ti siempre y un beso muy grande.

      Eliminar
  10. Imponente, Eduardo. Te hago la reverencia.
    Felicidades, maestro.
    Besitos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 10:10

      Hola, María José, amiga.
      Qué amable eres. Soy y seré un aprendiz eterno en pos de la obra perfecta, esa dulce obsesión, esa inasible utopía. Personas como tú renuevan mis afanes. Feliz todo para ti siempre y muchos besitos.

      Eliminar
  11. Esa familia ha llegado y vivido en el límite al que alude el título desde hacía demasiado tiempo; la desesperación, fruto de la necesidad, les ha hecho traspasar la frontera hacia la tragedia absoluta por partida doble. Podríamos pensar: qué padres más inconscientes, cobardes incluso, dejar a su pequeña sola ante esa situación crítica. Me vas a llamar morboso, pero en su sacrificio puede estar la única esperanza para la niña. No creo que la comparación de la madre con un jamón sea a la ligera, sin intención, porque todo la tiene en este relato, en el que el papel de la zapatilla es el de aperitivo o, nunca mejor dicho: tentempié. Alimento materno por un lado, junto al juguete paterno que gira como un juguete en un último acto de amor y entrega hacia su descendiente, el único que podían hacerle en su situación desesperada, para que, al menos, ella sobreviva un tiempo, aunque sea mediante la antropofagia familiar. La patada a las facturas simbolizaría el final de un problema irresoluble. Los acreedores ya no tienen a quien reclamarlas.
    Un relato muy intenso, lleno de elementos que, sumados, remueven las entrañas sin que, tomados uno a uno, a priori lo parezca.
    Un abrazo grande, Eduardo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 10:41

      Hola, Ángel, mi gran amigo. El exégeta infalible. Parece que te hubieras metido en mi cabeza justo cuando concebí el texto, incluso antes de escribirlo. Tienes una mágica, profunda manera de hacer comentarios. Los tuyos engrandecen un relato pues hoyan sus lindes más lejanas. Revelan sus tintes y andamiajes. Tú sí que eres un maestro o un maestro de maestros. Para completar el puzle, te diré, os digo, que las vueltas que la niña hace dar al padre son el equivalente de las que le ha visto dar en vida tratando de solucionar los asuntos, más bien problemas familiares. Gracias es poco: tus comentarios deberían ser publicados en un libro. Extensos e intensos, el no va más. Un abrazo fortísimo y admirado, Ángel, mi amigo generoso.

      Eliminar
  12. Un gran relato, amigo Eduardo, que me sobrecoge y crea en mi mente desasosiego. Enmarcas una escena donde la crítica social se entrelaza con la locura al límite de una cruda realidad. Una niña que observa el balanceo de una soga y muerde la desesperación, golpea el maldito papel, emblema de las desdichas y, en su inocencia, juega con la muerte. Y para giros, los posibles desenlaces que aguijonean nuestra imaginación. Enhorabuena y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 10:58

      Salvador, amigo.
      Te eché de menos en la quedada. Estás apuntalado en mi corazón desde hace tiempo.
      Una cruda realidad, sí, qué odioso ¿verdad? Resumes, como tienes por costumbre y creo que sana, a la perfección la sustancia del texto. Y esos posibles desenlaces que atisbas y muy inteligentemente no desvelas para tentar a las inteligencias de los compañeros y compañeras. Dicen los entendidos, Ginés Cutillas, que se llevan los finales cerrados. Particularmente me chiflan los abiertos, qué le quieres, como diría J. Garabato. La infancia, la patria y solaz de todos. Una pena. Pero las penas prestan, infausta, injustamente, su arquitectura a la del mundo. Gracias por tu comentario, y un abrazo fortísimo.

      Eliminar
  13. Narras la historia desde los ojos inocentes de una niña –lo cual la hace aun más terrible-, ha de ser así, porque si la niña tuviese la capacidad de entender lo que está viendo se hundiría en la tristeza.
    Lo que no puede eludir es el hambre, de ahí que muerda las zapatillas, tampoco puede eludir sus deseos de jugar, quizá hasta impreque a su padre por su inmovilidad.
    Uno puede imaginarse a la niña haciendo esas preguntas llenas de sentido que suelen hacer los niños, quizá al final hasta se enfade porque no la secundan en sus juegos, y por eso le da empujoncitos a su padre y le hace girar; y por eso da patadas a las facturas apiladas en el suelo, las cuales nos dan a entender que ese padre ha decidido quitarse la vida porque está acosado por todas partes, porque la sociedad no le ha dejado ninguna salida.
    Y en su desesperación habrá pensado que eso era lo mejor para su familia, si es que esa niña tiene más hermanos y hasta una madre, aunque Javier ve a los dos progenitores muertos, quizá porque recuerda un hecho de no hace mucho tiempo en el que unos niños convivían en la vivienda familiar con sus padres fallecidos en el dormitorio.
    Sea como fuere, la historia que cuentas pone el dedo en una llaga muy dolorosa que se sigue dando, incluso en las sociedades más avanzadas, a pesar de los inmensos avances que se han hecho en todos los terrenos.
    Y creo que si tu historia se convirtiese en un cuadro, el pintor más adecuado para pintarlo sería el Picasso de la época azul.
    Gran microcuento, Eduardo, un abrazo, y decirte que fue una grata sorpresa conocerte, lo mismo que a tantos otros cincuentistas, cada uno un mundo por descubrir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 11:20

      Hola, Enrique, amigo.
      Eres, si no te molesta, el hombre extenso pero no exento de intensidad. De pe a pa suscribo tu comentario, qué grandes sois todos, como dais a valer un texto. Y parece que el que nos ocupa da para imaginar y no os podéis hacer cargo de lo mucho que ello me complace. No quiero defender tesis, me pliego a las vuestras con sumo agrado. Me dolió en lo hondo concebir estos renglones, pero necesitaba hacerlo. Tengo metralla en el alma que tiene que ser exudada. Y me siento ahora mejor, ya publicado el micro cuento y sometido a vuestros ojos veraces y tan cariñosos para conmigo. Te aprecio, Enrique y apenas te conozco, pero es que enseguida, y no me tomes por un cándido, trasluces tu bonhomía. Eres de fiar, amigo. Eres una bella persona. Se necesitan como tú muchos y muchas para redimir este planeta podrido. El toque pictórico que le pones al texto, al par que revela tu acerbo cultural, demuestra tus ganas de rematar la faena a lo grande. Lo consigues, Enrique, y no te digo con el cierre a tu comentario: todo un universo de sintonías convivió armónicamente en ese memorable día 13. Viva 50 palabras y todos los que la conforman y dan vida.
      Un abrazo fortísimo y muy admirado, nuevo amigo mío.

      Eliminar
  14. Un micro magnífico. Enhorabuena.
    Febril pececillo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 11:47

      Qué afortunado soy, tengo hasta un febril pececillo que trasnocha para dejarme su rotundo comentario con las irisaciones de sus escamas brillando, adornando mi alma un tanto arponeada. A la luz de alguna embarcación sin sueño, lejos de las gorgonias. Quiero mucho a los pececillos pero a este pececillo le quiero más, no sé por qué, será intuición masculina. De cualquier manera... es tan amable, tan gratificante...
      Un saludo, anónimo pececillo, que Neptuno te ampare siempre y no caigas en las redes del mal. En 50 palabras sí puedes caer las veces que quieras. No te van a poner en el plato. Y a ver si dejas de estar febril, que tampoco es para tanto. En serio, un abrazo o un beso, según corresponda, muy muy muy grandes. Eres él o la reina de los seudónimos.

      Eliminar
  15. Hay micros con mucha intensidad, pero el tuyo va más allá, crea un desasosiego tal, que, de tratarse de una novela, no podría terminar de leer, como me sucedió cada vez que acometí “La peste” de Camús.
    Y me vienen a la mente los “Cuentos de amor, locura y muerte” porque esas vueltas me dicen que la niña ya pasó el límite e ingresó a la locura.
    Este micro no deja dudas de que a Cincuenta se incorporó otro gran Escritor.
    Enhorabuena y un abrazo grande, Eduardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 11:58

      Hola, Georges.
      Don Albert, el existencialista, era, es mucho bacalao. Y el resto: Sartre, Malraux... Salvador habla también de locura, tú le segundas y es un punto de vista más que interesante. Tomo buena nota de ello. La bendita locura que lo cura todo, como me gusta decir. Muchas gracias, amigo, permíteme el tratamiento, por tus espléndidos calificativos a mi persona. Se hace lo que se puede con amor a la obra bien hecha. Unas veces se consigue y otras no tanto, pero siempre debe haber entrega y respeto por la inteligencia e imaginación de los demás. Procuro tenerlo muy presente. Es un gusto encontrarme entre tanta persona amable y cultivada. Un abrazo muy grande para ti, Georges.

      Eliminar
  16. Eduardo, en una pincelada de cincuenta palabras logras contarnos una historia que va más allá en extensión y fuerza. Esa niña hambrienta, esa madre que se ha ahorcado por las puñaladas que da la vida, y ese padre en el suelo, con un tiro en la cabeza o la barriga llena de barbitúricos, son imágenes muy potentes a las que acompañan esas facturas por el suelo, que auguraban un desahucio, además de anunciar la ruina.

    Estremecedor.

    ¡Bravo, Eduardo!

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 12:10

      Hola, Pablo.
      Todavía aletea en mis ojos tu rostro de hombre bueno e inteligente y la mirada sensible y tierna de tu esposa.
      Llevo a Pablete en mi alma, ya lo sabes.
      Me pliego a tu dictamen. Repito que sois la voz que un texto demanda, la que lo hace más grande, más apetitoso. Es estremecedor sí, como un trueno que se reivindica redoblando sus bramidos. Merece la pena escribir por vosotros, amigas y amigos, tan solícitos e inteligentes. El día 13 no se me va a olvidar en la vida, y eso que ya he vivido páginas multicolores. A 50 palabras se lo debo, y tengo contraída para con ella, para con todos vosotr@s una deuda de gratitud que iré pagando a plazos, mi economía inventiva no da para mayores.
      Un abrazo muy fuerte, Pablo. Y besos a tu esposa y a mi segundo tesoro, un tal Pablete. Un superhéroe sin duda.

      Eliminar
  17. Córvidos o buitres, parecen sobrevolar el aire de este relato. Funesto en su contenido, intenso en el alcance de su denuncia y soberbio en su narración, articula en cincuenta palabras un discurso que sobrepasa la etiqueta de género y pone un acento grande, como de campanas redoblando desde el campanario de la desolación.
    Vaya estreno, amigo. Está dicho todo en los comentarios de los compañeros y en tus respuestas, pero aún queda mucho. Los palabras se empoderan en relatos como el tuyo y ya no hay forma de que ese padre deje de girar y esa niña siga mascando su hambre en nuestros adentros.
    Felicitarte y felicitarnos. Eduardo-Martin-Zurita. La Trinidad ha bendecido con su letras esta página.
    Eres mucho y tú lo sabes. Acabamos de conocernos y, sin embargo, nos conocemos desde hace tanto. Un fuerte abrazo, como el que nos dimos el sábado. Con mucha hambre de relato me has dejado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 12:28

      Hombre, Manuel, amigo.
      Poeta, poeta y poeta. Esa es tu trinidad. Por comentaristas como tú vale la pena escribir. Por personas como tú merece la pena vivir. Tú sí que eres mucho. Y encima simpático. Raro es el don que tú no poseas. Sí, amigo, amigo del alma, claro que nos conocemos desde hace tanto. Somos todas las edades, todos los hombres para intentar ser uno solo y abierto a los demás desde una obra lo más perfecta posible. Sí, somos viejos amigos pues nos sacuden anhelos muy semejantes. La palabra embridada pero volando. Desabrocharse la cremallera para que reluzca el alma. Qué sé yo. Inventar un verso que pare los tanques. No soy más que lo veis: amor por la palabra y empeño en trasladarla a los demás, vosotros, con esmero. Con amor.
      Eres fértil y tu estela me persigue como la luz se ocupa en todas las cosas.
      Un abrazo del alma, un abrazo poético, Manuel, amigo mío.

      Eliminar
  18. Ya se han dicho tantas cosas que es difícil añadir algo por mi parte... Me parece un magnífico relato, con qué poco eres capaz de contar esta historia, tan triste como posible. Enhorabuena. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 15:30

    Hola, Pepe.
    Gracias por tu comentario y por tus elogios. "Tan triste como posible". Qué tristeza ¿verdad? hay muchas veces que le entran a uno ganas de bajarse del mundo. Nos conformamos normalmente con el "Es lo que hay", que a mí me da una rabia... En fin, la vida deja mucho que desear. Un abrazo fuerte, amigo. Me encantó conocerte en la quedada.

    ResponderEliminar
  20. Ya todos te han comentado y poco me queda para decir.
    Como tengo bastante despiste, y la imaginación va por libre, a la primera lectura he pensado en una perrita que quiere jugar, y como su dueña no puede reñirle (está muerta), va a despertar a su padre y, como tampoco le riñe (ha muerto de hambre pensé), le da vueltas para jugar.
    Luego, he vuelto al relato, y leo que comienza con "La niña entra en la habitación..."
    Y perdón por la cháchara, a pesar de que el relato es muy triste. Me ha gustado mucho. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 20:45

      Hola, Maite.
      Espléndido sentido del humor el tuyo. Es un texto triste, patético, como la vida misma tantas veces lamentablemente. Me gusta que te guste mucho. Hay que denunciar, somos pocos pero muy solidarios e intensos, los escritores. Gracias por tu comentario. Un beso grande

      Eliminar
  21. Así como al mármol, duro, frío, se le puede cincelar hasta extraer la sublime forma escondida, la estampa más desgarradora se puede convertir en una pieza de arte escrito.
    Dotar de tanta carga emocional a una descripción ordenada de acciones es sencillamente asombroso. Grandísimo relato, Eduardo. Estoy seguro que nos esperan muchos ratos de deleite.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 20:57

      Hola, Antonio.
      Enhorabuena otra vez, ya sabes. Con tu verbo encendido el deleite está asegurado. Como en sosegada traca fallera. Mas modesto yo en mis alcances, gozo de tu comentario hasta succionarle el alma que lleva prendida. Eres poeta también en los comentarios. La música de Valencia suena en tus renglones ávida de oídos a los que acariciar como la vista algunas formas de nubes. Entre las tuyas, las que te imaginas, siempre brilla el sol. Ojalá esté atinado, no es sencillo el empeño. Pero a viva espuela, me rescatáis del sopor, del ofuscamiento unos y otras. Desde mi humildad, yo os bendigo. Darte las gracias por tus palabras se queda chico. Que crezca el verbo con el abrazo que te doy desde aquí, maestro.

      Eliminar
  22. Bestial la escena que nos recreas, Eduardo. No hay desperdicio en la descripción para hacernos ver y palpar la tragedia que se ha producido, cómo casi siempre, por la economía, a través de unos ojos inocentes.
    Suerte, y un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita17/1/18, 21:04

      Hola, María Jesús.
      Bestial, dices, pues sí. Tragedia, pues también. Ojos inocentes, por supuesto. Son los mimbres de la tristura, del patetismo. Son las escenas de las que reniegan mis pupilas, y por eso las cuento. Un mundo más amable, sinceramente, yo creo que no es tan difícil. Pero quien puede... Lo repito: que se tome nota de nosotros, los escritores, cómo somos, cómo nos respetamos, cómo nos queremos. Gracias por tu comentario. Feliz todo para ti siempre. Y un beso.

      Eliminar
  23. Eduardo, los compañeros han ido desgranando las claves del relato y solo puedo aportar mi interpretación de las vueltas que le da al cadaver del padre. Puede ser que lo haga en un intento de que, cuando el cuerpo gire deshaciendo las vueltas que le ha dado, lo sucedido tenga vuelta atrás, como si nada hubiese ocurrido.
    Un texto brutal que estremece al imaginar la terrible escena. Enhorabuena y mucha suerte.
    Besos apretados, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita18/1/18, 10:22

      Hola Pilar.
      Es un texto abierto el mío. La interpretación que das al elemento de las vueltas es más que sugestiva y de recibo. Y hermosa, como es todo lo que tú haces. Gracias por tu aporte magnífico. Y ojalá que escenas así, tan brutales, no lleguen a darse nunca. Nunca jamás. Un beso bien grande para ti, amiga mía, maestra.

      Eliminar
  24. Sí que es verdad que llegamos al límite, amigo Eduardo, a una frontera final que es adonde nos llevas con tus cincuenta palabras, para darnos un golpe que llame nuestra sensibilidad, para rematarnos con un puñetazo en el estómago. Porque sí, porque vivimos en una sociedad que permite situaciones extremas, como las que nos narras, y tras ellas seguimos viviendo como si tal cosa.

    No me voy a extender mucho más porque comentarios anteriores, algunos de ellos exquisitos y excelentes en sí mismos, ya han diseccionado perfecta y sesudamente tu historia, dura como la vida que nos rodea. Sí quiero trasladarte mi admiración por tu fantástica manera de narrar. Así que, si no te importa, nos seguimos leyendo. Por mi parte, con devoción hacia tus letras. Además, fue un placer conocernos el sábado pasado, si bien no pudimos hablar mucho. Eso será en otra ocasión.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita18/1/18, 13:21

      Hola, José Antonio.
      Gracias por tu comentario. Sí que es penoso, sí, que se den, en los tiempos que corren, situaciones como las descritas en el texto y otras muchas de semejante calado que sería prolijo enumerar, "y seguimos viviendo como si tal cosa", ese es parte del problema y de la solución. Se abusa de lo que denomino el "hombre aislado", el hombre insolidario, el hombre cobarde que somos casi todos, así de claro. Nos plegamos a nuestros sacrosantos deberes —trabajo, familia—, que dan desde luego para ocuparse, y al resto que le den. Así nos va la cosa. En fin... Con las letras hago lo que puedo, y no me resulta nada fácil. Es reconfortante en extremo, tomar nota de cómo me ponéis en valor para que me sirva de acicate. Claro que nos leemos y nos vemos, por qué habría de importarme; al contrario, es muy grato para mí. Con que en eso quedamos. Sí, tenemos que hablar. Entretanto, recibe un abrazo muy fuerte.

      Eliminar
  25. Es Intenso, Eduardo.
    Eduardo es intenso.
    Es Eduardo. ¡Intenso!
    Jo, Eduardo, ¡qué intenso!
    Un abrazo intenso, Eduardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita18/1/18, 15:39

      Eres un cachondo de muchísimo cuidado, Isidro. No sabía yo que versificabas. Ves: no te acostarás... Oye, pues qué quieres que te diga. Que sí. A todo. Y lo bonito es que también has dicho que el micro es intenso. Me sorprendéis. Sois grandes tod@s por aquí. Qué bueno que así sea. Y siguiendo con la intensidad: un abrazo fortísimo para ti. Muchas gracias por tu comentario. Me has hecho reír a lo grande.

      Eliminar
  26. Smokey pisó la raya18/1/18, 15:46

    Eduardo, eres grande siendo chiquito.
    Una, dos, tres, cuatro, hasta cinco veces lo he leído. Relato y comentarios. Desgarras el alma cuando escribes. Gracias por estar.

    ResponderEliminar
  27. Eduardo Martín Zurita18/1/18, 18:40

    Siempre me hizo gracia tu apelativo. Ahora tengo claro que eres chica, y bien simpática. Lo de la estatura tiene arreglo: me pongo unas alzas y punto, jaja. O igual lo dices por el tamaño de los micros, las 50 palabras. Bueno, vamos a ver, lo tuyo es una barbaridad, cinco veces. Por eso merece la pena estar, como dices en señal de agradecimiento. Los comentarios salen al hilo de lo que explayan los compñer@s, como tú, amiga. Y haces bien en leer los comentarios: tienen muchísimo más jugo que los textos que les dan pie, sin duda alguna. Siempre repito lo mismo, cuando uno se va haciendo mayor no está más que repitiendo siempre las mismas cosas. Un maestro, con mayúsculas, dice del género del microrrelato que se trata de escribir "lo máximo imaginable con lo mínimo imaginado", Agustín Martínez Valderrama. O que un micro consiste en eso. Me gustó mucho conocerte en la quedada y te leeré y comentaré con interés. Gracias por tu amabilísimo comentario y un beso muy grande. Ah, y feliz todo para ti siempre.

    ResponderEliminar
  28. Hola, Eduardo. Son casi las tres de la madrugada, así que ni puedo ni debo explayarme mucho (aparte de que soy de pocas palabras). Sin bromas, yo también he leído varias veces el relato, aunque los comentarios que te han dejado los compañeros y tus respuestas, solo una. Es que si no, tendría que estar aquí dos horas. Ahora sí que sin bromas, me adhiero a todo lo que te han dicho. Me duele lo que cuentas y me gusta como lo haces. Un abrazo, Eduardo. Suerte.

    ResponderEliminar
  29. Eduardo martín Zurita19/1/18, 11:46

    Hombre, Jesús, esta sí que es buena. Tú y no otra persona fue la culpable directa: culpabilísimo de mi alta en este bendito registro de variopintos registros literarios que es 50 palabras. Jamás podré agradecértelo lo suficiente, gran amigo mío. Estoy como pez en el agua. Gracias, gracias y gracias. Decir de ti que eres estupendo no es novedad, lo sabe todo el mundo. Eres un gran amigo mío, quizá el más grande sí, por tal te tengo reputado. Y es una delicia que aparezcas por mi reconditorio, tal cual eres, sincero y humorista: qué bien, Suso, entiendes la vida al son de tu laúd. Te quiero, Jesús, te quiero mucho y no es sin ton ni son. Creo que lo sabes, pero no están de más, en estos asuntos, las puestas al día, las actualizaciones.
    Me gustaría parecerme a ti: soy un verboso recalcitrante, empedernido. A las tres de la madrugada dormía yo a pierna suelta bajo la piel de la manta, agotado por la verborrea. Nunca me resultaría agradable que te desvelases por mí. Hay que dormir ocho horas.
    Claro que duele lo que cuento, y justamente es ése el efecto que pretendía y no otro. Remover conciencias, la mía la primera, es lo que deseaba que sucediera con el texto. Dicen que lo escrito se lee. Pues que lo lean los que mandan. Todo el que viene al mundo tiene que tener un mínimo de calidad de vida. Y hay gente a la que le sobra mucho. De este mundo te llevarás lo que hayas dado. Pues eso. Si te gusta como lo denuncio, miel sobre hojuelas, Jesús. Un abrazo que alcance a las misteriosas y fecundas tierras galaicas, donde moras. Y que te llegue poderoso, profundo y admirativo. Porque te valoro, amigo, porque, repito y repito, te quiero mucho.

    ResponderEliminar
  30. No se me ocurre título más acertado que el que has elegido para este negrísimo, terrorífico se podría decir, relato. Esas facturas apiladas en el suelo otorgan un gran trasfondo a la macabra escena convirtiéndola en una historia completa.
    Estupenda propuesta en mi opinión, entrañable Eduardo.
    Enhorabuena y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eduardo Martín Zurita28/1/18, 21:07

      Hola, Enrique.
      Es terrorífico el texto sí, como la vida misma en algunos casos, que no tendrían que ser ninguno. Gracias por tu comentario y te digo que eres una bella persona y que fue un placer grande departir contigo en la quedada. Quedé prendado para siempre de tu magnífica humildad. Y tú eres grande, grande entre los grandes. Esa virtud ya no la vas a perder. Estás acostumbrado a ser una bella persona. Ya sabes, genio y figura... Y de ambas cuestiones andas sobrado, para bien.
      Un abrazo muy muy grande Enrique, permite que diga, mi amigo.

      Eliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!