Al otro lado de la pared
Siempre escuché un "mamá te quiere", pero nunca un "papá te quiere". Jamás me atreví a preguntar. Aunque, cuando ella decía que se iba a trabajar y me dejaba encerrada en mi habitación, la oía al otro lado de la pared decir:
—Papaíto, ¿qué quieres que te haga esta noche?
—Papaíto, ¿qué quieres que te haga esta noche?
Javier, nos muestras la ausencia de cariño paternal que sufre una niña, ya que su madre ha de sacarla adelante sola. Con la inocencia de sus palabras nos descubres que es lo que ocurre "al otro lado de la pared" y que ella confunde pensando que allí puede estar su padre.
ResponderEliminarUn relato excelente, lleno de ternura, en el que con gran maestría nos cuentas la historia y escondes hasta tu última frase a qué se dedica su madre, sin nombrarlo expresamente. Es como un mazazo inesperado.
¡Enhorabuena, Javier, de nuevo me has llegado al corazón con tus 50 palabras!
Besos muy apretados y mucha suerte.
Pilar, muchísimas gracias por tu comentario. Has captado mi relato perfectamente.
EliminarEsta niña, echa de menos a un padre, un simple "papá te quiere" y dentro de su inocencia cree que su madre la engaña. Ya que ella escucha a través de la pared algo que la hace dudar.
Tienes toda la razón lo mejor es contar sin nombrar y que el lector aprecie aquello que está tras las letras.
Muchos besos, Pilar.
Estoy de acuerdo con el comentario de Pilar, Javier. Has contado una historia dura manteniendo el suspense hasta la última frase. El título me parece otro gran acierto.
ResponderEliminarUn microrrelato que muestra sin nombrar. Eso tan difícil de hacer y tan bello cuando sale bien, tan bien como te ha salido a ti.
Enhorabuena y espero que los reyes sean generosos contigo.
Un fuerte abrazo.
Pablo
Muchas gracias por tu comentario, Pablo.
EliminarTienes toda la razón es difícil contar sin nombrar y que al mismo tiempo llegue a quien lo lee y se comprenda, si es así, me alegra haberlo conseguido.
Espero que contigo los Reyes también sean generosos. Yo en mi caso solo les pido, como al año nuevo, salud, y no para mí.
Un abrazo enorme, Pablo.
Hola, Javier.
ResponderEliminarUn texto con un habilísimo manejo de los elementos y el contar indirectamente. Una niña que no ve a su padre. Una madre separada, divorciada y, de seguro, infiel. Estaría bueno que vivieran, los progenitores de la niña, en distintos pisos. Peo va a ser que no, que al otro lado de la pared está papaíto, el otro. Quizá lo que quiere esa mujer es prepararle la cena, siendo bien pensados. Va ser que no otra vez. Un micro fabuloso, como tuyo. De punta a cabo. Mi mayor enhorabuena y un fuerte abrazo.
Eduardo, muchas gracias por tu comentario y valoración del relato.
EliminarLa circunstancias de la madre puede ser muchas las que le llevan a tener que hacer lo que hacer. Pero creo que tal vez sea la obligación de salir adelante.
Y como bien dices no creo que a "papaíto" le vaya a preparar la cena.
Un fuerte abrazo, Eduardo.
De verda que muy bueno, y fuerte. Saludos.
ResponderEliminarOmar, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Gobiernas como pocos el tempo de una narración, Javier. Desenvuelves con suma habilidad la historia aparente para dejarnos a pie de final toda la fuerza del verdadero contenido, las dos caras de un mismo drama desde un desolador punto de vista infantil.
ResponderEliminarGran e intenso relato. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Muchas gracias, Antonio, por tu comentario.
EliminarTienes razón, es la visión desde la inocencia de esta niña, que cree que su madre la engaña con la no existencia de un padre.
Gracias por tu valoración, Antonio.
Un abrazo enorme.
Javier, me ha gustado!
ResponderEliminarEl relato que te has marcado tiene una arquitectura bien trabada. El punto de partida, necesario, bien al comienzo, y la respuesta implícita en el trallazo final. Todo gira en torno al sentimiento delicadísimo, extrañado y huérfano, de una niña. No sabe, no entiende... pero oye a través de las paredes.
Está tan bien contado que no es preciso que se expliciten los sentimientos que bullen, apunto de despertar en ella peligrosas preguntas. Es como si la narración misma atravesara un tabique real...
Saludos.
Carmelo, muchas gracias por tu comentario. Si hubiera tenido que diseccionar mi relato yo mismo hubiera cogido tus palabras.
EliminarUn abrazo.
Magnífico amigo!!! Como siempre magistral en la elaboración. Os leo, aunque no me detenga a comentar todo lo que me gustaría. Feliz Año Nuevo y Enhorabuena.
ResponderEliminarCarmen, gracias por tu comentario. Una alegría verte por aquí, se te echa de menos.
EliminarFeliz año nuevo.
Besos.
A veces los papaítos no son mas que instrumentos al servicio de la a, y la a siempre es ella la primera. Es un buen relato que expresa con claridad una realidad que no siempre se deja ver.
ResponderEliminarEs un buen relato.
aprovecho para recomendar mi blog "atados al azar"
difundelo si crees que vale la pena. Un abrazo de los dos
José María, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Crecer sin padre, sin madre o sin los dos, marca de forma ineludible la infancia y la vida entera. La ausencia que se trasluce en tu relato puede ser debida a múltiples causas, aunque quizá algo inclina a decantarse por el abandono de responsabilidades masculinas y en una madre soltera, que ha de sacar adelante a su pequeña. No somos quien para juzgar la manera de hacerlo cuando la necesidad obliga. Los niños se hacen preguntas constantemente en su intento por comprender el mundo, lo que sucede es que muchas se les niegan, o se les escapan y, cuando son demasiado sórdidas, quizá es mejor que sigan así durante un tiempo. Perder la inocencia de forma prematura también marca a las personas, y no para bien.
ResponderEliminarUna dura realidad que se suaviza al ser contada bajo el punto de vista de un personaje que no tiene todas las claves, aunque el lector sí.
Un abrazo grande, Javier
Ángel, muchas gracias por tu comentario.
EliminarTienes toda la razón las diversas circunstancias pueden llevar a una mujer a tener que actuar como lo hace, simplemente puede ser la supervivencia o si entramos en otros caminos el engaño en la busca de un mundo mejor.
Como dices, es la niña la que nos cuenta su historia y con su inocencia se cree engañada `por su madre.
Gracias de nuevo y un abrazo enorme, Ángel.
Javier, vuelves con una historia en la que nos regalas tu arte de decir sin mostrar. Con la delicadeza de la mente infantil asistimos a la orfandad paterna y al golpe final cuando descubrimos el trabajo con el que la madre sustenta a su hija. Pocos dominan este manejo del desarrollo narrativo. La perspectiva de la niña, en su inocencia, nos da la clave en las palabras finales. Te haces eco de una realidad sórdida con una delicadeza extrema, que nos golpea con toda la crudeza de una sociedad patriarcal en la que muchas mujeres venden su cuerpo, en la que hay muchos intereses en juego en un negocio sucio que resulta muy rentable para sus explotadores.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta denuncia y por la maestría con la que está contada. Te admiro, amigo. Besos y abrazos.
Carmen, muchísimas gracias por tu comentario, me dejas sin palabras, poco más tengo que añadir.
EliminarLa prostitución tiene ese fondo de esclavitud, y no somos nosotros quienes para juzgar el porque una mujer se ve abocada a ella. Generalmente es la necesidad.
Luego está esa visión inocente de la niña a la hora de contarnos la historia, el como ella casi lo vivía como un engaño.
Yo también te admiro, Carmen.
Muchos besos.
Impacta por lo real. Y no por la ausencia de un padre, sino por el sacrificio de la madre.
ResponderEliminarGenial micro
Un saludo
Lunanegra, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn beso.
De un lado de esa pared está la necesidad de supervivencia en medio de una realidad de duras aristas y de la otra, sus duras consecuencias, que se ceban, como siempre, en los más débiles, en los que no tienen los recursos para interpretar tan extrema situación y mucho menos para sortearla. La niña, en la que la huella de la explotación sexual de sus madre y el abandono de su padre dejará una marca imborrable. De hecho asistimos en el relato al momento en que ella comprende (supongo que ya mujer con capacidad de raciocinio)y nos cuenta cómo vivió esa infancia privada del afecto paterno y las ausencias de su madre al otro lado.
ResponderEliminarEl "papaíto" me remite a que pudiera tratarse de personas inmigrantes, con lo cual el contexto es aún más marcado y nos presenta una realidad tan actual como triste, pues son muchas la mujeres de distintas etnias que se dedican a la prostitución para poder sacar sus familias adelante.
Mucho más nos cuentas sin contar, como han destacado los compañeros más arriba, en este relato que sigue esas líneas tan características de tus textos, donde lo humano cobra un relieve inmenso imponiéndose sobre las circunstancias por duras que sean y donde tu mano maestra, sabe articular los tiempos del relato para mantener la intensidad hasta el punto final.
Una vez más un gran relato, Javier. Enhorabuena. Un fuerte abrazo.
Manuel, muchísimas gracias por tu comentario, gracias de corazón.
EliminarY ahora que digo yo, no tengo palabras para agradecer tan completo y certero comentario en cuanto al contenido del relato. Decirte que plenamente de acuerdo contigo con esa apreciación de la palabra "papaíto", eso es lo que quería remarcar, el origen inmigrante de las protagonistas y todo lo que ello conlleva en la sociedad actual, y que muchas mujeres son engañadas y esclavizadas, viéndose obligadas a prostituirse.
Muchas gracias de nuevo, y un doble agradecimiento por lo que tú ya sabes.
Un abrazo enrome, Manuel.
Al otro lado de las paredes suelen suceder muchas cosas de las que, a veces, no queremos enterarnos, como suceden en las calles y en muchos otros sitios donde las injusticias y la explotación de unos seres humanos por otros campean a sus anchas.
ResponderEliminarEn tu microcuento, la protagonista, una mujer de la que desconocemos su edad, reflexiona sobre sus dolorosos recuerdos y, por la forma en que lo hace, deduzco, o bien que ha perdido a su madre, o bien que se ha alejado de ella por circunstancias que desconocemos, pues en ese “jamás me atreví a preguntar”, parece existir la imposibilidad de que ya no podrá hacerlo.
De entrada, esa protagonista ha quedado herida por su pasado, además de todos los interrogantes que se hace sobre su madre, nunca conoció a su padre, y podemos deducir que pudo ser cualquiera de los hombres con los que su madre se acostó para poder sobrevivir, o algún granuja que se aprovechaba de su cuerpo y de su oprobioso trabajo.
Hay mucha desolación en tu historia, y dos víctimas de la maldad y el egoísmo humanos: esa madre emigrante que, o bien fue obligada por algún canalla a prostituirse, o bien se vio obligada a ello para poder sobrevivir y sacar adelante a su hija. Y también esa hija a la que sólo nos cabe desear que tenga mejor suerte, que esos sacrificios de la madre consigan o consiguieran alejarla de ese submundo, pero su pasado siempre irá con ella, sus horas de soledad, los interrogantes sobre su madre, la falta de un padre como la mayoría de los niños, y otras muchas humillaciones y tristezas que podemos imaginarnos.
Gran historia, Javier, la que nos cuentas con excelente tino, para reflexionar sobre lo mucho que pasa a nuestro lado y parece que no pasa; cada ser humano, por insignificante que pueda parecernos, guarda su historia, persigue su felicidad, y debería ser el deber de todos ayudarnos unos a otros en conseguir ese objetivo, pero no sé si en nuestras sociedades son las zancadillas las que ganan a los abrazos.
Un abrazo renovado con el nuevo año.
Enrique, muchísimas gracias por tu comentario, completo y excelente como siempre.
EliminarMe gusta lo que comentas de la desolación que tiene el relato y que hay dos víctimas en el mismo.
Un abrazo enorme, Enrique.
Triste y sórdida historia que cuentas magníficamente con un toque de humor, Javier.
ResponderEliminarMe ha gustado, un abrazo.
Asun, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Cruda realidad en estado puro, explicada con un gran toque de ternura. Felicidades por este gran relato Javier. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEsteban, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
La pregunta que cierra el micro nos golpea descubriéndonos a esa pobre madre inmigrante, forzada a trabajar en lo más humillante para poder seguir adelante junto a su hija. La hija narra lo que vive presa del desconcierto, ya que de momento no entiende la situación. Muy triste y bien contado, Javier. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Juana. Has resumido perfectamente el relato.
EliminarUn abrazo.
Podría parecer un relato sencillo, pero nada más lejos de la realidad. En unas pocas frases, desgranas todo un complejo mundo de penurias e incertidumbres a través de los cándidos y desconcertados ojos de una niña. Muy bueno, Javier, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Matrioska.
EliminarBesos.
Javier. Creo que es uno de los micros más complejos aparecidos en "50". En ese, "Papaíto, ¿qué quieres que te haga esta noche?. Se oculta desde el deseo inocente de una niña por disfrutar de su padre, hasta cualquier acto de pederastia.
ResponderEliminarHas buscado muy bien las palabras y la forma para hacerme pensar, en lo que te acabo de exponer.
Te deseo un buen 2018, y te envío un abrazo
María Jesús, gracias por tu comentario. Si la lectura de mi 50 ha servido para hacerte pensar, me alegro, uno cuando escribe lo que siempre desea es que sus letras no pasen desapercibidas, y ya luego que el lector haga la interpretación que crea más adecuada.
EliminarMaría Jesús te deseo también lo,mejor para el año 2018.
Besos
Javier, un relatazo. Historias duras de gente que no lo ha tenido demasiado fácil en este valle de lágrimas. La prostitución, la mayoría de veces, es por imperiosa necesidad; estoy segura. No creo que a nadie le agrade vender su cuerpo al mejor postor por gusto. Me ha gustado mucho.
EliminarBesitos.
María José, muchas gracias por tu comentario, me alegra mucho volverte a ver por aquí, como te dije el otro día.
EliminarPienso como tú, no creo que ninguna mujer haga esto por gusto.
Muchas gracias por tu valoración.
Besos, María José.
Perdona, he metido el comentario como respuesta. Un lapsus.
ResponderEliminarNo pasa nada, María José.
EliminarBesos.
Una pared y anulación, o intento, de anular la realidad. Lo más amargo es que seguramente en cualquier casa de hoy esté pasando lo mismo. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarMaite, gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Inocencia, ternura y necesidad, un tridente que nos adentra en un relato con infinitas bifurcaciones. Muy bueno, Javier. Un abrazo.
ResponderEliminarSalvador, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
En este relato se conjugan la inocencia de la hija y la dura vida de esa madre soltera que se prostituye para proveerle. Es una historia contada de manera elegante, sin entrar en pormenores, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos Javier.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarBeto, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Me hubiese gustado interpretar que “Papaíto” era el amante, el único, de la mamá, pero el que ella dijera que “se iba a trabajar”, pesa como una losa para evitar interpretaciones menos duras sobre la realidad de esa madre y su hija, condenadas a una triste vida.
ResponderEliminarTú, que además de un brillante escritor eres el santo en quien confío para que descifre mis micros de sentido no muy evidente, cuando quieres, sabes dejar muy claro el sentido de un relato aunque lo escribas desde la inocencia e ingenuidad de una niña.
Es un placer leerte, Javier.
Un abrazo.
Georges, muchas gracias por tu comentario y por las palabras que me dedicas.
EliminarMe halaga que confíes en mis comentarios, pero nunca hay mucho que descifrar, tus letras siempre son claras y me llegan haciéndome sentir en cada relato lo que quieres decir.
Para mí también es un placer leerte cada mes y también espero tu comentario a mi relato.
Un abrazo enorme.
A pesar de los pesares, cuanto menos la mamaíta se preocupó de mantener a su hija al otro lado de la puerta.
ResponderEliminarBuena historia, Javier, as usual.
Abrazo.
Carles, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.