Alucinación infrecuente
Sobre su manta, frente al salón de juegos, me miraba y, con voz aguardentosa, pedía una moneda. La botella escondida detrás de los cartones no olía precisamente a cerveza.
Entonces sonó dentro de su manta andrajosa un teléfono móvil. Era de última generación. Cogió la botella y entró al local.
Entonces sonó dentro de su manta andrajosa un teléfono móvil. Era de última generación. Cogió la botella y entró al local.
Detrás de cada indigente hay un truculenta historia. Esta que nos cuentas destaca, a mi parecer, por la elección de los elementos que articulan el relato. Me gusta mucho el retrato que haces del personaje. Como en un plano, vemos al indigente rodeado de los elementos descriptivos que marcan sus circunstancias; planteas hábilmente la situación y dejas que sea el lector quien saque las conclusiones.Redondo. Saludos, Gil.
ResponderEliminarBueno pues tu comentario cierra el circulo. Muchas gracias por tus palabras que se nota vienen de un critico literario
EliminarEn consecuencia te animo a seguir mi blog "atados al azar" Es que soy egoísta y me gustan tus palabras. Solo eso. Gracias.-
¿Nos encontramos ante un timador en toda regla, con pocas ganas de trabajar y a quien no le importa humillarse y pedir, para sus vicios, o ante un inconsciente que malvive pero tiene la incongruencia de tener un teléfono móvil y gastarse lo poco que tiene en juego y alcohol? En un caso y en el otro, tu protagonista parece pecar de excesos en detrimento de la sensatez. No conozco a nadie que actúe de esta forma, lo que no quiere decir que no puedan existir individuos así, ya sabemos que personas y personajes, ficción y realidad muchas veces se dan la mano.
ResponderEliminarUn abrazo a repartir, ya sabes, y muchos recuerdos
Querido Ángel, como seque terefieresalautor no te lo voy a tomar en cuenta. Tuis palabras me llenan de satisfacción aunque te hacen merecedor del infierno literario. Yo se que allí te mueves muy bien porque manejas a la perfección la pluma y la palabra.
EliminarEspero verte pronto, en la quedada ya que no tienes agenda para que nos podamos ver mas veces. UN atrozo de los dos.
Ah y ahora sigo enredado en mi blog ya sabes "atados al azar". Te quiero como seguidor y difusor. coméntalo entre tus contactos que son buenos.
Hola, Gil.
ResponderEliminarEl hábito no hace al monje, pero predispone a los demás a tomarlo por tal. Es el arma que usa tu protagonista. Pero con la poca vista o exceso de confianza o puro pasotismo, de no esconder su botella de licor y el móvil de última generación. Como la gente da limosna sin mirar a la cara, eso juega a su favor. Y encima la suerte le acompañará, seguro, en la sala de juegos. Me gusta tu propuesta. Un abrazo grande.
Cada ojo de lector descubre un aspecto del autor que a veces tiene escondido y surge, sutil, en el relato. Creo que ese es tu caso. Buscas detrás delas esquinas para encontrar horizontes por los que puede discurrir la fantasía del lector. Es una opción importante. Saludos y gracias. Como estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
ResponderEliminar"atados al azar". Te quiero como seguidor y difusor. coméntalo entre tus contactos que son buenos
José María, retratas a un vividor -o a una persona de mal vivir- que ejerce la mendicidad. No es un desheredado al uso, porque muestra un móvil caro y buena bebida. Esconde en su disfraz los vicios del consumismo. Y nos dejas a los lectores imaginar los derroteros que lo han llevado a esta vida singular.
ResponderEliminarHasta pronto. Sendos abrazos.
Carmen muchas gracias por tus palabras. Me gusta dejar a los lectores... que imaginen. Es como un juego, una provocación, porque se me escapa la tinta, sin saber por donde. Esperamos verte pronto.
EliminarComo estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
"atados al azar". Te quiero como seguidor y di
se qiedp ña frase sin acabar difundelo
Eliminarun abrazo de los dos.
José María, tu relato me recuerda la historia de un señor que hizo fortuna en la calle pidiendo. Es muy sutil la última parte, cuando aparece el sonido de ese móvil para dar la vuelta a la tortilla.
ResponderEliminarHas retratado al personaje en cuestión con las palabras precisas.
Un abrazo.
Pablo
Ya sabes Pablo que yo sigo vuestra senda. Muchas gracias por detenerte ami lado.
ResponderEliminary comentar.
Bueno pues como estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
"atados al azar". Te quiero como seguidor y difundelo
ç
Un a razo Esperamos verte pronto.
Querido Jose Mari, nos retratas a un timador adicto al juego, o así lo entiendo yo. Quiero pensar que no hay muchos así, pero seguro que alguno hay.
ResponderEliminarUn beso, nos vemos prontito.
Malu.
¿Dónde estaba tu comentario? Lo estaba buscando y no aparecía A veces esa confianza se convierte en un compromiso, que espero no sea tu caso. El relato es real.Tan ral como que ocnozco al personaje.
EliminarBueno pues como estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
"atados al azar". Te quiero como seguidora y difundelo
A pesar de ser un timador, mostrando el papel de mendigo cuando no es tan necesitado, no deja de dar pena este sujeto. Seguro que se gasta en el salón de juegos más de lo que gana pidiendo. Aunque para mantener esos vicios caros, de momento, le llega. Timadores como este son los que nos llevan a pensar, a veces, que hay una farsa detrás de cada pobre. Nada más lejos de la realidad, por desgracia, la necesidad y la pobreza nos muestran, cada día más cerca, su rostro con total autenticidad. Buen micro para la reflexión, Gil. Un abrazo.
ResponderEliminarTe devolvemos el besazo por partida doble. Muchas gracias por tus palabras. y Bueno pues como estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
Eliminar"atados al azar". Te quiero como seguidora y difundelo
No sé, quizás ese móvil de última generación sea lo único que le queda de una vida en la que, ni la ludopatía ni el alcohol, formaban parte de ella. Un beso, José María.
ResponderEliminarPuede ser el talisan que le permita tener un vinculo con el pasado, tienes razón, ¿Pero y si fuera una p0ropiedad ajena? ¿Tu contestarías a su llamada? Ese es otro relato.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, nos vemos pronto. Bueno pues como estoy haciendo te recomiendo mi blog "atados al azar". Me encantaría tenerte entre mis seguidores.
"atados al azar". Te quiero como seguidora y difundelo
Lo veo casi todos los días, pide limosna, aseado y siempre sentado en un banco pequeño; la gente le lleva de comer y le compran en el super. Y un día, él intento disimularlo, estaba escondido en un portal hablando por un móvil. Sin querer me enteré que es su medio de vida y tiene una organización a su cargo en donde copan el lugar en donde piden. Si algún novato va, le amenazan y tiene que irse. Muy real, un beso.
ResponderEliminarA veces la realidad supera a la fantasía Si tu comentario tuviera 50 palabras seria un nuevo relato, pero es real o lo parece .
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tus palabras.
Gracias, es real, muy real. Un beso.
EliminarUna muestra más de como se aprovechan de la buena fe de la gente. Habiendo personas que verdaderamente están en la indigencia, otras aprovechan la circunstancia para hacer negocio.
ResponderEliminarLo has explicado perfectamente en este micro, José María. Nos has hecho abrir los ojos.
Suerte y un abrazo.
Gracias Maria Jesús por tus palabras, espero me sigas animando a escribir con tus escritos.
ResponderEliminarPeligrosa combinación, juego y alcohol. Lo mínimo que te pude ocurrir es que acabes esquilmado y confundido.
ResponderEliminarSaludos cordiales, José María.
Muchas gracias Carlos por tus palabras, maestro, siempre son ellas bien recibidas.
ResponderEliminarUN abrazo de los dos.