Amistades eternas
Los dedos rozan la cuerda, la doblan y la pasan por el cáncamo del techo. Un instante antes de que la silla caiga al suelo recuerda el sabor duro y fuerte del alcohol en su boca mientras todos le abrazan y le juran amistad eterna mientras piden la penúltima copa.
Eternas mientras corre el alcohol. Y luego, la soledad y la culpa de siempre.
ResponderEliminarY...
Un saludo.
Un saludo .Gracias.
EliminarLos amigos de verdad están cuando más falta hace, no solo en un momento fugaz y lúdico. Tu protagonista se llevará a la eternidad esa gran verdad, no su amistad de circunstancias.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias. Un abrazo
EliminarHola, Manuel.
ResponderEliminarLos lazos de la amistad abrazando al suicida que no va a conseguirlo si le sostienen además de abrazarle. ¿le sostienen en definitiva? ¿Piden la copa dejándole que "pendulee". He ahí la clave de bóveda del texto. Si le sujetan hay amistad eterna verdadera, bien jurada, en caso contrario, lo más opuesto. Buen micro. Un abrazo.
Gracias por tus palabras
EliminarSe presenta ante mí la señora "Hipocresía", llena de dobleces, falsedades e imposturas.
ResponderEliminarAunque intuyo en tu relato algo de última oportunidad perdida para tu protagonista.
Muy buen relato, Manuel.
Un saludo
Gracias . Un saludo.
EliminarNo todo lo cura el alcohol, he aquí una prueba de ello bien reflejada en este micro. Un relato directo hacia las falsas apariencias.
ResponderEliminarGracias. Un saludo .
EliminarDirecto y sin dobleces, me ha encantado. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Maite.
ResponderEliminar