Autorretrato
El escritor fracasado se ganaba su triste vida en las páginas de obituarios del periódico local.
Unos días antes de su jubilación ensayó diversos rictus mortuorios frente al espejo, llevado por un afán de verosimilitud.
Su necrológica fue saludada por la crítica como la creación de un nuevo hiperrealismo literario.
Unos días antes de su jubilación ensayó diversos rictus mortuorios frente al espejo, llevado por un afán de verosimilitud.
Su necrológica fue saludada por la crítica como la creación de un nuevo hiperrealismo literario.
¡Qué bueno, Carmen!
ResponderEliminarMe encanta el personaje que has dibujado tan bien. Y con un guiño, creo, a Bolaño, entre otros con lo del hiperrealismo.
Cada mes espero tu micro y merece la pena esperar. ¡Genial!
Un beso.
Pablo
Muchas gracias, Pablo. Tus palabras me animan a seguir. Intento pergeñar algo cada mes para esta página que nos es tan querida. El hiperrealismo, que yo sepa, es más pictórico que literario, pero te agradezco esa enorme aportación de Bolaño. En realidad es una hipérbole que me he permitido para gratificar al pobre escritor de esquelas.
EliminarMe encantó volver a verte. Quiero agradecerte toda tu labor en el homenaje a Álex. Ahora ya se puede decir. Ya queda menos para el encuentro en Sevilla. Cuatro meses pasan muy rápidos. Besos.
La crítica, unida al marketing tiene el poder de encumbrar o defenestrar obras artísticas, algunas veces con prescindencia de su calidad. Lo he visto muy de cerca en el caso de la pintura. Pero también es cierto que de lo que mejor escribimos es de lo que conocemos profundamente, y en el caso de tu protagonista, conocimientos no le faltaban.
ResponderEliminarEnhorabuena por la originalidad de tu micro –esa que muchos corremos de atrás sin llegar nunca a alcanzar– y por su impecable desarrollo.
Un gran beso, Carmen.
Las editoriales y los críticos pueden ser crueles o estar bastante ciegos ante obras de gran valor. La historia del arte y la de la literatura están plagadas de ejemplos. A este escritor de esquelas le hubiese gustado destacar en otros géneros, pero o no tuvo suerte o no tenía el talento necesario. Lo que sí dominaba eran las necrológicas, por eso se esfuerza al máximo para escribir la última, la suya propia. Si lo que pretendía era dejar huella más que disfrutar de su jubilación, parece que lo consiguió. Así es la vanidad humana.
EliminarTu comentario es más que generoso, George. Mil gracias y otro beso de vuelta.
Carmen, este escritor fracasado ha logrado su éxito con su último escrito. Los años de práctica en ese género de obituarios y ese ensayo final frente al espejo ha valido la pena.
ResponderEliminarEl título me parece genial. Un relato excelente escrito por alguien qué sabe lo que quiere contar y como contarlo para hacernos disfrutar con la lectura de estas 50 palabras.
Otro éxito asegurado para ti, Carmen, enhorabuena.
Muchos besos.
El escritor logra el éxito de manera póstuma. No encontró el modo de hacerlo en vida, ni quiso seguir viviendo sin publicar, ahora que ya se jubilaba. Al menos, en la redacción del periódico veía sus letras impresas. Como dices, la práctica de toda su vida laboral y ese ensayo frente al espejo fueron la garantía de su éxito. Otra cuestión es que merezca la pena entregar la vida a cambio de la gloria. Machado, que sí la consiguió, decía en su Retrato que no la persiguió nunca. Una gran lección de humildad del gran poeta.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Javier. Ya tengo ganas de veros a ti y a Pilar. Muchos besos, amigo.
Hola, Carmen.
ResponderEliminar¿De qué manera le da la vuelta a su vida triste el escritor fracasado?, pues escribiendo su propia necrológica, abundante en detalles, un minucioso autorretrato para pasar por muerto y ganar la batalla del reconocimiento literario. Como ganara la suya el Cid. A los muertos, ya lo sabemos bien, se les respeta de todas todas. Y es que la falsedad y la hipocresía son monedas de curso legal que circulan a todo tren, sobre todo entre los críticos de lo que sea. El tuyo es un texto magnífico merecedor de mi más muy mayor enhorabuena. Placer de los buenos haberte conocido. Y haber podido apercibirme de tus múltiples cualidades. Escribir estupendamente se encuentra entre ellas. Un beso muy grande y feliz todo para ti siempre.
Muy acertada la similitud con la figura del Cid, ganando su batalla personal después de muerto. Es cierto que la muerte, en este caso suicidio premeditado, añade pedigrí y que nos volcamos fácilmente con figuras a las que apenas les prestamos atención en vida. Me gusta esta lectura que haces, Eduardo, y te la agradezco muchísimo, así como los elogios, que son más producto de la alegría de conocernos y compartir momentos emotivos en Madrid que méritos propios. Otro beso enorme para ti.
EliminarEs de sobresaliente. Original. Un beso.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Maite. Muchas gracias y un beso.
EliminarCarmen, de nuevo nos sorprendes con un texto original, escrito de manera impecable.
ResponderEliminarEntre los artistas suele ser muy habitual alcanzar el éxito de forma póstuma.
Excelente relato, te deseo mucha suerte, aunque no la necesitas.
Besos apretados, amiga.
Muchos han sido los artistas a los que sus coetáneos no supieron apreciar o comprender. Es una constante histórica que nos impide tener la perspectiva necesaria para valorar con cierta justicia a quienes se lo merecen en el breve tiempo en el que vivimos. Quizá este escritor fuera uno de ellos. De lo que no cabe duda es de que echó los restos antes de morir. Muchas gracias por tus palabras, amiga. Con suerte, nos veremos pronto. Muchos besos.
EliminarCon la práctica que tenía en la reseñas de esos asuntos mortales, no me extraña que saliera tan perfecta y novedosa la suya (supongo que escrita por el mismo). Aunque ya se que no es lo mismo que un obituario, la lectura de tu texto me trae a la mente multitud de anécdotas sobre las esquelas y sus errores de redacción, motes de los fallecidos, fotos que en algunos lugares aún se siguen publicando, lectura de esas notas mortuorias en emisoras de radios, avisos curiosos de los propios fallecidos, "omiiones" de derminados familiares, etc. Y ya, lo máximo(al menos, para mi): el programa Epílogo de Canal plus, ¡menudo repelús! Me ha gustado. Besos y suerte, carmen.
ResponderEliminarQué comentario tan ameno, Jesús. Seguro que conoces un montón de anécdotas repletas de humor negro. El género necrológico está poco estudiado y valorado, quizá por ese repelús que nombras y que solemos sentir hacia la muerte. No conozco el programa que citas. Solo lo veré si es humorístico y no morboso.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Qué bien que nos pudimos conocer, al fin, en la quedada. Besos.
Buenísimo relato, Carmen. Imaginación, ironía y humor negro a tope en una historia con tintes literarios. Y que nadie se dé por aludido... Un abrazo.
ResponderEliminarJa, ja, Pepe. No nos daremos nadie por aludidos. Toquemos madera y vivamos largos años aunque, si es escribiendo y compartiendo, tanto mejor. Me alegro si he logrado arrancarte una sonrisa con el micro, porque los ensayos frente al espejo del protagonista lo pretendían.
EliminarEncantada de haberte conocido, paisano. Un abrazo.
Con muy buenos ingredientes has hecho un gran relato dejándolo en su punto óptimo de cocción y emplatado.
ResponderEliminar(Jo, cualquiera diría que soy un gran cocinero. No tengo ni idea de cocina ni me gusta, pero los los términos culinarios, a veces son contundentes, jejeje)
"Mancantao" tu relato. Promete un hueco en la final
Isidro, con estas palabras lo mejor que podemos hacer es compartir mesa y mantel. Pero habrá que esperar a la próxima.
EliminarMuchísimas gracias por tu apetitoso comentario. Un gran abrazo. O un par de besos.
Carmen, tu protagonista debió pensar: "ahora se van a dar cuenta de lo que se han perdido". Triste pero contundente recurso para lograr un reconocimiento fugaz.
ResponderEliminarParafraseando el viejo dicho: " a la vejez...necrológica"
No creo que le haya salido a cuenta.
Un abrazo y a seguir disfrutándonos.
Totalmente de acuerdo contigo, Rafael. Nada es más valioso que la vida. La fama póstuma no compensa a nadie. La mejor opción es vivir y encontrar un buen motivo para ello, que no se limite al lógico sentido de la supervivencia.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
El mundo de las artes y de las letras está lleno de fracasados en vida que triunfan después de muertos, lo cual suele ser de lo más hiriente, pues, por lo general, mientras vivían sufrieron todo tipo de penalidades.
ResponderEliminarPero ya lo sabemos, en la vida hay multitud de injusticias en todos sus ámbitos, y esa, junto a la de la muerte, es la principal de las razones para desear otra vida después de esta donde cada cosa se pusiera en su sitio, donde todas las mentiras saliesen a la luz y quedasen desenmascarados todos los hipócritas. Pero me temo que nos vamos a quedar con las ganas.
Tu personaje podría incluirse entre esos escribidores sin suerte a los que homenajeó Vargas Llosa en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, quizá pensando que él podría haber sido uno de ellos.
Aunque quizá, si uno echa mano del estoicismo de Rudyard Kipling, podría repetirse aquellas palabras suyas: “Al éxito y al fracaso, esos dos impostores, trátalos siempre con la misma indiferencia”.
Por tanto, por muy mediocre que sea o parezca una vida es finalmente la propia persona la que emite un juicio sobre su existencia, la que la valora, la que decide qué es para ella el éxito y el fracaso, apreciación que quizá en nada se parezca a la de la sociedad en la que vive.
El escritor de tu microcuento, que ha llevado una vida gris escribiendo obituarios para un periódico local, y que sólo será uno más entre miles de escritores y apenas conocido fuera de su reducido círculo, puede estar orgulloso de lo que ha escrito, o puede haber disfrutado mucho haciéndolo, lo cual ya justificaría su profesión y su vocación, y tal parece ser así cuando decide convertirse en uno más de los muchos para quienes ha escrito un obituario, y se entrega a ese papel como el actor que se recrea en su texto antes de salir del escenario, o sea, es fiel hasta el final a sí mismo y lo rubrica con sus actos.
Luego, resulta que esa última senda que tomó como escritor, tras su muerte, es celebrada y reconocida por la crítica, pero eso a él ya no le incumbe.
Muy buen texto, Carmen, para reflexionar sobre él todos cuantos escribimos, para preguntarnos por qué lo hacemos, qué buscamos, qué esperamos, por qué es la respiración de nuestra psique el poner una palabra detrás de otra.
Un abrazo y decirte que fue un gran placer conocerte en persona.
La profundidad de tus comentarios, Enrique, otorga a los micros nuevas interpretaciones. En este caso, son especialmente interesentes las que giran en torno al oficio de escritor. Mi protagonista se ve a sí mismo como un fracasado; claro, que desconocemos la medida de su ambición. Si escribía y contaba con algún lector, podía haberse dado por satisfecho. Cada escritor tendrá sus metas, que irán cambiando a lo largo de su vida literaria. Se quejan algunos de vender poco en la Ferias del Libro mientras contemplan las largas colas ante las últimas estrellas mediáticas. Supongo que tampoco es una buena forma de alcanzar el éxito, si se es exigente con la escritura. No viene nada mal el consejo de Kipling. En su estoicismo hay una felicidad asegurada, la de escribir sin ningún tipo de presión social. Pienso que podemos sentirnos felices si, de vez en cuando, unimos letras con cierta coherencia y encontramos, al menos en esta página, la posibilidad de compartirlas y comentarlas. Pero tenemos entre nosotros a grandes narradores y poetas. Mucho éxito para todos ellos.
EliminarSiempre es un placer leerte, como lo fue poder conocerte después de tanto tiempo leyéndonos casi a diario. Un gran abrazo.
Un buen escritor debe ser capaz de abordar cualquier tema con un mínimo de calidad, hasta encuadrarse en escenarios que no ha llegado a conocer, o ponerse en la piel de miles de personajes, a cual más dispar. Pero qué duda cabe de que la sensación directa y personal es la mejor motivación, de ahí sale el fruto más creíble y maduro. Esperemos que este hiperrealismo tan literal de tu protagonista no se ponga de moda. Imagina que todos los escritores de género negro llevasen a la práctica lo que sale de sus cabezas y reflejan sus plumas.
ResponderEliminarUn tema original y muy bien llevado, con reivindicación de un género periodístico en sí mismo, el de los obituarios, no siempre reconocido y asociado de forma inevitable al mal agüero.
Un abrazo grande, Carmen
Por suerte, la imaginación es un motor potente, capaz de crear buenas historias sin necesidad de vivirlas. Como dices, los autores del género negro serían, cuanto menos, sospechosos de graves delitos. El género necrológico, que trata de muertos reales, y no ficticios, está infravalorado frente al auge del negro. Y es que, quizá, no queremos asumir la gran verdad que a todos nos aguarda; aunque es bien sabido que muchas necrológicas están ya escritas a la espera del momento en que han de ser impresas. Pienso, por ejemplo, en las publicadas sobre el gran poeta Nicanor Parra, fallecido recientemente a una edad tan longeva.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Ángel. Un abrazo enorme.
En verdad era un hombre metódico tu personaje, Carmen. Como comentan los compañeros has tocado un tema realmente original. Me ha sorprendido bastante. Cosa buena en un micro, sorprender al lector. Muchos besos, Carmen. De tocaya a tocaya.
ResponderEliminarEl personaje se prepara a conciencia para la que será su mejor obra, la que dará sentido a una existencia gris, pero que paradójicamente, ha de pagar con su propia muerte.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, tocaya. Besos.
Muy buen relato, Carmen, este meticuloso hombre no deja nada al azar.
ResponderEliminarBesos
Este escritor pone toda la "carne" en el asador literario.
EliminarMuchas gracias, Yoya. Besos.
Hay textos que cuando acabas de leerlos te encuentran sonriendo por dentro, que son capaces de generar algún tipo de satisfacción en quien los lee. Éste, como otros muchos escritos por ti, tiene esta virtud, Carmen. Es una historia original contada de forma interesante con una buena descripción del personaje, dentro de una narración sin cabos sueltos y encima con cierta 'guasa negra'.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte, lo mismo que ha sido volver a encontrarte en persona.
Enhorabuena, has escrito de nuevo un relato muy bueno.
Un abrazo.
Cierto humor negro hay en esta pequeña historia, Antonio. No te lo voy a negar. Es un personaje que inspira lástima y que, al mismo tiempo, es risible en ese afán desmedido de lograr el éxito literario póstumo con el método del ensayo frente al espejo.
EliminarTus elogios son bien recibidos por venir de ti, tan buen escritor como lector; aunque también entiendo que proceden de esa bonhomía que te caracteriza. Para mí también fue un placer verte -veros- de nuevo. Un abrazo enorme y hasta la próxima.
Escribir necrológicas es todo un arte. A algunos finados se les encuentra una vida más interesante en las línes que se les escribe que en la realidad. Algo así como tus cuentos, en los que siempre das una vuelta a temas que pasarían desapercibidos, como el de este pobre escritorcico. Enhorabuena, Carmen.
ResponderEliminarSiempre se habla mejor de los muertos que de los vivos y salen a la luz hechos y anécdotas que se han mantenido en secreto. Esto es válido para quienes han tenido una vida interesante y creativa.
EliminarMuchas gracias, Patricia. Besos.
Irónica y divertida crónica de los sutiles recovecos del éxito. Genial, Carmen. Un abrazo.
ResponderEliminarEl éxito como único fin mata -aquí no puede ser más literal- la espontaneidad creativa. No es una meta, sino una consecuencia no siempre lograda ni siempre justificable.
EliminarMuchas gracias, Salvador. Un abrazo.
"Si la fama llega después de la muerte, no tengo prisa en conseguirla" (Marco Aurelio).
ResponderEliminarAl parecer tu protagonista no pensó lo mismo. Saludos y Suerte.
Sabias palabras las de Marco Aurelio. Como todos los clásicos, siguen respondido a los grandes temas que nos preocupan. Ojalá este escritor lo hubiese leído a tiempo.
EliminarMuchas gracias, Smokey. Me encantó conocerte. Un beso.
Como te gusta la ironia y como te manejas xon loa mixeoa. Un abrazo Carmen Desde aquí quiero daros las gracias por compartir conmigo i bog "atados al azar" y mientras sigo escribiendo celebro que lo difundáis y comenteis sus contenidos.
ResponderEliminarSALUDOS
Gracias, José María. Un poco de humor nunca viene mal, aunque el tema sea grave.
EliminarMucha suerte con tu blog. Abrazos a los dos.
Genial Carmen. Pobre escritor acabado, encontrando la gloria justo al morir, no pudo paladearla. No fue el primero ni será el último.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que de poco le sirvió, una vez muerto. Pero él eligió esa muerte porque le importó más la fama que la propia vida.
EliminarMuchas gracias por comentar, amiga. Un beso.
Muy bueno, Carmen. Eso suele pasar muchas veces en esta profesión. Es triste pero real. Como ocurre en la música, en ocasiones, lo comercial vende demasiado, aunque no esté tan bien escrito como lo que no es tan comercial. A lo mejor al pobre le ha ocurrido esto.
ResponderEliminarBesitos, guapísima.
Si era buen escritor, se entiende que se sintiera fracasado. Sabemos que el éxito está muy mediatizado, especialmente en nuestros días.
EliminarMuchas gracias, María José. Besos.
Este autorretrato forma parte del maravilloso microrretrato que todos tus cincuenta hacen de tus microletras en esta página. Medido, contrapesado, equilibrado y, sin embargo, vibrante.
ResponderEliminarQué me gustó conocerte, Carmen. Aunque tus letras te pintaban muy bien, el natural supera todos los retratos. Un beso.
Si las palabras provienen de un gran relatista, y además pintor, me siento muy halagada, aunque hayas idealizado el retrato. Je,nje.
EliminarEl placer fue mutuo, Manuel. Cálido y desbordante de afecto y alegría. Así te pintaría yo. Un beso.
Carmen, empleas una forma original para describir una realidad: La precariedad que viven los artistas sin ayudas públicas ni publicidad hasta su muerte.
ResponderEliminarLejos de reírme me ha producido tristeza.
Un besito virtual.
Te agradezco esta lectura, María Jesús. Vivimos en una sociedad que valora muy poco a los artistas, que ignora todo el trabajo que hay tras una novela, un cuadro o una película, por citar algunos ejemplos. Nunca llegaremos al feliz caso de Islandia -espero no equivocarme de país- que dota con becas más que dignas a los escritores, para que puedan entregarse a su labor creativa.
EliminarUn beso.
Hola Carmen, un placer haberte conocido personalmente. Espero volver a coincidir en más eventos.
ResponderEliminarUn micro que nos muestra cómo, a veces, la muerte llega a hacer justicia al que lo ha merecido en vida y pone todo en su lugar.
Fantástica forma de contarlo.
Un beso.
Enrique
Muchas gracias, Enrique. El tiempo suele poner orden y nos da perspectiva, aunque a este escritor ya de nada le sirve.
EliminarMe encantó conocerte. Seguro que volvemos a coincidir. Un beso.
Pues sí que le costó caro el éxito, pobre hombre. Aunque, pensándolo bien, no sé si es digna de compasión una persona a la que su exceso de vanidad le hace dejar de valorar nuestro mayor tesoro: la vida. A veces ponemos tantas expectativas en una sola cosa, que si nos falla el mundo se nos hunde. Supongo que, como en todo, es cuestión de equilibrio. Pero claro, somos humanos. Interesantísimo tu micro, Carmen, y como de costumbre genialmente contado. Felicidades.
ResponderEliminarFue un placer volver a verte y poder hablar un poquito contigo. Un beso.
Qué duda cabe de que no supo valorar lo más preciado, que es la vida. No hay gloria que merezca sacrificarla.
EliminarGracias por tu reflexión, Juana. Me encantó volver a verte. Un beso.
Grandes la situación y el personaje que has creado, Carmen. Parece que el afán de lograr algo de inmortalidad nos puede llevar, como en este caso, a la mayor de las contradicciones. Magnífico además el modo en que lo has contado, nada nuevo por cierto.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Persiguiendo la inmortalidad y desperdiciando lo único seguro con lo que contamos. Así de contradictorios podemos mostrarnos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Enrique. Qué poquito hablamos en la quedada. Nos vemos en la próxima. Un gran abrazo.