El apocalipsis de las vanidades
"Ya probaste tu punto: con cincuenta palabras armaste un relato... ¡Desiste ya de crear cincuenta relatos con una única palabra! Si lo consigues, el término resultante tendrá el poder de desatar el Apocalipsis".
Desoí el consejo del vidente ciego. Ahora truena la tierra y cruje el cielo.
La palabra es...
Desoí el consejo del vidente ciego. Ahora truena la tierra y cruje el cielo.
La palabra es...
Los asiduos a esta página sabemos que con cincuenta palabras pueden crearse todo tipo de mundos, vivencias y sensaciones. Reducir un micro a nanorrelato ya es difícil, pero tentar al destino haciendo que la mínima expresión, un único vocablo, transmita una historia, una y otra vez hasta en cincuenta ocasiones, quizá sea tentar demasiado a la naturaleza y el mundo se termine, o, quien sabe, tal vez se creen cincuenta mundos sugerentes y un subgénero dentro de un género. En todo caso, tu protagonista ha sido muy prudente al no pronunciar esa última palabra, por si acaso. La vanidad de pensar que no hay límites es uno de los males del hombre.
ResponderEliminarInteresante relato, Víctor, con un guiño a esta pequeña comunidad de locos por las letras de la que formamos parte.
Un saludo
Bella comunidad de locos que luchan contra los molinos de viento de la era de la posverdad. Me siento honrado de publicar en esta página, y agradecido por tus palabras. Un abrazo, Ángel.
EliminarHola, Víctor.
ResponderEliminarUn texto cuasipoético, cabalístico y apocalíptico al mismo tiempo. Una difícil combinación de la que sales airoso. Lo imposible no obliga. Rebasar esa frontera puede tener consecuencias fatídicas. Cuando uno se pone a crear hay que tener mucho cuidado. Me gusta tu propuesta. Un abrazo fuerte.
El sabio ciego, la posibilidad de que una sola palabra abra las puertas de lo fatídico, lo imponderable casi como un ente omnisciente agazapado en la trama... herencias que, como argentino, le debo a quien desde pequeño considero mi maestro: Jorge Luis Borges. Un abrazo cálido para vos, Eduardo.
ResponderEliminarEl sabio ciego, la posibilidad de que una sola palabra abra las puertas de lo fatídico, lo imponderable casi como un ente omnisciente agazapado en la trama... herencias que, como argentino, le debo a quien desde pequeño considero mi maestro: Jorge Luis Borges. Un abrazo cálido para vos, Eduardo.
ResponderEliminarNo la digas, Víctor. No pronuncies la terrible palabra con poder para desatar el Apocalipsis. Quizá sea tarde. Debiste obedecer la advertencia del adivino ciego. Armar relatos de cincuenta palabras, todos los que quieras
ResponderEliminarEsta es tu página, pero cincuenta de una sola con tal poder destructor, nos pone a todos en peligro y no queremos privarnos de esta locura de compartir micros con tan breve y redondo formato.
Vuelve, pues, con otro cincuenta como este que homenajea a la página y guarda esa palabra bajo siete llaves.
Muy ingenioso y divertido. Un abrazo.
Ya guardé la fatídica palabra en una bóveda secreta, y acabo de enviar cada una de las llaves a siete reinos diferentes en los confines el cosmos. Hago votos para que jamás sean reunidas. ¡Un abrazo grande, Carmen!
ResponderEliminarVíctor, me ha gustado.
ResponderEliminarSe suele aludir al poder de la palabra, así, en singular, si bien se sobreentiende que se alude a las palabras, bien manejadas por el que las lanza, oralmente o por escrito.
Tú retomas el sentido literal de la frase inicial y reivindicas el singular, su singularidad de mayor fuerza expresiva y condensación semántica. El ejemplo clásico estaría recogido en el arranque del Génesis, en la Biblia.
En realidad, creo que esa palabra capaz de desatar el Apocalipsis está preñada de densos silencios múltiples, desbocadas síntesis, elipsis misteriosas.
Así que a tu propuesta-pregunta que haces al final del micro ("la palabra es..."), y pidiéndolte disculpas por invadir tu "bóveda secreta", sería: Silencio.
Un saludo!
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EliminarEmana su poder la palabra encerrada en el texto y, afortunadamente, quedó para la cincuenta y una, de manera que el Apocalipsis tendrá que esperar. Tanto el tono como el juego que el relato (guiño incluido a nuestra página) y que como la Cábala, trata de desentrañar el poder oculto de las palabras para liberar su fuerza, me han encantado.
ResponderEliminarPercibo pasión a la par que oficio. Enhorabuena, Víctor.
Tu micro tiene muchos ingredientes para crear terror.
ResponderEliminarCon ese juego de cincuenta más una palabra, has conseguido la pócima secreta para el Apocalipsis .
Temblad, temblad, habitantes de la tierra.
Feliz 2018, y un saludo
Nos traes una gran propuesta con este apocalipsis, ya en ciernes, ocasionado por el poder de la palabra y la vanidad del hombre. Ya que tu protagonista desoyó al sabio vidente, provocando que la tierra truene y cruja el cielo, que termine el trabajo comenzando el próximo micro con la fatídica palabra. Felicidades por este gran micro, Víctor. Saludos.
ResponderEliminarMatrioska, con tu permiso, le pido lo mismo. Un beso, Victor.
ResponderEliminarUn relato abierto que también es un juego, nos reta a buscar esa palabra. Una que, creo, los religiosos han encontrado; con ella han escrito mas de 50 historias y puede provocar el apocalipsis, dicen ellos que es: “pecado”. Muy bueno tu microrrelato.
ResponderEliminarSaludos.