El beso
Él ríe y yo lloro. Él se vuelve a reír y yo sollozo. Él suelta una estrepitosa carcajada y yo permanezco en silencio.
Él alucina un mundo utópico y yo balbuceo la realidad.
Él busca mi boca y mi carne temblante. El beso del cuchillo se estampa en mi cuello.
MªJesús, terrible historia la que cuentas. esa constante contraposición entre él, el asesino, el maltratador, y ella, la víctima.
ResponderEliminarEs un beso cruel, la última frase golpea.
Buen relato, MªJesús.
Un beso.
Maestra MJ, permítame ponerme de rodillas para aplaudir este relatazo. Con qué maestría has construido la tensión mediante esas risas que van creciendo a la misma velocidad que el silencio. Y la metáfora del metal frío sobre la piel para expresar el rechazo es magnífica.
ResponderEliminarQuerida amiga, me has sobrecogido.
Estremecedor...y ese "temblante" llega a lo más hondo de lo sensitivo, expresando muy bien en qué situación se encuentra la víctima de la acción.
ResponderEliminar¡¡Gran relato!!
Un saludo
Mª Jesús, como nos has ido preparando a lo largo del relato con esa contraposición de los que siente el verdugo o maltratador y lo que siente la víctima. Según va creciendo la voz de él la de ella se queda en silencio temblando, hasta llegar al beso cruel del cuchillo que acaba con su vida al estamparlo sobre su cuello.
ResponderEliminarExcelente relato que extremece. Enhorabuena.
Besos apretados, amiga.
La risa y el llanto frente a frente en un estremecedor relato. Me ha encantado, María Jesús. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, María Jesús.
ResponderEliminarUn texto epatante el tuyo. Un risa in crescendo y un llanto creciente pero que termina en silencio, la muerte de las lágrimas. Dos mundos en contraposición. El de lo utópico y el de lo real. El utópico busca la realidad de un beso y ella, desde la realidad misma, temblando de pasión, aguarda el beso que corresponda con su estado emocional, un beso en la boca y recibe uno bien frío en el cuello. Alguien que no repeta las lágrimas no merece nada la pena. Una historia de desamor y crueldad que me ha gustado mucho. Enhorabuena y un beso grande.
No puedo comentar nada nuevo, consigues una tensión tremenda. Buen ritmo y un final estremecedor. Un beso.
ResponderEliminarQue algo tan gratificante como un beso se convierta en el final prematuro de una vida es una ironía terrible. El de Judas fue un gesto delator. El que lleva a cabo tu personaje sobre su víctima es el desenlace de un sufrimiento gratuito, llevando a la práctica aquello tan siniestro, egoísta y equivocado de "la maté porque era mía".
ResponderEliminarNo solo el final que no esperamos sorprende, también la secuencia que lleva a ello y contrapone las dos sensaciones más dispares que pueden existir: la del criminal, que se cree todopoderoso, y la de su atormentada víctima.
Me alegré de saludarte ayer.
Un abrazo, María Jesús
Muy bueno, María Jesús, me has puesto el pelo de punta. Sobrecoge la espera de lo que está por venir, que no es bueno precisamente. La tensión y el pánico se pueden paladear. Excelentes letras. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarBesitos, guapísima.
Mª Jesús, el relato de inicio me sugería una historia de amor entre contrarios hasta que ese filo final me ha puesto la carne de gallina. Un ritmo poderoso para un relato de infarto.
ResponderEliminarUn abrazo. Me encantó conocerte. Para otra vez te muestro mis pinturas.
Perfecto y escalofriante. Enhorabuena. Besos
ResponderEliminarEncuentro fantástica la forma en que has encarado el tema con ese contraste de actitudes que va creciendo y que lleva a un desenlace que, sin embargo, no me esperaba.
ResponderEliminarNo sé si el beso del cuchillo es una metáfora. Yo lo veo como muy real.
Estupendo relato, María Jesús. Ojalá no estuviera inspirado en la vida real.
Saludos.
Toca las fibra más íntimas del corazón, amiga Maria Jesús. Tan visual expones el drama que cala hasta lo más hondo. Una mujer maltratada es lo que presumo por sus lamentos que son gritos. El final me temo que es tan cierto como lo que ocurre cada día en muchas casas. El drama sigue siendo una cruda realidad. Muchos besitos.
ResponderEliminarLas antítesis que vas sembrando a lo largo del relato crecen en un dinamismo que sobrecoge hasta llegar al fatal desenlace.
ResponderEliminarQué bien contada esta historia de violencia de género, María Jesús. Un relato soberbio. Enhorabuena y un beso.
Un relato de continuos contrastes como zarpazos sin tregua, creciendo en dramatismo e intensidad hasta esa última frase que encierra cuatro palabras que lo resumen todo: 'El beso del cuchillo'.
ResponderEliminarUn enfoque interesante a la vieja historia del abuso de la fuerza y del ejercicio de la posesión.
Felicidades, Mª Jesús, y un abrazo.
El beso que nos narras no es desde luego el de Rodin, ni el de Gustav Klimt, en el que unos amantes se entregan a su pasión, aquí estamos en la antítesis del deseo que representan esas dos obras de arte al igual que muchísimas otras que celebran la embriaguez sublime del amor.
ResponderEliminarEn tu microcuento asistimos a un hecho que es más frecuente de lo que debería serlo, de un hecho que no debería darse jamás, pero que, por desgracia, cabe suponer que se sigue y se seguirá dando en todos los lugares de este malhadado planeta.
Asistimos al in crescendo de esa agresión criminal de un hombre hacia una mujer, de esa cobardía y villanía supremas, en las que no sólo hay violencia sino también burla y escarnio, para que no le falte ningún ingrediente a esa maldad repulsiva.
Sabemos cuál es el final, sabemos que la víctima acabará degollada como un inocente cordero, y no podemos por menos que sentir un escalofrío pues sabemos que en la realidad sucede exactamente lo que nos cuentas y hechos aún más horribles.
Un abrazo, María Jesús.
Envuelves de nuevo con el enigma (al menos para mí) un relato que en principio parecía claro. Interpreto que hay delirio en el carácter del agresor, una perturbación creciente que empieza provocando el llanto de ella hasta llegar a detenerlo, a convertirlo en silencio, ahogado por el terror. Las dos últimas frases me parecen tan hermosas como escalofriantes.
ResponderEliminarEnhorabuena, María Jesús. Excepcional propuesta.
Un abrazo.
Hay quienes disfrutan haciendo daño, en este caso, además de daño físico, busca su frenesí en la dominación de su víctima que, cuanto más se apaga, más delirio le provoca. Muy bien narrada esa tensión entre opuestos. Felicidades, María Jesús. Un beso.
ResponderEliminarMaría Jesús, has conseguido un ritmo entre risas, llantos y silencios que nos hace estremecer; y al llegar finalmente a ese beso gélido y cortante, nos dan ganas de gritar. Muy bien dibujados con impactantes imágenes, tanto el perturbado dominador como su víctima. Un beso.
ResponderEliminarTerrible historia que me parece una acertada llamada de atención, sobre los feminicidios y el control que algunos hombres ejercen sobre algunas mujeres. Me gusta su relato, aunque mi interpretación no esté correcta. Suerte María Jesús.
ResponderEliminarSaludos desde mi media isla.