El encuentro
Estaba allí. Esperándome. Porque estoy segura de que era a mí a quien aguardaba. Yo deseaba tener la oportunidad de verla, de tocarla y de llevármela conmigo. ¡Resultaba tan atractiva! Aunque era pequeña, su cara brillaba intensamente. Recogí la preciosa moneda y este hallazgo se coló, feliz, en mi bolsillo.
Está claro que el mejor sitio para una moneda es el bolsillo, no en suelo frío y sucio de una calle cualquiera. Lástima que hayas llegado tú antes, me venía bien una de esas. Me sorprende, postivamente, que ese dinerillo se arrojara feliz en tu faltriquera, su nuevo hogar; se ve que preveía que iba a estar calentita. Sin bromas ya, nos dejas un simpático y muy bien escrito cuento, María José. Me ha gustado. Besos y suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, querido Jesús. La moneda fue a parar a mi bolsillo porque me bajé rápidamente a cogerla, jaja.
EliminarBesos.
Hola, María José, dilecta mía.
ResponderEliminarLo que puede hacer por la felicidad una cosa pequeña que se ofrece a la vista, una res derelicta , una cosa abandonada, perdida, que parece que nos estuviera esperando. Tras esa lectura casi literal, que parece simplona, del texto, se esconde, sin embargo, la gran metáfora traslativa: de cosas pequeñas se compone la dicha de cualquiera. Que se lo digan a Serrat: "Son aquellas pequeñas cosas..." Lo que ocurre es que quien perdió la moneda no se sentirá tan dichoso no. He ahí las dos caras de la moneda. Tu texto, que rueda ágil como la moneda misma rodaría, está escrito con tu inconfundible destreza (qué bien administras el recorrido para sorprendernos con la sorpresa final: lindo trampantojo) y merece, de mi parte, las mejores calificaciones. Como va a ser sobresaliente el año nuevo para ti. Porque no veas de qué manera mejoras, en cualquier sentido, con el paso del tiempo. Eso está al alcance de pocos y de pocas. Un beso tan grande como tu Galicia querida. De tu libro "Instantes hallados" ya te hablaré en la quedada, largo y extendido. O al menos un poquito.
Querido Eduardo, te contesto después de la Quedada, ya ves. Quiero volver a darte las gracias, por aquí, por tu enorme generosidad y el hecho de llevar ejemplares de mi modesta obra como si fuesen unas joyas valiosas (para mí lo son, sin duda, pero no tienen por qué serlo para los demás...). Nunca te lo agradeceré lo suficiente.
EliminarUn abrazo enorme.
María José, nos mantienes en la duda y pensando quienes serán los protagonistas de ese encuentro.
ResponderEliminarBuen relato, María José.
Besos
Muchas gracias, Javier. Os echamos en falta, a Pilar y a ti, en la Quedada. Espero poder coincidir con vosotros en otras ocasiones.
EliminarBesos.
Algo tan trivial como es encontrarse con una moneda perdida se convierte en este cincuenta, por el buen narrar de su autora, en una historia que nos genera expectación desde el principio. Pero claro, no sabemos que hay una moneda hasta la última frase y ahí radica la magia de lo narrado.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, María José. Pero ese gusto no es extraño ni infrecuente, porque me gusta todo aquello que escribes y que nos ofreces para su lectura.
Enhorabuena y a seguir contándonos historias como sabes. Nos seguimos leyendo, en mi caso con absoluta devoción por tus buenas letras, sean en el formato que sean.
Un beso y hasta muy pronto.
Querido José Antonio, me ha gustado conocerte en persona, pero lamento no haber podido hablar prácticamente nada contigo. Eso tienen las grandes reuniones... Espero poder tener nuevas oportunidades. Te agradezco tus halagos, aunque son totalmente inmerecidos.
EliminarBesos.
María José, has ido desgranando muy bien el relato. Al leer el título, preveía un encuentro personal, pero has ido orientando muy bien el desenlace hasta concluir en una historia muy simpática.
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, Enrique. Me ha encantado conocerte en persona, aunque el acto no se prestase a mantener largas conversaciones...
EliminarBesos.
¡Viva la frescura y el ritmo grácil en lo narrado! Vaya juego rico le has dado al encuentro, Mª José. Lo cotidiano convertido, por arte de magia narrativa y letras, en un jugoso asunto que nos habla sobre lo fortuito y sobre los afortunados que podemos ser si de lo hallado, por pequeño que sea, somos capaces de hacer una lectura positiva que llene nuestro bolsillo interior de luz y felicidad. Riqueza en suma. La que nos dejas mes a mes con tus palabras. Y dicha, la que nos provoca leerte.
ResponderEliminarUn abrazo y hasta pronto en la quedada. Feliz Año.
Querido Manuel, gracias por tus piropos. Me ha sabido a poco el tiempo en el que pudimos hablar. Fue muy escaso, pero suficiente para ver lo simpático que eres. ¡Ojalá haya futuros encuentros!
EliminarAbrazos.
Pensé en un bebé, alguien había ido a por su bebé, así que imagina la sorpresa. Lo pequeño también es importante en nuestra vida. Fresco y ágil, muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Maite. Hablamos de ti en la Quedada, en Madrid. Matrioska me dijo que eres de A Coruña. Yo no sabía nada. Por si lees esto, me encantaría que asistieses a la presentación de mi libro: Instantes hallados, en la librería Moito Conto, a las 18,30, el sábado 27 de enero. Al vivir en la misma ciudad es menos complicado asistir, teóricamente, que viviendo fuera...
EliminarBicos.
Soy un desastre, ahora mismo estoy preguntándole a Matrioska si te conoce, una pena...También le estoy diciendo que voy a intentar ir a la presentación en Moitoonto, iré a saludarte si es así, en todo caso mucha suerte y me haré con un libro.Besos.
EliminarDicen que quien se encuentra una moneda, eso... le trae suerte... Espero que te la traiga a ti también con las votaciones. Y coincido con él comentario anterior, resulta muy refrescante, tu relato da buena vibra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Raquel. No sé si será votado, pero, por lo pronto, te ha gustado. Esa es una enorme satisfacción para mí.
EliminarAbrazos.
Un hecho fortuito. El hallazgo de algo inesperado, en este caso de una moneda. La alegría que nos aporta por pequeño que sea su valor. Me ha gustado mucho tu relato, Mª José. Cierra los ojos por un momento y recréate en ese instante. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Smmokey. La moneda simboliza el instante atrapado, "hallado". Dignos de recordar son los momentos vividos contigo en Madrid y siempre que nos vemos, en nuestra ciudad.
EliminarBesos.
En los detalles cotidianos e inesperados podemos hallar pequeñas píldoras de felicidad. Una persona sensible sabe apreciar e interpretar las señales que aparecen a su paso. No me cabe duda de que la protagonista es capaz de ello, como también su autora.
ResponderEliminarNo sé cuando leerás esto, pero te mando también por aquí un abrazo muy fuerte, María José
Querido amigo y prologuista de lujo, siempre son gratas tus palabras y siempre me llegan muy adentro. Gracias por tu amistad. Me hizo muy feliz reencontrarnos en Madrid.
EliminarUn enorme abrazo.
Maria José me ha gustado mucho, que de un hecho tan trivial, hayas conseguido un relato tan bueno. Aprovecho para felicitarte el Año Nuevo. Muchos besitos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Me alegra saber que te ha gustado mi sencilla historia.
EliminarBesos.
M. José, un relato con un giro final que nos desvela quién es la protagonista.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Muchas gracias, Pilar. Como le he dicho a Javier, se os echó en falta en la Quedada. Espero que haya más ocasiones para conocernos personalmente.
EliminarAbrazos.
Personificada desde el principio, descubrimos la humilde moneda del hallazgo solo al final. Es un pequeño detalle que puede alegrar a quien lo encuentra y lo sabe apreciar.
ResponderEliminar'Moneda que está en la mano / quizá se deba guardar. / La monedita del alma / se pierde si no se da'.
Como Machado, tu protagonista guarda la moneda, pero tú nos regalas un trocito de tu alma en cada micro y en toda ocasión. Especialmente estos días te agradezco que los compartas con todos nosotros. Un abrazo enorme. Hasta muy pronto, María José.
Querida Carmen. Gracias por interesante comentario. Me encantó conocerte. Tienes una personalidad que enamora. Siento no haber podido hablar más contigo, pero era complicado mantener una conversación un poco larga con nadie... Espero que haya próximos encuentros.
EliminarBesos.
Y allí estaba la moneda, agazapada en la última frase, escurriéndose entre frases hábilmente engrasadas y engarzadas hacia un dulce encuentro. Del descubrimiento de una simple moneda tirada en el suelo, has creado un ambiente tan cálido que dota de humanidad a la pequeña moneda.
ResponderEliminarUn buen y entrañable relato, María José. Y hasta dentro de muy poco.
Muchas gracias, Antonio. Apenas pudimos hablar en la Quedada, una pena, pero, por lo menos, he podido decirte lo mucho que admiro tus letras. Espero que haya nuevas ocasiones para encontrarnos.
EliminarUn abrazo.
Esos encuentros brillantes que, por pequeñas caras que tengan, siempre son bien recibidas en los bolsillos. :) Con sutileza nos conduces hasta un encuentro que ni sospechábamos. Muy bueno, María José. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. Me ha encantado conocerte pero, como le digo al resto de amigos, no se podía mantener una conversación muy larga con nadie. Espero que haya nuevos encuentros.
EliminarUn abrazo.
Qué alegría y sorpresa dan ese tipo de encuentros, por poco que sea lo que se encuentra.
ResponderEliminarA mí me da alegría que no faltes a tu cita mensual, que la escritura te ayude como bálsamo para tus heridas y te deseo todo lo bueno para el resto del 2018, que tan pronto ha golpeado tu corazón. Ojalá que el resto del año te vaya como te mereces.
Un beso.
Pablo
Querido Pablo, es cierto, el año ha comenzado para mí de la peor manera, pero pronto tuve una alegría enorme: reencontrarme contigo y con tan buenos amigos y amigas. Ni te imaginas el bien que me ha hecho asistir a la Quedada. Muchas gracias por tus ánimos y por el cariño que das a todos y a mí, en particular.
EliminarBesos.
La moneda puede simbolizar cualquier cosa, cualquier pequeña cosa de esas que, como dicen los sabios, son las que nos dan la felicidad. Lo decía también ese genio del humor que fue Groucho Marx, arrimando el ascua a su sardina: “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”
ResponderEliminarAsí, dentro del terreno de los simbolismos, ese encuentro puede representar esas ocasiones de la vida que parecen mágicas, en la que algo nos sorprende felizmente, algo que, quizá, sólo nosotros sabemos valorar –como puede ser una pequeña moneda- mientras que para muchos resulte baladí y hasta irrisoria nuestra humilde alegría por tal encuentro.
El desarrollo de tu historia va creando esa atmósfera en la que nos sentimos partícipes de esa magia que se desprende de las palabras, y antes de que sepamos de que se trata de una moneda, ya hemos pensado en un encuentro amoroso y feliz.
Luego, al saber que no se trata de eso, lo que experimentamos es la maestría con la que nos has llevado a lo largo del microcuento para ofrecernos esa lección final de las pequeñas expectativas, de los pequeños tesoros que hay que saber valorar, y no caer en aquello que dice Antonio Machado, en uno de sus proverbios: “Todo necio / confunde valor y precio”.
Esas pequeñas monedas de la vida tienen un gran valor, las monedas de la amistad, del cariño, de la bondad, de la generosidad... Esas que no cotizan en bolsa, esas que no tienen precio, porque si así fuese, no se podrían comprar.
Un fuerte abrazo, María José, en las duras circunstancias por las que estás pasando.
Has logrado llevar nuestra imaginación por varios supuestos de diferentes encuentros, pero no contábamos con que "esa cara brillante" iba a corresponder a una pequeña moneda. A veces, cualquier cosita grata e inesperada nos hace felices. Bien lograda esa sorpresa final, Mª José. Mucho ánimo para, según leo, afrontar estos difíciles momentos. Un beso grande.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana. Me alegro de que te guste mi sencilla historia. Y me ha encantado conocerte en persona, tanto a ti como a tu marido. ¡Como para repetir!
EliminarUn abrazo.
Hay encuentros que nos alegran y encuentros para los que estamos predestinados, sea lo que sea que nos encontremos.
ResponderEliminarQuerida María José, te mando un beso grande. Deseando verte y dártelo en persona.
Malu.
Querida Malu. Gracias por todos los esfuerzos empleados en que la Quedada resultase un éxito. No podía ser de otro modo, siendo tú el "alma mater" de la misma. Eres encantadora. ¡Ojalá haya futuros encuentros!
EliminarUn abrazo enorme.
Simpático relato con sorpresa final que a mí particularmente me ha llevado a la infancia, reviviendo con él aquella emoción de encontrarse por la calle una moneda, aunque esta fuera una simple peseta. Recuerdo que cuando me pasaba eso me tiraba luego, mientras seguía caminando, un buen rato mirando al suelo. Ya ves.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, María José.
¡Y hasta muy pronto!
Querido Enrique, apenas pudimos hablar en la Quedada. Una pena. Pero sí pude contarte que me había encontrado una moneda de un céntimo en la calle, de noche, en Madrid. A mí me pasa lo que a ti, si encuentro una moneda sigo mirando al suelo, jaja.
EliminarUn abrazo.
Ingenioso tu micro, María José. Al estar aún, bajo el influjo de la Navidad, yo diría que esa moneda la dejaron para ti, los Reyes Magos.
ResponderEliminar¡Qué agradable sorpresa!.
Feliz 2018, y un besito virtual.
Gracias, María Jesús. Me quedó pena de no hablar un poco contigo. Nos encontramos en el baño, ¿recuerdas? Espero que haya más ocasiones.
EliminarUn abrazo.
Un pequeño rostro que besaba la tierra esperando el calor del hogar. Y su viaje solo acaba de empezar. Original y singular micro, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador, por tu original comentario.
EliminarOtro abrazo para ti.
Me encanta la manera en que personalizas ese encuentro de forma tal que al leerlo y tratar de anticiparnos a lo que el micro nos depara, la historia parece llevarnos al encuentro con una pequeña, una niña pequeña. La frase final muestra que la felicidad, en este caso, no venía de lo afectivo sino de lo monetario. Jaja.
ResponderEliminarMuy buen micro, María José, disfruté de su frescura.
Un beso
Me alegra saber que te ha resultado un relato "fresco", Georges. Muchas gracias.
EliminarBesos.
¡Cuantas emociones despierta puede llegar a despertar una moneda!
ResponderEliminarAhora me he quedado con las ganas de leer cómo habría sido el desencuentro. ¿Sentiría pena el/la protagonista por desprenderse de su tesoro? ¿O tan solo una fría indiferencia si la reemplazara por algún objeto? ¿o alegría incluso si la depositara en su cuenta corriente?
Ya nos contarás, María José.
Beso.
Estimado Carles, me temo que te voy a dejar sin "mi" respuesta. No hay mayor gusto para el que escribe que el lector tenga tantas dudas... Muchas gracias por pasarte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno, María José. Original, diferente.
ResponderEliminarBesitos, tocaya, guapetona.
Gracias, María José. Besos también para ti.
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