Es él
Siempre tan alejado de todos, y eso le gustaba de él. Desesperada por escucharlo hablar, se acercó preguntándole la hora.
—No enseñes tu reloj, contéstame. ¡Por Dios! —respondió ella cuando mostró su Nivada.
—Las diez con diez.
Se quedó paralizada. Era el hombre que le susurraba cada noche. Cayó desmayada.
—No enseñes tu reloj, contéstame. ¡Por Dios! —respondió ella cuando mostró su Nivada.
—Las diez con diez.
Se quedó paralizada. Era el hombre que le susurraba cada noche. Cayó desmayada.
!Qué bien, ha encontrado al hombre de sus sueños!, estupendo, me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarHola,Geyna.
ResponderEliminarTan lejos y tan cerca, ¿verdad? Así es el amor. Aunque no soy el más indicado para aconsejar, seguramente, en lo formal te recomendaría que vigilaras las rimitas en las terminaciones. En los textos cortos canta que no veas. veas. "Nivada". "Paralizada". "Desmayada". Claro que a lo mejor lo has buscado de propósito y soy un tiquismiquis. En cualquier caso, es un micro espléndido. Besos.
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ResponderEliminar¿Lo tenía en casa?...no doy una.
ResponderEliminarUn beso
Cuándo él o ella aparecen de verdad, no son espejismos, prueba y error. o ganas de atribuir a otras personas la esencia que solo puede tener una muy concreta, se nota. Tu protagonista lo sabía desde el principio. Al preguntar, su intuición (esa don tan femenino) quedó confirmada.
ResponderEliminarUn saludo
Qué suerte tuvo tu protagonista, mira por donde. Porque los susurros eran bien recibidos, ¿no?
ResponderEliminarQuizá no y tu relato tenga otra lectura un poco más inquietante... en cualquier caso, gracias por compartirlo.
Un abrazo, Au.
Yo tampoco estoy muy segura de que esos susurros no le causaran inquietud. Si, por el contrario, despertaban su sensualidad, está de enhorabuena. Qué cerca lo tenía.
ResponderEliminarUn beso, Geyna.
Es un buen relato para describir un sueño, tal vez un deseo del personaje en la sombra. Interesante.
ResponderEliminarUn logro