Espíritus del bosque
Anochece y un escalofrío atraviesa la espalda erizando la nuca. Es la ancestral alarma que alerta de su fantasmal presencia. No se dejan ver, pero acechan vigilantes en la espesura. Están de caza y tú eres la presa. Son espíritus del bosque, siluetas plateadas aullando en lo alto del risco.
Los escalofríos pueden ser consecuencia de la fiebre, pero la presencia de un espectro también produce frío, o eso dicen. Hace tiempo que me doy un buen paseo por la naturaleza, menos aún de noche, pero después de leer tu relato me parece que voy a tardar un poco más.
ResponderEliminarUn escenario de lo más inquietante, donde el lector se convierte en víctima, pues la historia se dirige a él de forma directa, sin que parezca que haya opción de escapar.
Un abrazo, Matri.
En realidad, las criaturas del micro no son espectros, pero los humanos que les conocen bien saben que se comportan como tal. Persiguen en manada a sus presas sin ser vistos, hasta que ya los tienes encima. Se trata de los lobos, unos animales tan fascinantes como aterradores.
EliminarAdemás de ser una fan de los documentales y de llevar un tiempo tragándome las mil y una repeticiones de “Mountain men”, he pasado muchos veranos en tierra de lobos, donde, en una ocasión, tuve la oportunidad de encontrarme una de esas siluetas plateadas en plena madrugada.
Muchas gracias por tu comentario, y un beso grande, Ángel.
¡Qué me gustan este tipo de relatos! Y lo mejor es que lo has escrito tú, que sabes cómo tratar un texto y donde poner cada palabra. A mí también se me ha erizado la nuca, y he sentido el placer que da el terror bien contado.
ResponderEliminarSublime, prima. De 10.
Un beso.
Pablo
Qué gusto da tener a la familia sevillana como críticos, siempre exageran un pelín, pero te sacan una enorme sonrisa. Muchas gracias, Pablo, a ver si animas a Miriam a que escriba también en Cincuenta, que ya sabe que iba a tener el mejor de los recibimientos. Besos para todos.
EliminarFormidable micro, Matrioska. En una segunda lectura, sabiendo que yo soy la presa, el relato toma otra dimensión, todo es más vívido y cercano y el escalofrío ya no es solo una palabra más. Por suerte lo estoy leyendo bajo un sol abrasador, de ser de noche, correría a encender toda las luces de la casa.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos.
Aquí heladitos de frío y tú con el paipay dando envidia, ¡qué malaje eres! ;-) Gracias por pasarte a comentar, Georges, siempre es un gusto sentirte cerca. Muchos besos.
EliminarEsto va a ser el cambio climático, fijo. ¿Qué ha sido de los bosques con setas, enanitos y príncipes floridos? Si la Bruja de Blair entra en tu relato, se mea toa. ¡Qué miedo!
ResponderEliminarQuerida Matri, eres la reina del terror cincuentista.
A sus pies, madame.
Jajaja. A las setas, los enanitos y a los príncipes azules, se los comieron los lobos hace muuucho tiempo. ¡Ritchmond, madura! :D Un beso enorme, y ya sabes que soy yo la que soy de ti siempre una admiradora, una esclava, una amiga y una sierva. :)
EliminarMatrioska como ya te han comentado introduces al lector en el relato, por ello cuando uno lo acaba de leer, lo último que se le ocurre es salir a la calle e ir hacia un bosque, por lo que pueda pasar. Describes perfectamente esa atmósfera de miedo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos.
Muchas gracias, Javier, a ciertas criaturas del bosque hay que tenerlas no solo respeto, también mucho, mucho miedito. Muchos besos.
EliminarHola, Matrioska.
ResponderEliminarTexto el tuyo lleno de plasticidad, de hermosura, en contraste con esa "alarma ancestral", tan enervante, tan provocadora del pánico y el más agudo de los desasosiegos. Los espíritus han elegido a su víctima, que difícilmente va a escapar cuando la envuelvan esas "siluetas plateadas". Me siento esa víctima y tapón a la medida me cierra la garganta. Enhorabuena, un beso y feliz todo para ti siempre.
Hola, Eduardo, muchas gracias por pararte a comentar. La relación entre humanos y lobos muchas veces no ha sido idílica, es verdad que el lobo intenta evitar al humano, pero si deciden ir a por ti, oirás sus terroríficos aullidos hasta que te den caza. Huy, me estoy dando miedo yo misma a mí misma. :) Un beso.
EliminarA partir de hoy creo que me van a gustar menos los faunos. En el próximo paseo por el bosque estaré más alerta e intentaré que no se nos haga de noche. Aunque, si te digo la verdad, me encantaría correr la aventura de escuchar esos aullidos y luego poder escapar a toda prisa. Muy lograda esa atmósfera entretejida de misterio y miedo, Matrioska.
ResponderEliminarMe encantó poder reconocerte y saludarte, aunque fuera solo un momento. Un beso.
¡No lo hagas, insensata, que si han decidido que eres tú su presa te darán alcance seguro! :D A mí también me encantó poder darte un beso en persona, cada año es más difícil poder charlar aunque solo sea un poquito con todos, para la próxima nos reservamos unos minutos, ¿hecho? Un beso grande, Juana.
EliminarRecuerdos de niñez...noches tibias de verano, sentados en una escalera de casa de pueblo...alguien empieza a contar una historia de miedo. Comenzamos a escuchar sonidos...parecen provenir de la chopera que enmarca el cauce del río...
ResponderEliminarTu relato es evocador de aquellas sensaciones. Muy bueno, Matrioska.
Un saludo
Qué bueno, Rafael, te acabas de marcar todo un relato. Tú sí que evocas, con tu bello comentario, esos inolvidables momentos de días felices... y lejanos. Muchas gracias y un beso.
EliminarNo hay nada mejor para saber que es el miedo, que adentrarte en un bosque a media noche, y si, como dices, le sumas espíritus y demás...
ResponderEliminarYo no andaría mucho por esos bosques, a no ser, que esté en el otro lado de la historia.
Antes, cuando el lobo acechaba por los montes, los mayores contaban historias fantasmales para que los más pequeños se guardaran de aventurarse por las noches en los bosques. El miedo era la mejor manera de estar seguros. Muchas gracias por tu visita, A. R. Payán, creo que es la primera vez que coincidimos, aunque seguro que nos veremos más. Un saludo.
EliminarMatri, qué miedo...
ResponderEliminarMe encanta leerte, pero a ver ahora... cómo me meta en la cama y sueñe con esos espíritus...
Un beso.
Malu.
No te preocupes, Malu, lo mejor anti pesadillas es tener una buena escopeta bajo la almohada. ;-) Muchas gracias y muchos besos, guapetona.
EliminarMatrioska, si leer tu relato produce escalofríos qué será sentirlo de verdad...
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos apretados.
No me gustaría nada comprobarlo. Aunque ya le comento a Ángel mi encontronazo de madrugada con un lobo, era tan joven que ni fui consciente del peligro. También es verdad que volvíamos de las fiestas de un pueblo andando y montando tal escándalo que los pobres lobos debieron pensárselo dos veces antes de acercarse a esa panda de zumbados, jajaja. Un beso enorme, Pilar.
EliminarTu relato imprime ese temor instintivo, intuitivo y ancestral, sin duda, pues estoy seguro que cualquiera que lo lea o a cualquier niño que se lo leas, sentirá el temor y un escalofrío que le recorrerá la espalda de arriba abajo. jejeje! Si hubiera un apartado de "Relatos para no dormir", lo incluiría con éxito asegurado.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Matri.
La supervivencia del lobo se vio en peligro por la acción del hombre y no tuvo más remedio que atacar al ganado, y cuando eso no era suficiente y el hambre apretaba, también los niños se convirtieron en sus presas. Ahora pocos lobos hay, pero hasta hace no mucho, ese miedo era vital inculcarlo. Da mucho miedito pensar que una manada de lobos va tras de ti. :) Un beso enorme, Isidro.
EliminarDe qué modo más bonito has reflejado el aura de leyenda que los lobos llevan consigo, y eso que empiezas describiendo el miedo en su forma más ancestral y genuina. Me encanta el relato palabra por palabra, pero esas "siluetas plateadas aullando en lo alto del risco" ya...
ResponderEliminarEnhorabuena, Matri.
Un abrazo.
Es curioso, el micro está construido a partir, precisamente, de esa frase. Si es que… ;-) Qué poquito disfruté de ti en la quedada, aunque sí pude saludarte y eso siempre es todo un placer. Muchas gracias, Enrique, y un beso grande.
EliminarAullidos que unen a la manada para cercar a la presa en un baile de muerte. Muy bueno, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarAhí le has dado, se guardan de ser vistos y eso todavía aterra más a la presa, mientras que los aullidos se convierten en una melodía de muerte. Un abrazo de vuelta, Salvador, y muchas gracias.
EliminarLos lobos me resultan fascinantes. Son valientes individualmente e inteligentes trabajando en equipo. Su mala leyenda y la invasión de sus hábitats por la ganadería expansiva los han puesto al borde de la extinción. Pero son increíbles. Hablaría de ellos sin parar.
ResponderEliminarDesde las primeras palabras de este evocador, sugerente y poderoso texto, ya los presentía antes de llegar a esa preciosa descripción de las siluetas plateadas. La luna sobre los lobos es una estampa de ensueño. La fuerza del misterio de la naturaleza y del instinto natural conjugadas en dos palabras. Maravilloso.
Pero hay otra lectura paralela que me sugiere tu relato, aunque reconozco que la pinza se me va un poco. Pero metafóricamente, esos espectros del bosque son también los espectros creativos que salen de caza para cercar la presa del relato y hacerla suya a dentelladas, palabra a palabra, frase a frase.
A ti la noche de caza se te ha dado genial, Matrioska. Enhorabuena. Me ha encantado conocerte. Para la próxima a ver si conseguimos un ratito para una parrafada, que dure algo más que un comentario. Un beso.
Se agradece esa estupenda y generosa segunda lectura tuya, Manuel. Sí es verdad que los lobos son fascinantes, y es injusta esa animadversión hacia ellos cuando siempre se mantuvieron alejados del hombre hasta que no tuvieron más opción porque peligraba su supervivencia. Guardo la preciosa y mágica imagen de esa formidable silueta bañada por la luna y ese resplandor en los ojos que, en honor a la verdad, imponía lo suyo.
EliminarAunque nos saludamos casi al final, ahora que ya nos conocemos podremos para la próxima entrar a saco desde el primer momento. ;-) Un beso, Manuel.
Un estupendo relato, muy bien planteado y escrito. Felicidades Matrioska.
ResponderEliminarBesitos.
Muchas gracias, María José, eres un encanto. Besitos de vuelta.
EliminarUna de las cosas que más me gusta de tus textos es la ambientación, creo que ya te lo he dicho alguna vez. Y lo corroboro. Al apelar al "tú" del lector, nos sumergimos inevitablemente en la noche del bosque y sentimos todas las sensaciones que has descrito de modo tan visual. No sé si temo más a los posibles espíritus que lo pueblan o a los lobos, por muy hermosos que los hayas reflejado en esa imagen soberbia.
ResponderEliminarEncantada de leer tu magnífica historia de terror y de haberte saludado en la quedada, que se hizo breve para charlar a gusto con todo el mundo. Un beso, Matrioska.
Muchas gracias, Carmen, es todo un lujo contar con tu comentario, y un placer escribir para lectores como vosotros, tan grandes y tan generosos. También yo me quedé con las ganas de poder charlar un poquito con muchos de vosotros, tendríamos que hacer quedadas de una semana para poder hacerlo. :) Un beso grande.
ResponderEliminarEl ambiente que creas es denso, penetrante y fascinante. Construyes como nadie los relatos, Matri. Están dotados de un ritmo y un cuerpo que muy pocos consiguen y eso hace que se disfruten en forma y fondo.
ResponderEliminarEs cierto que los lobos han sido de las criaturas que más han disparado la imaginación, miedo y desesperación de los hombres, pero nosotros no nos quedamos atrás; prácticamente los hemos exterminado. De hecho, si cambias la palabra aullando por 'recargando armas', tienes el mismo relato pero desde el lado de los lobos.
No me ha gustado, Matri, me ha fascinado. Enhorabuena.
Un abrazo.
Absolutamente de acuerdo, e incluso, si me apuras, ellos temen mucho más al humano y razón no les falta. Agradezco mucho tus palabras, animan a seguir dando guerra. Un beso fuerte, Antonio, y manda otro igual de fuerte a tu simpática y guapísima Aurora.
EliminarMiedo, he sentido la mirada y el olor de esos lobos. Siempre regalándonos emociones.
ResponderEliminarNunca he visto un lobo, pero un perro logró que todo el pelo se me pusiese de punta y ese día supe lo que es oler el miedo. Como siempre estupendo. Bicos a esgalla.
Hay perros que también dan mucho miedito. :) Muchas gracias por tu visita, mi Maitechu, ya sabes que me encanta “verte”. ;-) Besazos mil.
Eliminar