Indeciso
Observa, desde la puerta, expectante. Alrededor del féretro permanecen visiblemente consternados sus hermanos, cuñadas y algunos sobrinos; su desconsolada esposa, sus tres afligidos hijos. Acaban de presentarse también varios amigos íntimos, nada más enterarse de la noticia. Él, no obstante, duda si abandonar la habitación o quedarse allí para siempre.
Genial, José Antonio. Me gusta especialmente el surrealismo y este relato tuyo me trae a la memoria La Tercera Resignación, de García Márquez. Enhorabuena paisano. Un abrazo, Au.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Aurora (Au), por tu comentario. Que mi modesto cincuenta te haya recordado un relato de García Márquez es para mí más que suficiente.
EliminarUn abrazo, paisana recién descubierta gracias al destino.
Nos seguimos leyendo.
José Antonio, pues yo lo que haría si fuese tu protagonista es irme de allí, aunque a lo mejor antes les daba un buen susto. Además su cuerpo ya lo van a tener ahí para siempre.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un abrazo, José Antonio.
Claro que tú te irías de allí, Javier, pero tú no eres ningún indeciso. Lo del susto no es buena idea, porque podría darse la circunstancia de que a un indeciso se sumaran otros.
EliminarGracias por comentar.
Un abrazo y nos seguimos leyendo.
José Antonio, con un estilo impecable nos muestras una historia que, como dice Au (lástima que no pudiera charlar con ella más tiempo en nuestra quedada) es un relato de un humor surrealista en el que muestra a un protagonista yacente de lo más educado.
ResponderEliminarMuy bueno, amigo.
Pablo
Tú siempre tan amable y atento, paisano. Te doy envidia, Pablo, porque yo sí tuve ocasión de compartir charla con Au, a la que descubrí en la quedada cincuentista como paisana «pata negra» (me desveló que su padre es de Estepa, ¡toma ya!). Fue un rato muy agradable. Bueno, agradable fue toda la jornada madrileña.
EliminarTe agradezco tu comentario, como siempre. Y ya sabes: nos seguimos leyendo.
Hola, José Antonio.
ResponderEliminarUn texto grande. Para mí que juega a hacerse el muerto para calibrar las reacciones de los asistentes, si lloran o no, qué dicen (el oído es el último de los sentidos que se pierde)y decidir si se queda o se marcha de esa habitación. Estoy de acuerdo con el enfoque absolutamente surrealista del micro. Estar tendido no deja de ser muy cómodo, por otra parte. Mi mayor enhorabuena y un abrazo fuerte.
Muchas gracias, Eduardo, por tus palabras, tan atentas y amables, hacia mi modesto cincuenta. Podría ser como tú bien dices, aunque también cabría la posibilidad de que no quiera marcharse simplemente por pereza o porque nunca tuvo, ni siquiera en vida, nada claro. Y de ahí su indecisión inveterada.
EliminarUn abrazo y nos seguimos leyendo.
!Qué bueno! Una mirada distinta. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Maite. Sí, hay una mirada distinta: desde la puerta. Desde ese punto, se ve todo mejor. Pero al final tendrá que tomar una decisión.
EliminarUn beso para ti y nos seguimos leyendo.
Después de conocerte en persona y comprobar tu gran humanidad, no me extraña nada que tu protagonista, igualico que tú, no pueda decidir si es mejor partir o quedarse para siempre con los suyos.
ResponderEliminarUn abrazo de miedo.
Siempre cuesta desarraigarse, querida Patricia (¡qué alegría más grande haberte conocido y no solo a ti, ya sabes!). A mí, sin ir más lejos, me costó irme de Madrid tras un fin de semana tan intenso y lleno de emociones, que seguirán aquí conmigo durante muchísimo tiempo.
EliminarUn abrazo de mi parte. El mío, sano como una pera.
Amigo José Antonio, el día que la ciencia logre revertir el momento de la muerte, ¿qué van a ser de los relatos como éste..?, jeje.
ResponderEliminarNo tengo claro que su duda entre partir o quedar no venga de alguna "deuda pendiente" con alguno de esos asistentes, ignorantes que aún anda suelta y activa ese ánima...
Como siempre, gran relato.
Un abrazo
Rafael, ese día, que podría llegar (si antes el mundo no desaparece como lo conocemos), nos obligará, al menos a mí, a dedicarme a otra cosa, algo que viendo los excelentes relatos que tengo la oportunidad de leer por aquí me planteo mes tras mes.
EliminarLa duda del que se queda pero que se tiene que ir no la sabe ni él mismo. De ahí su indecisión.
Gracias por tu comentario, muy amable por tu parte. Fue un placer conocerte aunque hablamos muy poco. Ya habrá otra ocasión, seguro.
Un abrazo y nos seguimos leyendo.
La nutrida concurrencia que comparece es casi una quedada en casa del difunto, como suele suceder; no me extraña que el hombre dude, pues si son como las nuestras, se pierde algo importante.
ResponderEliminarMe gusta el ritmo que marcas con la llegada de parientes y sobre todo, ese giro, que nos presenta al protagonista en el limbo que nos anticipa el título.
Se abre el telón con tanta intensidad como se cierra. Enhorabuena y un abrazo, señor de Estepa. Encantado de conocerte, José Antonio. Un abrazo.
Creo que si de pronto se alzase como un resucitado, los que desaparecerían serían los allí reunidos.
ResponderEliminarMe hizo ilusión conocerte en persona, lo que me confirmó la estupenda idea que tenía sobre ti en tus relatos y comentarios.
Saludos y hasta la próxima, José Antonio
Tu protagonista es una buena persona. Consciente de los trastornos que ha ocasionado ya a todos, seguro que a su pesar, no sabe si hacer lo que debería y le toca, que es marcharse allá donde le corresponda, o permanecer hasta que se hayan ido todos, para no desairar a nadie.
ResponderEliminarHay una cosa que no quiero volver a escuchar (o leer), me refiero a eso que hablamos de la calidad y la cantidad que me dejó marcado; la prueba es este relato, que está sobrado de la primera palabra. La otra, ya fuera de lo literario, es un consejo-broma, con todo el afecto: cuando vuelvas a Madrid ya sabes que igual hace menos frío del que te advirtieron.
Un abrazo grande, José Antonio
Hay una frase... " me gustaría asistir a mi funeral, sólo por ver que cara pongo".
ResponderEliminarYo me quedaría y disfrutaría el momento.
Genial micro.
Un saludo.
Seguramente, la eternidad requerirá otro escenario, pero puede abrazar su nueva realidad sabiendo que se le recordará. Surrealista e irónico relato, José Antonio. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarUn genial micro, como todos los tuyos, amigo Jose Antonio. La eternidad tendrá que esperar hasta que todos desfilen ante su tumba. Un muerto muy considerado, amable y encantador. Me gusta la sensibilidad que impones en el relato. Corto pero lleno de contenido. Un gran abrazo.
ResponderEliminarCompones una perfecta estampa de los allegados al difunto. El hombre, ante tal congoja general y rodeado de los suyos, no sabe cómo actuar para no desairarlos. Se nota que ha sido un buenazo y aún le queda este último miramiento.
ResponderEliminarGenial, divertido y muy humano, amigo José Antonio. Un placer haberte conocido personalmente. Un par de besos.
Marcharse allá donde fuere o quedarse como espíritu donde ya no perteneces. Una vuelta al 'ser o no ser' para transformarlo en un 'ser o estar'.
ResponderEliminarNos haces imaginar la dureza del natural desarraigo que la muerte exige, la natural reticencia a abandonar todo el peso de lo humano, frente a la ingravida incertidumbre de un destino incorpóreo.
Efectivamente, me ha gustado. Lo mismo que conocerte y comprobar lo confortable que es tu compañía.
Un abrazo, José Antonio.
José Antonio, me parece que tu protagonista será un eterno indeciso. Jajaja. Ya dicen que "genio y figura hasta la sepultura".
ResponderEliminarBuen micro. Enhorabuena.
Besos.
Si tuviésemos la oportunidad del protagonista, viendo desfilar a familiares y amigos afligidos ante nuestro cadáver, también nos entrarían dudas de qué hacer. Creo que no tendremos ese dilema. Muy buen relato, por lo surrealista y bien contado. Felicidades, José Antonio. Fue un placer poder saludarte. Un abrazo.
ResponderEliminarParece que hay un espectador de lujo; el protagonista es testigo de ¡su propio entierro! Un micro cargado de nostalgia y melancolía al ver la impotencia del alma del difunto por ver a sus seres queridos llorarle. Muy bien contado. Un abrazo.
ResponderEliminarMucho me temo que finalmente tendrá que decidirse, y quizá sólo tenga una opción, no en vano la muerte no atiende a nuestras voluntades. Pero ese instante de duda transmite tanta ternura y humanidad por parte del difunto que todos quisiéramos que no sólo pudiera quedarse sino que también tuviera la posibilidad de abrazar a todos sus seres queridos. Gran personaje en resumen el que nos has traído, José Antonio, tan entrañable como cercano a pesar de estar en el más allá.
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo. Y déjame decirte otra vez que me supo a poco nuestra charla.
Un abrazo.