La escuela
A través del rojo del paraguas, el mundo deja de ser gris. Mariana y Juanita tiemblan de emoción al entrar. Los pupitres ahora son mesas para adultos. Las manos marchitas, por los muchos años de bregar, escriben temblorosas. Uno más uno son dos. Los recuerdos de tiempos pasados, cien mil.
Carmen, narras con muchísimo sentimiento esa sensación que tienen las personas mayores al regresar a la escuela. Tal vez en su infancia no pudieron ir por diversas causas. Pero ahora lo hacen con la ilusión de un niño.
ResponderEliminarMe gusta mucho como lo has contado.
Besos, Carmen.
Muy lindo tu relato, Carmen. Tiene ternura y poesía para expresar esa oportunidad de volver a la escuela, ya en la vida adulta. Felicitaciones! Saludos
ResponderEliminarTristemente melancólico, Carmen, definiría yo a este fenomenal relato.
ResponderEliminarSuerte y un besito virtual
Hola, Carmen.
ResponderEliminarEs un gran micro el tuyo. Al final vuelvo la vista atrás. La escolarización de los mayores cargada de nostalgia. Las cuatro reglas. El paraguas rojo. Pero qué bonito. Enhorabuena y un beso.
Una nueva aventura y unas mentes curiosas. Nunca es tarde para seguir aprendiendo.
ResponderEliminarUn micro esperanzador.
Un saludo.
Me gustó tu relato, realmente. En pocas palabras, evocas un mundo del que se habla poco con mucha sensibilidad. Un abrazo.
ResponderEliminarA través de las letras el mundo deja de ser gris, ese paraguas rojo no es tan inocente como parece. Qué orgullosa me siendo de tus protagonistas. Enhorabuena a ellas por su valentía y a ti por compartir un relato tan tierno. Un abrazo, Au.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, mis queridas amigas y amigos de esta gran página. El micro está dedicado a alguien muy especial. Tenía 70 años cuando inició su andadura. Ella y su amiga se volvieron a sentir jóvenes. El mundo gris que era su vida cobró color y todo un universo de ideas nuevas las hizo vivir de nuevo la infancia. Un gran abrazo para todas y todos vosotros.
ResponderEliminarMuy emotiva la entrada en la escuela de estas dos mujeres bregadas por la vida. El descubrimiento del alfabeto y de los números les dará, al fin, el color que siempre les faltó. Los adultos que deciden aprender merecen nuestro aplauso y nuestro reconocimiento.
ResponderEliminarMe ha encantado el micro, Carmen. Un beso.
Aquello de "nunca es tarde para aprender" no es un dicho a la ligera. La sana inquietud y el afán de superación, junto con las ilusiones, son los motores que mueven el mundo y mantienen vivas de verdad a las personas. Tu relato refleja muy bien el ejemplo de estas dos mujeres luchadoras.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen
Los recuerdos, las vivencias, no entienden de números ni letras, pero, sin duda, nunca es tarde para abrazar el conocimiento y, en parte , la libertad. Precioso relato sobre la ilusión y las ganas de vivir. Un abrazo, carmen.
ResponderEliminarQué bien recreas, Camen, la emoción de quien acude a la escuela de adultos ilusionado por aprender a leer y a escribir, de tomar la oportunidad que no disfrutaron cuando niños. Durante un curso impartí estas clase en La Rambla, un pueblo de Córdoba, y también yo guardo casi cien mil recuerdos bellos de ese momento.
ResponderEliminarPrecioso y emotivo relato. Un abrazo.
Hermoso relato transmite la emoción de aquellas a las que les han dado la oportunidad de aprender cuando no pudieron en su día.
ResponderEliminarValientes y sabias. Muy emotivo.Un beso.
ResponderEliminarUn regreso a la escuela que descorre la gris cortina del futuro y abre de par en par pasadas sensaciones. ¿Qué importan las manos marchitas si la voluntad es tersa? Encarar el final de la aventura de vivir aprendiendo, es la lección más profunda para quienes la empiezan.
ResponderEliminarUna buena historia que has hecho grande al contarla como lo has hecho. Felicidades, Carmen.
Un abrazo.
Carmen, el paraguas rojo cambia el color de sus vidas y ese regreso a la escuela les cambiará la vida. Aprender es la mayor revolución que podemos llevar a cabo, a cualquier edad.
ResponderEliminarHermoso relato de superación personal. Enhorabuena.
Besos apretados.
¡Cuánto sentimiento hay en tu cincuenta, Carmen!
ResponderEliminarNos trasladas las primeras impresiones de dos mujeres, mayores, que van a la escuela, que regresan a la escuela (de adultos), para aprender ahora (nunca es tarde), porque la vida, dura e insensible como una piedra, en su día no les permitió hacerlo. Pero siempre hay algo de esperanza, nos cuentas, si hay ganas y esfuerzo. A Mariana y a Juanita, ambos no les faltan. Nervios, tampoco.
Enhorabuena por tu cincuenta. Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Muy bonito, Carmen. Lo que cuentas y como lo cuentas. Tras, quizá, demasiados años, esas dos mujeres pueden retomar, o tal vez iniciar esos estudios que no tuvieron ocasión de cursar. Y menos mal que se "atrevieron" a acudir a esas clases, me da que, desgraciadamente, otras no querrían, por vergüenza o desánimo. Besos y suerte.
ResponderEliminarUn micro esperanzador, Carmen. Imagino el mundo de Mariana y Juanita. Mujeres que vivieron una epoca donde la mujer se dedicaba a las tareas del hogar y solo permitia aprender sus labores. Valientes mujeres que no dejan el ultimo tren escapar. Emotivo y precioso. Abraxos.
ResponderEliminarUn relato que hace realidad eso de "Más vale tarde que nunca". En Mariana y Juanita están representadas muchas personas que han vivido esa experiencia. Dura, por no tener la oportunidad de cultivarse siendo jóvenes, pero a pesar de todo enriquecedora, al poder hacerlo de mayores. Muy emotivo y ejemplarizante tu micro, Carmen. Un beso.
ResponderEliminarPrecioso micro, Carmen. Nos llega esa indescriptible emoción que sienten tus protagonistas al, después de bregar durante años con "sus obligaciones", tener la oportunidad de volver a ir a la escuela que un día tuvieron que abandonar. Muy bonito, de verdad, mi enhorabuena. Un beso.
ResponderEliminarSuscribo una,por una todas las palabras de Matri, y no es por pereza, es que no sabría expresarlo mejor. Veo difícil tratar este tema de un modo más hermoso.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carmen.
Un abrazo.