Navidad perdida
Los adornos de Navidad siguen ahí, un mes después. El espumillón arrugado se esconde por los rincones. Con el postre todavía dan un poco de turrón.
A ellos les dan igual los adornos o el turrón. En sus miradas vidriosas esas fechas entrañables hace tiempo que ya no se celebran.
A ellos les dan igual los adornos o el turrón. En sus miradas vidriosas esas fechas entrañables hace tiempo que ya no se celebran.
Hola, Maest.
ResponderEliminarParece que dibujas seres desenganchados de la ilusión de felicidad. Seres inapetentes, conformistas o conformados. Esas arrugas y esas miradas vidriosas me hacen pensar en una residencia o similar y en seres sin memoria, con la memoria perdida. Un paisaje desolador el que pintas, y por desgracia habitual. Me gusta como cuentas sin contar, implícitamente. Enhorabuena. Un beso o abrazo, como corresponda.
En este caso la realidad supera a la ficción. Es muy triste entrar en un sitio adornado y que los que allí habitan ya casi ni sienten ni padecen.
EliminarAunque es cierto que los que los cuidan necesitan algún brillo, aunque sea el de una estrella de purpurina.
Besos Eduardo.
Gracias
La Navidad como época de ilusión, sobre todo vinculada a la infancia, mengua de forma inevitable, como la vitalidad y el físico que nos sustenta, a medida que pasan los años. Pronto nada empieza a ser lo mismo en esas fechas, hay ausencias, tal vez hasta enfados donde antes hubo cariño. El espumillón y el turrón pasan a ser parte de una rutina, de un querer resurgir lo que fue, ya no es y nunca será. Tu última frase lo dice todo, cuando habla de "fechas entrañables" que "hace tiempo que ya no se celebran".
ResponderEliminarTu relato, justo publicado hoy, Día de Reyes y víspera del comienzo de ese "a otra cosa mariposa" que son las programadas rebajas, deja el regusto triste de que todo se termina, de que la decadencia, preludio del final, llega, queramos o no. Aceptarlo y llevarlo lo mejor posible debe ser ese arte en el que nos esforcemos a diario. Algún día, si llegamos, todos seremos ancianos, nos habrán pasado muchas cosas, no todas buenas, de nosotros depende llevarlo o no con sabiduría. En este sentido, tu relato invita a revelarse contra esa resignación, o así lo veo yo.
Un abrazo
Estas fechas son de y para los niños. Cuando crecemos vamos perdiendo la ilusión por los brillos y buscando el lado oculto y quizá un poco retorcido de todo.
EliminarOjalá la infancia nos durara un poco más. sobre todo en estas fechas.
Un abrazo Ángel
Hay quienes no celebran la Navidad, personas desafortunadas de "miradas vidriosas". Tu relato alude a seres marginados por alguna razón, a excluidos sociales: ancianos abandonados o enfermos que vegetan en alguna institución. La ambientación es decadente, impera la desidia porque apenas se ocupan de su bienestar. En estas fechas que hoy acaban nos recuerdas que existe otra realidad, mucho menos brillante y mucho menos entrañable que la que propaga la publicidad.
ResponderEliminarUn relato para remover conciencias. Un abrazo, Maest.
en los centros de tercera edad se supone que están bien atendidos. Pero ver esas caras que miran a ninguna parte impresiona. DEberíamos sacar más tiempo para aunque fuera jugar un rato al parchís o ver la tele con ellos.
EliminarAbrazos CArmen
Una magnífica visión del lado oscuro de la Navidad, la que tienen las personas que vegetan en vez de disfrutarla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, con tanto brillo y regalos de colores a veces piensas en cómo será no disfrutar de estos días. O simplemente ver disfrutar a los protagonistas. Pero hay situaciones en las que ya no hay solución. Triste pero cierto.
EliminarUn abrazo Asun
Me parece que el relato marca el punto de no retorno, el momento en que la vida deja de serlo como tal. La falta de estímulo para disfrutar de lo bueno y lo bello y, por contra, enervarse ante lo adverso y lo injusto, nos sitúan más cerca de lo inanimado que de lo vivo.
ResponderEliminarUna reflexión, o una inflexión, con mucho calado la que nos traes con este estupendo micro, Maest. Felicidades. Saludos.
Qué bien lo describes, Maest. Por desgracia, así han sido estas navidades para mi padre, y aunque los que trabajan en la residencia no pueden ser mejores y han puesto todo de su parte, es muy doloroso saber que ya no habrá más navidades para él en familia. Un beso.
ResponderEliminarUna instantánea que sintetiza el fin del amor y el comienzo de la ruptura, con el pretexto de la Navidad.
ResponderEliminarImágenes sensoriales que nos hacen adentrarnos en la historia.
Suerte y feliz, 2018, Esperanza.
Todos intentamos lo mejor para nuestros mayores. Es triste para ellos y para las familias. Un beso.
ResponderEliminarNavidades perdidas en unas miradas perdidas.
ResponderEliminarTriste reflexión la tuya, Maest, pero no irreal.
Saludos cordiales.
No se puede reparar la tristeza maquillándola. Todos esos adornos y dulces quizá produzcan el efecto contrario en unos corazones entregados casi por entero a una dolorosa nostalgia.
ResponderEliminarMe encanta la sensibilidad y la precisión con que lo has plasmado, Maest. Enhorabuena. Fue un placer conocerte personalmente.
Un abrazo.
Bueno, después de una nueva lectura del relato y también de los demás comentarios, veo que quizá en esas mentes ni la nostalgia tenga un papel muy activo.
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