No puedo vivir sin ti
Éramos Marie y Claire, amantes inseparables. Recuerdo las íntimas horas que pasamos una sobre otra en una acogedora habitación; la suavidad con que nos rozábamos en nuestros paseos; los baños de espuma que nos dábamos en un extraño artilugio. Pero te perdí, y ahora agonizo en una bolsa de basura.
Enrique, excelente la historia de esta pareja de protagonistas que todo lo compartían a "medias", cuando he visto sus nombres he recordado el famoso anuncio de TV que protagonizaban y la música del mismo, muy pegadiza.
ResponderEliminarGenial forma de contar la historia de unas simples medias, personalizándolas de forma maravillosa. La imagen del baño de espuma es genial, esa visión de la lavadora es muy buena.
Gran título, para un relato muy ingenioso, escrito de forma maravillosa. Muy bueno, Enrique.
Un abrazo.
El dulce amor sensual parece envolver a estas amantes en su onírico devaneo lésbico. Marie y Claire, toman vida llevadas de la mano del ingenio del autor, como amantes felices y cuentan sus días sin medias tintas, pues son una pareja feliz, hasta que, como a todas, el desgaste del tiempo y las circunstancias les pasa factura (roces continuados, centrifugados, sietes fortuitos...)terminando sus días felices en el más deplorable abandono.
ResponderEliminarEl paralelismo está servido. Haga cada lector su interpretación, goce con el cuento erótico o sufra con su demoledor final, incluso reivindiquen quienes quieran el derecho al amor físico y al goce carnal, cuando tiene su envoltura en el mismo sexo.
Un divertimento que es mucho más que el ejercicio de ingenio, ya en sí es magistral, pues alcanza el paralelismo para analizar situaciones de vida y obtener una linda conclusión que en palabras de Safo sería algo así como "lo que es bello es bueno..."
Me descubro, Enrique, ante la afilada punta de tu ingenio, capaz de hacernos degustar esta delicatessen amparada en el nombre de una marca comercial.Tu fina pluma y su delicado vuelo, nos ofrecen este encaje primoroso, un ribete sensual que hace hoy de Cincuenta un lugar mucho más apetitoso.
Un fuerte abrazo, Enrique, y enhorabuena por tu relato. Si vas a la quedada, te lo doy en persona.
Enrique, qué bueno e inspirado!
ResponderEliminarMás allá del amor a las cosas, el amor que las cosas llegan a tener entre ellas. Sobre todo si comparten, "sin medias tintas" (como apunta Manuel graciosamente), características afines, mundos simultáneros, vidas paralelas. Paralelismo que circunstancialmente se rompe para propiciar sutiles, casi imperceptibles para los demás, amorosos encuentros...
Un saludo.
No hay nada más triste que un calcetín o media desparejado de su gemelo o gemela. No se entienden la una sin la otra, siempre han funcionado a la par, compartido movimientos, elegancia y vueltas conjuntas y acuosas dentro del tambor de la lavadora. Por algún misterio que nadie ha sabido aún descifrar, que sucede demasiado a menudo, una de ellas desaparece; la existencia de la otra entonces pierde todo su sentido. De nada sirve que intente buscar otra pareja para rehacer algo parecido a lo que fue su existencia, ya nada será nunca lo mismo. Pasar de elemento destacado, no exento de encanto sensual y naturaleza útil, a objeto de desecho, debe ser lo más parecido a la muerte. El buen humor, el ingenio y el paralelismo con los humanos, que han creado a tu protagonista y a su homóloga desaparecida, forman un cóctel divertido y muy interesante. Aquello de "mejor solo que mal acompañado" no es posible ni aplicable en todos los casos. Hay personas que no saben estar solas, como hay prendas que no tienen razón de ser si no se desdoblan en otro objeto paralelo, con el que tanto se identifican que llegan a ser intercambiables.
ResponderEliminarEl título es de lo más sugerente y real, como todo el relato.
Un abrazo grande, Enrique. Hasta dentro de poco que nos daremos otro que no será virtual.
Hola, Enrique.
ResponderEliminarLa quintaesencia de la literatura implícita. Esa pareja de medias que lo comparten todo, la insufrible lavadora inclusive. Hasta la desaparición de una de ellas. Del amor, las medias y la muerte, acordándome del Schopenhauer. El texto es sencillamente genial. Un abrazo fuerte.
En tu relato estas dos mitades de una misma prenda femenina están certeramente personificadas con el nombre de una marca comercial. Convertidas en amantes, asistimos a una relación lésbica y sensual, hasta que el paso del tiempo las separa y la vida de una ya no tiene sentido sin la otra, condenada ahora a perecer en un contenedor. Tiene muchos matices tu micro, Enrique: el amor que da sentido a la existencia, la compañía, la sensualidad, el deterioro y decadencia temporales y cierto humor del que haces gala en muchas ocasiones sí recordamos la letra y las imágenes del anuncio de las medias.
ResponderEliminarEl relato es genial, porque de un pequeño anuncio eres capaz de hablar de temas fundamentales de la literatura. El título es magnífico. Así pues, te doy la enhorabuena por la calidad más que probada de tus letras.
Un gran abrazo y hasta muy pronto.
Genial y divertido, Enrique. Poco tengo que añadir a lo que han dicho ya los compañeros. Un abrazo que pronto será real.
ResponderEliminarSr. Angulo, su relato me parece ingenioso, divertido y un tanto provocador. Su estilo me inspira y anima a seguir escribiendo. Le deseo mucha suerte, si llega a la final.
ResponderEliminarCon ese sentido del humor marca de la casa, compones un enorme relato a propósito de uno de los anuncios más reconocibles de nuestra generación. Es una historia que hace sonreír por lo ocurrente de la idea, que maneja muy bien el equívoco, que dota de amorosa ternura a lo inanimado.
ResponderEliminarHas conseguido un micro redondo, Enrique, de una calidad maestra y enormemente disfrutable, Felicidades.
Un fuerte abrazo.
¡Qué idea tan ingeniosa y divertida, Enrique! Después de esas frases tan sensuales, cómo íbamos a pensar en unas medias. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarEnrique, has creado una atmósfera sensual y envolvente, tomando como base uno de los anuncios que ha hecho historia en publicidad.
ResponderEliminarTe felicito por la idea tan buena.
Saludos afectuosos.
Y lo peor de esta triste historia es que, como no se han cansado de repetir a lo largo de los años, "no son medias, son enteras", lo que hace aún más penosa la pérdida. :) Muy ingenioso, sí señor. Felicidades y un beso, Enrique.
ResponderEliminarGenial
ResponderEliminarLo qué hace la publicidad, te ha salido bordado. Un beso.
ResponderEliminarDos medias hacen un todo, se necesitan. Un tándem de cercanía y amistad, si una desaparece la otra pierde su esencia. Genial, Enrique. Un abrazo.
ResponderEliminarEnrique, al principio del relato parece que trata de una relación amorosa entre dos mujeres, para descubrir al final que las protagonistas son un par de medias.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Besos apretados.
¡Qué bueno! Ambigüedad muy bien llevada hasta el final. Saludos.
ResponderEliminarPor exigencias del guion –de ese que nos escribe no sabemos quién- no he podido responder a todos los comentarios que me habéis hecho, como suele ser mi costumbre. Lo siento, y sólo me queda daros las gracias. Un abrazo colectivo.
ResponderEliminarTrágica historia de amor la que has hallado, Tocayo. Ciertas prendas de lencería pueden resultar sensuales por sí solas, dada su relación directa con el cuerpo femenino, pero en este caso el camino que toman estos panties nada tiene que ver con esta connotación sensual, sino con la eterna idea del amor en pareja y de como el roce acaba trayendo el cariño.
ResponderEliminarIngenioso y lleno de un humor triste.
Enhorabuena, Enrique.
Un abrazo.