Nunca

Su padre siempre le dejaba conducir la furgoneta, montar el puesto de venta, atender a los clientes, guardar el dinero en la caja, desmontar el puesto de venta, conducir de vuelta a casa, guardarlo todo en la cochera.

Lo que nunca le había dejado su padre era ir al colegio.
Escrito por Plácido Romero - Twitter

17 comentarios :

  1. Plácido, la historia que narras es muy normal es zonas agrícolas y entre gente que antepone antes la necesidad a la educación.
    Un hijo que puede hacer de todo menos estudiar.
    Buen relato, Plácido.
    Un abrazo.

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  2. Plácido, la historia que no narras es muy frecuente entre los vendedores ambulante de los mercadillos. Los niños les acompañan desde edad muy temprana, aunque falten al colegio. La necesidad de comer es mayor que la de aprender.
    Un micro pura realidad.
    Besos.

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  3. Nunca podrá pasar desapercibido este relato, Plácido. Con una sola negación extiendes el manto de todos los nuncas que envuelven la historia del protagonista, sin una sola ueja. Me parece un relato extraordinario.
    Se te echó de menos ayer. Un abrazo.

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  4. Siempre y nunca, como una mala moneda. Enhorabuena, me ha parecido muy bueno. Un beso.

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  5. Tres líneas llenos de "siempres", que creemos generosos, al llegar al "nunca" final, que enlaza con el título, vemos que se trataba de todo lo contrario, en un vuelco que todo lo cambia y pone en su sitio, aunque sea un sitio equivocado.
    Un abrazo, Plácido

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  6. Una crítica importante a esos padres que EXISTE!!!! Saludos.

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  7. Por azares profesionales he sido testigo de la realidad que tan bien dibuja tu relato,Plácido, el resultado son personas que sufren falta de oportunidades que, en muchos casos, acaba en marginación social. Romper ese circuito requeriría de muchas inversiones y de políticas, que hoy por hoy, son una utopía. Un abrazo.

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  8. Esto suele ocurrir, sobretodo en familias numerosas, donde uno de los hijos debe ocuparse y ayudar al padre en su trabajo.
    Desgraciadamente, lo has reflejado a la perfección.
    Mucha suerte y saludos

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  9. Obligado a madurar a la vida sin la oportunidad del conocimiento. Gran relato, Plácido. Un abrazo.

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  10. ¡Qué bien presentas el drama, Plácido! Y pensar que yo lo creía cosa del pasado, porque en las grandes ciudades normalmente no lo ves. Qué horrible es la falta de oportunidades. Me trajo a la memoria un programa de la TV francesa que vi hace mucho tiempo. El hombre tenía dos hijos superdotados y cuando le hicieron el test vieron que también él lo era. Podía haber triunfado en cualquier carrera. Y cargaba cajones en el mercado.
    Un saludo.

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  11. Una historia trágica, amigo Plácido. Todavía quedan niños que no conocen las escuela. Viven sus vidas al margen de los otros niños, del conocimiento que un día les daría la libertad de elegir. Duele ver que esto es un drama real. Un abrazo.

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  12. Cuántos niños maduran antes de tiempo en los trabajos familiares sin haber pasado por la escuela, sin haber recibido una formación mínima a la que tienen derecho.
    Aunque los tiempos son otros, me has hecho recordar al niño yuntero de Miguel Hernández. Todavía quedan muchos chiquillos a los que salvar.
    Enhorabuena por el tema elegido y por la estructura impecable del relato. Una lástima que no vinieses a la quedada, Plácido. Un fuerte abrazo.

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  13. Una larga descripción que desemboca en una inevitable y terrible consecuencia al inmiscuirse el mundo de los adultos en el de los niños.
    Me hubiera gustado mucho haberte conocido el sábado, Plácido. Espero poder hacerlo en otra ocasion.
    Un abrazo.

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  14. Esa furgoneta y otras furgonetas creo que anduvieron por las carreteras de la Cadena Ser, y que la que conducía Ángel Saiz llegó incluso a introducirse en los estudios de la radio y salir luego, convertida en ondas hertzianas, por el espacio.
    La tuya ha llegado hasta esta página y otras estarán por ahí mal aparcadas o infringiendo las normas de tráfico, vaya usted a saber.
    El microcuento que lleva la tuya me recuerda al neorrealismo italiano, y más concretamente, a la película de Vittorio de Sica Ladrón de bicicletas, pues cuenta una historia de ignorancia, pobreza y marginación que, a pesar de lo mucho que ha avanzado la sociedad y a lo que han cambiado las leyes, seguro que sigue sucediendo, pues por muy rico y avanzado que sea un país, nunca consigue solucionar ciertos problemas que parecen maldiciones bíblicas, aunque suelen ser las lacras del ser humano de siempre.
    Y aunque este niño de tu historia tiene familia, familia que antepone la supervivencia a la educación y la cultura, me recuerda también una canción de Paxti Andión titulada Canción para un niño en la calle.
    Pues todas esas historias de injusticias con los más débiles, o sea, los niños, se engarzan unas con otras y forman algo así como el título del libro de Borges, una historia universal de la infamia, en la que, si viniese alguien de otra planeta y lo viese nos diría: “Se os tenía que caer la cara de vergüenza por permitir esto”.
    Excelente microcuento, Plácido, un abrazo.

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  15. Un solo nunca puede echar por tierra muchos siempre. Felicidades por este gran micro, Plácido. Un abrazo.

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  16. Muy buen relato, Plácido. Infancias en las que, desgraciadamente, mandan unas circunstancias nada favorables.
    Besitos.

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