Odio la pasta
"No puedo más", me dijo. Hizo su maleta, se fue golpeando la puerta.
Esa noche dormí poco. Cuando salí, cerré, el pomo aún mantenía su olor. Regresé, la casa vacía. Dos platos intactos de espaguetis boloñesa, únicos testigos de nuestra última cena, me recibieron con una cruel y asquerosa sonrisa.
Esa noche dormí poco. Cuando salí, cerré, el pomo aún mantenía su olor. Regresé, la casa vacía. Dos platos intactos de espaguetis boloñesa, únicos testigos de nuestra última cena, me recibieron con una cruel y asquerosa sonrisa.
Hola, Ismael.
ResponderEliminarLa última cena, qué triste. La despedida, a lo mejor con vuelta, quien sabe. Y los espaguetis dibujando una sonrisa, entrelazados. Es para odiar la pasta, de todas todas. Me gusta tu propuesta. Un abrazo.
Muy bueno. Me gusta el detalle: "el pomo aún mantenía su olor".
ResponderEliminarEs triste, siempre es triste, lo has cerrado muy bien con esos testigos. Un beso.
ResponderEliminarTodas las despedidas son tristes. Aquí se acentúa ese sabor con los platos fríos de pasta que parecen burlarse de su suerte. Como para odiarla.
ResponderEliminarUn abrazo, Ismael.