Pizza con champán
Firmemente atado a una camilla, tomo pizza de un plato imaginario, y lleno una copa incorpórea con champán.
Parapetados tras cristal y gesto grave, celadores, letrados y otros sádicos observan.
Los ignoro. Apuro el champán. Siento un pinchazo y fuego, y unas burbujas heladas que hormiguean detrás de mi nariz.
Parapetados tras cristal y gesto grave, celadores, letrados y otros sádicos observan.
Los ignoro. Apuro el champán. Siento un pinchazo y fuego, y unas burbujas heladas que hormiguean detrás de mi nariz.
Son infinitas las perspectivas posibles. Gran relato. Feliz año.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Luis. Me alegra que veas muchas perspectivas, ya que mi problema es que normalmente escribo relatos demasiado explícitos, donde no hay lugar para más de una interpretación. Te deseo un muy feliz 2018.
EliminarGeorges, quiero entender y a lo mejor me equivoco, que estamos ante una ejecución. El condenado a muerte libera sus últimos pensamientos con esa pizza con champán.
ResponderEliminarLa frase central de los "observadores" es muy buena, y que llames a ese público "sadico" es un acierto pleno.
Y en tu párrafo final ese "pinchazo y fuego" es lo que me lleva a mi interpretación.
Un relato genial, Georges, muy bueno, me ha encantado, enhorabuena.
Un abrazo.
Me alegra mucho que el micro te gustara. Como siempre, tu interpretación es la correcta, o mejor dicho, coincide con mi idea al escribir el relato. No sé si mi protagonista estaría de acuerdo con ella, como habrás visto, tiene, tenía, tendencia a escapar de la realidad.
EliminarGracias por tu comentario, Javier, Feliz año nuevo. Un abrazo.
Me encanta tu relato, Georges. Palabras especialmente escogidas para una historia original y creativa. Yo quiero brindar con "una copa incorpórea con champán" porque tengas un buen año 2018. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. María José. Yo brindaré a tu salud con una copa muy corpórea, burbujeante y casi helada de extra brut.
EliminarUn abrazo y que tengas un fantástico 2018.
Yo también estoy con la idea del condenado a muerte. Aunque no conocemos si es un brutal asesino y violador o que motivo ha podido llevarle a esa situación (injusta de todas la formas), al verlo tan entero en ese momento, casi sentimos lástima o algo de empatía con él. Me ha gustado, Georges. Saludos y suerte.
ResponderEliminarGracias, Jesús. No sabemos qué crimen cometió el protagonista, ni siquiera estamos seguros de que haya cometido alguno, por lo que la pena de muerte muestra toda su injusticia. En realidad no sé si él lo que tiene es una gran entereza o solo está alejado de una realidad que no acepta y se aferra a su fantasía como a una tabla de salvación. En mi caso, la empatía con el protagonista viene por el lado de la pizza con champán. Jeje.
EliminarSaludos. Y mis deseos de que tengas un muy feliz 2018.
Hola, Georges.
ResponderEliminarMe apunto a la interpretación de Javier Puchades. Es un reo que va a ser ejecutado mediante inyección letal. Es un texto formidable: nos vas dando pistas y al cabo nos sentimos inteligentes porque hemos comprendido el objetivo final de lo que ibas dejando caer. Y nos da placer ello. Me parece un micro muy importante. Feliz año nuevo y un abrazo grande.
Estimado Eduardo, creo que sobrevaloras mi micro. Prácticamente la totalidad de lo que he escrito son relatos muy claros, muy evidentes, donde dejo poco o nada para la interpretación del lector. En Cincuenta he visto que son mucho más interesantes los micros donde no todo se dice claramente, y eso es lo que he tratado de hacer en este caso, dejando de lado mi habitual preocupación de que no se comprenda lo que escribo. Si lo he conseguido, me alegro mucho, porque esta forma me es ajena y no me resulta fácil.
EliminarGracias por tu comentario. Deseo que tengas un muy feliz 2018.
Un abrazo grande para ti.
Después de leer los comentarios, me encaja la visión de una inyección letal a un condenado. La verdad que, en primera instancia, interpreté a una persona dentro de la habitación de un manicomio mientras los celadores lo observaban. Viendo que este se comportaba locamente le inyectaron tranquilizante. Pero, ciertamente, la visión del condenado me convence mucho más.
ResponderEliminarUn abrazo, Georges.
Tu primera interpretación no andaba muy errada, Enrique. La conducta de mi protagonista no es nada normal, pero no se trata de un demente sino de un soñador empedernido que logra que su fantasía triunfe sobre la realidad, que durante la inyección letal su cuerpo sienta el pinchazo pero su mente disfrute del champán imaginario.
EliminarUn abrazo y mis deseos de que tengas un muy feliz 2018.
Al leer el título había pensado tomar una copa y acompañarte, pero va ser que no Georges (jeje), y eso que el relato me gusta muchísimo. Poliédrico de principio a fin, llevados por un tono jocoso y festivo, acabas desvelándonos la última representación del bufón ante su propia muerte. De una parte burla, de otra tragedia, has concitado, y de qué manera, un montón de sensaciones contradictorias ante su lectura que le dan una riqueza descomunal al texto.
ResponderEliminarAcertadísima esa primera persona y ese corte de mangas al auditorio, que crea un distanciamiento con la situación que, n principio, desdramatiza, pero que luego, nos sacude con su propuesta de enfrentar con humor lo irremediable. Para otro día dejo el comentario de hablar sobre la conciencia, la del condenado y la de los que condenan, que es Año Nuevo y no quiero cargarte, que quiero que sea un año de plenitud para ti y tus letras.
Estimado, Georges, un abrazo fuerte. Entre tú y Antonio queda dado el aldabonazo de salida para el mes de enero. A disfrutarlo.
Estimado Manuel, para escribir mi micro solo pensé en un soñador que, ante hechos adversos acostumbra refugiarse en su fantasía, y lo llevé a una situación límite. En ella su imaginación pudo más que la realidad, lo que, te confieso, me provocó un pelín de envidia.
EliminarLa riqueza descomunal que tú mencionas está en tu interpretación y comentario y no en el relato.
Tu habitual amabilidad te llevó, en cierta forma, a asociar mi nombre al de Antonio. Con ese genio del lenguaje y los relatos, coincidimos en el día de publicación, lo cual podría llevar a comparaciones. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero si se produjeran en este caso, serían devastadoras para mis micros. Jeje.
Gracias por tus deseos para el nuevo año. Yo espero que todos los tuyos se cumplan y además volver a verte muchas veces en el primer lugar de la lista.
Un abrazo fuerte, Manuel.
Nos llevas de una situación a otra con "letrados y otros sádicos observan" con arte, y la primera persona es acertada y perfecta. Muy bueno, Gerges, muy bueno. Un bico grande.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu generoso comentario, Maite, sabes que me gusta escribir en primera persona. Incluso alguna vez me han expresado sorpresa por haberme atrevido a tratar algún tema de esa forma.
EliminarUn bico grande para ti, que los deseos para 2018 ya te los he dado y me quedan pocos.
Gracias, Georges, espero tener prontas noticias tuyas, y mis deseos van también para ahí. Un bico.
EliminarLa última cena de tu sentenciado a muerte es imaginaria, o quizá este reviviendo la de la noche anterior. Personalmente, pienso que la pizza es una muy buena elección. Me gusta como mezclas el burbujeo del champán con la inyección letal. Buen micro Georges para abrir boca este nuevo año.
ResponderEliminarUn abrazo
La pizza, especialmente si viene acompañada de champán, es siempre una buena elección. De hecho he incluido esta combinación en varios relatos, por aquello de que lo que escribimos siempre incluye algo nuestro.
EliminarA mí también me gustó la mezcla de la inyección con el burbujeo, porque es éste quien prevalece.
Gracias por tu comentario, Raquel.
Te deseo lo mejor para 2018.
Un abrazo.
Llego un poco tarde y no soy nada original, pues tras leer tu relato un par de veces me apunto a la interpretación de la inyección letal. Un condenado, tu protagonista, que en lugar de arrepentirse, se centra en pequeños detalles imaginarios para sobrellevar un momento tan duro, el último siempre debe de serlo, más cuando se conoce la fecha y la hora y es la consecuencia de supuestos actos cometidos. No sabremos qué habría hecho este hombre para merecer esa ejecución, ni voy a detenerme a pensar si deberían existir, pero has sabido ponernos en su lugar en esos últimos momentos, que ha sabido vivir con una actitud digna.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año, Georges
Más tarde llego yo en responder porque este mes estoy muy corto de tiempo. Voy contestando de a poco y después empezaré a comentar, mucho más tarde que tú.
EliminarEl micro, después de que se capta la historia, no da para muchas interpretaciones, así que no tienes necesidad de originalidad, déjala para hacer derroche de ella en tus relatos, como siempre.
Para que el protagonista se arrepienta, primero debe ser culpable,| y no sabemos si lo es.
Como tú dices, saber la fecha y hora de caducidad debe de ser muy duro, sobre todo cuando se acerca la fecha, pero si lo supiésemos con muchos años de anticipación es probable que viviéramos más intensamente.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel.
Que tengas un muy feliz 2018.
Un abrazo.
Georges, has descrito perfectamente los últimos momentos de un condenado a muerte ejecutado por una inyección letal.
ResponderEliminarCoincido con los compañeros, un micro muy bueno.¡Enhorabuena!
Besos.
Gracias, Pilar, aunque… reconozcamos que no es un condenado a muerte muy común. No sé, lo digo yo, que no he conocido a ninguno.
EliminarBesos para ti, con mis mejores deseos para el nuevo año.
Este condenado a muerte decide vivir los últimos momentos de su vida con la libertad interior que su imaginación le proporciona. Frente al sadismo de quienes lo ajustician, opone el placer imaginario de la comida y la bebida. Has construido un relato de denuncia en el que el reo sabe sacar un as de la manga para hacer más llevaderos sus últimos momentos: la inyección le quema por dentro, pero las burbujas del champán chispean en su nariz.
ResponderEliminarMagnífico, George. Denuncia de la pena de muerte y canto a la vida. Un abrazo hasta la otra orilla.
De eso se trata el micro, Carmen, de la libertad interior. Si tienes la suficiente fuerza de voluntad, o la dosis necesaria de locura, pueden quitarte la vida pero no pueden controlar tus pensamientos y tus fantasías.
EliminarAgradezco tu comentario y te retribuyo el abrazo desde este lado del charco.
¡Muy feliz 2018!
Con la perspectiva de un sentenciado a muerte, desgranas su retrato psicológico en los últimos momentos antes del final. Ese aferrarse a pequeños placeres antes de caer al abismo, tu explícita crítica al expectáculo de la muerte y la descripción de la última sensación, componen un relato tremendamente intenso, reforzado por la acertada narración en primera persona.
ResponderEliminarUn gran micro, Georges, Enhorabuena.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario, Antonio. Como de costumbre, eres muy generoso.
EliminarSin entrar a analizar la barbarie de la pena de muerte, creo que hay formas de morir mucho más penosas. Lo digo pensando en las enfermedades largas y dolorosas. Pero esos dramas no tienen publicidad, porque carecen de la “necesaria” función de escarmiento. Tampoco tienen el poder de convocar el morbo de las “tricoteuses” y, muy ligado a esto, su atractivo para inspirar un micro no es de los más glamurosos.
Un abrazo. Te deseo un muy feliz 2018, en el que nos sigas deslumbrando con tus relatos.
Muy bueno, Georges. Reflejas muy bien ese último momento en el que, sin ninguna esperanza, tu protagonista recurre a la imaginación para recrear una escena placentera en la que deja sin papel a los que le están ejecutando. Felicidades y un beso grande.
ResponderEliminarMe alegra que hayas captado perfectamente el espíritu de mi micro y que además te gustara. Es un honor viniendo de una gran escritora como tú.
EliminarEnhorabuena por haber estado entre los finalistas de Diciembre. Y gracias por comentar, Matrioska.
Besos.
Georges, creo que retratas a la perfección el escenario de una ejecución, la huida de la realidad dela víctima y el sadismo o gusto por el morbo de los observadores.
ResponderEliminarExcelente.
Pablo
Gracias, Pablo, aunque no creo que la reacción de mi protagonista sea muy típica de los ejecutados, pienso que todos ellos tratarán de alguna forma de evadirse mentalmente en las horas y minutos finales de esa terrible experiencia.
EliminarUn abrazo.
Yo también he visto a un condenado a muerte en el protagonista. Esa prodigiosa imaginación que le brinda la manera de poder evadirse de la realidad, paliando el horror de los últimos momentos de su vida, me parece envidiable. Muy interesante y bien contado, Georges. Un abrazo.
ResponderEliminarTú lo has dicho, Juana, esa manera de escapar de la realidad es realmente envidiable. Ya la quisiera yo para problemas infinitamente menores.
EliminarGracias por tu comentario,
Un abrazo y te deseo un fabuloso 2018.
Pues yo primero vi a to protagonista en un manicomio, aunque también cabía la interpretación de la ejecución.
ResponderEliminarEs un relato extraordinario. Empezáis todos muy fuertes el 2018. Enhorabuena.
Un beso.
Malu.
La situación es bastante alienante y tiene mucho en común con la de quien es dominado con una camisa de fuerza en un manicomio. Además la forma en que mi protagonista encara la ejecución requiere una buena dosis de locura.
EliminarGracias por tu comentario, Malu.
Un beso y mis deseos de que tengas un fantástico 2018.
Hay que intentar siempre sacar lo mejor de cada instante que la vida nos da, pero cuando se trata del último y se es consciente de ello, con más motivo. En este caso tu personaje tenía dos opciones claras donde elegir: observar atentamente todos los detalles de su inmediata realidad, terrible esta, o enajenarse de ella adentrándose en un sencillo aunque gratificante placer, y parece que ha optado por la mejor.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan buen relato, Georges.
Un abrazo.
Por supuesto, estoy de acuerdo contigo en que hay que aprovechar cada instante. Pero… cuantas veces la preocupación por algún problema pendiente viene a estropearnos el disfrute pleno de un tiempo que debería ser de puro goce. Es que, en general es difícil controlar nuestra mente.
EliminarSin embargo, con la fantasía todos los problemas se pueden superar. Por lo menos en los relatos.
Muchas gracias por tu generoso comentario, Enrique.
Un abrazo.
Enfrentarse a la muerte con la ayuda de la imaginación. Original propuesta, Georges. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Cómo enfrentarse? Para los creyentes está la religión, la que, para quienes no lo son, solo es otro tipo de fantasía, con lo que, al final, esta vendría a ser la única herramienta efectiva para enfrentarse a esa señora de la que tú me hablas.
EliminarGracias por tu comentario, Salvador.
Un abrazo.
Georges: esto es originalidad en estado puro. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Gladis, eres muy amable con tu comentario.
EliminarMis más cordiales saludos
Ya desde buen comienzo, con solo cuatro palabras,nos situas en el escenario de la acción y nos pones en antecedentes de las circunstancias y personales del protagonista, lo cual es ya muy meritorio. Luego, nos aproximas a la locura, armado tan solo con un trozo de pizza y una copa de champán. Y rematas la historia con un inquietante y abierto final. En suma, un gran relato, Georges.
ResponderEliminarSaludos.
¡Hola, Carles! Gracias por tu generoso comentario.
EliminarAprovecho para felicitarte por tu posición en el podio del mejor micro del año. “El hombre que está triste y azul” es uno de mis relatos favoritos, Es tierno como pocos y siempre lo recuerdo con una sonrisa y mucho cariño.
Saludos.
Bonita forma de enfrentarse a la inyección letal!!! Tomando su última cena imaginaria.
ResponderEliminarMe parece genial que un condenado a muerte pueda abstraerse de esa manera a los acontecimientos por lo que está pasando.
Muy bueno, George. Besotes
Yo creo que sería la mejor forma de enfrentarse. Por supuesto que eso requiere un gran dominio sobre la mente… o una locura total.
EliminarMe alegra que el micro te gustara.
Besotes para ti, Olga.