Starfish
Conocí a un marinero inglés que recogía estrellas de mar. Afirmaba que eran sueños escapados de la prisión de un astro apagado que les había impedido volar. Las rescataba del mar del olvido y las ayudaba a recordar su misión. La mía lo ha conseguido: hoy nadaba en tus ojos.
(Si aparece por duplicado, pido disculpas...no sé que le paso al aparato éste..)
ResponderEliminarNormalmente, al menos en épocas anteriores, los marineros ingleses eran más proclives a "recoger" otra clase de cosas, sobre todo si poseían cierto valor crematístico, pero veo que éste en cuestión era más "sentimental".
En todo caso, me alegro del efecto que parece haber causado en la narradora. ¡Que disfrute de la travesía!
Evocador relato de aventuras marinas, Patricia.
Un saludo
Rafa, esos marineros son de otro cuento... En este toca remar detrás de una estrella, o de una ballena, o de lo que cada uno decida, pero sin parar hasta alcanzarlo.
EliminarEscritora moñas a su servicio. :)
Perseguir tus sueños, sí señora, ¡contra viento y marea!...y contra el corrector automático, si es preciso.¡¡Te ha maltratado en tu respuesta, MAÑA...!! jeje
EliminarYo también, a la orden...mi capitana...
Un beso
Que buen giro lirico desde la fantasía a la realidad utópica. Te deseo que tu estrella te devuelva a la lirica. Bss de los do ya sabes. Ah gracias por divulgar mi blog atados al azar
ResponderEliminarFantasía rima con utopía. ¿O con distopía? Voy a seguir recogiendo estrellas y te dejaré algunas en tu blog.
EliminarBesicos para los dos.
Si pudiéramos elegir un superpoder, sería el de hacer posibles los sueños. Fundirse con quien se anhela forma parte de ellos. Decirlo con las últimas tres palabras de este relato remata un texto lleno de imaginación, sensibilidad y un contar bello que roza la lírica.
ResponderEliminarUn abrazo marino
Dame el abrazo y olvidemos lo demás... Yo me pido el superpoder de rayos x en los ojos. No creo que sirva para nada, pero tiene que molar un montón fulminar a los malos con la mirada.
EliminarAbrazo de secano del norte.
Qué maravilla de relato, Patricia. Con el paraíso de los cuentos de fondo, nos dejas una declaración de amor de un lirismo intenso, elegante, perfecto. Parece que las frases adquieran vida propia y se expandan salvajes por lugares y tiempos que sólo tú conoces, para regresar domesticadas de sugerente inspiración.
ResponderEliminarQué maravilla. Patricia. Cómo lo he disfrutado.
¡Gracias!
Un fuerte abrazo y un besazo, que te los has ganado.
¡Me he ganado un abrazo y un besazo de Antonio Bolant! Eso es porque he sido buena y me lo he comido todo. ¿Vendrán ahora los Reyes?
EliminarMuchas gracias, mi maestro jedi.
Noble tarea la de aquel enigmático marinero inglés que supo descifrar el porqué del existir de las estrellas de mar; pues, al igual que las botellas donde los náufragos envían sus mensajes, las estrellas del mar, como luminosas estrellas del firmamento, contienen nuestros más profundos sueños y anhelos. Feliz aquel que libera esos sueños del olvido y les permite volver a ser libres para que puedan cumplir su sagrada misión.
ResponderEliminarBravo, Patricia; una vez más, un relato soberbio. Gracias por escribirlo y permitir que forme parte de nosotros. Quizá ese marinero inglés tuyo pueda encontrarse, en sus viajes por los siete mares, con la sirena de mi relato. Algo me dice que se llevarían bien.
Un abrazo de mar.
Te puedes imaginar cómo me quedé al leer tu relato. Qué bonito hubiera sido coincidir en el mismo día. Tal vez tu sirena sabe que la inquietante y horizontal calma del océano es la clave para descifrar el enigma de las estrellas que se hunden en el mar. Cuando sea mayor me tatuaré una en el tobillo para que ilumine mis pasos hasta debajo del agua.
EliminarUn abrazo de los que flotan.
¡Qué delicia de relato! Poético, imaginativo, escrito con exquisita sensibilidad. Enhorabuena, Patricia.
ResponderEliminarMe sumo a Luis Jesús; tu marinero y su sirena están hechos el uno para el otro.
Olas de saludos
Seguramente las estrellas eran la excusa del marinero para salir en busca de su sirena.
EliminarOlas de gracias, Clara.
Hola, Patricia.
ResponderEliminarUso ojos inmensos por los que nadaba una starfish. Un texto donde lo lírico se impone y consigue mucha mayor eficacia que un e-mail o que una carta de correo, por muy encendida o rotunda que se encuentre su preñez, sus adentros. Hacen falta legiones de esas estrellas de mar portadoras de tan lindos sentimientos y estrategias. Consigues hacer verosímil lo imposible, aquello que no obliga. Te felicito por ello con entusiasmo y con un beso. Feliz todo para ti siempre. Te saludé en la quedada y, novato de mí, sospechaba que eras alguien importante para esta sede. Ahora confirmo el por qué.
Ja, ja, ja, ten cuidado: soy la tormenta... Digo el tormento de esta comunidad de buenas personas que me aguantan estoicamente para que no se me alborote la gallina que vive en mi cabeza. Los relatos los escribe ella, como se percibe.
EliminarMe gustó mucho conocerte. Un abrazo, Eduardo.
"Nadar en tus ojos"... O remar en ellos, buscar/explorar, tal vez perderse en los fondos, casi ahogarse o sin casi... Qué maravilloso acercamiento el que haces a la definición de lo que es amar al otro. El mar, el amor: sólo la"o" no comparten. ¡Hay tanto del uno en el otro y del otro en el uno!
ResponderEliminarPatricia, fantástico! Da la sensación de que al escribir surfeas por las crestas de olas altísimas, donde el vértigo. En fin.
Saludos!
¡Qué chulo! Surfear por donde el vértigo no sé, pero tontear lo hago muy bien. Es que últimamente se lee mucho drama por aquí y ya tengo ganas de que llegue la primavera y regresen los lobos de mar con sus barcos repletos de estrellas.
EliminarMuchas gracias y un abracico, Carmelo.
Patricia, barcos repletos de estrellas, dices, y el firmamento titilante de bellas y muy bien escogidas palabras, esa es la magia de escribir. ¡Ah!, y la sonrisa (que le comentas a la compañera Gloria), qué gozada el escritor/a que la provoca, no sólo por humor, no. Dicen que la sonrisa responde a muchas emociones, incluido el miedo, que no es el caso. Quienis escribís como escribís, conseguís (is-is-is-is) provocar chisporroteos en la sangre, ahí es nada, y eso es lo que más cuenta; aunque no siempre trascienda el prodigio en forma de sonrisa.
EliminarSaludos!
:)
EliminarPartir de un marinero inglés que recoge estrellas de mar, acariciar el alma del lector descubriendo que esas estrellas son sueños escapados de la prisión de un astro apagado (¡Toma ya!), embellecer aún más el relato (algo imposible si no eres Patricia Richmond) rociándolo con pinceladas de ingenio capaces de continuar la historia con el rescate de los mares del olvido para ayudarlas a recordar (¡magistral!) y, además, culminar este monumento a la creatividad con uno de los finales más bonitos que he leído en cincuenta, solo puede estar al alcance de usted, amiga mía. Después de leer y releer y releer y releer... solo puedo dar gracias al destino por haberme traído a esta página para descubrir lo mágico que resulta el maravilloso arte de la escritura cuando el pulso lo lleva la infinita imaginación de una escritora sin techo y sin barreras.
ResponderEliminarPatri, te doy las gracias por dos cosas: por escribir y por existir.
Un besazo tan grande como tu corazón.
Pablo
Te voy a confesar que este relato se me ocurrió leyendo Stardust, del Sr. Gaiman. Quién fuera capaz de escribí como él y crear historias tan fascinantes. Yo, desde luego, no. Sólo he intentado mezclar fantasía y amor, y esta moñada me ha salido. Pero contenta, con vuestros comentarios, que sois muy buenos.
EliminarHala, exagerado del sur, circule. Un abrazote para el camino.
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Eliminar😂😂😂. Pues ya puestos, gracias Sr. Gaiman por inspirar esta maravilla.
EliminarCirculo. ☺️😘.
Preciosas palabras inspiradas por una gran persona. Gracias Patricia por crear con tu cabecita esta hermosura microscópica y permitir que nosotros la disfrutemos. No me leído todos los del mes, pero el tuyo seguro que está entre los ganadores. Besos mil. Gloria
ResponderEliminarMuchas gracias, Gloria. Si he conseguido que durante unos segundos hayáis sonreído, ya he ganado. Lo demás no me importa ná de ná.
EliminarBesos y estrellas para ti.
Hola, queridísima amiga. Si Gustavo Adolfo decía: “Poesía eres tú”, yo digo: Fantasía eres tú”. Nueva entrega de tu exclusivo modo de presentarnos los textos. Maravilloso relato, como viene siendo habitual en ti.
ResponderEliminarBesitos, guapetona.
¿Qué voy a hacer con vosotros? Me estáis empezando a preocupar... Ah, ya sé, todos al barco, a recoger estrellas. ¿Te puntas al barco de los Cincuentistas Warriors?
EliminarUn beso, M.José.
Perdóname, pero yo solo sé decir: Uf, qué bonito! Y me muero de la envidia de no saber escribir estos relatos que llegan al alma. Un abrazo.
ResponderEliminarHombre de Dios, suba al barco y otee el horizonte, que hay muchas estrellas a la deriva. Cuantos más seamos, más azul será el Danubio. Digo.
EliminarAbrazote, Pepe.
Hola querida hada, querría comentarte algo maravilloso y quedar como...yo qué sé. Me ha enamorado el relato. Un beso grande.
ResponderEliminarQué bonito, Maite, y maravilloso. Me pasman vuestros comentarios.
EliminarUn beso extrafuerte.
Los compañeros ya han desgranado este precioso relato con adjetivos que hago míos. Y, con tu permiso, Patricia, cojo un estrella para que ilumine mis sueños. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Quién necesita permiso para soñar? Encuentra tu estrella y cuida de ella para que recuerde el camino que le falta por recorrer. Como el que lleva a la próxima quedada, mon ami.
EliminarUn beso, Salvador.
He leído hace poco que descendemos de las esponjas, pero a ver si en vez de las esponjas va a ser de las estrellas de mar de las que descendemos. Será cuestión de preguntárselo a ese marinero inglés de tu historia que se dedica a tan poética y fantástica ocupación.
ResponderEliminarLo cierto es que su misión ha dado un resultado maravilloso, al menos, para la narradora del microcuento, que, no sé si convertida en lágrima o en sirena, nada ahora en esos ojos, sin duda, amados.
Así que tu personaje, además de un aventurero y un filántropo, es todo un sabio, pues no sólo se arriesga a aventurarse en ese peligroso mar del olvido –no sé cuántas vacunas habrá que ponerse y cuántas precauciones habrá que tomar para navegar por él-, además, lo hace con una loable misión, y a ello hay que añadir que tiene una gran inteligencia, pues es capaz de hacerles recordar a esas estrellas de mar que han ido a parar al lugar más terrible que uno pueda imaginarse -que no es otro que el de la pérdida de la memoria, el desconocer quién es uno y cuáles fueron las metas que se propuso en el pasado-, que tenían una misión, pero, al parecer, no una misión conjunta, sino una misión individual, cada estrella de mar la suya, cual si fuesen ángeles de la guarda a las que se les hubiese asignado velar por que se cumpliesen los sueños de un individuo en concreto.
En fin, sólo me queda desear que todas o, al menos, la mayoría de esas estrellas de mar, cumplan las misiones que tenían asignadas, que parecen ser las de devolver la felicidad a los pobres seres que somos, pues andamos siempre en pos de nuestros sueños y nuestras fantasías, y la vida, a veces cruel, nos aparta de nuestro camino con uno de esos reveses que nos dejan el alma tiritando.
Así que, con tu permiso, cojo una de esas estrellas y la pongo sobre mi escritorio, cual si fuese un maravilloso pisapapeles, pues estoy seguro de que me traerá muy buena suerte.
Por último, decirte que en el poco tiempo que tuve para saludarte y cambiar unas palabras contigo, me diste mucha mejor impresión de la que me esperaba –la cual ya era alta-, y que irradias calma y bondad, a pesar, o quizá por causa de esa gallina que, dices, vive en tu cabeza.
Mis felicitaciones por este nuevo gran microcuento y muchos abrazos.
Descendemos... ese es el problema. Tenemos que ascender, sólo así podremos recuperar las estrellas que flotan en la imaginación que no nos atrevemos a afrontar. ¿Será eso soñar? Subir muy alto y hacer piruetas sobre la cordura. Acabo de ver un breve documental sobre cómo se pudo instalar la obra del Peine del Viento en San Sebastián. Lo he retuiteado en mi cuenta de twitter. Tenéis que verlo, qué maravilla, pura ingeniería de los sueños. Si aquello fue posible, ¿quién puede dudar de la existencia de mi marinero inglés? Soñemos y vivamos.
EliminarYo hace poco cumplí un sueño que guardaba en mi corazón desde hace mucho tiempo. Conocí al gran Protoplasto y me presentó a don Enrique Angulo, una persona encantadora y tímida, como no me imaginaba. Para mí fue extraordinario conocerte, Enrique.
Gracias por un comentario tan alucinante.
Que bonito escribes Miss Richmond. El mar del olvido... en las profundidades de la memoria, los recuerdos se oxidan... Otros flotan... Y hay deseos que escribimos en la orilla del mar, y la espuma de las olas los borra, antes, de que lleguen a perdurar.
ResponderEliminarTe confesaré que estoy atravesando una etapa muy astral. Casi obsesionada con los astros, los agujeros de gusano, las galaxias... No paro de recopilar fotos, y de imaginar metáforas... Así que me ha encantado tu Starfish. Muy sugerente. Me inspira. Tú relato ha conectado con mi mundo interior. Y el final, es genial, no sólo se queda en el "preciosismo", sino que se atisba una historia reflejada en unos ojos...
Un placer leerte siempre.
Un abrazo.
Siempre me han intrigado las estrellas de mar y he escrito sobre ellas en otros relatos. Un ser vivo que tiene forma de estrella tiene que ser mágico. En la novela que he mencionado por arriba, Stardust, de Neil Gaiman (te la recomiendo si no la conoces) una estrella cae a la tierra y se convierte en mujer. ¿Qué esconden las que viven en el mar? Así imaginé mi historia y descubrí que no necesitaba más que 50 palabras para contarla. Que os haya gustado me ha hecho muy feliz.
EliminarMuchas gracias por un comentario tan precioso, Raquel.
Abracicos.
Qué preciosidad, Patricia. Da gusto leerte. A mi también me parecen mágicas las estrellas de mar. Y me encantó la película Stardust, con sus brujas malas y sus encantamientos. Tu me haces sumergirme en un mundo perfecto de fantasías creíbles. Espero el próximo. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminar¡Anda! Pues no sabía que hubiera película. El libro es mágico y he intentado imitar su atmósfera, aunque la historia no tenga nada que ver. Pero es imposible.
EliminarMuchas gracias, Carmen, y un abrazote.
Patri: ¡Qué escondida tenías esta faceta tuya tan poética!. Has construido una historia fantásticamente buena con las estrellas como "protas".
ResponderEliminarFascinante este "50", perfectamente hilado hasta "hoy nadaba en tus ojos"
Aplausos a millares, amiga
¡Qué pasada! Si a la dama negra de Cincuenta Palabras le ha gustado este relatico, ya puedo afilar el arpón. Mundo de los sueños, ¡allá voy!
EliminarGracias, MJ.
¿Dama Negra?. ¡Uy, que yuyu!
ResponderEliminarJa, ja, ya te mando un cuervo y te lo explico...
EliminarPreparome chicha fresca para distraer al ave, en su visita.
Eliminar¡Me encanta Patricia!
ResponderEliminarEl ambiente marinero, las estrellas de mar (starfihs) que lo he tenido que buscar, confieso. Ese marinero inglés que busca estrellas y ese nadar en solitario en el mar de tus ojos
¡Pero que bien escribes, nenica!
Muchísima suerte, amiga
Besico
¿Suerte, para qué? Si me hacéis volar hasta las nubes con vuestros comentarios.
EliminarUn abrazo grande, querida amiga.
Uno va construyendo, poco a poco,el mapa del universo que habita. No hace tanto que descubrí el bosque de palabras encendidas que es Cincuenta; recientemente lo poblé con algunos de sus habitantes más celebres, a los que tuve la suerte de conocer en persona; pero no ha sido hasta hoy cuando he podido ubicar el Mar de la fantasía, donde nadan las estrellas pez del corazón de Patricia.
ResponderEliminarCon mi barco zarpo a buscar esos tesoros. Un abrazo, capitana.
Hay una estrella que espera ser recogida por un chico sonriente, poeta, tranquilo y sencillo. Porque ella sabe que, en realidad, es un pirata bravucón y que el tesoro lo lleva encima, escondido en su sonrisa.
EliminarMe gustó mucho conocerte, Bocanegra.
Swami escribió: "Un octavo tipo de objeto de poder sobrenatural es una estrella de mar. A veces, en la luna llena, cuando la luna es realmente deslumbrante y golpea el océano, una estrella de mar salta del agua y se cae. Si puedes conseguir eso, puedes absorber una energía cósmica increíble. Puedes usarlo como tu propio objeto de poder. Tiene que ser solo en el día de luna llena cuando aparece ".
ResponderEliminarEsto lo sabía tu marinero inglés. ¡Seguro!
Muchos besos. Muy bonito tu relato.
Muchas gracias, Olga. Yo creo que las estrellas de mar son los seres más bellos de la naturaleza y que esconden misterios que ni imaginamos.
EliminarUn abrazo.
¡Qué bonito, Patricia! Los sueños olvidados han regresado a cumplir su misión. Qué bien has mezclado esos misterios de la naturaleza para darles sentido en el amor. Cómo el mundo esconde secretos que aún desconocemos y que nos aguardan para que no se nos olviden nuestros deseos.
ResponderEliminarUn beso muy grande. Enrique
Puede que los sueños nunca se olviden, que queden arrinconados en un ángulo oscuro de la cabeza de quien lo expulsó al reino de las sombras. Hasta que un día, sin esperarlo, alguien o algo los resucitan y vuelven a nadar en unos ojos, propios o cercanos.
EliminarMe encantó comprobar en persona que tienes la sonrisa más grande del universo.
Un abrazo, Enrique.
Creo que he soñado alguna vez con un marinero inglés parecido al que tú conociste. Le doy las gracias a él por haberte encontrado y a ti por contarnos esta bella historia de luces y sueños.
ResponderEliminarAunque me quedo con ganas de saber mucho más y aquí te dejo unas preguntas...
¿Qué me dices, Miss Richmond, de las estrellas que nos han guiado hasta ti? ¿Y qué me dices de esa estrella que llevas dentro y de la magia que desprendes? ¿Ha sido cosa de el marinero, de las estrellas, del destino o de esa hada que creo que tienes guardada dentro de ese corazón tan inmenso?
Besos mil, gracias siempre.
Malu.
Sin palabras me hallo... Que no, que yo lo que tengo dentro es una gallina. Tiene alas como un hada, sí; cacarea más que palpita; brilla de noche, por el fulgor de sus ojos zombis... Y como ya no me queda cerebro para alimentarla, atrae a las almas cándidas que se dejan engatusar para zamparse su materia gris. ¡Corred, insensatos! ¡Poneos a salvo! La hora de la gallina se acerca...
EliminarBeso muy fuerte, Malu. :)
Jo, Patricia, me ha encantado el relato. Me deja sin palabras. Creo que ya las has escrito tú.
ResponderEliminarUn besazo y otro porque no me despedí de tí en Madrid. No te vi. Estarías buceando por los mares buscando estrellas.
Es que me fui corriendo, que perdía el tren. ¡Y llegué por los pelos!
EliminarMuchas gracias, caballero, por sus bonitas palabras.
Y venga ese besazo, que lo tenía apuntado en el debe.
Siempre hay trabas para casi todo, pero para la consecución de los sueños parece que más, y si estos tienen forma de estrella, que enemigo más apropiado que un astro apagado, que en su progresivo colapso absorbe la luz de alrededor.
ResponderEliminarPreciosa historia, con ese enorme personaje, además, rescatador de sueños. Parece que no tienes techo, Patricia.
Enhorabuena y un abrazo.
Sí que tengo techo, sí. Y aunque me subo a ese tejado y me estiro, no llego ni a rozar a las estrellas de esta casa nuestra. Y eso me hace seguir intentándolo, aunque pase miedo en un parque o me rodee una tribu de yanomamis.
EliminarMuchas gracias, maestro Mochón. Abrazote.
Vaya suerte, Patricia, conocer a ese marinero inglés. ¿No te habría dado su dirección o teléfono? Creo que su misión es excelsa y muy necesaria en muchos cielos y muchos mares. Estamos escasos de sueños. Precioso y evocador micro, Patricia.
ResponderEliminarMe encantooooooó conocerte, aunque habláramos poquito. Un beso gordo.
Ay, Juana, es que estábamos muchos. Tengo la sensación de haber saludado a casi todos y no haber hablado apenas con nadie. Propongo que el año que viene organicemos la quedada en algún lugar cercano a Madrid, en plena naturaleza, que nos podamos quedar todo el fin de semana, con fuego de campamento, luna llena y aullidos de lobos. ¿Te imaginas qué historias saldrían? Busca bien al marinero inglés; aunque en Pamplona no hay mar, lo han visto entregando estrellas.
EliminarMe emocionó muchísimo abrazarte, después de tanto tiempo de amistad virtual. Creo que te lo dije.
Un abrazo inmenso, Juana.
Qué belleza de relato, Patricia. No encuentro una misión más hermosa que la de tu marinero inglés, rescatando los sueños perdidos. Pobres criaturas somos cuando dejamos de soñar. Yo quiero apuntarme de polizón en ese barco que rescata estrellas de mar, con tu permiso.
ResponderEliminarFantasía, lirismo y amor. Todo en cincuenta palabras. Magia pura. Me encantó volver a abrazarte. Un beso.
En el barco de los Cincuentistas Warriors caben todos los guerrilleros dispuestos a luchar contra la rutina y el inconformismo. Nada de polizones, amiga. Tú tienes reservado el mejor de los sitios porque la luz que irradias es fenomenal para encontrar estrellas a la deriva.
EliminarMe alegró mucho hablar contigo y poder abrazarnos.
Besote.
Estrellas de mar dispersas en el mar del olvido deseosas de escapar volando junto al que, sin temor, se afane en conseguir sus anhelos. Un texto hermoso que cobra mayor dimensión al saber que está escrito por una persona tan hermosa como tú, mi querida Richmond. Un besazo.
ResponderEliminarEn este preciso momento estoy escuchando a don Leonard Cohen, Take this waltz, y, con tu permiso, y emocionada por tu bonito comentario, estoy girando y girando por toda mi casa. Gracias a todos por un mes fantástico, quedada incluuida.
EliminarUn beso muy fuerte, Matri.
Más que un microrrelato, esto es un poema en toda regla. ¡Qué lirismo, Patricia! Me ha encantado.
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