Turno de entrada al infierno entre los maizales
Despertó ligero como la paja, pero inerte. Despojado de entrañas, nada sentía, salvo un odio desmedido, devastador. Sólo los pájaros percibían espantados tanta desolación.
Poco después, el suelo lo succionó justo cuando alguien cometía un asesinato premeditado. Ese alguien desfalleció para despertar cargado de odio, inerte, ligero como la paja.
Poco después, el suelo lo succionó justo cuando alguien cometía un asesinato premeditado. Ese alguien desfalleció para despertar cargado de odio, inerte, ligero como la paja.
¡Qué gran inicio de año! Has dado otra vuelta de tuerca a tu forma de escribir y te ha salido un relato magnífico. Este micro tendría que quedar fijo en la página, como un faro, para iluminar a los ingenuos navegantes que nos empeñamos en cruzar la línea del horizonte en busca de un cuento que nunca alcanzamos. Es posible escribir relatos redondos, y tú nos lo demuestras cada mes.
ResponderEliminarGracias y ¡Feliz año, Antonio!
Tú eres luz de faro, mi admirada escritora. Valiente como pocos en tus planteamientos y mágica como nadie en sus ejecuciones. Y si quieres un ejemplo de relato redondo, léete uno titulado 'pasos sin huella'.
Eliminar¡Cuánto me alegro de que te haya gustado, Patricia! Un besazo.
Coincido con Patricia, gran relato como de costumbre, miraré de otra manera los maizales a partir de ahora. Feliz año.
ResponderEliminarTu eres muy buena gente, Jose. No tienes nada que temer de los maizales. Ya quedaremos para tomarnos unas palomitas a la salud del espantapájaros.
EliminarGracias y un abrazo.
Hay relatos magníficos que, aun sin saber de qué hablan (entiendo que pueda ser un espantapájaros el protagonista) te dejan un sabor magnífico. Sin duda un grandísimo relato. Feliz año.
ResponderEliminarSí, es el protagonista; una especie de antesala al infierno para mostrar a los indeseables lo que les espera.
EliminarGracias por dejarme tus impresiones, Luis. A veces, saboreamos cosas de las que desconocemos sus ingredientes.
Un abrazo.
Ese maizal es peligroso, la historia se repite, acaba como empieza o empieza como acaba. Quien muere se transforma...
ResponderEliminarUn relato misterioso y que dentro de ese "espantapájaros" esconde un secreto.
Muy bueno, Antonio, enhorabuena.
Un abrazo.
Sí, Javier, esconde una especie de antesala al eterno mundo del mal, donde los condenados experimentan el horror que les espera.
EliminarMe alegra que te haya gustado, Javier. un abrazo.
Y espero la próxima para poder hablar contigo en persona.
Belleza y misterio o... ¿misteriosa belleza? En tus letras, querido Antonio, hay eso y mucho más. Mi primera alegría del año es encontrarme con tu maravilloso relato. Enhorabuena, otra vez. Continúa deleitándonos con tu arte, este año que empieza a caminar, por favor. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, María José. Ser tu primera alegría del año, ahí es 'na'.
EliminarMe supo a poco nuestro breve encuentro en Madrid, habrá que extenderlo en próximas ocasiones.
Un abrazo.
Secciona una vida y su cuerpo pasa a ser como su conciencia, liviano, inerte, seco de bondad. Y ya solo espera el relevo para cruzar hacia el fuego. Soberbio relato, Antonio. Un regalo antes de Reyes, ¡gracias! Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti Salvador, por tu lectura y acertada interpretación. Por tus comentarios. Por estar siempre ahí. ¡Gracias!
EliminarUn abrazo.
Las palabras se dejan seducir, dóciles: odio, asesinato, inerte, ligero y se amalgaman para que disfrutemos del texto. Un título largo, que conviene, y un final circular. Y la sustancia ahí, al gusto de cada cual, entroncada con la muerte y el infierno de una manera cíclica. Enhorabuena y feliz año nuevo.
ResponderEliminarMaravilloso empleo de las palabras justas para expresar la complejidad de tus impresiones, Eduardo. como siempre, un deleite leerte.
EliminarGracias y un abrazo.
Nos dejas para inciar el año por todo lo alto un relato muy sugerente, con esas imágenes misteriosamente oníricas, y magníficamente escrito, donde intuímos que algún tipo de mal parece realimentarse entre esos maizales demoníacos. Me ha gustado, Antonio. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarEl mal que también compone el alma humana, a ese mal hace referencia, al yo sobre el vosotros, al que maneja el instinto cuando lo emponzoña la razón.
EliminarGracias por tu comentario, Jesús y, como he dicho a María josé, espero tener nuevas ocasiones de charlar con vosotros.
Un abrazo.
Un cincuenta magistralmente escrito. ¡¡Vaya cómo empieza el año!! ¡¡Qué bien!!
ResponderEliminarInterpreto, modestamente, que en ese maizal, casi demoníaco, (que bien podría ser también en cualquier otra parte del mundo), se producen de manera cíclica unos atroces asesinatos cuyas víctimas se van sustituyendo unas a otras, como en un turno laboral, personificadas en un espantapájaros para recordatorio, de propios y extraño, que se han cometido, y que se seguirán inevitablemente cometiendo, esos criminales actos.
Enhorabuena, Antonio. Nos seguimos leyendo, en mi caso con absoluta admiración por tus historias.
Un abrazo fuerte.
Gracias José Antonio, tú te has ido por el lado de la víctima y... ¿por qué no? dentro de un maizal puede ocurrir cualquier cosa...
EliminarMe encantó conocerte en Madrid, con esa vitalidad y optimismo que desprendes. Ya quiero repetir.
Un abrazo.
Me turba tu relato, Antonio. Tanto que no puedo decirte que me gusta. Ese carrusel de asesinos vaciados de cualquier entraña que no sea el odio, si es que este lo es, deja suspensa en el aire una gota de ácido que me pide leerlo otra vez, y la sensación aumenta, me produce vértigo y desasosiego. No sé si aplaudirte o reprobarte esta vez, porque tanta desazón debe provenir de tu maestría con las palabras para conciliar la situación, pero estas puertas del infierno que no se sacian nunca, hablan por sí solas de la maldad cíclica que opera a cada instante vaciando a los seres de lo más preciado que poseen, sus entrañas humanas. Almas desecadas son estos espantajos del maizal(paradójicamente, su levedad nos muestra la gravedad de sus actos), señores de la muerte, servidores de los reinos infernales, creados por tu fantástica imaginación, para que amenacen mi sosiego. Despiadado autor, ¿has premeditado asesinar a este rendido lector de tus relatos con palabras? ¿Ayer me homenajeas y hoy me matas?
ResponderEliminarDúctil, tu versatilidad nos muestra en este complejo entramado, la antítesis al relato del mes pasado. Dos de las caras del mundo oculto. Hoy maldad, ayer poesía. Qué soberbio universo nos vas desvelando de cicuenta en cincuenta, Antonio.
Hasta pronto; me pagarás cara esta desazón en la quedada con un fuerte abrazo.
Gracias por tu sinceridad, Manuel. No todo es del agrado de todos, aunque parece que he conseguido el ambiente desasosegante que pretendía. Comprendo lo que me dices, a mí tampoco me gusta el terror como género, pero sí las historias que consiguen remover mi sorpresa
EliminarY qué decirte del pasado sábado, que fue un placer conocerte, eres tal como imaginaba, abierto y encantador. Espero que coincidamos en la próxima.
Un abrazo.
Redondo, un micro redondo, me ha gustado mucho te deja libre para imaginar. Muy bueno, un beso.
ResponderEliminarGracias Maite. De eso se trata, de echarle imaginación a un puñado de palabras.
EliminarUn beso.
¡Me encanta! Yo ya he visto la película entera. El espantapájaros... CHAN CHAN CHAAAN. Lo veo, lo veo Antonio. Ojalá se me hubiera ocurrido a mí.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Pues nada, Raquel, quedamos, yo me llevo la claqueta, tú la cámara y empezamos el rodaje, que visión cinematográfica te sobra, lo mismo que inventiva.
EliminarGracias y un gran abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo hay nada que vacíe más al hombre de sus mejores atributos que el hecho de arrebatar la vida a otro. En ese alma resultante tras el peor de los hechos, si no hay ningún arrepentimiento, solo puede caber el odio, el principio de todos los males de esa criatura tan compleja que domina y degrada este planeta, incapaz a menudo de convivir con sus propios semejantes. Cuando los seres llenos de potencial se convierten en oportunidades fallidas terminan succionados por el olvido o el infierno, en la forma que queramos imaginarnos. Tú has hecho una interpretación inquietante y, por qué no, posible, llena de metáforas que hacen pensar, que van mucho más allá de la idea de que los malvados tendrán un fin acorde a sus hechos.
ResponderEliminarGracias por este comienzo del año lleno de calidad y un relato de lo más trabajado.
Un abrazo fuerte, Antonio
Desde luego, ni inerte ni liviana es tu reflexión que he tenido la suerte de que me dejaras al pie de mi relato, como un regalo al pie del árbol de navidad.
EliminarGracias a ti, Ángel, por estar siempre ahí regalándonos tu inteligencia y sensibilidad.
El pasado sábado te diluiste entre el bullicio, la próxima vez no te escapas.
Un fuerte abrazo.
El ciclo del odio y de la muerte abre y cierra este relato de maldad sin absolución. Huyen los pájaros de este ser sin entrañas que hace renacer el crimen. El ser humano espanta a las otras criaturas de la naturaleza con la fuerza de su perversidad. Has construido una historia de aterradora belleza, Antonio. La intensidad de las imágenes nos alcanza hasta lo más profundo, nos duele, pero también nos subyuga.
ResponderEliminarSoberbio relato, entre los mejores de los que te he leído, que ya es mucho decir. Un abrazo enorme y hasta dentro de unos días.
Esa maldad sin absolución es un magnífico resumen al espíritu de la historia.
EliminarNo sé qué decir, Carmen; que la autora de una maravilla como "el secreto del viento" te diga esas cosas, es realmente alentador.
Me supo a poco nuestro encuentro del sábado, habrá que corregir esa deficiencia.
Un fuerte abrazo.
Enhorabuena Antonio, un relato redondo. Me encanta como vas tejiendo la trama. Y descubrir el misterio del maizal. Muchos besos y Feliz Año.
ResponderEliminarGracias Carmen por dejarme tus impresiones.
EliminarUn abrazo.
Antonio, termina tu relato de la misma manera que empieza. Tal y como indicas en el título, en esos maizales se encuentra el turno de entrada al infierno.
ResponderEliminarLos pecadores, uno tras otro, van accediendo al mismo a través del suelo, despojados de todo, excepto del odio.
Un micro misterioso, lleno de metáforas y que nos provoca inquietud al leerlo. Has logrado en 50 palabras lo que no consiguen otros con un libro entero. ¡Enhorabuena, maestro!
Besos apretados, amigo.
Has descrito a la perfección la esencia de la historia, tanto que, si hubiera sido un libro, ya tendría resumen de contraportada.
EliminarMuchas gracias por dejarme tus impresiones, Pilar y espero poder saludarte en persona la próxima quedada.
Un fuerte abrazo.
Tu microcuento me trae alguna remembranza de la película Los chicos del maíz, basada en textos de Stephen King, la cual tuvo varias secuelas. Pero, en lo que me atañe, hace tiempo que dejé de ver películas de terror, y es un género que no frecuento. Así que de lo que se haya podido explotar después ese tema no sé nada.
ResponderEliminarDicho lo cual, aunque lo que cuentas es desasosegante y no ofrece esperanza alguna, tal y como aseguran las religiones acerca del infierno, a uno, al leer tu microcuento, le queda un buen sabor en el paladar de la mente, algo así a como el que le queda al paladar del cuerpo después de haber saboreado un buen café, y eso se debe al placer que produce tu prosa tan cuidada, a la maestría con la que has narrado la historia.
Todo es inquietante en tu relato, no sabemos de qué lugar nos hablas, esa entrada al infierno -¿a cuál de ellos?- puede estar en cualquier parte, y esos personajes parecen ser criminales que son castigados de inmediato.
Que una fuerza desconocida, puesta en marcha por no sabemos quién, los succione a un averno que podemos imaginar de lo más espeluznante, produce un vértigo del que uno tiene que huir para reponerse de la impresión.
Y ese mecanismo desconocido es cíclico, no deja de funcionar, esos entes despojados de entrañas e impregnados de odio son succionados cuando otro ocupa su lugar; otro que ha cometido un asesinato en el que el odio devastador ha sido el detonante. Y luego esa extraña contradicción entre la ligereza de la paja y el odio desmedido, ¡que en tan poco peso quepa tanta maldad!
Extraño e inquietante el mundo que nos dejas, Antonio, con esa justicia automática y expeditiva con los más malvados, de la cual no me atrevo a decir si sería mejor que la que, de formas a veces trapaceras y estúpidas, intentamos imponer los humanos.
Sea como fuere, es un gran relato con muchos matices, con mucho misterio, con mucho campo para la reflexión, pocos saben dar tanto en tan pocas palabras.
Así que aquí te dejo mi admiración y un prolongado aplauso. Un abrazo.
Gracias, de nuevo, por el despliegue de matices sobre mi historia, Enrique. Como he dicho a Manuel, el terror nos es un género que me guste, y comprendo a quien piense lo mismo, pero sí valoro profundamente las sensaciones y el poso que algunas historias son capaces de generar. Este relato ha intentado caminar en esa dirección.
EliminarFue un placer conocerte el sábado, como ya sabes y, repito, la charla contigo y Enrique Caño fue una gozada.
Un fuerte abrazo.
¡Qué bueno, Antonio! Ya solo el título podría ser es un microrrelato. El del odio es un ciclo que no tiene fin, porque se realimenta. Fantástico, mi enhorabuena. Un beso.
ResponderEliminarGracias Matri. Cierto lo que dices del odio, aunque, afortunadamente, lo mismo podríamos decir del amor.
EliminarMe alegré mucho de compartir contigo la tarde en Madrid. espero repetir.
Un besazo.
Otra genialidad, Antonio. De qué forma tan magistral defines el odio. Estoy de acuerdo con Matrioska: el título ya es un gran microrrelato.
ResponderEliminarMe quedo sin palabras ante el nivel de tus escritos, tanto en la forma como en el fondo, que nos presentas cada mes.
Un abrazo y enhorabuena.
Pablo
Pues como deje sin palabras al gran Nuñez, seguro que me corren a gorrazos en masa.
EliminarAfortunadamente, la palabra es muy intensa en ti y aún tienes galaxias enteras por mostrarnos.
Fue un placer volverte a ver, amigo Pablo. Repetiremos.
Gracias y un abrazo.
Tétrico y enigmático relato, Antonio. Según reza el título, ese maizal es la antesala del infierno. Conforme los asesinos van cumpliendo los requisitos "cargado de odio, inerte, ligero como la paja" van siendo absorbidos por ese abismo del mal, uno tras otro. Como acostumbras, cincuenta palabras muy bien elegidas, que en este caso nos contagian de misterio, terror y desolación. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarTétrico, enigmático. Misterio, terror y desolación. ¡toma ya! todo el relato exprimido en 5 palabras.
EliminarGracias Juana, por tus enormes comentarios. Es un lujo tenerte siempre ahí, lo mismo que conocerte el pasado sábado.
Un fuerte abrazo.
Antonio, juro que después de leer este relato no volveré a pisar un maizal. Misterioso relato escrito con la maestría que te caracteriza. Puedes con todos los géneros y te superas cuando es imposible que te superes más. Tienes mi admiración por siempre.
ResponderEliminarMe quedo con la boca abierta, yo quiero una clase magistral el día 13, por favor...
Enhorabuena, eres grande y para mí es un lujo leerte. No se puede empezar mejor el año. Feliz 2018.
Malu.
Te digo lo mismo que a José Antonio, la buena gente no debe temer a los maizales.
EliminarAgradecido por todas esas maravillas que me dices, aunque, mira por dónde, fuiste tú la que nos dejaste a todos con la boca abierta con esa capacidad de organización y preocupación por nuestro bienestar.
Añadimos 'buena anfitriona' a tu extensa lista de cualidades.
Gracias. Por todo.
Un fuerte abrazo, Malu.
No podría decir lo que experimento al leer tu micro con mejores palabras que las de Patricia Richmond, las que comparto totalmente.
ResponderEliminarTienes un dominio magistral del lenguaje y si lo desearas, podrías deslumbrarnos con un micro vacío de contenido, pero, por supuesto eso no te alcanza y este mes nos haces explotar la mente con ese maizal donde ubicas la entrada del infierno con su diabólico mecanismo que nos asombra e inquieta y que funciona como una noria o como un torno de convento.
Recibe mi más entusiastas felicitaciones, Antonio.
Un abrazo.
Ya no sé cómo agradecerte tanta generosidad en tus comentarios, Georges.
EliminarEs una maravilla tenerte siempre ahí, animándome. Muchas gracias, muchísimas gracias.
Un fuerte abrazo, compañero.
Teniendo en cuenta que la única misión de un espantapájaros es la de infundir miedo, el de tu relato viene a ser el mejor dotado, en cuanto su potencial se renueva de manera continua con la esencia malvada de fríos asesinos, al tiempo que hace de puerta hacia el averno. Excepcional planteamiento, que nos traslada a algunas de las mejores historias de terror literarias y cinematográficas, contado con la enorme intensidad que acompaña a todo lo que escribes. Magnífica propuesta, en resumen, que no en vano ha suscitado todos los anteriores comentarios, rebosantes de un entusiasmo que comparto totalmente.
ResponderEliminarEnhorabuena, Antonio. Pones el listón altísimo con cada uno de tus relatos nada más empezar el mes. Deseando verte el sábado, te mando un fuerte abrazo como adelanto.
Gracias Enrique, has captado de maravilla las entrañas del relato. Te agradecerá siempre poder contar con tus comentarios.
EliminarCuanto me alegré de poder abrazarte en persona. Tenemos que sacarle más partido a nuestra proximidad. Si me acerco a sagunto, prometo llamarte.
Otro fuerte abrazo.
Es la forma más poética y original que he leído para describirnos la "vida", de un espantapájaros.
ResponderEliminarCon un lenguaje especialmente elaborado, has conseguido que 50 palabras se hayan convertido en todo un universo.
Feliz 2018, Antonio. Saludos
te lo agradezco, María Jesús, en especial lo de original. Con el nivel de quienes escribís aquí, cada vez es más difícil conseguirla.
EliminarMuchas gracias por tu comentarios. Lamento que no tuviéramos ocasión de charlar el sábado. Lo corregiremos.
Un abrazo.
Un ciclo infernal de condenados por una justicia que no parece terrenal. Un relato turbador, como apuntan más arriba. Una historia de desentrañados que, por culpa de su odio y maldad, en justa retribución, jamás alcanzarán la paz.
ResponderEliminarGrande, Antonio.
Que maravillosa utopía la de la justicia fuera de este mundo, aquella que asegurará que no haya paz para los malvados. La de los hombres, desgraciadamente, está demasiado contaminada.
ResponderEliminarGrande fue tu relato triste y azul, Carles. espero que este mes, uno tuyo rebrote en alguno de los tres turnos diarios.
Un abrazo y, que sepas, que se te echo de menos en Madrid.
Antonio, qué te puedo decir, escribes genial sea la temática que sea. Le pones a todo un sentimiento que va más allá de las palabras; son imágenes reales. A la vez que lees, ves. No hace falta ni imaginar.
ResponderEliminarMuy bueno, como siempre.
Besitos.
¡Qué maravilla de relato, Antonio! Consigues atraer desde la primera palabra al lector, que se ve embelesado hasta el mismísimo final.
ResponderEliminarEntiendo -si no me equivoco- que has querido describir el proceso de llegar al infierno para los asesinos. Al leer el micro, me ha recordado a alguna escena de la legendaria película "Ghost", cuando pequeñas y oscuras criaturas surgidas del suelo se llevaban al Otro Mundo al asesino de turno. Un abrazo y un placer haberte conocido personalmente.