Bola de sebo
Le dieron tres vueltas y le pusieron un bate en las manos. "¡Venga, gordo, que los tienes delante!". Un golpe seco, otro y otro lo excitaron hasta el paroxismo. Algo le salpicó en la cara. Podían ser melones, botijos, piñatas o cabezas, pero ¿quién podría culparle teniendo los ojos vendados?
Hola, Luis.
ResponderEliminarUna variante del juego de la gallinita ciega pero con mucho peligro. Pobre bola de grasa. De los gordos siempre se termina abusando. Pero parece que a él, al gordo, el jueguecito le entusiasmaba. Y no te digo a los mirones. Es un micro de terror, en definitiva, y me gusta mucho. Enhorabuena. Un fuerte abrazo, amigo.
Un personaje que se deja utilizar, hasta el extremo de seguir de forma ciega lo que otros dicen que haga, sin pararse a sopesar si todo es un juego o una barbaridad; ahí radica el principal valor de este relato, cuyos detalles quedan a la imaginación del lector, también el mensaje de que siempre hay maliciosos dispuestos a hacer de los ignorantes, susceptibles de manipular, su instrumento.
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
¡Si es que ojos que no ven!. Cuento infantil con consecuencias.
ResponderEliminarBuen relato, Luis, un saludo.
El relato es espeluznante, Luis. Los compañeros de Bola de sebo se aprovechan de su supuesta superioridad para dar rienda suelta a sus más perversos instintos. El protagonista se deja llevar a ciegas, participando del macabro disfrute.
ResponderEliminarMuy apropiado el título, que hizo de Guy de Maupassant uno de los más famosos cuentistas franceses.
Felicidades y besos.
Quien dice bate dice "defensa" y quien dice gordo dice "armario". En la línea de Ángel Saiz.
ResponderEliminarTriste, muy triste. Un beso.
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