El arte de la pesca
—Requiere mucha paciencia. Preparas el cebo, lanzas la caña y a esperar. Las ondas te avisan, pero no debes precipitarte. Si tiras antes de tiempo perderás la presa. Pero si te demoras, también.
El niño, atento a las explicaciones, decidió aprender la lección. De mayor sería estafador. Como su padre.
El niño, atento a las explicaciones, decidió aprender la lección. De mayor sería estafador. Como su padre.
¡Qué gran sátira! Yo esperando que el niño acabase en el Yemen pescando Salmón y al final su destino es muy distinto.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Enhorabuena.
Saludos, Fernando.
Pablo
No es mala idea lo del Yemen... me gustó mucho esa película. Muchas gracias por tus palabras, Pablo, esta web no sería lo mismo sin ti.
EliminarUn abrazo.
Real como la vida misma! jejeje. Muy bueno tu relato, Fernando.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Muchas gracias, Isidro. Hay mucho «pescaor» por ahí, es verdad. Lo malo es que muchos parecemos besugos esperando picar, no aprendemos.
EliminarUn abrazo, bolo.
¡Qué bueno, Fernando!
ResponderEliminarAplausos.
Muchas gracias, gran Dama aragonesa.
EliminarUn besazo.
Hola, Fernando.
ResponderEliminarLecciones de picaresca en tu texto. De picaresca delictiva, impartidas por el padre, el mejor maestro. De tal palo tal astilla, Me gusta mucho tu propuesta. Enhorabuena. Un abrazo grande, amigo.
Un abrazo, Eduardo. Si este país sabe de algo, es de picaresca. Creo que hasta inventó la palabra...
EliminarLa profesión la aprende lo mismo el carpintero que el ladrón, se me ocurre, y creo que no suena mal como refrán. Igual lo aprendí y lo he olvidado, vete a saber. Lo que a usted, señor da Casa, no se le ha olvidado es escribir. Después de disfrutar lo mío con su novela, que me ha gustado mucho y he tenido momentos memorables con su lectura, hoy disfruto también de este goloso y pícaro relato.
ResponderEliminarUn abrazo, Fernando, y doble enhorabuena.
Dobles gracias, Manuel. Comentarios como este animan a seguir escribiendo, qué narices. A ver si termino pronto la próxima novela.
EliminarUn abrazo.
La enseñanza del padre no está nada mal y es aplicable a muchas facetas, el problema es que también a algunas poco recomendables.
ResponderEliminarBien echado ese anzuelo, Fernando.
Un abrazo
Yo soy de los que pican, Ángel. Me veo más de besugo que de capitán Ahab.
EliminarUn abrazo.
Un estafador también es un buen pescador, de incautos. Muy bueno este micro, Fernando, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias, Beto. Este mundo está lleno de pescadores...
EliminarUn abrazo.
"Pescar" es todo un arte...jeje
ResponderEliminarAlgunos lo desarrollan a pié de calle y otros desde magníficos despachos con moqueta...
Buen relato, Fernando.
Un saludo.
Y la mayoría de los mortales nos dejamos pescar, Rafael. Algún día aprenderemos...
EliminarUn abrazo.
El arte de la pesca en una sabia lección de picaresca que el padre imparte a su hijo. De muy lejos viene esta tradición de latrocinio tan omnipresente en la vida actual.
ResponderEliminarMuy bueno, Fernando. Besos.
Cierto, Carmen. Este es un país de tradiciones, y la picaresca es una de ellas...
EliminarUn abrazo.
Todo un "arte" que necesita no solo de un buen maestro, sino también de un buen discípulo, y en este caso parece que seguirá viva la tradición. Muy bueno, Fernando. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. Este «lazarillo» mejorará al padre, seguro.
EliminarBesos.
Algo tendrá la profesión que atrae...
ResponderEliminarLa capacidad de los estafadores profesionales para engañar hasta al que se cree más listo ha sido objeto de estudio por parte de psicólogos además de servir como trama en muchas películas.
Muy bien contado, Fernando. Besos
Yo caería como mosca en un panal. Ojalá no me encuentre con muchos estafadores en mi vida, conmigo lo tienen fácil.
ResponderEliminarBesos, Olga.
Muy bueno, con ese maestro...Un beso.
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