El cocinero
Ella era su inspiración. Tras una noche placentera, sus guisos siempre sabían mejor; pero si discutían, se le agriaba hasta la bechamel.
Le pidió matrimonio en su restaurante. Preparó una opípara cena y escondió el anillo en la mousse de chocolate. Jamás escuchó otro eructo que le hiciera más feliz.
Le pidió matrimonio en su restaurante. Preparó una opípara cena y escondió el anillo en la mousse de chocolate. Jamás escuchó otro eructo que le hiciera más feliz.
Está claro que la cena le sentó la mar de bien. Una cena con diamantes, o con anillo, que más da, y la recompensa del amor.
ResponderEliminarVa a ser verdad que los platos salen mejor cuando se le pone cariño. De hecho es verdad.
Genial cómo lo cuentas y lo que cuentas.
Un abrazo, Carles.
Pablo
Amor y cocina....¡me apunto!
ResponderEliminarSomos criaturas básicas, en el fondo...¡Qué mejor que una comida apetitosa, con la esperanza de que acabe con un "postre" maravilloso..!
Un abrazo Carles.
Siempre se ha dicho que se puede ganar el amor de una persona por el estómago. Aquí parece que es al revés, el amor es lo que provoca que el cociné mejor. Lo que está claro que una cena romántica es el preludio de una noche fantástica. Mi única duda es si aquí la enamorada sin darse cuenta se trago el anillo, espero que no.
ResponderEliminarMuy buen relato, Carles, me ha gustado mucho.
Un abrazo enorme.
Un relato de Notinc, de fondo el disco nuevo de Coque Malla (Ya se apagan las farolas, hace tiempo que "faltaba un relato tuyo"...),¿qué más se puede pedir? Una clase de cocina, por favor. Marchando una de croquetas con tropezones de inspiración y ternura, como este cuento.
ResponderEliminarQué bonito.
!Qué ternura! Me ha gustado, es de lo que dejan buen sabor de boca. Un beso.
ResponderEliminarHola, Carles.
ResponderEliminarLa historia sentimental de una pareja resumida en tres platos y postre. La comida y el amor es un buen maridaje y el tuyo un buen relato. Enhorabuena. Un abrazo.
Una relación que comienza con una anécdota y siempre estará unida a la gastronomía, la segunda pasión del protagonista. Una y otra están relacionadas, de tal forma que una convivencia satisfactoria se verá reflejada en los platos que prepara. Es de imaginar que ambos recordarán que ella se tragó el anillo sin darse cuenta. No debe ser fácil olvidar las maniobras de rescate de la joya, desde el momento en el que volvió a aparecer de forma natural.
ResponderEliminarUn relato divertido, tierno y posible.
Un abrazo grande, Carles
El buen yantar y el buen humor hacen bien la digestión. No hace falta imaginar que con amor, hasta el eructo suena mejor. Brillante y divertido maridaje, señor chef. Una buena recomendación en el menú de
ResponderEliminarCincuenta.
Con un abrazo, Carles.
Un relato muy sabroso, dulce pero no empalagoso. Ese eructo final le da un sorprendente toque divertido. Un abrazo, Carles.
ResponderEliminarCada cocinero se expresa a través de sus creaciones culinarias, cuanto más inspirado esté, mejor le saldrá lo que cocine; eso lo sé por experiencia propia, cuando se cocina con ganas, cuando se tiene una fuente de inspiración, los platos salen redondos. En este caso tu protagonista tiene una buena razón para cocinar el mejor de sus platos, o sus mejores platos y el resultado, por lo que se ve, es más que satisfactorio.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles, se te echa mucho de menos, cocina algo para cincuenta todos los meses, no nos abandones...
Besos.
Malu.
Se dice que entre el corazón y el estómago hay una buena conexión. Que se lo pregunten a tu cocinero. El amor con el que prepara la cena no podría obtener mejor resultado: un sí sonoro y rotundo.
ResponderEliminarUn micro divertido y tierno, Carles. Besos.
Carles, nos tenías abandonados, y has reaparecido con una ironía genial, que me ha hecho reír hasta el anillo.
ResponderEliminarSuerte y hasta la próxima.
El amor y la cocina un maridaje esencial. Qué idilio sería uno que no incluyese cenas románticas y a su vez qué clase de cocinero o cocinera no pondría todo de sí para conquistar al ser amado a través de sus mejores platillos.
ResponderEliminarTierno relato que muestra las pequeñas grandes cosas que dan sabor a la vida.
Enhorabuena, Carles.
Un abrazo.
Original, irónico y muy divertido, Carles. Un abrazo.
ResponderEliminarQué importante es el amor para todo, hasta la bechamel necesita de él. :) Un eructo después de semejante demostración de amor es el mejor sí. Simpático y dulce, como tú. Un beso y felicidades, Carles.
ResponderEliminarHola Carles, me atrajo el título, el microcuento me gusta. El amor siempre está unido a la buena comida..Quién te ama si tiene hambre..Felicidades.
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