El columpio
Cada mañana lo mismo, se sube al columpio y me pide que lo impulse. Nada le entusiasma más que ese suave balanceo. Se estaría todo el día. Pero se hace tarde y debo ponerme serio para decirle:
—Venga, papá, ya está bien, que vamos a llegar otra vez con retraso.
—Venga, papá, ya está bien, que vamos a llegar otra vez con retraso.
Jaja. Es muy bueno tu micro, Rafa. Con el humor fino que tan bien dominas.
ResponderEliminarUn abrazo, campeonísimo.
Pablo
Celebro que te guste, Pablo.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Hola, Rafael.
ResponderEliminarLa vejez y la niñez tan cercanas. Si es que nos volvemos como niños con la edad. Y no es tan malo, qué va. Bueno, pues un texto de los tuyos, humor del guapo y con ese final abierto a lo que nos ofrezca nuestra imaginación. Buen texto sin duda. Y enhorabuena también por Abogados, Wonderland, REC, aquí con una disputa fratricida por llegar a la final, en contienda nada menos que con el hijo de Dios, empresa tamaña. Un abrazo muy prieto, maestro.
¿Y qué es la vida sino un continuo vaivén como el del columpio? Gracias por tus felicitaciones a una semana irrepetible. En ReC, ante el magnífico relato de Enrique, que cuenta con el respaldo de Dios, no queda más que encomendarse a una Diosa, la que llaman Fortuna.
EliminarGracias, Eduardo, y abrazo apretao.
Rafa, ya sabes que la Diosa Fortuna es caprichosa, y el Dios al que te refieres tenía muy malas pulgas, y cuando se enfurecía no dejaba títere con cabeza.
EliminarComo dice Bécquer en un verso, voy contra mi interés al confesarlo, pero te deseo suerte.
Hola, Rafael y Enrique.
EliminarHabéis ganado y habéis perdido, en el REC, con caballerosidad y compañerismo. Enhorabuena a los dos.
Bueno, Rafael, no hay nada que se te resista, ni el mismísimo hijo de Dios. Un abrazo muy apretao.
Parece quiere volver a ser niño, o en su mente ya un poco perdida, lo es. En cualquier caso si vuelve a ser feliz...
ResponderEliminarCuando nos comportamos como niños, nos damos cuenta de lo maravillosa que es la vida y somos increíblemente felices, porque ese es el estado normal y la tendencia natural del ser humano.
Me ha gustado tu micro. Besotes.
Quizás nunca dejó de ser niño, lo que no deja de ser envidiable.
EliminarGracias, Olga. Un beso.
Grande! En tu línea, padrino.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rafa Corleone.
Gracias, Isidro. Si por algo eres mi ahijado preferido, con diferencia.
EliminarAbrazacos.
El compás que se balancea entre el hoy y el ayer, traza un arco por donde pasan la ternura y el tiempo. El hijo se hizo hombre y el padre se volvió niño. Qué grande.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa. Felicidades.
Parece que alguien adelanta su madurez mientras otro retrasa su niñez. Buen complemento, en cualquier caso.
EliminarGracias, Manuel. Un abrazo.
Ainssssss... Me ha emocionado. Un abrazo
ResponderEliminarQue mis letras te emocionen ya es un gran premio. ¡Lo que voy a presumir!
EliminarGracias, Carmen. Un beso.
Por muchas vueltas que queramos darle, al final todo es un círculo que se cierra para volver al principio. Podemos verlo de una forma tierna, aunque es difícil obviar el lado triste, asociado al deterioro y al final inevitable. Nunca hay un sentimiento solo, aunque es un relato positivo, pues prevalece que el hombre parece feliz.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa-champion
Sin duda, un padre feliz como niño con columpio nuevo.
EliminarGracias, Ángel, siempre un referente de éxito.
Abrazos.
Si es que nunca debería morir ese niño que llevamos dentro... Ingenioso y divertido micro, Olivares.
ResponderEliminarSaludos anónimamente agradecidos por la sonrisa que has dibujado en mi rostro.
La sonrisa del lector siempre es el mejor premio para el autor.
EliminarGracias, anónimo amigo.
Un abrazo.
En este micro me gusta la actitud del hijo: se ocupa de su padre anciano y lo complace al seguirle la corriente. Rafa, me gusta tu micro con ese toque de humor que, casi, nunca falta en tus relatos. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos.
Un hijo consentidor que debe poner límites a la insaciable ganas de diversión del padre.
EliminarGracias, Beto.
Un abrazo.
Tierno escenario...Cuando ya estamos en esos momentos en los que tenemos más presente lo lejano que lo actual, los papeles se tornan. Pero hay que verlo como ciclo probable aunque no tenga que ser irremediable. Esperemos que la ciencia avance en ese asunto.
ResponderEliminarUn saludo, Rafa.
Hola, tocayo. Hay momentos en que uno tiene la sensación de haber transitado antes por ese camino, quizás sea añoranza porque pasamos demasiado deprisa.
EliminarGracias y un abrazo.
Cómo se invierten los papeles entre padre e hijo cuando llega la vejez. Hay ternura en la complacencia del hijo, felicidad infantil en el padre, cierta tristeza en la mirada distanciada del espectador y humor en el modo en que lo cuentas, Rafa.
ResponderEliminarFelicidades, por tantas cosas además del micro, y besos.
Hola, Carmen. Buen jugo le has sacado a la lectura del relato.
EliminarGracias y un beso fuerte.
En sus balanceos, ese columpio nos trae la realidad de la vida, sus diferentes edades, el cambio de papeles entre un padre y un hijo.
ResponderEliminarY así suele ser, el que fue un niño dependiente que apenas sabía algo de la existencia, con el paso del tiempo, se convierte en una persona madura, con responsabilidades similares a las que antaño tuvo su progenitor, y este, pasados los años, va perdiendo sus facultades, y los papeles se cambian, y no digamos si al padre le sobreviene alguna enfermedad que le afecte a sus capacidades mentales.
Esa realidad de la vida, sobre todo en las sociedades actuales en las que no existe algo así como un consejo de ancianos al que se respete, y de quien se considere que es el depositario de la sabiduría; por el contrario, las personas mayores van pasando poco a poco a un segundo plano o, incluso, se las aparta del todo, aunque no en todos los casos.
Suele decirse que los viejos son como niños, y tú lo has reflejado con esa potente imagen del padre al que le gusta columpiarse, algo que llamaría nuestra atención si lo viésemos, pero que da una perfecta idea de lo que deseas expresar.
Pero con lo que me quedo es con la fragilidad humana, y no sólo en esos dos extremos de la vida –su inicio y su final-, pues también a lo largo de este incierto camino podemos tropezar, caer y hasta quedar hechos un cromo y, como consecuencia de ello, necesitar la ayuda, no sólo de nuestros familiares más allegados.
Enhorabuena, Rafa, por este micro tan visual y con esa fina ironía que te caracteriza. Un abrazo.
Gracias, Enrique. Tienes las capacidad y habilidad de poner en palabras lo que otros solo alcanzamos a mostrar describiendo imágenes. Tu lectura siempre es excelente.
EliminarUn abrazo.
Un cambio de papeles que humaniza. Muchos hijos estamos haciendo de padres de nuestros padres, y aunque es duro, no hay nada más gratificante que devolver lo recibido. Me ha gustado mucho, Rafa. Enhorabuena y felicidades también por todos tus éxitos, al final te vamos a tener que tratar de usted. ;-) Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarDe usted nunca, que no me daría por aludido.
EliminarEfectivamente, devolviendo a los padres el cariño recibido se puede reencontrar uno con la ternura.
Gracias, Inma.
Un beso.
Muy bien por ese abuelo. Que sea la niñez lo último que se pierda.
ResponderEliminarSaludos.
No hay nada más parecido que un niño y un abuelo deshinibido.
EliminarGracias, Maribel.
Un beso.
Ya te han comentado todos los demás, poco tengo que decir, unirme a ellos. Me gusta ese hijo. Un beso.
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