Encarna
Mi abuela tenía los dedos torcidos de hacerse nudos en el alma, del agua fría de una pila de decepciones, del sabor a anís de un hombre sin suerte, de remendar pantalones y de hacer malabares con cuatro perras.
Mi abuela tenía los dedos torcidos; para marcarnos el camino recto.
Escrito por Miguel Ibáñez
Mi abuela tenía los dedos torcidos; para marcarnos el camino recto.
Buenísma última frase y ¡cuánta razón!
ResponderEliminarGenial
Hola, Rafael.
ResponderEliminarMe parece el tuyo un texto macizo. Las abuelas, qué figura, qué descomunal institución aun con su artrosis o su artritis deformante de los dedos, para tenerlo todo. Está superbién escrito tu micro cuento, además. Mi muy mayor enhorabuena. Y un abrazo.
La abuela tiene los dedos torcidos y no precisamente por tocar el piano. El duro trabajo y a veces esa herencia que llevamos a la espalda (artritis, artrosis...).
ResponderEliminarUn bonito homenaje a esas mujeres que se iban dejando la salud por el camino para que sus hijos o nietos viviesen mejor.
Coincido con Luisa, la última frase es todo un proverbio. Genial.
Muchos besos.
Precioso!
ResponderEliminarNo suelo comentar, Miguel, pero es que me ha emocionado tu relato. Qué preciosidad. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esas mujeres duras como piedras y tiernas como solo ellas sabían serlo, olvidadas de sí mismas y siempre al servicio de todos, aunque huyesen del protagonismo fueron el pilar sobre el que se asentaron todas las familias.
ResponderEliminarBonitas frases y hermoso texto, Miguel
Un abrazo
Tienes un estilo único e inconfundible con el que impregnas cada palabra que escribes. Las frases brillan por separado y al unirlas, creas una gran obra de arte.
ResponderEliminarCreo que jamás se le ha escrito a las abuelas con tanta magia.
Aguza el oído. Escuchas, ¿verdad? Son los aplausos de tu abuela que siempre estará a tu lado y bien orgullosa del tesoro que tiene.
Se me acaban los calificativos contigo.
¡Enhorabuena, genio!
Pablo
Y si nos confirmas que tu abuela se llama Encarna y que has escrito este relato para ella, aún me dolerán más las manos por los aplausos que ya te estoy dedicando.
ResponderEliminarPrecioso, Miguel.
Tus palabras crean una imagen muy poderosa, pues a la vez percibimos la dureza de roca de la resistencia de la abuela ante los reversos de la vida (pienso en los sarmientos retorcidos de las vides al describir sus dedos) y su vocación de escudo protector para salvaguardar el futuro de los vástagos la familia. Emocionante.
ResponderEliminarMe encantó conocerte, Miguel. Y también a tu chica. Un abrazo.
El relato es brutal, de los que te deja el estómago encogido, un nudo en la garganta y las lágrimas brotando de los ojos por la emoción de haber leído una historia tan bonita y, sobre todo, por la forma tan maravillosa de contarla.
ResponderEliminarMike, como no es un secreto lo digo también por aquí, sabes que siento admiración profunda por ti y tu forma de escribir. Solo te pido un favor, ¡escribe un poquito más! Que se echa mucho de menos cuando no lo haces.
Un beso grande, pequeño gran poeta.
Malu.
Veo muy difícil eso de conmover con un relato tan breve y, de lograrse, suele ser al final, con un desenlace acertado. Pero el tuyo tiene la capacidad de conseguirlo desde la primera frase, y esta no decae hasta la última palabra. El que trates un tema tan importante para ti creo que es una circunstancia aparte, porque creo que emociona a cualquiera que lo lea. Para mí su verdadero poder está en tu modo de contar, en esa feliz conjunción de poesía y prosa libre de toda noñería, tan rara de encontrar.
ResponderEliminarEnhorabuena, Mike. No sé si podré comentar mucho este mes, pero no quería dejar pasar esta maravilla.
Un abrazo.
Un retrato emotivo dedicado a una abuela sabia, con un broche de oro como final.
ResponderEliminarSuerte, y saludos virtuales, Miguel
Hermoso. Simple, directo y lleno de emoción.
ResponderEliminarPlas, plas, plas. Qué poderío y qué dominio tienes para trazar sentimientos envueltos en esa extraordinaria sensibilidad tuya y que no me cansaré nunca de destacar. Enhorabuena por esta maravilla que espero llegue a lo más alto. Un beso, Miguel.
ResponderEliminarAyer, este micro lo leímos en familia. Coincidimos en opinar que es de lo mejor que hemos visto en esta página. Con unas frases muy escogidas nos hablas de una abuela generosa, abnegada, entregada en cuerpo y alma a los suyos. Él último párrafo es genial. Cincuenta palabras que conmueven y emocionan. Aunque vaya dedicado a una abuela concreta, creo que muchas se verían reflejadas en este homenaje. Enhorabuena, Miguel, y mucha suerte; sería muy merecida. Un abrazo.
ResponderEliminarMiguel, tu micro es un conmovedor homenaje a Encarna y, por extensión, a todas las abuelas de vidas torcidas, tiernas, entregadas a los suyos, generosas y sabias.
ResponderEliminarUna prosa bellísima. Besos.
Directo al corazón y enamorada de tu relato. Enhorabuena. Un beso.
ResponderEliminarExtraordinario texto. Todo un homenaje a la sabiduría vital de tantas y tantas féminas...
ResponderEliminarUn saludo
Genial. Felicidades, Miguel.
ResponderEliminarEnhorabuena Miguel!!!! Pena de no haber leído tu relatazo antes. Falta de tiempo.
ResponderEliminarUn saludo
Maravilloso relato Miguel. Todos y cada uno de los relatos publicados merecen mi respeto y admiración, pero este es de esos que me hubiera gustado tener el talento necesario para poder escribirlo. Felicidades!!!!
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