In illo tempore
En las mañanas de invierno, la capilla del internado era un auténtico páramo y los jóvenes postulantes, siguiendo las recomendaciones del prefecto, intentaban transformar su fervor espiritual en calor corporal. Entretanto, los piadosos frailes, parapetados al fondo del oratorio y flanqueados por estufas de gas, meditaban recogidos en místico duermevela.
Hola, Javier.
ResponderEliminarY las mañanas de invierno, naranjada y aguardiente, aconsejaba Góngora. En aquel tiempo, hace mucho parece que los postulantes y los frailes se las apañaban como podían para procurarse una confortable temperatura corporal. Los primeros seguramente queriéndose unos a otros, dándose masajes o frotaciones, qué le quieres (porque transformar el fervor espiritual, algo anímico, en algo físico como el calor...) por consejo del prefecto, mientras que los píos frailes echaban mano de estufas de gas, en abierto contraste y simpático anacronismo, pues supongo que in illo tempore no existían las estufas de gas. Me gusta tu propuesta. Un abrazo.
Suplir el calor del fervor espiritual por estufas de gas...
ResponderEliminarBuena propuesta, como bien dice Eduardo. Un beso.
Cada cual se procuraba calentarse de la mejor forma posible. Quizás el calor corporal de los postulantes resultase más "cálido y atractivo".
ResponderEliminarSuerte y un saludo, Javier
Por muy cálido que pueda ser el fervor, una estufa es más efectiva cuando el frío aprieta; un cuerpo aterido no entiende de espiritualidades. La teoría y la creencia dice que todos los hombres son hermanos e iguales ante los ojos de Dios, la práctica es otra cosa.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
Son las diferentes formas de obtención del calor, cuando se depende de una fuente de calor externa. En este caso parece que los frailes llevan las de ganar, deben tener más calorcito, ya que se están quedando medio dormidos.
ResponderEliminarBuen relato, de otro tiempo. Besotes.
Me encantan el ambiente monacal que has creado, Javier, y la bendición en forma de ironía que has vertido sobre el reino de Dios en la tierra. Me recuerda además un micro tengo ambientado en este contexto y algún día voy a sacarlo para que no se apolille. No por el tema, que es muy distinto, sino por el ambiente, que goza para mí de cierto atractivo irresistible.
ResponderEliminarLa institución predica con el ejemplo y actúa, ni mejor ni peor, sino igual que casi todas las organizaciones sociales que el hombre ha sido capaz de crear, por jerarquización. Prebendas que vienen asignadas con el oficio.
Como siempre tus textos, hilan fino; estilo impecable y elegancia formal.
Un abrazo.
Esa transformación calorífica sugiere terrenos un tanto oscuros...como oscuros son ciertos ambientes monásticos.
ResponderEliminarEsperemos que esos frailes "sólo" hagan uso de las estufas....
Buen relato, Javier, un saludo.
Excelente ambientación monacal con el contraste entre el frío de los postulantes y el calorcito en el que se refugian los frailes. Buen consejo el de transformar el fervor espiritual en calor corporal. Que les den alguna clase práctica de esta singular metamorfosis.
ResponderEliminarUn micro teñido de ironía y con estilizada prosa, Javier. Besos.