La importancia de lo nimio
Era un estorbo para todos. Se daba cuenta, pero le resultaba indiferente. Se dedicaba a volar, de un extremo a otro, permanecía en suspensión y acababa posándose en todos los muebles, en las mesas y en las sillas de la casa. La llamaban, despectivamente, "mota", pero eso tampoco le importaba.
Y tanto. Una simple mota de polvo, o lo que ésta pueda representar simbólicamente, puede trastocar totalmente nuestras opiniones, nuestros anhelos, nuestras vidas... Por "extensión", me estoy acordando de lo que, en ocasiones, una "simple coma" (a la que veo como trasunto de una mota de polvo) ha causado, por omisión o por mala colocación. Me gusta y me interesa lo que nos cuentas. Suerte, María José. Besos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. Me gusta que lleves al terreno sintáctico el tema. Es una buena reflexión.
EliminarBesos.
Muy bueno, María José, de principio a fin. ¡Mucha suerte! Un saludo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Loli. Eres muy generosa en tu comentario. No voy a ser yo la que quiera quitarte el entusiasmo...
EliminarBesos.
A veces algo llamado a tener protagonismo pasa sin pena ni gloria. Por el contrario, hay ocasiones en que une elemento que puede parecer intrascendente adquiere una relevancia insospechada. Tus letras y tu sensibilidad pueden hacer de una mota de polvo el personaje principal de una historia, alguien (o algo) a tener en cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo grande, María José
Muchas gracias, querido Ángel. Yo soy de la opinión que cualquier situación, por insignificante que parezca, puede dar como resultado una historia. Y, por eso, he intentado aplicarme el cuento, jaja.
EliminarOtro abrazo muy grande para ti.
A veces algo tan nimio es importante o molesto, depende de cómo se mire. Si va dentro de un ojo, ya ni te cuento...
ResponderEliminarUn beso, Mª José.
Malu.
Jajaja, dímelo a mí, Malu, que cuando voy por la calle mis ojos atrapan polvo en suspensión, cual si tuviese un imán, y lo paso realmente mal. Tendría que caminar con ellos cerrados...
EliminarBesitos, guapa.
Elogio de la nimiedad. Me siento reconocido. Esa mota son los días en que aupado en los brazos de la levedad, vago en propia insignificancia sintiéndome rey del mundo. De mi pequeño mundo que encierra mi pequeña verdad.
ResponderEliminar¿Eres maga, Mª José? Te digo porque este cuento tiene esa chispita de luz que lo convierte en mágico. Un beso.
Me encantan tus palabras, amigo mío. Tú sí que tienes magia, con tu manera de escribir, con el arte que brota de tu mano, tanto escribiendo como dibujando.
EliminarGracias, Manuel. Besos.
Tú sí que sabes lo importante que es la grandeza de lo breve, la necesidad de lo nimio. Un micro de lo más original en el que das protagonismo a una mota. Qué imaginación tienes, María José.
ResponderEliminarUn besote y enhorabuena por ese segundo libro publicado.
Besos.
Muchas gracias, amigo Pablo. Es cierto que tengo imaginación, otra cosa es que me sirva para escribir buenos relatos, jaja. Te agradezco el piropo y tu enhorabuena por Instantes hallados. Para mi hermana y para mí ya ha sido maravilloso que se pudiese publicar. Ahora, a esperar que guste...
EliminarBesos.
Mª José, me gusta mucho tu relato. Una invitación a la reflexión. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Smokey. Casi de cualquier tema, por muy banal que se considere, se puede sacar una reflexión. En el ser humano existe la capacidad de detenernos y pensar. Es una gran ventaja.
EliminarOtro abrazo para ti.
Es cierto M. José, que bien sabes la importancia de lo nimio, la vida que le has dado a una simple mota de polvo le da personalidad al relato. Cuánta imaginación con tan breves palabras. Eres genial, un abrazo, amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias, querida Carmen. De cualquier idea se puede sacar un relato, desde luego. Basta con observar lo que hay alrededor (la capa de polvo sobre una mesa, por ejemplo, jajaja).
EliminarUn fuerte abrazo.
¿Qué tiene importancia y qué no la tiene? Hasta lo más insignificante tiene valor aunque nadie se lo de, en este caso es esa simple mota la que se lo da a ella misma. Interesante micro, por lo singular. Felicidades, Mª Jose y un beso grande.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. Tienes razón. Tu pregunta daría para un debate interminable. Me gusta provocar la reflexión en los lectores y, con este micro, detenerse en aquello en lo que nunca se piensa era mi objetivo. Ya veo que lo he conseguido.
EliminarUn abrazo muy grande.
Lo insignificante también suma. Muy original. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Maite. Aprovecho para agradecer tu presencia en la presentación del 27 de enero. Me ha encantado ponerte cara, jaja, y espero poder tomarme un cafecito contigo, algún día.
EliminarBesos.
Enseguida que cure este gripazo que tengo te mando un mensaje y quedamos. Un beso.
EliminarLo más nimio también puede ser transcendente en nuestras vidas. Ahí estás tú enfocando con una lupa a esta pequeña mota de polvo para que no lo olvidemos.
ResponderEliminarInteresante reflexión, María José. Enhorabuena por tu segundo libro. Un beso.
Carmen, ¡hay tantas pequeñas, diminutas cosas, a nuestro alrededor, en las que no reparamos! Muchas gracias por tu comentario y por tus buenos deseos respecto al nuevo "hijo", cuyas madres somos Margarita y yo.
EliminarBesos.
Siempre he tenido claro que los escritores del montón necesitamos un tema con mucha fuerza para compensar las carencias de nuestra escritura, mientras que los grandes, no necesitan un relato con mucha miga para mostrar su calidad y este micro tuyo es una prueba evidente, desde el título.
ResponderEliminarEnhorabuena por ello y también por tu segundo libro. Había visto que los compañeros te felicitaban, pero recién con el boletín de Ojos Verdes del mes de enero me he enterado de los detalles. Me alegro por ti, María José.
Besos.
Muchísimas gracias, amigo Georges. Me sonrojas, de verdad. No creo que tenga yo un mérito especial, simplemente me gusta mirar lo que me rodea y tengo cierta imaginación. Nada más.
EliminarMe alegra saber que te ha llegado la noticia de mi segundo libro. Tanto mi hermana Margarita como yo estamos felices con el resultado de nuestra creación. Muchas gracias.
Besos.
Hola, María José.
ResponderEliminarUn texto espléndido el que nos regalas. Un micro filosófico. La importancia de lo nimio trae por título. Un micro cargado de proyección pues atesora profundos significantes. Lo nimio, lo superfluo, lo despreciable, lo inútil. Pues precisamente lo inútil es lo revestido con la máxima dignidad: es un fin en sí mismo, no sirve de medio a nada ni a nadie. Como una mota. Y claro por qué habría de importarle las alusiones despectivas. Todo lo que existe tiene un sentido que, las más de las veces, no sabemos ver. Y criticamos sin piedad aquello que vuela, que escapa a nuestro corto entendimiento. Mi muy más mayor enhorabuena. Un beso gigantesco y feliz todo para ti siempre, amiga dilecta.
Querido amigo Eduardo, me encanta que te haya provocado esas magníficas reflexiones un modesto micro como el mío. Sinceramente, mi objetivo era ese, el de generar pensamientos alrededor de una temática determinada.
EliminarYo también quiero lo mejor para ti (ya lo sabes)
Muchos abrazos y besos, de vuelta.
Has sacado a la humilde mota, todo un tratado. Creo que has querido significar que hasta lo más mínimo (persona o cosa) tiene su papel, como este polvillo que está presente y lo llena todo.
ResponderEliminarTalentoso relato, pese a su aparente insignificancia.
María José, te envío un besito virtual, como continuación a nuestro breve ecuentro en la Quedada. Hasta la próxima.
Querida María Jesús, muchas gracias por tu comentario. Eso mismo que dices es lo que pretendía reflejar y veo que he conseguido mi objetivo.
EliminarMe hubiese gustado hablar contigo, pero en la Quedada de Madrid éramos tantos que resultaba imposible conversar con todos. Espero que haya otras ocasiones.
Un abrazo.
Una partícula insignificante en el universo, pero un todo en su mundo particular. Un relato sobre la importancia del reconocimiento de uno mismo. Muy bueno, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarLo has expresado muy bien, Salvador. Muchas gracias.
EliminarOtro gran abrazo para ti, amigo.
Muy ilustrativo tu micro, Mª José. Debemos tener la suficiente personalidad como para desempeñar nuestro papel, sin dejarnos condicionar por la opinión de los demás. Aunque es cierto que todos buscamos algo de reconocimiento. Muy interesante e imaginativo. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Juana. No debería influirnos lo que opinen los demás y, también, "hacernos valer" ante ellos.
EliminarFue un placer tenerte sentada enfrente y poder hablar contigo, en la Quedada de Madrid. ¡Ojalá haya otras ocasiones!
Besos.
La vida en suspensión de una mota recoge perfectamente la importancia de lo insignificante, concepto éste completamente subjetivo. Podemos ser mota en el universo de otros, pero galaxia en el propio, que es, en definitiva, donde vivimos realmente.
ResponderEliminarInteresante relato, María José.
Un fuerte abrazo.
Cierto, Antonio. Lo has expresado con belleza, como todo lo que pones por escrito. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo enorme.
Una mota de polvo, o menos, somos cada uno de nosotros e, incluso, todos nosotros juntos, en las inmensidades inimaginables del cosmos, pero a algunos parece que no les bastaría ni con poseer el universo entero.
ResponderEliminarPor el contrario, la protagonista de tu microcuento, en su minúscula levedad, y a pesar del rechazo de todos, se dedica a volar de un sitio para otro y vive en su mundo que, debido a su talante, convierte en mágico.
Así, al contrario de todos esos enfermos de la codicia, el afán de poder y otros muchos males que pudren los cerebros, esa mota se conforma con su humilde ser, y saca el mayor provecho a sus posibilidades, entre las cuales, está una de las más mágicas de todas, la de volar, lo que le permite, dentro de la vivienda donde se desarrolla su existencia, ir de un sitio para otro y visitar esos muebles como si fuesen mundos fabulosos en los que vivir fantásticas aventuras.
Por tanto, con esa actitud, da unas cuantas lecciones de cómo vivir con humildad pero con firmeza, de creer en uno mismo, de saber valorar lo que se tiene, de hacer oídos sordos a las críticas malhumoradas y, seguramente, llenas de envidia, de los demás.
Importante lección la que das a través de tu protagonista, María José. Un abrazo muy grande y mis mejores deseos para todos tus proyectos.
Mil gracias, Enrique. Siempre me embelesan tus palabras y, en concreto, estas reflexiones profundas que he generado en ti con mi humilde microrrelato, pues me satisfacen plenamente.
EliminarTe agradezco tus buenos deseos. Nunca debe faltar el apoyo de la gente amiga, pues no tendría sentido la vida sin vosotros. Fue un placer poder compartir contigo mesa y conversación, en la Quedada. Espero que pueda repetirse.
Un abrazo enorme.
¡Que imaginación, M. José!
ResponderEliminarY a pesar del rechazo que provoca, hay que ver, lo bonita que es una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
Muchos besos
Sí, Olga, tienes razón. Hay belleza en una mota de polvo y, si me apuras, en prácticamente todo. Solo hay que tener la sensibilidad para verla, como demuestras tener tú. Muchas gracias.
EliminarBesos y abrazos.
El arte de lo nimio y las pequeñas cosas. Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos quedado absortos viendo a aquellas motas de polvo volando y hemos intentado -sin éxito- atraparlas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso, María José.
Muchas gracias, Enrique, por dejarme tu amable comentario. Tienes razón: todos hemos querido atrapar las esquivas motas de polvo, jajaja. Un abrazo.
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