Las doce
Una, dos, tres... El cuenco va quedando vacío a un ritmo constante. La cadencia inconfundible del sonido metálico.
Ojos brillantes, el recuerdo de los ausentes apretando el estómago. La auxiliar detiene la cuchara y le sonríe. Ana es una de las doce ancianas de aquella residencia que nunca recibe visitas.
Ojos brillantes, el recuerdo de los ausentes apretando el estómago. La auxiliar detiene la cuchara y le sonríe. Ana es una de las doce ancianas de aquella residencia que nunca recibe visitas.
La tristeza del abandono, las personas que un día fueron importantes, trabajaron, lucharon, formaron familias e hicieron grandes cosas, relegadas al olvido y la soledad. Al menos, estas doce mujeres se tienen a sí mismas, aunque los recuerdos duelan.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Gracias, Ángel. Sin duda es muy triste saber que hasta los suyos las olvidaron. Un abrazo grande.
EliminarCarmen, siempre es un placer leerte. Tus relatos llenos de sensibilidad llegan a lo más profundo. Y con este lo has vuelto a conseguir. Cuentas una historia real, esas doce mujeres, son cientos , cuantos mayores son abandonados, diría yo, arrinconados y olvidados sin recibir la visita de un ser querido. Y no solo en una residencia, incluso en su propia casa. Me has hecho recordar que cuando iba a la residencia a visitar a mi madre, tenía que repartir cariño con los que yo llamaba "los adoptados", aquellos ancianos a los que nadie visitaba y solo querían que les dieses una sonrisa y un poco de cariño.
ResponderEliminarMuy buen relato, me ha gustado mucho.
Besos, Carmen.
Gracias, Javier. Me conmueve mucho la soledad de los ancianos. No solo en las residencias. Vivo en un edificio donde el sesenta por ciento son personas mayores y se las ve tan solas... Me alegra mucho que te haya gustado, pese a la tristeza que supone la situación. Tu madre y sus compañeros tuvieron mucha suerte de contar contigo. Un abrazo grande.
EliminarHola, Carmen.
ResponderEliminarEl mordisco hondo de la soledad patentizado en esas ancianas. Un texto muy bien ambientado el tuyo. Y las pobres, recordando a los que no están con ellas y a los fallecidos. Las doce se acompañan mutuamente y reciben, por toda visita, la sonrisa de la auxiliar. Tan triste como verídico y cotidiano. Una pena. No deberían existir los denominados "años basura", que solo sirven de tormento. En fin, es la vida. Es lo que hay, la maldita frase de siempre que parece acallar las conciencias que machacan. Buen micro cuento. Enhorabuena, un beso y feliz todo para ti siempre.
Mil gracias Eduardo. Me alegro mucho que te haya gustado. Mis mejores deseos también para ti. Es cierto, demasiado cotidiano y doloroso, pero es la vida... Un abrazo grande.
EliminarUna piña de soledad, pero la ausencia compartida y las sonrisas reconfortan su ánimo. Muy bueno, Carmen. Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAfortunadamente siempre habra alguien dispuesto para una sonrisa. Gracias Salvador, un abrazo
EliminarSoledad, pero esa sonrisa...me deja tranquila. Un beso.
ResponderEliminarA mí, tambien. Gracias Maite. UnUabrazo grande.
EliminarGrave enfermedad es la mala memoria de quien se olvida de las personas que lucharon por ellos y les dieron la vida.
ResponderEliminarMuy conmoverdor, Carmen.
Besos.
Pablo.
Gracias Pablo. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo grande.
EliminarCarmen, cuanto me alegra leer tus letras en 50palabras. Con la sensibilidad que te caracteriza, has tocado un tema en tu relato que es muy real. Como ya te ha dicho Javier, lo vivimos en primera persona y los "adoptados" nos esperaban cada semana para recibir un gesto de cariño, un beso o simplemente un ¿cómo estás? Es muy fea la soledad a cualquier edad, pero más cuando se es tan vulnerable.
ResponderEliminarTe puedo asegurar que los afortunados éramos nosotros al recibir tanto cariño por su parte.
Me ha gustado mucho. Muy buen micro. Mucha Suerte.
Besos apretados, amiga.
Muchas gracias, amiga. Para mí siempre es un placer teneros cerca y leeros. Que triste la soledad de nuestros mayores, afortunadamente, siempre hay personas dispuestas a ofrecer su tiempo. Besitos
EliminarUaoooh! profundo y triste tu relato, pero tan cierto como la vida misma.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo, Carmen.
Gracias, Isidro. Me alegra mucho que te haya gustado. Es una triste realidad Un abrazo grande.,
EliminarLo más triste dd la vejez es la soledad y el abandono. Señalas en tu micro uno de los mayores problemas de nuestra sociedad. Muchos ancianos viven olvidados de los suyos, recordando ausencias y esperando un pequeño gesto de cariño.
ResponderEliminarBesos.
Una enorme y triste realidad. Muchas gracias por tu comentario Carmen. Un beso.
EliminarDesgarra el alma observar esas situaciones. Tu relato pellizca.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Gracias Rafael. Un saludo para ti.
EliminarLa soledad, la terrible palabra cuando no es deseada. Imagino a muchos ancianos, a la deriva. Perdidos en un mundo donde nadie les recuerda. Buen relato, tocaya, lleno de fuerza y ternura. Muchos besos.
ResponderEliminarGracias Carmen. Qué diferente es esa soledad de la elegida. Qué doloroso ese olvido!!! Un abrazo grande.
EliminarPor increíble que parezca, una simple caricia, una sonrisa o un apretón de manos, hacen milagros en estos ancianos que pasan día tras día sin la esperanza de ver aparecer a alguno de sus seres queridos. Un micro, por desgracia, demasiado realista. Felicidades y un beso grande, Carmen.
ResponderEliminarReal y doloroso. Qué poco cuesta ofrecerles amparo y qué poco de eso reciben muchos de ellos!!! Besos de vuelta. Graciassssss.
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