Marketing
Prohibida la entrada a gente egoísta, rezaba el cartel que el mendigo enseñaba en el atrio de la iglesia. Los parroquianos, por aquello de hacerse con méritos que adornaran su palmarés, eran generosos con el indigente, que no cesaba de agradecérselo con entusiasmo. "Dios les premiará como se merecen", decía.
Qué fina ironía teje este texto que ahonda en la hipocresía de ciertos sectores de esta nuestra sociedad. Enhorabuena, Juan.
ResponderEliminarHola, Juan.
ResponderEliminarCaramba con el mendigo, hace de su situación una empresa mercantil, echando mano del "marketing". Un tanto rufiancete este menesteroso que impone casi la cuantía de las dádivas o la suscita. Seguro que sale por un pico al mes, por un dineral, con su estrategia. Qué listo. Habría que ver como socorre él a otros seguro que más necesitados. Ya sabes: ni sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió. Qué bien se ve la mota en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio. Buen texto. Un abrazo.
Yo habría añadido otra frase al cartel: "¡Y cuidado con el de la sotana!".
ResponderEliminarHipocresía no sé, pero falsa moral, un montón. Con ironía, has dado en el clavo.
Un saludo, Juán.
Mucha ironía. me ha robado una sonrisa. Un beso.
ResponderEliminarGracias, lectores amables. Las conciencias son laxas y los textos breves, así que estos personajes se han salvado de una buena. Podéis alargar el relato y los ponemos a caldo, pero nos salimos del blog. De buena se libran.
ResponderEliminarHipocresía y chantaje moral.
ResponderEliminarUn micro con mucha ironía. Un abrazo, Juan.