No lloraré
La odió con toda su alma después del bofetón.
Intentó esquivar el golpe, pero era demasiado lenta pata salir ilesa. La miró a los ojos sin pestañear y juró que no soltaría una lágrima por ella.
Cuando llegó el segundo golpe, dio la bienvenida al dolor como un viejo amigo.
Intentó esquivar el golpe, pero era demasiado lenta pata salir ilesa. La miró a los ojos sin pestañear y juró que no soltaría una lágrima por ella.
Cuando llegó el segundo golpe, dio la bienvenida al dolor como un viejo amigo.
Hola, JM.
ResponderEliminarBueno, una historia de malos tratos. Y una especie de autovacuna de la maltratada, seguramente una niña obesa. La maltratadora puede ser su madre (el bofetón) o una hermana o una prima o una amiga o una compañera de colegio... Aguantar el dolor nos hace fuertes. Nos dejas abierta la imaginación, toda vez que no sitúas la peripecia en un espacio concreto. Me gusta esta propuesta abierta. Un abrazo.
Las lágrimas son la sangre del alma, dijo no recuerdo ahora quién.
ResponderEliminarDenuncia plena la de tu micro, pues dejas a la protagonista sin el desahogo de llorar, abrazada al dolor. Muy eficaz, narrativamente hablando.
Saludos anonimamente solidarios contra cualquier maltrato.
Potente micro. Como una bofetada de atención al lector.
ResponderEliminarHay que tener mucho valor para no devolver un golpe e incurrir en el mismo error, más todavía para hacer el esfuerzo de no permitir al agresor la satisfacción de ver el daño causado. Dicen que el ser humano es capaz de acostumbrarse a cualquier circunstancia, aun exgtrema, aunque todo tiene un límite, claro está, que no se debe consentir. Si el agresor no se disculpa, e incluso reincide, habría que tomar otras medidas.
ResponderEliminarUn abrazo grande, JM
Tremendo tema JM, siempre se me encoge el alma con estas historias. Mucho dolor y tu micro duele por la "resignación" de la víctima. Saludos.
ResponderEliminarTremendo, anular la voz de protesta y las lágrimas de dolor. Un beso.
ResponderEliminarTremendo. Ese es el calificativo que repetimos al contemplar esta escena. Y la maltratada, sin lágrimas, ahogando su dolor. ¿Qué relación guarda con su agresora? Nos lo dejas abierto a la imaginación, pero la intencionalidad de denuncia es la misma.
ResponderEliminarUn abrazo, JM.