Rayas azules sobre fondo gris
Chapotea en los charcos como si fuera un niño, y llora cuando el otoño cubre el recinto para el paseo. A diferencia de otros, se ha acostumbrado al humo, De hecho, lo que más le gusta es deambular cerca de los hornos crematorios. El olor ha acabado por ser inapreciable.
Raquel, desde el titulo me parece un relato excelente, con unas pinceladas que calan en el lector nos haces sentir y ver la realidad de estos campos se exterminio nazi. Lo has escrito con delicadeza pero al misma tiempo haciendo sentir esa dureza y crueldad. La última frase me parece muy buena,
ResponderEliminarNunca hay que olvidar que esto ocurrió para que nunca más se vuelva a repetir.
Un relato muy bueno, me ha gustado mucho.
Un abrazo, Raquel.
Hola, Raquel.
ResponderEliminarQué formidablemente (sin ironía) cuentas el horror de los campos de exterminio. Tanto olor me sugiere uno de los perros de vigilancia. Sea como fuere el texto es impecable. Enhorabuena, un beso y feliz todo para ti siempre.
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ResponderEliminarMe encanta tu relato, Raquel. Está envuelto en una mágica prosa que nos deja una historia sorprendente, muy dura, pero, gracias a tu protagonista, con un punto de ternura la vez.
ResponderEliminarEl título es de lo mejor que he visto en cincuenta desde que deambulo por aquí.
Un besote.
MUY BUENO!!!! nunca debemos dejar de recordar esa atrocidad!!!! Un saludo!!!!!
ResponderEliminarQuizá me equivoque en mi pequeña interpretación, pero tu relato me ha sugerido a un soldado nazi, guardián de un campo de concentración, sensible por encima de todo, incluso hasta límites insospechados, pero inconmovible sin embargo, hacia la mayor de las atrocidades. El adoctrinamiento ha hecho que no perciba el calvario, la injusticia y la ignonimia absolutas que los suyos están infringiendo a unos semejantes.
ResponderEliminarUn relato lleno de contrastes, que demuestra lo complicados que pueden llegar a ser los humanos, capaces de convivir como si tal cosa con lo mejor y lo peor, de justificar lo injustificable.
Muy bueno, Raquel. Un abrazo
Qué título tan bello y qué historia tan espeluznante, no por cómo la cuentas, que la cuentas de manera que cala como una lluvia helada hasta los huesos que se convierten en ceniza no más terminas de leerlo, sino por lo que cuentas. Uno se admira de que en cincuenta palabras quepa tanto dolor y tanta capacidad de sobrevivir a las penalidades. La humanidad ha llegado al día de hoy levantándose una y otra vez de las cenizas del horror que ella misma ha creado.Qué puedo decirte, Raquel, que tú no sepas... que una vez leído es imposible salir indemne de un relato con tanto alcance. Enhorabuena. Saludos.
ResponderEliminarMe sumo a los parabienes precedentes, Raquel. Tu texto me resulta muy sugerente en su melancolía visible. Para disfrutarlo no me hace falta saber quién es el protagonista. ¿Es un perro y, por instinto, busca alimento y calor alrededor de ese horno? ¿Es un guardián, "bondadoso" y "emotivo", tratando aliviar sus culpas y su frío? Suerte y saludos.
ResponderEliminarQué duro el micro, no me extraña nada que Raquel lo haya escrito. Ni un poco, el micro es bueno porque ella lo es
ResponderEliminarRaquel, la escena queda marcada en la imaginación. Creo que esos que jamás nos debemos "acostumbrar al humo". Se perciben ciertos vientos que trasladan su podredumbre de lado a lado de nuestras sociedades atónitas y, a mi entender, demasiado extasiadas por su falsa seguridad.
ResponderEliminarGran relato. Un saludo
El horror pasa factura a la razón y los sentidos merman al compás de la locura. Una ignominia de la historia que paraliza nuestra humanidad. Muy bueno, Raquel, Un abrazo.
ResponderEliminarBajo un hermoso título, uno de los episodios históricos más ignominiosos. El horror, el humo, el olor, nos hablan de esta barbarie. Y el protagonista sobrevive acostumbrándose, embotando sus sentidos.
ResponderEliminarUn micro sobresaliente, Raquel. Besos.
Has sabido impregnarnos de la barbarie y suavizarla, para no lastimarnos, con u toque de ternura. Pero no lo olvidaremos. Muy bueno. Un beso.
ResponderEliminarA base de vivir en la barbarie día tras día tu personaje se acostumbra a pasar sus vida en ese lugar tan horroroso.
ResponderEliminarUn título precioso para describir una sinrazón de forma suave, aunque dura.
Enhorabuena, muy buen texto, Raquel.
Malu.