Una sonrisa
Por tu gesto sé que ya tienes otro relato en mente. Sigues tu camino, pero ahora te llevas una sonrisa puesta, como si me la acabases de comprar. Me apresuro para llegar a la puerta pues quiero observarte unos minutos más. Seguramente, esa mochila que llevas va repleta de melancolía.
Escribir surge de una inquietud interna. Al terminar se siente una satisfacción, un desahogo, pero es algo pasajero. La inquietud forma parte de la naturaleza de los que juntan letras, antes o después vuelve a reinar en ellos esa melancolía que llevan a la espalda, hasta el siguiente relato, y así sucesivamente. En todo caso, que esa sonrisa no deje de propagarse, aunque sea efímera.
ResponderEliminarUn saludo, Maite, y otro para esa margarita que te representa.
Las margaritas son mis flores preferidas, están en grupo, siento que se ríen siempre y son felices. Además son el símbolo de la amistad, un saludo para ti de las dos. Gracias por leer y comentar. Un beso.
EliminarHola, Maite.
ResponderEliminarDibujas muy bien el proceso creativo, que arranca sonrisas cuando creemos tener apresada la maravilla, sujeta en reglones, y termina en nostalgia y melancolía. ¿Habremos perdido el tiempo? ¿Escribir es también vivir? Y siempre, más al cabo todavía nos arrastramos cargando con una pesada mochila como una inmensa papelera de reciclaje. La perfección no existe y eso nos martiriza. Un beso y feliz todo para ti siempre.
Me gusta la imagen de la mochila como una inmensa papelera de reciclaje. Y pienso que escribir no es perder el tiempo, da igual si es bien, mal o regular, y contesto a la siguiente, es vivir, vaya si es vivir. Y bien dices "la perfección no existe", pero siempre es bueno ir tras ella, te da esperanza. Gracias, Eduardo, un beso y, como no, feliz todo para ti también.
EliminarSu sonrisa delata al que, junto a la melancolía, lleva siempre palabras en su mente para escribirlas y que otros también las disfruten.
ResponderEliminarBonito micro. Enhorabuena!
Una sonrisa, con solamente una sonrisa, ya me conformaría que uno de mis relatos os la robase. Un beso y gracias por comentar.
EliminarMaite, cuando uno logra tener una historia que escribir siempre esboza una sonrisa. Luego la historia puede ser triste o alegre. Pero esa alegría interior ya no te la quita nadie.
ResponderEliminarMe ha gustado, Maite.
Un beso.
Lo difícil es que la historia guste, y cuando es así, la sonrisa si que es de verdad. Un beso, Javier, gracias por comentar.
EliminarMuy bonito, Maite!!
ResponderEliminarLo importante es ser capaz de fascinar al lector aunque sea con historias tristes. Ese estado de felicidad creo que lo hemos vivido todos, cuando algo que te parece"bueno", ha pasado por tu mente. Me gustaría ver esa sonrisa...
Muchos besos.
Algún día, algún día será.
EliminarGracias, Olga, siempre deseamos que nuestra historia sea tan buena como nos imaginamos al terminarla, después viene lo siguiente...
Un beso grande.
¡Qué bien lo has contado, Maite! Sería imposible escribir sin una mochila llena de melancolía. Y la sonrisa por la satisfacción de haber expresado lo que ronda la mente es inevitable.
ResponderEliminarMe ha encantado, enhorabuena.
Un beso.
Malu.
Gracias, Malu, me gusta que todos reconozcáis la sensación, y si después te animan con buenos comentarios igualitos a los vuestros, pues una felicidad. Un beso.
EliminarMi querida Maitechu, yo sí que te compro el relato, la mochila, y esa sonrisa que contigo siempre me llevo puesta. ;-) Felicidades y un montón de besazos.
ResponderEliminarNo me lo compres, te regalo el relato, la mochila y un colgante con mi sonrisa. Por un "avatar" este micro está aquí y pienso que con él, tú, estupenda escritora, bien puedes desencadenar una historia.;-)
EliminarBesos a esgalla.
Hay que llevar una mochila de melancolía y de palabras para que, de vez en cuando, te asalte la idea que provoca esa sonrisa. Si se consigue plasmar la historia, se viven momentos de satisfacción personal. Y eso nos atrapa a todos los que nos da por las letras. ¿El lector? Esa ya es otra historia.
ResponderEliminarMe quedo con tu mejor sonrisa, Maite. Besos.
Bien dices, el lector es otra historia. Pero de primeras disfrutemos con la satisfacción de la nuestra. Gracias, Carmen, y una especial sonrisa para ti.
EliminarMaite, luego dirás que no, pero te ha quedado relato genial.Me reconozco totalmente en ese personaje sonriente delante del teclado. Pescar una buena historia no resulta fácil, ni en cincuenta ni en mil, así que cuando logras empaquetar una, te subes al cielo de la satisfacción. Con la mochila a cuesta y ¡a por otra!
ResponderEliminarUn beso, Maite.
Manuel, quién soy yo para contradecirte, si dices genial, pues genial. Y pienso que a todos nos pasa igual, hasta palmaditas me doy, ja,ja,ja. Seguiré con la mochila, y pesa mucho. Gracias por comentar, un beso.
EliminarMaite, me ha encantado la delicadeza con la que has construido este poético relato.
ResponderEliminarMucha suerte y un besito
Gracias por comentar, un besito también.
ResponderEliminarYo también me siento identificada con esa motivación que tan acertadamente llamas "mochila de melancolía", y la sonrisa de alegría tras haber dado con una idea que plasmar. Muy bien contado, Maite. Un beso.
ResponderEliminarEn tu relato me parece ver a todos los que viven recordando, observando, escribiendo y disfrutando.
ResponderEliminarSuerte.
Gracias, juana, Crispín, por vuestros comentarios. Un beso.
ResponderEliminarMe siento totalmente reflejado en tu estupendo micro. Y no me puedes decir que estoy copiando los comentarios de Manuel y de Juana, pues te lo dije antes de que lo publicaras. Eso y que me encantaba.
ResponderEliminarUn gran bico, Maite.
Eres muy amable, siempre te gustan mis micros, y por eso somos amigos, ja,ja,ja. Es un broma, gracias, y siempre me alegra saber que te gustan. Bico, grande también.
EliminarParir un texto siempre te deja una sonrisa, y cuando sale al mundo de la lectura, melancolía y preocupación, pues navegan por los caminos ya sin protección. Muy bueno, Maite. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Salvador, y sí, más preocupación que melancolía. Un beso.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu relato, Maite, tanto como esa poética mezcla entre sonrisa y melancolía, tan propia de alguien sensible con muchas cosas que contar en su interior. Se me escapa no obstante la naturaleza del narrador (alguien con la capacidad de vender sonrisas); ¿una madre?
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
"Te paras y quedas a contemplar lo expuesto en el escaparate de mi tienda. Al principio no te reconocí, pero sí eres tú. Sé que eres escritor, leo tus relatos tras la pantalla del ordenador y he participado en tu blog. He cotilleado en tu perfil."
EliminarMe ha emocionado que te preocuparas de la narradora, así que aquí la tienes.
Gracias, un beso.
Maite, qué sonrisa se le pone a tu protagonista cuando le llega la inspiración para un nuevo relato, aunque le dura poco ya que siempre buscará dentro de esa mochila de melancolía una nueva historia por escribir.
ResponderEliminarUna buena metáfora del proceso creativo. Enhorabuena.
Besos.
Gracias, Pilar, un beso.
EliminarCreo que has definido en tu relato a la perfección la sensación de un escritor en el momento de encontrar una historia. Aunque, a veces,es la historia quien encuentra al escritor.
ResponderEliminarBesote.
Pablo
Muchas veces, se cuelan y taladran tu mente. Gracias, Pablo, un beso.
EliminarUn buen micro. Eso parece ser el resultado de cuando alguien pare una creación que le ha salido bordada. Aunque es una pena que a veces no se valore tanto como tienes en mente.
ResponderEliminarSaludos.
Ya, en la mente quedan perfectos, pero...
ResponderEliminarSeguir escribiendo, y seguir, y seguir. Gracias, por leer y comentar. Un beso.
Lástima que yo nunca me lleve una sonrisa puesta, pues siempre creo que mis relatillos son manifiestamente mejorables, no como el tuyo que sin duda llena tu mochila de bien hacer.
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