A bocajarro
Otra vez me ha clavado uno de sus silencios. Además de sus palabras, ahora mide también los silencios, que salen disparados de su boca milimétricos, contundentes, rotundos y precisos como la bala de un sicario. El último lo llevo clavado en el cuello, sutilmente oculto bajo el medallón de plata.
Hola, José Manuel.
ResponderEliminarMe traes a Aute, con su siento que te estoy perdiendo, pero el silencio es más rotundo, no cabe duda, que los meros monosílabos adormecidos. Claro, que quien no encuentra una solución es porque no quiere. Tu protagonista, ocultando el silente impacto bajo un plateante medallón. Es cuestión de tomar nota. Buen micro. Un abrazo.
Sí, un buen medallón, disimula hasta una operación del laringe, jé. Gracias por leer, Eduardo. Saludos¡¡
EliminarLas palabras pueden ser dardos dolorosos, pero los silencios son capaces de hacer mucho daño.
ResponderEliminarUn abrazo, José Manuel
José Manuel, sugerente el tema que abordas en este 50, el silencio. Me ha gustado.
ResponderEliminarSi no existiera el silencio previo a lo que quiera que se diga, las palabras nacerían huérfanas.
Si el silencio no acompañara y acunara y envolviera a las palabras, éstas carecerían de gracia, de magia creativa.
Además, todo discurso que no desemboque en el mar de silencio - gigante útero acogedor - será fallido y estéril, puro ruido.
Un saludo!
Claro, el silencio le da sentido a las palabras, no estaría de más guardar de vez en cuando un minuto de silencio al días (sin necesidad de que se muera nadie, claro) Saludos¡¡
EliminarHay silencios más dolorosos que las palabras, pero creo que no he entendido el final, porque ¿el medallón de plata es una placa de identificación?. Saludos José Manuel.
ResponderEliminarHola, Cristina. El medallón es un mero ornamento que sirve para intentar quitarle dramatismo a las ideas (aunque personalmente soy más de collar de cuero, jé) Saludos¡¡
EliminarA las palabras les puedes contestar, a los silencios ni oír ni contestar. Son dolorosos los silencios. Un beso.
ResponderEliminarEso es, Maite, después de uno de esos silencios, lo mejor es callarse, jé Bersos
EliminarLos silencios pueden ser cargas de destrucción masiva, y no se ven lo que les hace más peligrosos aún. La primera frase me encanta
ResponderEliminarSí, son sibilinos ¡¡Y hay auténticos expertos en silencios!! Gracias , por pasar¡¡
EliminarComo en el teatro, los silencios son mas elocuentes que las palabras.
ResponderEliminarEn la historia que nos ofreces se llevan el protagonismo sin decir nada.
Un saludo, José Manuel
¡¡Y lo que dura un silencio en el teatro!!! Gracias por leer, María Jesús¡¡
EliminarJosé Manuel, hay silencios que matan y me parece que los disparos de tu micro son muy certeros.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Es que hay quien las mata callando, ya se sabe. Me alegro que te guste, Pilar. Saludos¡¡
ResponderEliminarJosé Manuel, tal vez la manera de comentar tu buen relato, seria guardando silencio, como tú has dicho por ahi arriba, un minuto de silencio, en este caso sería un silencio de 50 palabras. Se dice tanto con un silencio, aunque en verdad no se diga nada.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un abrazo.
Muy bueno este elocuente silencio.
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