Buenas noches, abuela
No sé si podré aguantar mucho más. La anciana cabecea en su sillón, cubiertas las piernas con la gruesa manta de la mesa camilla, las manos arrugadas en el regazo. Sus nietos le hacen compañía. Un beso, abuela. Hasta mañana. Por fin se han ido. Ya puedo terminar la partida.
Hola, Aurora R.M.
ResponderEliminarY qué es lo que le impedía terminar la partida, parece que la presencia de los nietos de la anciana. ¿Y qué partida es esa? ¿De naipes? Lo que está claro es que al protagonista, sea quien sea, o un hermano de su hijo o de su hija, o su hijo o su hija, o ¿un cuidador?, le importa bien poco la abuela. Un texto desconcertante. ¿O es la muerte, puestos a imaginar, que ha esperado para dar el jaque definitivo a la reina?
Un beso.
Buenas tardes, Eduardo. Tu comentario me ha parecido muy interesante. Las diversas posibilidades que has extraído del relato. Mi intención era expresar que a veces nuestros familiares ancianos necesitan también de su tiempo libre y que se dan casos en que la carga somos nosotros.
EliminarMuchas gracias por leerlo y comentarlo.
Un abrazo.
Aurora
Dicen que los viejos se vuelven egoístas con el paso de los años. Pero yo no lo veo así, esta buena señora necesita de su ratito de esparcimiento, a veces no nos damos cuenta que molestamos y que no les dejamos vivir su vida. Un besito Aurora.
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen. Es cierto, todos necesitamos a veces estar tranquilos con nuestras cosas. Un abrazo.
EliminarHola Aurora. Si no me equivoco es tu debut en estas páginas. Me ha parecido muy interesante, como dice Eduardo, multitud de interpretaciones quedan a la imaginación del lector. Yo creo que la señora juega con su móvil emulando a una ilustre diputada. Pero puede ser cualquier otra cosa, claro. Bienvenida a nuestro club de las 50.
ResponderEliminarMuchas gracias Pepe, por tu comentario y por tu bienvenida.
ResponderEliminarPensé en la muerte. Bienvenida. Un beso.
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